26. EL DIARIO DE ÁVILA A SANTA TERESA DE JESÚS.
Con este título se encabezaba el número especial dedicado a Santa Teresa por El Diario de Ávila el 15 de octubre de 1905. La importancia de este número radicaba precisamente en la inclusión en el mismo de varias imágenes gráficas, al igual que ya había ocurrido en el extraordinario editado el año anterior con igual motivo, lo que seguía siendo algo excepcional. En esta ocasión destacamos el acontecimiento periodístico porque entre las fotografías que se publican predominan las vistas tomadas desde el entorno de los Cuatro Postes, con lo que de nuevo comprobamos como dichas panorámicas son las señas de identidad de la ciudad amurallada. Así se incluye una imagen de las murallas vistas desde el otro lado del río Adaja, en el poniente de la ciudad, firmada por Rajal; una segunda vista de Juan Fournier también recoge las murallas, esta vez desde el lado sudoeste; y una tercera fotografía, igualmente de Juan Fournier, muestra los puentes nuevo y viejo sobre el Adaja. Además de estas fotografías se incluyó otra de la imagen de Santa Teresa en la primera página, y una última firmada por Juan Aguirre de las enseñas históricas y llaves de la ciudad que se conservan en el Ayuntamiento.
Las reproducciones fotográficas en la prensa diaria no eran frecuentes, por ello, ante la falta de medios técnicos que posibilitaran la incorporación de la fotografía a la prensa local, las imágenes que ilustraban las noticias que se producían en Ávila se exponían en los escaparates del Mercado Grande, tal y como cuenta el fotógrafo Antonio Mayoral:
«Hasta los años 30, para poder ver la imagen de un acontecimiento de cualquier índole, que venía impreso en las páginas del periódico, había que aproximarse hasta el comercio de los hermanos Hidalgo, en la Plaza de Santa Teresa, donde se exponían aquellos documentos gráficos que completaban el cuerpo literario de aquella noticia. Posteriormente, sería el establecimiento de ventas de zapatos de Eleuterio Sansegundo, en el que, en dos vitrinas situadas en los extremos de la fachada, se expusieran las fotografías».
27. LA FOTOGRAFÍA DE LOS COLORES.
La reproducción de fotografías y postales en color siempre fue un reto para los investigadores de las nuevas técnicas fotográficas, campo éste en el que los editores de postales querían ver también un negocio floreciente. Los primeros avances sobre la fotografía en color fueron objeto de numerosos ensayos a finales del siglo XIX, especialmente estudiados en España por Santiago Ramón y Cajal, quien en 1907 comenzó a trabajar en su libro La fotografía de los colores, mientras que la revista Blanco y Negro publicó la primera fotografía en color en 1911. En este campo de la fotografía en color destacó Ángel Redondo de Zúñiga, quien publicó en La Fotografía una artística una bella escena de tipos populares abulenses tomada en el zaguán de una de las posadas de Ávila en 1914.
Parecidas a las primeras fotografías en color fueron las postales coloreadas, las cuales eran pintadas con anilinas especiales que “iluminaban” la imagen con colores inventados, y cuyo resultado gozaba de cierto atractivo. Esta técnica llamada “fhotocromo” fue introducida en la industria de las tarjetas postales por los impresores alemanes de la casa Püger & Co München hacia 1906, destacando Ávila en una vista desde los arrabales del puente, y en otra del Arco del Alcázar. Posteriormente, las casas editoriales suelen comercializar distintas versiones de una misma tarjeta, una coloreada y otra no.
28. LA CIUDAD EN EL TIEMPO.
Continuando el recorrido por las distintas perspectivas que ofrece la contemplación de la ciudad desde la zona de los Cuatro Postes nos detenemos en la figura de Josep Thomas Bigas (1837-1921), fotograbador e impresor, introductor de las más avanzadas técnicas sobre artes gráficas. Fundó el taller de fotograbado e impresión “Thomas” de donde salieron numerosas tarjetas postales, y fue proveedor de las principales editoriales de la época.
Algunas de las tarjetas de Thomas fueron editadas y comercializadas en Ávila por Pedro Jiménez de la Cruz, quien regentaba un puesto de periódicos y revistas en el nº 9 de la Plaza del Alcázar o Mercado Grande, donde vendía toda clase de objetos de escritorio y publicaciones.
La casa Thomas fue también la impresora de cuatro series de la interesante colección de cuarenta fotografías de Ángel Redondo de Zúñiga tomadas a principios de siglo, en las que se muestran escenas de tipos pintorescos del gusto de los coleccionistas.
Las vistas de Ávila de las seleccionadas para esta ocasión fueron tomadas por Thomas hacia 1908 junto a otro medio centenar, y siguiendo la línea marcada al principio, nos apropiamos de estas viejas imágenes del río, el puente y las murallas, como referencia histórica y literaria para testimoniar su valor cultural actualizado. No se pretende ahora construir la historia de la tarjeta postal ilustrada en Ávila, ni tampoco la historia de Ávila a través de la tarjeta postal, sino que, simplemente, reflejar y aquietar la ciudad en el tiempo, provocando con ello que sean los recuerdos de la memoria de las gentes que vieron, amaron y sufrieron en ella los que completen su pequeña historia.
El floreciente negocio que se desarrolló en torno a la producción y comercialización de postales ilustradas de Ávila, como de toda España, propició la inclusión de la ciudad en los catálogos de la mayoría de casas editoriales existentes en el sector. Y como no podía ser menos, también los comerciantes abulenses publicitaron y editaron ellos mismos las postales, este fue el caso por ejemplo de Lucas Martín que tenía tienda en la plaza del Alcázar, del librero Adrián Medrano y de Pedro Jiménez, y también de los impresores Senén Martín y de Hijo de Emilio Martín. Otros puntos de venta de postales fueron el estanco de Pablo Jesús Estévez y la Librería Nacional en la plaza del Alcázar; la Librería Vda. de Sánchez de la Cueva en la calle San Segundo 2; el Palacio de Cristal en la calle del Comercio; y el estudio fotográfico de Julián Fuentetaja “Jautlat” en la calle de Tomás Luis de Victoria y después en la calle Estrada, 12.
29. EDITORES GRÁFICOS ABULENSES.
Siguiendo el orden cronológico de las fotografías y postales que se reproducen en estas crónicas, observamos una serie de vistas editadas en torno a 1910 por uno de los comerciantes más ilustres de Ávila, Lucas Martín. Ya en 1896 se anunciaba en el número 1 de la plaza del Alcázar, esquina con la calle San Segundo, el comercio de Lucas Martín, con el siguiente reclamo:
El anuncio de Lucas Martín se completa con las siguientes ofertas: «Surtido completo de quincalla, bisutería, perfumería, artículos para bordar, flores artificiales, medallas, rosarios, bastones, abanicos, guantes y hules de última novedad. En objetos de fantasía propios para regalos, se reciben constantemente los modelos más nuevos. Inmenso surtido en objetos de escritorio y papeles pintados para decorar habitaciones. Los precios de esta casa, son los más baratos». Finalmente, la propaganda se cierra indicando que se vende el Estudio Histórico de Ávila escrito por Ballesteros, y la guía de los Monumentos de Ávila de Fabriciano Romanillos y Fernando Cid.
Lucas Martín fue uno de los fundadores de El Diario de Ávila, y propietario de la imprenta ubicada en la calle Zendrera, 25 donde se imprimía el periódico, manteniendo su participación en la sociedad editora desde su creación en 1898-1900 hasta su venta a Don José San Román de Vega en 1920. Sin embargo, para la edición de postales, Lucas Martín contrató con las imprentas especializadas como “Castañeira y Álvarez” y “H.P.G. Valladolid”, y utilizó los servicios de fotógrafos como el madrileño Luis Saus (n. 1885), quien había trabajado con Manuel Compañy (1858-1909), en cuyo gabinete coincidió con Alfonso Sánchez García (1880-1953). Luis Saus, como autónomo y ambulante, recorrió España, también Ávila, retratando pueblos y monumentos que reprodujo en tarjetas postales, de las que Lucas Martín comercializó un bloc con dieciséis vistas, especializándose después en fotografías de artistas. El puente sobre el río Adaja, las Murallas, y una panorámica de la ciudad, son las vistas editadas por Lucas Martín.
Igual que hizo Lucas Martín, el librero e impresor Adrián Medrano también se decidió a editar y comercializar postales ilustradas de Ávila. Medrano regentaba en aquella época una importante librería nombrada El Magisterio con buen surtido de tarjetas postales de Santa Teresa y vistas de Ávila, situada en el corazón de la ciudad en la calle de los Reyes Católicos, llamada antes del Comercio, porque en cada hueco de puerta hay un establecimiento comercial. Según Belmonte, la familia Medrano se dedica desde el siglo XIX a la venta de libros y papelería, manteniendo una librería que siempre ha estado abierta a todas las corrientes culturales y políticas.
Las vistas editadas por Medrano hacia 1910-1915, en las que no figuran dato alguno sobre su autor, se titulan “Vista general y Los arrabales del puente Ávila”, “Ermita de San Segundo y Murallas”, y “Puente del Adaja”, constituyen igualmente una muestra de la quietud de la ciudad amurallada que apenas se sobresalta y que así se ofrece al viajero.
30. SOROLLA PINTA ÁVILA.
El pintor Joaquín Sorolla (1863-1923) acumuló a lo largo de su vida una soberbia colección de imágenes fotográficas, unas adquiridas por el mismo como material de referencia para sus estudios pictóricos y otras generadas en el transcurso de su vida profesional y familiar. Esta afición por la fotografía justifica también la gran variedad de retratos en los que le gustaba aparecer pintando alguno de sus numerosos cuadros, escena que seguro que también se repitió en Ávila con la ciudad al fondo mientras esboza una pintura.
El 11 de mayo de 1912, Sorolla viaja a Ávila acompañado del pintor sueco Anders Zorn, bebiéndose tres botellas de champán durante la travesía. Aquí permanece hasta el día 20, tiempo suficiente para pintar los cuadros “Tipos de Ávila, “Fuente del Pradillo”, “Murallas de Ávila” y “Vista de Ávila” , así como los estudios preparatorios para su obra “Castilla. La fiesta del pan”, trabajos que en este último caso completó con tipos y figuras que aparecían en las fotografías de Laurent.
El lugar en el que Sorolla contempla inspirado la ciudad es el mismo donde tantos otros fotógrafos hicieron las vistas panorámicas que resumen la historia de Ávila a golpe de vista, y otros pintores la inmortalizaron, tales como Zuloaga, Beruete, López Mezquita, Echevarría, Soria Aedo y Caprotti.
El viaje de Sorolla en 1912 no fue el único que hizo a la ciudad, pues ya había estado antes en febrero de 1910, año en el que pintó «Los puentes de Ávila» con las murallas asomándose tímidamente por encima. Finalmente, en noviembre de 1913, Sorolla volvió a Ávila a pintar las murallas, como señala la pintora abulense Adelina Labrador (1914-1999), autora también de un óleo donde se ve el molino de la Losa, San Segundo y las murallas, los mismos temas que tanto gustan a los fotógrafos que visitan Ávila.
31. EL PRIMER REPORTERO GRÁFICO DE ÁVILA.
El 2 de agosto de 1913, José Mayoral Encinar (1890-1971) fue contratado como redactor gráfico de El Diario de Ávila, siendo el primer periodista que introduce la imagen fotográfica de una forma estable en el periodismo abulense, iniciándose así la historia del reporterismo de Ávila. La larga trayectoria profesional de José Mayoral Encinar, seguida después por su hijo Antonio Mayoral Fernández (n. 1921), ha sido ampliamente recogida por Emilio C. García en El reportaje gráfico abulense (1988), y en Mayoral. Archivo fotográfico (1998) y en las numerosas exposiciones organizadas por el propio Antonio Mayoral, por lo que ahora tan sólo interesa destacar la proyección que tuvo la ciudad a través de la fotografía de Mayoral, y siguiendo el espíritu de estas crónicas, concretamente a través de la contemplación que se ofrece desde los Cuatro Postes.
La mejor manera que encontró José Mayoral para promocionar Ávila, y a la vez desarrollar su actividad profesional, fue la de editar una amplia colección de postales de más de un centenar de vistas monumentales de la ciudad, con escenas costumbristas incluidas”, lo que hizo a través de la imprenta madrileña “Grafos”. Entre dichas tarjetas hemos seleccionado las siguientes imágenes: “Vista panorámica”, “Los Cuatro Postes y vista parcial”, “Los Cuatro Postes”, y “Ermita de San Segundo”, además de dos fotografías sobre el tipismo de las ferias de ganado celebradas a las afueras de la ciudad.
32. ÁVILA ILUSTRADA POR MAYORAL.
Otra forma de promoción de Ávila a través de la fotografía de Mayoral fue la ilustración de textos y artículos aparecidos en la prensa local y nacional que alcanzaron una especial difusión, lo que se produjo a través de los medios de los que José Mayoral Encinar fue corresponsal gráfico: las revistas ilustradas El eco taurino, El Golletazo, La Hormiga de Oro, Ávila Regional, Gotas de Tinta, La Unión ilustrada, Mundo Gráfico, Nuevo Mundo, La Esfera, y Blanco y Negro; los periódicos El Diario de Ávila, El Debate, La Vanguardia, Informaciones, ABC, Ya, Yugo y Flecha, y Pueblo; y las agencias de prensa The Associated Press, EFE y CIFRA.
Entre los diversos reportajes gráficos de Mayoral destacamos los publicados en las revista nacionales La Esfera, Blanco y Negro y Estampa, por su gran repercusión y divulgación. Así, las fotografías de José Mayoral sobre los Cuatro Postes, Santa Teresa, La Encarnación y aldeanos típicos sirvieron para ilustrar el texto sobre el Centenario Teresiano de 1922 publicado en La Esfera el 16 de septiembre de ese mismo año..
Igualmente, en la revista Blanco y Negro de 12 de septiembre de 1926 se publicaron nueve fotografías de José Mayoral Encinar ilustrando el artículo titulado «La visión de Ávila. Semillero de Cruces», escrito por el cronista oficial de Ávila su primo José Mayoral Fernández, y cuyo reportaje culmina con una imagen de la ciudad y de los Cuatro Postes con un pie que dice «entre cuatro pilares, la cruz evoca los orígenes de la lucha social». A este reportaje en Blanco y Negro sucedieron otros sobre el Monasterio de Santo Tomás y el tipismo de Ávila, lo que le valió una felicitación de la alcaldía abulense, nos indica su hijo Antonio Mayoral.
En la revista gráfica Estampa (1928-1936), cuya tirada sobrepasaba los cien mil ejemplares, Mayoral publicó varios reportajes y fotografías de acontecimientos sociales de la época y monumentos de la ciudad relacionados con Santa Teresa. Finalmente, debe resaltarse también la aportación gráfica que hizo Mayoral a diversos libros sobre Ávila, como los escritos por su pariente José Mayoral Fernández bajo el título Manual del turista peregrino (1922), Los viejos cosos de Ávila (1927) y Entre cumbres y torres (1950), a los que hay que sumar Vida gráfica de Santa Teresa (1929-1935), la Guía descriptiva de Ávila (h. 1933) editada por el Ayuntamiento, y El Alma de Larreta se llama Ávila (1949). En estos títulos la ciudad aparece una vez más, imperecedera e inmutable en la vista que se ofrece desde los Cuatro Postes.
Como ya dijimos antes, Antonio Mayoral Fernández continuó la trayectoria profesional de su padre en una carrera que inició en 1933, siendo entonces el “reporter” más joven de España publicó Estampa, empezando así a colaborar como corresponsal gráfico en los periódicos y revistas siguientes: El Diario de Ávila, Ahora, Mundo Gráfico, Nuevo Mundo, Vértice, Semana, Pueblo, Liceo, Marca, Meta, Linterna, El Caso, ABC y La Vanguardia, así como en las agencias EFE, CIFRA, The Associated Press, Torremocha, Aumente y Europa Press, y Televisión Española. Y así, los Mayoral, a lo largo de su carrera, divulgaron la imagen de Ávila, de su historia, arte y costumbres hasta los rincones más alejados del país.
33. LES VILLES D’ART CÉLÈBRES.
En 1914 la representación gráfica de Ávila cobra especial relevancia en la obra de Henri Guerlin, autor de libros de viajes que él mismo ilustra con sus propias fotografías. En este año publica en Francia la guía de arte titulada Les Villes d’Art Célèbres: Ségovie, Ávila et Salamanque con 38 fotografías de Ávila, de las cuales 20 son realizadas por el propio Henri Guerlin, y el resto pertenecen a Laurent, Hauser y Menet, y González, y alguna editada por Lucas Martín.
Ávila comparte protagonismo en la editorial francesa con las ciudades europeas más importantes, y con las ciudades españolas de Sevilla y Barcelona, además de Segovia y Salamanca. Toda la ciudad muestra sus monumentos más sobresalientes, y, como ya viene siendo habitual, la imagen que se proyecta desde los Cuatro Postes sigue siendo la más universal, y con ella se encabeza el texto dedicado a Ávila. Igualmente, llama la atención una fotografía que Guerlin titula “Porte du Pont”, en la que destaca el movimiento que impregna la imagen con tipos en bicicleta, y en caballería ante la atenta mirada de la “portera” del fielato y “guardiana” del castillo.
En otra publicación de Henri Guerlin titulada Impresions de Voyage et d’Art el autor incluye nuevas vistas de Ávila, esta vez de la Puerta de San Vicente y del Ábside de la Catedral, ofreciendo con ello una nueva oportunidad de contagiar su admiración por la ciudad.
34. ÁVILA, MUSEO DE ARTE ANTIGUO, RELICARIO DE FE Y SANTIDAD, Y ESTACIÓN VERANIEGA.
A la vista de la afluencia de fotógrafos transeúntes que llegan de Madrid, e incluso de otros países, como hemos podido observar hasta ahora, sorprende que a los fotógrafos locales no les interese la fotografía monumental o de reportaje. Por esto mismo es digno de destacar la colaboración artística del fotógrafo abulense Julián Fuentetaja en el libro de Mayoral titulado La ciudad de Ávila. Museo de arte antiguo. Relicario de fe y Santidad. Estación veraniega de primer orden. Fuente y riqueza comercial e industria, publicado en 1916. Un total de cuarenta fotografías de Ávila atribuidas a Julián Fuentetaja ilustran dicha guía, si bien alguna de ellas son reproducciones a partir de originales de otros autores. Una vista de Ávila y de los Cuatro Postes sirve de contraportada del libro, mientras otras imágenes reproducen diversas perspectivas del río siguiendo al autor de la guía cuando describe el paisaje industrial del arrabal el puente con la fábrica de harinas que explota el Sr. San Román y la arboleda circundante, resaltándose también el conjunto monumental de los Cuatro Postes y la ermita románica de San Segundo.
Julián Fuentetaja, quien firmaba con el seudónimo de “Jautlat”, tenía su lujoso estudio cerca del Coliseo Abulense sito en la calle Estrada, donde también anunciaba la venta de postales, y su actividad fotográfica se extendía a colaboraciones editoriales y periodísticas. Entre dichas actividades cabe citar su participación como reportero gráfico de la publicación Para todos… Revista Semanal. Todo por Ávila y su Provincia, de la cual pasó a ser su redactor gráfico a partir del 23 de octubre de 1915. La cabecera de este número 38 está ilustrada por una vista de Ávila desde los Cuatro Postes, además de otras siete fotografías relacionadas con Santa Teresa y la Academia y Cuerpo de Intendencia. Las fotografías de Jautlat también se publicaron en la revista Ávila. Semanario ilustrado (1922) y sirvieron igualmente para ilustrar el libro Los viejos cosos de Ávila (1927), de José Mayoral.
En esta época de 1915-1925, según los anuncios publicados en El Diario de Ávila la ciudad contaba con los gabinetes y estudios fotográficos de Torrón, en la calle Isaac Peral; Perales, en la calle Pescadería; Amarlit y Aguilera, en la calle Cesteros; Sáez, en la calle Zendrera; y B. Villaescusa, en la plaza de Tomás Pérez.
35. PICTORIALISTAS EN ÁVILA.
La ciudad de Ávila se convirtió para el movimiento pictorialista español en uno de sus mejores escenarios durante el primer tercio del siglo XX. Esta corriente fotográfica tenía como objetivo la búsqueda de la belleza con intención de reivindicar los valores artísticos, de ahí el origen del término pictorialismo, proveniente de la expresión inglesa “pictorial photography” que significa fotografía artística, con lo que se pretende decir que la fotografía es un arte, igual que la pintura y el grabad. Los pictorialistas conciben las fotografías como cuadros, donde las imágenes adquieren valores plásticos y texturas propios a través de procesos pigmentarios con retoques del autor. Los temas predominantes en las fotografías de esta corriente estética son el paisaje y el costumbrismo, y Ávila ofrece escenas especialmente queridas con esta temática rural, como las incluidas por José Mª Álvarez de Toledo, conde de la Ventosa, en su libro Por España. Impresiones gráficas (1920), donde se muestran una escena de vendedores de patatas y tipos junto a la iglesia de San Pedro, la misma que también captó en 1913 el Marqués de Santa María del Villar junto a otra vista del interior de Santo Tomás.
Los fotógrafos pictorialistas que acudieron en masa a Ávila, con la idea de retratar su paisaje monumental y las escenas campesinas que ofrecían sus plazas en días de mercado, eran en su mayoría miembros de la Real Sociedad Fotográfica de Madrid, y entre sus nombres estaban, por ejemplo, Ángel Redondo de Zúñiga, Antonio Cánovas del Castillo, Baltasar Hernández Briz, Narciso Clavería, Antonio Prast, el Marqués de Santa María del Villar, José Ortiz Echagüe, el Conde de la Ventosa y Antonio Calvache. Todos ellos retrataron la ciudad y sus gentes, y con gran difusión publicaron las fotografías en exposiciones, libros y revistas, e incluso editaron postales de las mismas. Entre las numerosas imágenes que testimonian la riqueza plástica del pictorialimo ahora sólo destacamos aquellas vistas de la ciudad tomadas desde los Cuatro Postes que hicieron Ortiz Echagüe y Calvache.
36. ESCOPETA, VINAZO Y CENTENO.
Gracias a la fotografía de José Ortiz Echagüe la ciudad de Ávila se ha visto multiplicada en numerosas exposiciones, catálogos, libros, revistas y periódicos, y la imagen más representativa, entre el medio centenar que hizo, es sin duda en la que aparecen los personajes Escopeta, Vinazo y Centeno con las murallas al fondo fechada en 1916. Estos tipos rurales y sobrios, con capas de autoridad, semejan a los antiguos regidores que gobernaban la ciudad, y tras su quietud modélica se presenta Ávila rocosa y fría, siempre luchadora por mantenerse viva. Completan la selección de imágenes realizadas por Ortiz Echagüe desde los Cuatro Postes y su entorno las fotografías tituladas “Mujeres frente a las Murallas” y “ Murallas de Ávila”, realizadas con la misma técnica pictorialista, con la que se pretende convertir la escena retratada en una obra artística de igual valor que uno de los cuadros que pintaron de la ciudad Zuloaga, Sorolla, Caprotti, López Mezquita, Chicharro o Soria Aedo.
Con todo, la imagen detenida en el tiempo muestra una ciudad “impregnada del ambiente guerrero y místico de su pasado”, dice Ortiz Echagüe, y añade: «Ávila, la mística, ofrece al asombro del caminante el recio cerco de sus austeras murallas asentadas sobre rocas de granito». Las murallas se muestran entonces detrás de hombres ataviados con capas pardas y sombreros negros, y mujeres con amplios vestidos y sombreros de paja, aglutinando así el paisaje monumental de Ávila con el tipismo de sus gentes, como si la historia se hubieran paralizada en algún momento de su devenir.
El Monasterio de Santo Tomás y sus frailes, fue el otro motivo abulenses que cautivó a Ortiz Echagüe, igual que antes también había ocurrido con las fotografías de Alguacil (1866) y de Isidro Benito (1890), y las postales de Cánovas del Castillo (1901). Así, la grandiosidad arquitectónica del monasterio y la religiosidad de sus monjes fueron el marco elegido para representar la imagen de Ávila en el libro España Mística, quizás porque el fotógrafo piense que en Ávila todos están con la creadora del misticismo que es Santa Teresa, incluidos los dominicos. En dicho libro se recoge también la imagen de la catedral almenada, el mismo monumento que sobresale del “castillo interior” que se divisa desde los Cuatro Postes, sin olvidar que las murallas siguen configurando el paisaje cautivador que contemplan los viajeros desde la panorámica distante de los Cuatro Postes.