Hace seis años, la naturaleza salvaje del planeta se asentó en Ávila en el paseo del Rastro durante un duro invierno (diciembre de 2017 - febrero 2018), la misma que ahora figura retratada en la «Amazônia» de Sebastião Salgado que se exhibe en Madrid. Entonces, su contemplación ofrecía un bello y abrumador contraste visual entre la panorámica abulense y la desgarradora imagen de paisajes de un primitivismo bárbaro.
En aquel tiempo, a las rocas donde se asienta la muralla medieval del Paseo del Rastro se añadieron unos “volantes faralaes” de donde colgaban 38 grandes estampas en blanco y negro componiendo una vista deslumbrante de los confines de la tierra que formaban una singular exposición de Salgado titulada «Génesis», que incluía apartados dedicados a «Los confines del Sur», «Santuarios», «África», «Las tierras del Norte», y «La Amazonia y el Pantanal».
Más aun, resulta que la defensa del indómito planeta tierra y de la belleza natural del mundo, y particularmente de la Amazonia, ya se había iniciado en Ávila en 1985 gracias al tesón del Colectivo Cantueso capitaneado por José Luis Díaz Segovia y Vicente García, que lo hizo a través de un Ciclo de Cine Ecológico y una exposición.
Pues bien, desde el 13 de septiembre 2023 y hasta el 14 de enero de 2024, una parte de aquella muestra al aire libre exhibida en Ávila dentro del programa “Arte en la calle” de la obra social de “la Caixa”, vuelve con su autor al Centro Cultural de la Villa “Fernán Gómez” de Madrid bajo el título «Amazônia», donde llega después de una larga gira por París, Roma, Londres, Los Ángeles, Manchester, São Paulo, Río de Janeiro, Avignon, Zúrich y Milán, con 1,5 millones de visitantes.
En esta nueva oportunidad se han reunido más de 200 fotografías reproducidas en su mayoría con enormes dimensiones, siete películas documentales y una ambientación sonora compuesta para el proyecto por Jean-Michel Jarre en la que utilizó sonidos de la Amazonia, procedentes de los archivos del Museo Etnográfico de Ginebra. La exposición es un excepcional reconocimiento al trabajo del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, autor también de los proyectos universales titulados «Trabajadores» y «Éxodos», en los que retrata la frágil condición humana, la misma que hace peligrar la riqueza natural del planeta, tal y como hemos escrito en otra ocasión.
Respecto a la biografía de Sebastião Salgado, señalamos que nació en 1944 en Aimorés, Minas Gerais (Brasil), estudió Economía y trabajó para el Banco Mundial y la FAO. Desde los 29 años se dedica por completo a la fotografía comprometida con vocación universal, con especial atención la defensa de los más desfavorecidos, el medio ambiente y las culturas ancestrales de los pueblos. Se empleó en las agencias gráficas Sygma, Gamma y Magnum Photos hasta 1994, año en el que creó, junto con su mujer Lélia Wanick, una agencia dedicada exclusivamente a su obra. En 1998 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y en 2001 fue nombrado embajador especial de UNICEF.
Con esta exposición, según Sebastião Salgado y su esposa Lélia Wanick Salgado, quien lo acompaña en este particular activismo como comisaria de la exposición, se pretende «mostrar la belleza y concienciar sobre la fragilidad del principal ecosistema del planeta», una empresa por la que también queremos apostar desde la tierra abulense, la cual se resume así en la dedicatoria del libro catálogo de la exposición: «a todos los pueblos indígenas de la región amazónica de Brasil. Celebra la supervivencia de sus culturas, costumbres y lenguas. Es también un homenaje a su papel de guardianes de la belleza, los recursos naturales y la biodiversidad de la selva tropical más extensa del planeta ante las incesantes amenazas del mundo exterior».
LA AMAZONIA EN ÁVILA. El actual y eterno mensaje de la obra de Salgado es el que hace casi cuarenta años lanzó en Ávila el Colectivo Cantueso con la proyección de la película «La selva Esmeralda». Una cinta reivindicativa de la naturaleza y hermosas localizaciones dirigida por John Boorman y basada en un caso real: El hijo pequeño de un ingeniero es secuestrado por indígenas de la Selva del Amazonas. Años después padre e hijo se reencontrarán, pero sus mundos ya no tienen nada que ver. Con este film se inauguró la I Semana de Cine Ecológico, la cual se prolongó con éxito a lo largo de XXIV ediciones más en el periodo 1985-2009, un ciclo pionero y consolidado en el panorama internacional que tristemente quedó truncado por causas inexplicables.
En esta misma línea, otro título interesante y reflexivo sobre la necesidad proteger y conservar la Amazonia es «Jugando con los campos del señor», de Héctor Babenco, con el que el filósofo José Luis Aranguren inauguró en 1992 la VIII Semana de Cine Ecológico de Ávila. Película de una dura historia de lucha por la supervivencia en la naturaleza salvaje frente a la malevolencia del hombre que pone en peligro la supervivencia del planeta tierra por oscuros intereses económicos, políticos y religiosos.
AHORA O NUNCA. De la misma manera, la exposición «La Amazonia. Ahora o nunca», organizada en Ávila en octubre de 1992 por el Colectivo Cantueso con material de la Comisión Pro-Amazonia de España y la Asociación Ecológica de Defensa de la Naturaleza (ADENAT), pretendía mostrar las razones por las que hay que oponerse, no al aprovechamiento racional de la selva, sino a un modelo de desarrollo, absolutamente, insostenible de consecuencias catastróficas para los países amazónicos y el resto de la humanidad.
Dicha exposición estaba formada por mapas, dibujos, leyendas, objetos etnográficos de las culturas indígenas y fotografías que enseñaban formas de vida de antiguos pobladores, la exuberante flora, la variada y rica fauna, y las amenazantes pruebas de deforestación, incendios y explotaciones de recursos mineros.
El periodista del Diario de Ávila, David Casillas, escribió entonces sobre la exposición que «no es aún un grito de angustia por salvar un paraíso cada minuto más difícil de recuperar. Es una sensata llamada de atención adornada de toda la belleza que la Amazonia alberga y que es ya más fácil ver en una exposición que al natural».
Han pasado 38 años desde aquellas primeras actividades reivindicativas de la Amazonia que tuvieron lugar en Ávila. A ellas se une ahora la muestra de Sebastião Salgado, la cual aparece de nuevo como una sorprendente representación de los confines de la tierra. La misma que vislumbramos en su día en Ávila al asomarnos desde la ciudad fortificada hacia la fosa del valle Amblés que circundan la serranía coronada por el Pico del Zapatero y la Serrota.
En esto, recordamos que la Amazonia de Brasil, junto con la de Perú, ocupa la mayor extensión de la selva tropical de la cuenca del río Amazonas de América del Sur. Países estos a los que se suman con menor superficie Colombia, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Guyana, Suriman y Guayana Francesa.
Y aunque la «Amazônia» de Salgado recorre sólo la selva brasileña, nada impide que a nosotros se nos antoje la parte amazónica en la que Ávila se aventuró en el continente americano como expedicionaria en la comitiva de sus hijos, los hermanos de Teresa de Jesús, en el séquito del caballero abulense Blasco Núñez Vela (1495-1546), nombrado virrey del Perú por el rey Carlos I, y en el convoy del licenciado Pedro de la Gasca (1493-1567), “El Pacificador” del Perú.
El Perú, cuya inmensidad y naturaleza desbordante retratada por Martín Chambi (1891-1973) ha lucido, recientemente, en la Casa de América de Madrid y en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
A ello añadimos que desde 1991, Perú fue la tierra destinataria de la solidaridad y desvelos de la ONG abulense “Amigos del Perú”, y del llamado “Proyecto Abulense Peruano”, que tanto hacen por el desarrollo sociocultural de sus gentes y la atención de las necesidades más básicas.
CAÍDOS DEL CIELO. Y casualidades del momento, resulta que en el mismo Centro de la Villa, en el espacio colindante con la sala expositiva de Salgado, se halla la sala Jardiel Poncela, donde Ávila se hizo teatrera al mismo tiempo durante el mes de octubre, al unirse al movimiento solidario de la ONG ‘Caídos del cielo’ en la dramatización de la obra «Isla», escrita por Paloma Pedrero y dirigida por ella misma y Pilar Rodríguez.
Una aventura que contó con el buen hacer y la participación en la función de una parte de su gente más comprometida, como la directora Pilar Rodríguez, la actriz Magali Parra y el músico Alberto Cavero.
En la obra nos vimos transportados en el tiempo y el espacio a una ínsula poblada por una tribu primitiva y salvaje de hombres y mujeres indígenas, desconocedoras de lo que llamamos civilización, que vivía en lugar paradisíaco. Dichos habitantes moraban en estado de naturaleza sin corromperse por la sociedad y regidos sólo por la ‘Ley natural’.
Curioso paralelismo en la lucha por la supervivencia que caracteriza tanto la «Isla» dramatizada por Paloma Pedrero y Pilar Rodríguez, como la «Amazônia» sonora fotografiada por Sebastião Salgado.
Así, siendo válido para las dos manifestaciones artísticas, podemos decir según el catálogo de la exposición (Taschen, 2018), que los seres humanos que viven en esta selva, en estas montañas, desde hace miles de años, lo consideran su universo, un edén que nunca ha visto necesario destruir para producir y reproducir bienes que garanticen su supervivencia material.
Estas personas viven en armonía con su entorno, saben sacar provecho de lo que se les ofrece con sabiduría y respeto. Su extraordinaria riqueza cultural es el resultado de todas estas vidas pasadas en el corazón de la naturaleza más excepcional.
AMAZÔNIA. Al decir de los Salgado se trata de un «proyecto expositivo único en el que las fotografías de gran formato se combinan con la música y los sonidos de la naturaleza, para crear una experiencia inversiva y multisensorial.
Esta exposición es el fruto de siete años de trabajo del fotógrafo y la comisaria Lélia Wanick. Siete años de inmersión fotográfica y humana en el “pulmón del planeta” amenazado por la acción del hombre. «Amazônia» quiere así mostrar la belleza de este entorno y concienciar a la población sobre la importancia de su conservación.
En definitiva, se trata de una oportunidad única para viajar, a través del arte, a este rincón fundamental del planeta, conocer su entorno, dejarse envolver por sus sonidos y poner rostro a las comunidades indígenas que lo habitan».
Siguiendo el muestrario expositivo y el programa de la visita que se propone, conoceremos las diferentes secciones de «Amazônia» y sus paisajes selváticos: «la inmensidad de la selva amazónica desde el aire – “una vasta alfombra verde decorada con las líneas serpenteantes y rizadas de ríos que se mueven lentamente” –; fenómenos naturales extraordinarios como el de los “ríos voladores” – que surgen de la succión de agua por parte de los 400.000 millones de árboles de la región, agua que liberan en forma de vapor a la atmósfera través de los poros de su follaje-; las Anavilhanas – el archipiélago de agua dulce más grande del mundo-; las impresionantes tormentas tropicales y esos cielos incomparables con sus imponentes formaciones de nubes; la cadena montañosa del Imerí - una de las más importantes de Brasil, con picos únicos, con laderas cubiertas por la selva tropical, como el Pico de la Neblina o el Pico Guimarães Rosa; y por supuesto el bosque, ese Paraíso Verde con sus imponentes árboles de ramajes exuberantes».
Además, como ya dijimos al comentar la exposición en Ávila de «Génesis», aquí el hombre figura entre los seres de la creación plenamente integrado en el paisaje representado, lo que se produce en su estado primitivo y en perfecta simbiosis con ejemplos relevantes de los reinos vegetal y animal.
En las tierras impresionadas observamos que el hombre sigue un ritual simbiótico con el hábitat donde vive, haciéndolo en comunidades arcaicas, manteniendo costumbres ancestrales en medio de la selva, de donde obtienen todo lo necesario para la supervivencia de la especie humana. A este respecto, Salgado nos presenta «algunos de los más de 310.000 indígenas que pueblan estas tierras.
En varias piezas los líderes de las principales comunidades de la región cuentan su día a día, nos descubren su cultura y comparten los problemas a los que se enfrentan. Desde las comunidades residentes en el Territorio Indígena Xingu, la primera gran reserva indígena creada para proteger a varios grupos étnicos como los Awá-Guajá, Zo’é, Suruwahá, Yawanawá, Marubo, Macuxi o Yanomami, entre otros. Junto con sus palabras, la muestra incluye potentes retratos de estas comunidades indígenas, que dan testimonio de su vida y costumbres».
Es por ello, que la exposición está dedicada a todos los pueblos indígenas de la región amazónica de Brasil con los que celebra la supervivencia de sus culturas, tradiciones y lenguas, a la vez que es «un homenaje a su papel de guardianes de la belleza, los recursos naturales y la biodiversidad de la selva tropical más extensa del planeta ante las incesantes amenazas del mundo exterior».
La imagen autóctona de los pobladores de la Amazonia cobra especial protagonismo en la forma de interpretar cómo debe ser la relación y el comportamiento humano con la naturaleza y el respeto que merecen.
Igual que lo apreciamos en los testimonios de Rubén García Alonso, un joven pianista abulense voluntario que trabajó durante medio año en la selva ecuatoriana con la ONG Fundación Ecuador Volunteer», la cual se dedica a «la preservación del medio ambiente, el desarrollo y empoderamiento de comunidades rurales, y el fortalecimiento de la igualdad social y la educación», tal y como nos lo contó desde la «Colonia de los Ríos», en Chonta Punta, para el Diario de Ávila (DAv 11.09.2011, 10.03.201, y 15.04.2012).
AMENAZAS. En la exposición que nos ocupa, las grandes amenazas que hacen peligrar el ecosistema amazónico no son el objeto de la recreación plástica en la que se haya detenido Sebastião Salgado. No obstante, a nadie se le escapan los peligros acechantes. Entre ellos, cabe citar las concesiones mineras para la extracción de petróleo, gas y oro; el aumento de represas hidroeléctricas; la construcción de carreteras, vías férreas y nuevas rutas de transporte; la agricultura intensiva; la deforestación; y la desprotección legislativa; los cuales son, según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), actividades que ponen en peligro la integridad de los ecosistemas, las especies, las comunidades y la enorme variedad de bienes y servicios del Amazonas, añadiendo que sus bosques están amenazados también por los incendios y la degradación; el agua superficial se ha perdido; y los ríos están cada vez más desconectados y contaminados.
Dichas amenazas son las mismas, aunque profundamente agravados en el tiempo, de las que ya se nos advirtió en 1992 en la exposición del Colectivo Cantueso montada en el claustro del antiguo convento de Santa Ana, actual sede de la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León en Ávila. Sobre ellas, décadas después, Lélia Wanick Salgado y Sebastião Salgado apuntan en primera persona: «Nuestro planeta nunca ha enfrentado un peligro tan grande como el de este siglo. Los efectos provocados por el calentamiento global, la desertificación de los suelos, la contaminación de los océanos y la destrucción constante de la biodiversidad suponen un reto importante para el ser humano.
Esta emergencia climática es un constante recordatorio de la fragilidad de nuestro medio ambiente, cuya estabilidad es fundamental para la supervivencia de todas las formas de vida en la Tierra. La selva amazónica, conocida coloquialmente como “el pulmón del mundo” gracias a su absorción de vastas cantidades de dióxido de carbono, es sin duda un factor clave en la lucha contra el calentamiento global. Sin embargo, su destrucción se está acelerando como resultado de incendios iniciados intencionalmente para despejar tierras para granjas ganaderas y plantaciones de soja. Los envenenamientos de arroyos y ríos por buscadores de oro independientes y la invasión implacable de bosques vírgenes por madereros extrayendo ilegalmente valiosa madera dura están agravando esta tragedia ecológica y humana, haciendo cada vez más difícil proteger a los pueblos indígenas que viven en este vasto territorio».
Y aunque Salgado ha preferido no recrear de forma plástica los peligros que sufre la Amazonia, sí que subyace en su obra una la reivindicación preservadora de la naturaleza retratada deseando, con todo su corazón, con toda su energía, con toda la pasión que hay en él, que en 50 años las imágenes que exhibe no sean más que un recuerdo de un mundo perdido, y así concluye: «La Amazonia debe pervivir. Y, en su corazón, también aquellos que viven en ella». Y añade: «tengo la esperanza de que mis imágenes sean capaces de transmitir al menos una parte de la inmensa generosidad de la naturaleza».
CONTRASTES ABULENSES. En contraste con el primitivismo y la autenticidad de las imágenes amazónicas, y con las acciones de protección que se reclaman derivadas de su contemplación, Ávila, en una escala infinitamente menor, también pelea por preservar su patrimonio natural. Algunos de los últimos ejemplos de este activismo lo ejercen las plataformas «No a la Mina en el Valle del Corneja» «No a la mina en la Sierra de Yemas» y «“No a la mina en la Sierra de Ávila», quienes se oponen a los expedientes de minas a cielo abierto en esta zona de la provincia abulense, igual que hizo la plataforma «No a la Planta de Escombros en Mingorría» en contra del proyecto que pretendía instalar una planta de reciclaje de residuos de construcción y demoliciones en terrenos incluidos en la Red Natura 2000.
Otra acción que consiguió la paralización de obras atentatorias contra el medio ambiente, aunque con resultados adversos respecto a la exigencia de responsabilidades, fue la macro urbanización del proyecto “Ciudad del Golf” en Las Navas del Marqués (Ávila), en una zona medioambientalmente protegida, denunciado por las organizaciones Centaurea, CC.OO. de Ávila, WWF/Adena, SEO/BirdLife, Amigos de la Tierra, Greenpeace, Ecologistas en Acción de Castilla y León, Colectivo Cantueso-Ecologistas en Acción de Ávila y Grama. Igual recorrido tuvo el complejo residencial y deportivo en Villanueva de Gómez en el que se destruyó parte de un pinar de alto valor ecológico. Y lo mismo puede decirse de los proyectos urbanizadores de “Cantos Altos”, “La Lancha” y “El Castillo” en Santa María del Cubillo, promovidos en el Alto Valle del Voltoya obviando el alto valor medioambiental de Campo Azálvaro.
Más ejemplos, aunque de menor repercusión mediática, son las acciones emprendidas por Ecologistas en Acción frente a los tendidos eléctricos que interfieren la trayectoria de vuelo de las aves, contra la alta contaminación por plásticos, frente a la ampliación de carreteras por zonas protegidas o por la caza ilegal del lobo.
A estas acciones también se suman en Ávila campañas de limpieza en los cauces, manifestaciones por las gestiones en el cuidado de los montes, protestas por las medidas frente a los incendios, proclamas contra la contaminación de aguas sin depurar, etc., lo que demuestra la enorme sensibilidad social que existe por la preservación de la naturaleza y el medio ambiente, de ahí también el éxito de las exposiciones de Salgado por su contribución a la creación de una conciencia ecológica.
Finalmente, completamos el periplo marcado en la exposición «Amazônia» para presumir de la riqueza y belleza del territorio abulense, lo que puede observarse en las fotografías que tomamos de los viejos usos y costumbres de nuestros pueblos, en los paisajes evocadores de José Luis Díaz Segovia y en aquellas estampas de los latidos de Gredos que retrató José Carlos González.
También en ellas, igual que ocurre en las imágenes de Sebastião Salgado respecto a la naturaleza salvaje y sus peligros, se advierte en nuestro subconsciente, aunque de forma más doméstica, uno de los problemas que nos toca más de cerca: la despoblación que sufre el campo y el fenómeno de la llamada España vaciada, lo que provoca, en opinión de Greenpeace «la pérdida de actividades agrícolas, ganaderas y forestales tradicionales respetuosas con la naturaleza y que suponen una forma sostenible de producir alimentos y otros bienes a la par que contribuyen a mitigar el cambio climático y conservar la biodiversidad».
Más aún, añade el grupo ecologista, «no podemos luchar contra la crisis climática y la pérdida de biodiversidad sin un medio rural vivo y sostenible. Necesitamos fortalecer la España vaciada para hacer frente a lo que está por venir».
ACCIONES. Por último, a los fines anteriores, valga entonces este artículo y su despliegue fotográfico como pequeña contribución para que los poderes públicos y los propios ciudadanos prestemos una mayor atención y apoyo a la crisis ecológica; al fomento de proyectos e iniciativas sostenibles surgidos entre la población local; a la conservación del patrimonio ambiental y cultural y los ecosistemas; a la protección de la biodiversidad; a la lucha contra el cambio climático; a la implantación de servicios públicos básicos; a la reducción de la brecha digital; la mejorar la movilidad; al acceso a la vivienda y la cultura en igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres; al desarrollo rural centrado en una transición ecológica justa e, que permita el acceso igualitario a los bienes y servicios ambientales y sociales sin comprometer el medioambiente; y al fomento del consumo de productos locales, ecológicos y de temporada para favorecer la producción sostenible.
Jesús Mª Sanchidrián Gallego