Hasta la aparición de las primeras fotografías de Ávila en 1860, e incluso años después, la imagen gráfica de la ciudad fue conocida, promocionada y divulgada a través de dibujos, grabados y litografías. Después, el auge de la prensa ilustrada en la segunda mitad del siglo XIX propició la aparición de talleres de grabado en los que se reproducían dichas imágenes, incluidas las fotográficas, que luego se insertaban en libros, revistas y periódicos. Aquí, la imagen se convierte en protagonista de la noticia o el hecho literario que ilustra, ya que da fe del suceso periodístico que se narra.
La reproducción de imágenes para la contemplación y la lectura visual a través de los medios impresos constituye una función creativa que adquiere especial relevancia por el soporte gráfico en el que aparece, un periódico o una revista. El carácter divulgativo y la gran difusión de la imagen que se proyecta de una forma asombrosa contribuye a la aparición de nuevos valores artísticos. Las revistas ilustradas configurarán entonces una nueva simbiosis informativa, conocida en la época como “periodismo de pluma y lápiz”, caracterizado por la noticia escrita y la dibujada, o fotografiada.
Los mejores grabadores y dibujantes del momento se ocuparon de retratar la ciudad de Ávila representándola en escenas monumentales o pintorescas que se convierten en protagonistas de la prensa ilustrada gracias al trabajo de los artistas del lápiz y el buril, cuyos méritos son prácticamente desconocidos para el gran público y que ahora se pretenden recuperar en este espacio. Entre los dibujantes destacaron Francisco de Paula Van Halen, Valeriano Domínguez Bécquer, Francisco Ortego, Elías Martín, José Luis Pellicer, Antonio García Mencia, Juan Antonio Sampietro, Juan Comba García, Serra, López S., Páramo, y Tomás Campuzano y Aguirre. Y entre los grabadores sobresalieron Bernardo Rico, José Severini, Arturo Carretero, Mariano Ovejero, Tomás Carlos Capuz, Laporta y Luis Toro.
Igualmente, la fotografía de J. Laurent ocupó un lugar preeminente en la escenificación de Ávila que hicieron dibujantes y grabadores. Con ello, la crónica gráfica, la imagen quieta o el modelo estático de la ciudad que el artista interpretaba para su plasmación final en papel impreso se conseguía visualizar con asombro de una forma múltiple. La imagen incorporaba así nuevos valores culturales en lo que hasta ahora era sólo texto escrito, y creaba atractivos museos visuales particulares.
En un principio, la imagen de Ávila comenzó a divulgarse y ocupar las páginas de la prensa ilustrada gracias a los dibujos del pintor Francisco de Paula Van Halen (1815-1877) publicados en 1842 en el Semanario Pintoresco Español, un periódico ilustrado de información general dirigido por Mesonero Romanos cuyos grabados en madera hacían muy atractiva su consulta. Entre los dibujos publicados de Van Halen figuran “Los Avileses”, “Vista de Ávila desde Mingorría” y “El Tostado”, los cuales fueron comercializados también como litografías sueltas. Antes, en 1838, apareció un grabado del busto de Isabel la Católica, la reina abulense de Castilla.
Buenos ejemplos de las reproducciones fotográficas a través del grabado en madera los encontramos en el sucesor de el Semanario Pintoresco, el periódico ilustrado que puso en marcha Mesonero Romanos con la cabecera de El Museo Universal, “Periódico de ciencias, literatura, artes, industrias y conocimientos útiles, ilustrado por los mejores artistas españoles”, publicación en la que colaboró en 1857 el poeta arevalense, que también fue dibujante en el Semanario Español, Eulogio Florentino Sanz traduciendo los poemas románticos de Heine que tanto influyeron en Bécquer.
El Museo Universal publica en 1867 una curiosa imagen de dos “Tipos avileses”, hombre y mujer, según grabado de José Severini y dibujo de Francisco Ortego. En este mismo año aparecen también algunos dibujos que hizo Valeriano Bécquer sobre escenas abulenses con el título Los quintos de Ávila, dibujo aparecido el 16 de noviembre de 1867 según grabado de Bernardo Rico, el Pórtico de la basílica de San Vicente, que se incluyó en el número del 4 de abril de 1868 según grabado de Arturo Carretero, y finalmente La romería de Sonsoles, publicada el 25 de octubre de 1868, según grabado de Severini realizado a partir del boceto de la pintura conocida como La fuente de la ermita e ilustrado al fondo con una escena festiva. Otro dibujo de Valeriano Bécquer de esta misma época grabado por Mariano Ovejero retrata a un grupo de campesinos que se dirigen a la feria de Ávila.
En 1869 se publican en El Museo Universal nuevas vistas de Ávila realizadas a partir de las fotografías de Laurent, como son la Basílica de San Vicente (134.1) realizada por el pintor e ilustrador Antonio García Mencia grabada en madera por José Severini, y otra con igual trazo y similar factura del arco del Alcázar firmada por Páramo y Laporta. Mencia dibujó también una bella vista de la Calle de la Muerte y la Vida, o de la Cruz Vieja, de la capital abulense.
A partir de 1869 El Museo Universal deja de publicarse como tal y pasa a integrarse en una nueva revista que acababa de nacer: La Ilustración Española y Americana (1869-1921). Al mismo tiempo, nace otra publicación con la que tendrá que competir: La Ilustración de Madrid (1870-1872), que estará dirigida por Gustavo Adolfo Bécquer, y en la se incorporan su hermano Valeriano como ilustrador y Bernardo Rico como grabador.
Como consecuencia del relanzamiento de la prensa ilustrada producido a partir de 1870, las fotografías de Laurent se convierten en el referente de la nueva concepción visual y gráfica del arte, la historia y el costumbrismo. La presencia de Ávila en La Ilustración de Madrid se produjo gracias a las fotografías de Laurent realizadas directamente sobre los dibujos de Valeriano Bécquer que después grabó Bernardo Rico en madera para posibilitar su reproducción impresa. Tal fue el caso del titulado Labradoras del Valle Amblés aparecido el 12 de febrero de un dibujo que también fue bellamente coloreado y litografiado por José Luis Pellicer Ferner, un pintor, dibujante y escritor barcelonés, asiduo colaborador de la prensa ilustrada en la que publicó numerosos dibujos, y participante en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes. Otros dibujos de Bécquer publicados en la prensa ilustrada fueron La bendición de la mesa en el que se reproduce una escena de Ávila, de similar factura a la dibujada en El baile de la taberna, conservada en el Archivo Ruiz Vernacci, e igual que la titulada A la feria de Ávila.Una nueva fotografía de Laurent publicada el 27 de marzo de 1870 lo fue del dibujo de la escultura de Santa Teresa de Jesús ejecutada por Elías Martín, la cual sirvió para ilustrar un evocador artículo de Bécquer dedicado a La Santa.
Los grabados realizados a partir de las fotografías de J. Laurent incluidos en La Ilustración Española y Americana son frecuentes y numerosos, de modo que la casa Laurent encontró en las revistas ilustradas una forma complementaria de difusión de sus imágenes. Así, son varios los realizados por Bernardo Rico que ilustran el mundo visual de Ávila publicados entre 1875 y 1894, lo que se produce con las extraordinarias imágenes del Convento de la Santa, la Portada del antiguo hospital de Santa Escolástica, Portada y reja célebres de la casa fuerte de Pedro Dávila, Portada de la Catedral, Puerta lateral de San Vicente, Fachada de San Pedro, y Fachada de Santo Tomás, que ilustran las secciones tituladas “Monumentos Arquitectónicos” y “Monumentos Teresianos”.
En 1875 La Ilustración Española y Americana publica algunos grabados de Bernardo Rico aparecidos años antes en La Ilustración de Madrid, lo que ocurre con las fotografías que hizo Laurent del cuadro de Valeriano Bécquer la Romería de Sonsoles y de la escultura de Santa Teresa hecha por Elías Martín. Otros grabados publicados en el mismo número reproducen un dibujo del Sepulcro del Príncipe Don Juan existente en el monasterio de Santo Tomás, y una Expedición veraniega a Las Navas del Marqués grabada por Riudavets, quien en 1883 graba también para La Ilustración Española diez fotografías de Laurent sobre la Exposición Nacional de Minería y Artes Metalúrgicas.
La catedral convertida en horizonte y corona de la ciudad divisada desde el este es la imagen que apareció en La Ilustración Española y Americana dibujada por Serra y grabada de Bernardo Rico. Otra vista similar de Charles Whymper se incluyó en el libro Picturesque Europe publicado en Londres en 1876-1879. En ambos dibujos, la catedral sobresale y corona la ciudad animada por el paso de carros y bueyes que conducen los campesinos que entran y salen del recinto amurallado.
La escenificación del centenario de la muerte de Santa Teresa fue ilustrada por el dibujante Juan Comba García (1852-1924), uno de los primeros reporteros gráficos de la prensa española, pues el mismo hacía las fotografías que luego dibujaba o grababa directamente. Los distintos actos populares celebrados en Ávila, Salamanca y Alba de Tormes fueron representados por Comba en una didáctica lámina de siete viñetas que se publicó en La Ilustración Española y Americana del 30 de octubre de 1882 bajo el título Fiestas del Centenario de Santa Teresa de Jesús. Comba realizó también un bello dibujo del claustro del convento de Santo Tomás recogiendo una escena de la Exposición Agrícola allí.
En 1883 La Ilustración Española y Americana publica un dibujo firmado por López S. y grabado por Luis Toro de la basílica de San Vicente, imagen realizada a partir de la fotografía que hizo Laurent del monumento (122). Dos años después, en 1885, aparece el grabado hecho por Bernardo Rico a partir de un dibujo del natural del pintor santanderino Tomás Campuzano y Aguirre, donde se reproduce el ábside de la catedral formando una composición de varios tramos de la muralla y la plaza del Mercado Grande. Ya en 1890, Juan Antonio Sampietro hizo un dibujo del natural de La cruz de los Cuatro Postes – Camino de Cardeñosa que se publicó ese mismo año según grabado de Rico. Finalmente, en 1893 la revista publica nuevamente un grabado de Bernardo Rico de las primeras vistas del Monasterio de la Encarnación.
La representación gráfica de Ávila en la prensa ilustrada finaliza con la lámina que hizo Eduardo Sáenz Hermúa, quien firmaba con el seudónimo de Mecachis, autor de teatro y colaborador de numerosas revistas satíricas y cómicas como La Broma, La Caricatura y Madrid Cómico. La escena abulense apareció en La España cómica en 1887 con la sátira amable y la gracia característica de estas publicaciones.
Siguiendo los procesos del grabado, la litografía, el fotograbado y la fototipia, la imagen de Ávila empieza desde 1865 a reproducirse en libros una vez trasladada desde el dibujo por artistas como Francisco Xavier Parcerisa, Cecilio Pizarro, Hotelind, Joaquín Sierra y Vilaplana, entre otros, hasta la utilización de los novedosos procedimientos fototipográficos de George Meisenbach.
En el vertiginoso proceso productivo de la impresión de imágenes, a modo de muestra, hemos seleccionado una serie de libros singulares que enseñan la ciudad reproducida en litografías y grabados, y entre ellos cabe citar Recuerdos y bellezas de España: Ávila (1865) de José Mª Quadrado; La Crónica General de Ávila (1870) de Fernando Fulgosio; España: sus monumentos y artes, su naturaleza e historia: Ávila (1884) de José María Quadrado; Descripción e Historia Política, Eclesiástica y Monumental de Ávila (1890) de Valentín Picatoste; La Basílica de San Vicente en Ávila (1894) de E.M. Repullés; Ávila, an historical & decriptive account (1908) de Albert Calvert; y Au coeur de l´Espagne (1932) de Manuel Siurot y Philine Burnet.
Con anterioridad a la utilización de la fotografía como modelo de imágenes grabadas e impresas en láminas coleccionables o libros, el dibujo fue el protagonista de la recreación artística de tipos populares y escenas monumentales a través de los que se representaba la ciudad de Ávila. Destacados dibujantes y grabadores dejaron entonces su impronta de la ciudad y sus gentes, tales como Juan de la Cruz Cano (1777), Van Halen (1844), Francisco Aznar (1859), George E. Street (1865), Parcerisa (1865), Hye Hoys (1866), V. Foulquier (1869), Boronat (1874), Millán y Julio Donon (1875), Harry Fenn y Charles Whymper (1876), J. Cebrian (1879), Antonio Brugada (1884), José Pascó (1884), y Manuel Sánchez Ramos (1894), entre otros. A los que sumamos los artistas románticos Valentín Carderera y Solano (1796 - 1880) y Jenaro Pérez Villaamil y Duguet, (1807-1854) que dibujaron con certero trazo los monumentos de la ciudad..
Los dibujos que hizo el pintor Francisco de Paula Van Halen, litografiados y distribuidos en láminas dentro de la serie España Pintoresca (1844-1848), incluyen más de una veintena de estampas de Ávila que retratan la ciudad y sus monumentos de una forma idealizada y casi infantil, algunas de las cuales ya aparecieron en el Semanario Pintoresco en 1842 y que todavía hoy pueden encontrarse en el mercado de antigüedades. Otra vista de la ciudad divulgada también en láminas litográficas sueltas fue la que hicieron hacia 1875 Millán y Julio Donon.
Los libros ilustrados del afamado editor Francisco de Paula Mellado, guías y diccionarios histórico-geográficos, que proliferaron en la segunda mitad del siglo XIX, recogieron entre sus páginas la figura de los “avilenses” dibujada y xilografiada por Calixto Ortega, así como varios dibujos de Van Halen grabados en madera.
La monumentalidad de Ávila no podía pasar desapercibida para los ilustrados del siglo XIX, y de ello se ocupó la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la que dependía la Escuela Superior de Arquitectura, al publicar en el periodo 1859-1882 una extraordinaria obra representativa de la España artística y monumental con el título Monumentos Arquitectónicos de España. Gracias a este magnífico proyecto editorial se inventariaron con rigor científico los edificios de interés existentes en las distintas provincias. La publicación incluía 281 estampas o láminas calcográficas, entre las que figuran representados y diseccionados en todo su esplendor los principales monumentos de Ávila, como son la Catedral, la iglesia de San Pedro, la basílica de San Vicente, la ermita de San Segundo, el convento de Santo Tomás, la iglesia de San Andrés y la iglesia de San Isidoro.
Todos los dibujos fueron realizados por Francisco Aznar y García, mientras que los grabados se efectuaron por E. Buxó, E. Lemús, F. Navarrete, Joaquín Pi y Margall, y F.P. Baquero. Entre estas maravillosas láminas sobresale, por su grandiosidad, una cromolitografía realizada por J.M. Mateu del ábside de la catedral, cuya vista es similar a la fotografía que hizo Clifford en 1860. Francisco Aznar fue académico de la Real de San Fernando y obtuvo varios galardones en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de 1860, 1867 y 1887 en la sección de grabado.
Las estampas de Ávila dibujadas por Aznar fueron reproducidas después por J. Laurent, igual que el resto de la colección y la mayoría de los cuadros que formaban el fondo pictórico de la Academia de San Fernando, tal y como comprobamos en su catálogo de 1868 y siguientes. Posteriormente, Laurent y su sucesor Lacoste proporcionaron las imágenes fotográficas de su catálogos a los editores de libros y guías. Entre estas última sobresale extraordinariamente la colección The Spanish Series con el título Ávila, an Historical & Decriptive Account (1908) de Albert. F. Calvert, que en el volumen dedicado a Ávila incluye un centenar de fotografías de Alguacil y Laurent, y entre ellas ocho láminas reproducidas por este último a partir de los dibujos realizados por Aznar del ábside de la catedral, el sepulcro de los mártires Vicente, Sabina y Cristeta, detalles y sección de la iglesia de San Pedro, planta y sección del convento de Santo Tomás, detalles de las iglesias de San Andrés y San Segundo, detalles de la ermita de San Isidoro, y puerta de la basílica de San Vicente, la iglesia de San Pedro, la basílica de San Vicente, la ermita de San Segundo, el convento de Santo Tomás, la iglesia de San Andrés y la iglesia de San Isidoro.
La imagen del patrimonio monumental de Ávila que rescató Francisco Aznar tuvo su corolario en la obra Gothic architecture in Spain publicada en 1865 por George E. Street, donde se incluyen grabados de la basílica de San Vicente. Con igual estilo, Hotelind hizo hacia 1875 una bella copia dibujada de la vista general de la ciudad que había fotografiado Laurent años antes, la cual fue publicada en el libro editado en 1932 en la ciudad francesa de Grenoble con el título Au coeur de l´Espagne rubricado por Manuel Siurot y Philine Burnet.
Una de las obras más importantes de la historia gráfica de Ávila es la dibujada por Francisco Xavier Parcerisa para el libro Recuerdos y bellezas de España (1865) escrito por José Mª Quadrado, donde algunas vistas litográficas fueron realizadas no a partir de un dibujo, sino de un daguerotipo o una fotografía, lo que indica el alto grado de perfección y realismo de la imagen, sin que por ello la obra pierda un ápice de su valor artístico. Parcerisa hizo un total de 22 estampas de Ávila y Arévalo para el libro de Quadrado, incluyendo los monumentos de la capital abulense de la Catedral, la Puerta del Alcázar, San Pedro, San Vicente, Mosén Rubí y el Palacio de Polentinos.
Parcerisa, además de litógrafo y daguerrotipista, fue académico de la Real de San Fernando y participó como pintor en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas entres 1856 y 1866, obteniendo en ellas diversos premios y galardones por sus cuadros de las catedrales de Barcelona, Tarragona y Burgos.
Destaca en la iconografía abulense un bello dibujo del ábside de la catedral que realizó y grabó al aguafuerte en 1866 Cecilio Pizarro, el cual fue efectuado a partir de la fotografía que hizo Laurent de la misma vista, y de similar perspectiva a la dibujada por Parcerisa. Anteriormente, Pizarro había participado como dibujante en el libro editado por Pérez Villaamil con el título España artística y monumental (1842), y había colaborado en el Semanario Pintoresco Español y en El Museo Universal, habiéndolo hecho también como dibujante y grabador al aguafuerte de la revista El Arte en España en 1862, y como pintor participó en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes en siete ocasiones entre 1858 y 1878.
La publicación en 1884 del libro España: sus monumentos y artes, su naturaleza e historia. Salamanca, Ávila y Segovia, una segunda edición Recuerdos y Bellezas de José María Quadrado, introdujo entre sus páginas la novedosa técnica del fotograbado estampado a través del procedimiento autotípico patentado por George Meisenbach en 1882 en Munich. Según este sistema, para reproducir la imagen fotográfica, ésta primero se descompone mediante una trama en minúsculos puntos y se fija en un cliché metálico fototipográfico a partir del cual, una vez entintado y estampado, se obtienen las copias impresas. Siguiendo el procedimiento expuesto, y a partir de las fotografías de Laurent, se reprodujeron diecinueve imágenes de Ávila. Completa esta interesante colección de ilustraciones una copia fotográfica original de época de Laurent de la catedral abulense pegada en hoja aparte e incluida en el interior, y varias ilustraciones de Antonio Brugada, que dibujó el interior de la catedral, el sepulcro de San Vicente y la iglesia de San Matín de Arévalo, y de José Pascó, premiado en las Exposiciones Nacionales de 1887, 1890, 1892 y sucesivas, y firmante del dibujo de la Parroquia de San Pedro.
La colección más completa de dibujos y grabados sobre Ávila y la denominada “España Teresiana” es la que realizó en 1866 el peregrino flamenco J.F. Hye Hoys, formada por más de quinientas imágenes de trazo lineal limpio y preciso que representan palacios, conventos, lugares, escenas locales, tipos, personajes, y reliquias relacionados con la vida de la Santa abulense.
Valeriano Foulquier fue un original y creativo dibujante y grabador francés, famoso por sus aguafuertes de las Fábulas de La Fontaine, que ilustró el libro Voyage en Espagne (1869) de Eugène Poitou. En esta obra viajera Ávila aparece engrandecida en un dibujo de la plaza del Mercado Grande realizado a partir de la fotografía que en 1860 hizo Clifford, la misma vista que años después hizo Laurent.
En 1870, Fernando Fulgosio escribe la Crónica de la Provincia de Ávila, una breve historia ilustrada y descriptiva que se integra en la Crónica General de España. El libro está ilustrado con un dibujo litografiado del busto de Santa Teresa de Jesús firmado por Llanta, junto a otros de “El Tostado” y “Sancho Dávila”, y en esta obra destacamos ahora varios dibujos de Joaquín Sierra que reproducen con sencillez las fotografías que hizo Laurent de la ciudad amurallada, del Convento de La Santa, del ábside de la Catedral, de la Academia y del Mercado Grande. Y aunque en estos grabados no figura la firma del autor, los mismos tienen igual traza que los rubricados por Sierra en La Crónica de Valladolid (1869), obra escrita también por Fulgosio y donde los dibujos se hicieron igualmente a partir de las fotografías de Clifford y Laurent. Con anterioridad, Joaquín Sierra realiza en 1848 grabados en madera para el Semanario Pintoresco Español, en 1855 se presenta sin éxito a la cátedra de grabado de la Real Academia de San Fernando, y en 1862 colabora en la revista El Arte en España, publicación creada para cultivar, fomentar y difundir el estudio de las bellas artes por medio de la litografía o con auxilio del grabado.
Otros dibujos sobre Ávila y sus gentes pueden verse en la Reseña Geográfica e Histórica, publicada en 1874 en Madrid por F. Boronat y Satorre en grandes hojas cromolitográficas, una por cada provincia y Ávila entre ellas con sus murallas y tipos con el traje popular.
En 1874, El Grabador al Aguafuerte inicia la edición de un primer volumen de láminas grabadas al aguafuerte realizadas en los talleres de la Calcografía Nacional. Entre estas estampas se incluye el cuadro de Bécquer titulado El escuadro, del que Bartolomeu Maura i Montaner hizo un extraordinario grabado titulado Tipo del Valle Amblés con la pretensión de reflejar la pintura moderna española de la época.
En Picturesque Europe, un libro editado en Londres en 1876-1879 por Cassel, destaca un bello grabado del madrileño Charles Whymper sobre un dibujo de Harry Fenn que recoge la figura de un campesino tirando de una carreta de bueyes con la catedral y las murallas al fondo (116). Finalmente, la formación rocosa conocida como El canto del canónigo, situado al final del Paseo San Roque de Ávila, es uno de los originales dibujos, el único de la capital, que hizo y litografió José Cebrian para el libro Memorias de la Comisión del Mapa Geológico de España. Descripción Física y Geológica de la Provincia de Ávila (1879) de Felipe Martín Donayre.
Vilaplana es el ilustrador de la obra de Valentín Picatoste Descripción e Historia Política, Eclesiástica y Monumental de España para uso de la juventud. Provincia de Ávila publicada en 1890, donde se reproducen los grabados realizados a partir de las fotografías de Laurent de las vistas del ábside de la Catedral, la Basílica de San Vicente, el Convento de Santa Teresa, y el sepulcro de El Tostado, sin hacer un calco exacto de las mismas e inclinándose por la sencillez que le exige la imprenta para facilitar y abaratar su reproducción. Algunos grabados de Vilaplana ya aparecieron en el libro Los españoles pintados por sí mismos (1843), una obra profusamente ilustrada con imágenes cómicas y costumbristas que alcanzó un notable éxito editorial.
Sobresale entre la bibliografía ilustrada de Ávila la monografía editada en 1894 con el título La Basílica de San Vicente escrita por arquitecto y académico Enrique Mª Repullés a raíz de las últimas obras de restauración llevada a cabo por él mismo. En esta obra se incluyen cinco excelentes fototipias del templo firmadas por Hauser y Menet y unos grabados del abulense Manuel Sánchez Ramos y otros tomados de la colección Monumentos Arquitectónicos de España que hizo la Calcografía Nacional, como el Sepulcro de los santos mártires Vicente, Sabina y Cristeta.