37. ÁVILA EN EL CÍRCULO DE BELLAS ARTES.
El 30 de enero de 1924 se inauguró en el Círculo de Bellas Artes de Madrid una exposición de bromóleos formada por una colección de vistas de España y rostros populares. Su autor era el fotógrafo Antonio Calvache (1896-1984), uno de los más famosos fotógrafos madrileños del momento, que lo fue también de la Casa Real y de los artistas y cómicos, y después de la alta aristocracia. Calvache había sido torero en su juventud, y compaginó su actividad profesional de fotógrafo con la de actor de cine, e incluso director y productor. En su visita a Ávila captó la larga tradición histórica de la ciudad medieval en un instante que plasmó en una vista general desde los Cuatro Postes.
Esta fotografía se realizó siguiendo el modelo pictorialista imperante, y fue seleccionada para la exposición por el interés universal que en aquel momento despertaba la ciudad Ávila, igual que otros lugares como Segovia, Salamanca, Toledo, Cuenca, Coca, Yuste, Guadalupe y El Paular.
La vista de Ávila, también el conjunto de la obra expuesta, semeja un cuadro en blanco y negro donde se produce una «alianza feliz de la fotografía y de la pintura; predominio de la inteligencia humana sobre el producto industrial. Incluso la calidad de ‘obra única’ que tienen estos retratos firmados por Antonio Calvache le acentúan su valor artístico», escribió el crítico de arte José Francés en la revisa La Esfera del 16 de febrero de 1924.
La muestra tuvo gran repercusión en los círculos artísticos y en general en los ambientes intelectuales, con lo que Ávila pudo sentirse admirada y observada a través de la mirada que proyectaba Calvahe con sus fotografías, donde la imagen transportada e interpretada por el fotógrafo muestra la vieja ciudad amurallada desde los Cuatro Postes con una fuerza cautivadora capaz de atrapar al que la contempla.
38. CENTENARIO DE LA CANONIZACIÓN DE SANTA TERESA.
Los acontecimientos diarios que habitualmente se sucedían en la ciudad no eran tan extraordinarios como para atraer a los intrépidos reporteros gráficos madrileños, por eso resultó sorprendente su presencia en marzo de 1922 para cubrir los actos del Centenario de la canonización de Santa Teresa, pues ello demostraba la importancia de la conmemoración. Así, además del fotógrafo abulense José Mayoral Encinar, dichos actos fueron retratados por Julio Duque y José Vidal, miembros del llamado grupo de los héroes del reportaje fotográfico, en el que se aglutinaban jóvenes que sorprendían por su intuición y su buen hacer
El reportaje de Ávila que hicieron Vidal y Duque, y también Mayoral, fue publicado en el Semanario ilustrado Ávila, dando cuenta así del importante acontecimiento que por esos días hizo de Ávila y Santa Teresa el centro de atención de la prensa gráfica, en el que no se olvidaba la íntima relación que los cronistas establecen entre Santa Teresa y los Cuatro Postes. Igualmente, La Esfera publicó, también dedicado al Centenario, sendos reportajes a doble página de José Sánchez Rojas con cuatro fotografías de Ávila tomadas por Laurent, y otras cuatro de Mayoral, incluyendo, cómo no, una vista de los Cuatro Postes.
Como ya hemos visto, el III Centenario de la Canonización de Santa Teresa fue el motivo por el que la fotografía cobró un protagonismo insospechado. Así, en abril de 1922 había quedado impreso en Salamanca el Álbum Gráfico de tan importante conmemoración, donde se incluyen multitud de reproducciones fotográficas de Santa Teresa, de vistas de la Academia de Intendencia y de monumentos de Ávila, entre los que figuran los Cuatro Postes, las Murallas, y los entornos de San Segundo y el río Adaja.
En el mismo año de la Canonización, el Marqués de San Andrés, D. José Nicolás de Melgar y Álvarez de Abreu, publica el 28 de mayo de 1922 una guía titulada Ávila y sus monumentos, con prólogo de su hermano, y promotor del Centenario, el Marqués de Piedras Albas, dibujos de Gonzalo Veredas, y varias fotografías, entre las que destaca una vista de la ciudad desde los Cuatro Postes de Hauser y Menet, y otra de Redondo de Zúñiga, hecho curioso si sabemos que el propio Marqués de San Andrés era un fotógrafo aficionado premiado en el concurso organizado en Ávila en 1907. A la vista de esta nueva guía, cabe resaltar entonces, una vez más, la importancia de la ciudad percibida desde los Cuatro Postes, la cual siempre está presente en cualquier iniciativa basada en la historia monumental de Ávila
Siguiendo con el protagonismo de la Santa y su atracción para la fotografía, descubrimos que toda la historia gráfica de Ávila está recogida en más de mil fotografías que se incluyen en la obra del Padre Fr. Gabriel de Jesús titulada Vida gráfica de Santa Teresa de Jesús (1515-1582), publicada en cuatro tomos en los años 1929 y 1935. Recrearse con las imágenes aquí reproducidas es viajar por la ciudad amurallada retratada en el primer tercio del siglo XX con la imaginación puesta en la época de Teresa de Jesús. Entre los fotógrafos que aparecen reseñados en dicha obra encontramos los nombres de E. Bilbao, Cacho, Alfonso Ciarán, Dubois, Franguli, F. Géser, Ramón González, Huertas, López Beaubé, J. Lunas, Llopis, Mayoral, Montoro Plaza, Moreno, Ceferino Núñez, Otón, Parra, Redondo de Zúñiga, Rodríguez, Torrente, L. Uruñuela y Ángel Villar, además de las típicas postales de la época.
39. ÁVILA EN LA PRENSA ILUSTRADA.
El primer tercio del siglo XX fue de especial trascendencia en la historia gráfica de Ávila, pues en este periodo su imagen de reprodujo intensamente en las más importantes revistas ilustradas de la época. Este aspecto creativo de la fotografía cobra especial relevancia por el soporte en el que aparece, un periódico o una revista, dado su carácter divulgativo y la gran difusión de la imagen que se ve proyectada de una forma asombrosa.
En un principio la imagen de Ávila comenzó a divulgarse y ocupar las páginas de la prensa ilustrada, como ya dijimos al principio de este texto, gracias a los dibujos de Francisco de Paula Van Halen (1815-1877) publicados en 1842 en el El Semanario Pintoresco Español, un periódico ilustrado de información general que se editó durante 1836-1858, y cuyos grabados en madera hacían muy atractiva su consulta.
Después, la ciudad de Ávila y sus gentes fueron objeto de diversos artículos en El Museo Universal (1867 y 1868) con dibujos de Valeriano Bécquer, en La Ilustración de Madrid (1870 y 1871), también con dibujos de Bécquer, y en La Ilustración Española y Americana (1875-1892), donde se reprodujeron en grabados de Bernardo Rico las fotografías de Laurent sobre Ávila, incluyendo también un bello dibujo de los Cuatro Postes tomado del natural por Sampietro.
En 1896, se editó en Barcelona el cuaderno fotográfico «Panorama Nacional» por Hermengildo Miralles, cuya colección constaba de cuarenta números, y cada uno incluía 14 fotografías a toda página y una panorámica a doble página, abriéndose la colección con la panorámica que hizo Laurent de Ávila desde los Cuatro Postes. A este primer reportaje histórico del Panorama Nacional siguieron cuatro más sobre Ávila con fotografía de Lévy.
40. ECO DE REPORTAJES.
En el siglo XX, causaron especial eco los reportajes publicados en el periódico Nuevo Mundo (1902), con fotografías de Narciso Clavería y Redondo de Zúñiga; Mundo Gráfico (1919), con fotografía de Luis R. Alonso; y Blanco y Negro (1926 y 1928), con fotos de Alberto y Segovia, y sobre todo con textos de José Mayoral Fernández y fotos de Fernando López Beaubé y José Mayoral Encinar; así como los reportajes gráficos que hizo López Beaubé para la revista ilustrada La Esfera (1914-1931), donde también sobresalen las fotografías de Ávila realizadas por Laurent, Hielscher, Wunderlich, el Conde de la Ventosa, Hernández Briz, Antonio Bonilla, Mayoral, Olmedo y Ortega, y Rueda. Finalmente, como ya hemos dicho, añadir también que los reportajes gráficos de Mayoral aparecieron en la revista gráfica Estampa (1928-1936).
Por otra parte, la prensa local tardó muchos años en incorporar la fotografía a sus páginas de una forma definitiva a partir de 1940, aunque lo hacía puntualmente coincidiendo con las fiestas de Santa Teresa, tal es el caso de los periódicos La República Española (1895), Heraldo de Ávila (1896), El Eco de la Verdad (1896), El Eco de Castilla (1904) y El Diario de Ávila (1904 y 1905). Entre las revistas locales ilustradas sobresalieron las tituladas La Ilustración Abulense (1899), Para todos…Revista Semanal (1914-1915), y Ávila. Semanario Ilustrado (1921-1922), donde se publicaron fotos con regularidad de Julián Fuentetaja, Vidal, Duque y Mayoral.
Algunas de las imágenes sobre Ávila publicadas en la prensa ilustrada ya han sido comentadas al referirnos a los fotógrafos autores de las mimas, lo que igualmente iremos haciendo con las demás, especialmente con las que muestran la ciudad desde la zona de los Cuatro Postes y el río Adaja. Y este es el caso Luis R. Alonso, un intelectual aficionado a la fotografía que colaboraba en La Esfera y Mundo Gráfico, a quien aquí destacamos por la publicación, precisamente, en Mundo Gráfico en el número del 4 de diciembre de 1918, revista que tenía una tirada de ciento veinte mil ejemplares, de la fotografía titulada «Un paisaje de Ávila, visto desde una de las puertas de la ciudad», una extraordinaria imagen que nos muestra desde dentro del recinto amurallado lo que acontece junto al puente del río Adaja vigilados desde los Cuatro Postes.
41. ÁVILA EN LA PINTURA RETRATADA.
Durante el primer tercio del siglo XX, la pintura y su reproducción gráfica en las revistas ilustradas constituyó una forma de promoción y redescubrimiento permanente de Ávila. Este fenómeno se produjo a través de la revista La Esfera, y gracias a la intensa actividad creadora de los pintores españoles más importes de momento, quienes descubrieron la capital abulense para la pintura moderna. Las imágenes fotográficas de las obras pictóricas llenaron las páginas de la revista, multiplicándose así su posibilidad de contemplación, lo mismo que pretendió Laurent a través de la fotografía y la pluma de Gustavo A. Bécquer en el periódico El Contemporáneo sobre las obras seleccionadas en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1862
A través de la pintura, Ávila se convierte por un momento en protagonista del arte español de la época, enriqueciendo con ello la visión en blanco y negro de la ciudad que presentaban las fotografías y las postales, pues los cuadros aportan la vida, el sentimiento y el color de los que carecían aquellas. Sin embargo, es la fotografía la que permite la reproducción y divulgación de las imágenes pictóricas
Los pintores del noventayocho incorporaron la ciudad vista desde la zona de los Cuatro Postes a la historia del arte con una extraordinaria sensibilidad colorido y plasticidad. Así, como anotamos en la primera parte de esta serie de reportajes, Ávila puede contemplarse en las obras de Beruete, Regoyos, Sorolla, Zuloaga, Chicharro, Echevarría, López Mezquita, Caprotti y Solana, además de Valeriano Bécquer, Paul Charavel, Soria Aedo, Martínez Vázquez, Sancha y Benjamín Palencia.
Todos ellos sintieron una especial atracción por Ávila, lo que les llevó a plasmar su singular visión de la ciudad percibida con profundidad de sentimientos. Unas veces como fondo de la figura retratada del escritor, otras de los hombres y mujeres que peregrinan a la ciudad cargados de alforjas, morrales o cestas, otras como escenario de los pasos de Semana Santa o la procesión de Santa Teresa, y siempre plasmando el espíritu de la ciudad medieval y el paisaje castellano.
Por las ilustraciones impresas que muestran la obra abulense y los reportajes que publica La Esfera sabemos del gran éxito que obtienen en la Exposición Internacional de Pittsburgo (1924), la Exposición Internacional de Venecia (1926), la Exposición Nacional de Bellas Artes (1926), la Exposición de Pintores Españoles en Norteamérica (1927), y la Exposición de Arte Español en Bruselas (1928), entre otras.
42. ÁVILA ARTÍSTICA Y MONUMENTAL.
Deteniéndonos en los numerosos cuadros que representan la ciudad, coincidimos con Francisco Vázquez cuando escribe a propósito del X Certamen de Pintura Rápida de Ávila:
«Cualquier sitio llama la atención de los pintores, pero el que más seduce es el paraje de los Cuatro Postes, al otro lado del río Adaja, al poniente. Desde allí se ve la ciudad de otra forma, se ve con los ojos del alma, que hacen renacer los medieval, lo místico en la ilusión del espectador palpitante en una emoción contemplativa».
Repasando entonces la interesante “pinacoteca fotográfica” de la revista La Esfera, cuya difusión alcanzó los sesenta mil ejemplares con excelentes características tipográficas, encontramos que la ciudad de Ávila aparece singularmente retratada protagonizando las nuevas tendencias artísticas del primer tercio del siglo XX.
Así, en 1914, a toda página y en color, vemos un llamativo detalle del Coro de Santo Tomás pintado por Poy Dalmau con el que se ilustra la sección titulada España Artística y Monumental.
José María López Mezquita (1883-1954) se siente atraído por Ávila desde 1911, y a finales de la década de 1920 instala su estudio en una hermosa casona colindante con la ermita románica y mudéjar de Santa María de la Cabeza, desde donde amanece cada día asomado a la grandiosidad de las murallas. En la sección «Los grandes artistas contemporáneos» de La Esfera el fotógrafo Campúa reproduce el hermoso cuadro titulado Campesinos abulenses (1915) del pintor López Mezquita, quien estudio en Ávila, con motivo de su participación en la Exposición Nacional, donde se representa una bella escena de tipos populares en los Cuatro Postes con la ciudad amurallada al fondo.
Las obras abulenses de López Mezquita destacaron especialmente en 1918 ocupando la portada de la revista, así como en los años sucesivos, con los óleos titulados “Camino del Mercado” (1918), “Soledad” (1922), “Campesina” (1923), “Mujeres castellanas” (1926), “Mujer de Ávila” (1926) y un tríptico panorámico de la ciudad realizado desde el cerro de San Mateo (1930).
En 1916, la ciudad vista desde los Cuatro Postes fue el motivo de un bello dibujo del artista peruano afincado en París José García Calderón, quien acababa de fallecer entonces, y con el que la revista quiso rendirle homenaje.
43. MIRADAS LUMINOSAS.
En la sección dedicada a «Los grandes artistas contemporáneos» de La Esfera (1916) se reseñan las obras de Ignacio Zuloaga (1870-1945) dedicadas a Ávila, con especial referencia a los retratos del enano Gregorio El Botero (1907), y del escritor Enrique Larreta (1912), cuyos cuadros se reproducen en varias ocasiones durante 1918, 1924 y 1927. En estas obras, como en Los penitentes o Los flagelantes (1908), El Cristo de la Sangre (1911), y Ávila. Paisaje sin figuras (1917), la ciudad aparece al fondo, Ávila de los Caballeros, Ávila de Santa Teresa, la Ciudad de Dios. El retrato de Larreta había sido comentado con anterioridad por Ramiro de Maeztu en la revista ilustrada Nuevo Mundo (1913):
«La naturaleza del hombre y la del ambiente se hacen concéntricas en este lienzo. Ambas se reflejan en forma recíproca y omnímoda, y su lirismo de flor efímera y esta nueva categoría artística del pintor vascongado, no hace sino más fuerte la fuerza de Zuloaga». Sobre esta pintura, escribió también Unamuno: «la ciudad de Ávila “envuelve al personaje, al hombre, su alma, porque, ¿qué es el alma de un hombre sin su visión de lo que le rodea y sostiene.
Y al fondo, Ávila, la de los caballeros y la de Santa Teresa, la ciudad amurallada que evoca a Jerusalén, a la ciudad de Dios, pero también a la ciudad de los hombres».
Eduardo Chicharro (1873-1949) fue un enamorado de Ávila y sus contrastes medievales, monumentales, campesinos y rurales, entre los que surge una fuerza y colorido deslumbrantes en personajes como El jorobado de Burgohondo o El alguacil Araujo (DAV, 6/09/1910). La revista La Esfera se ocupa repetidas veces de este importante y premiado pintor que vivió y pintó en Ávila, quien junto a López Mezquita se anticipó a la posterior llegada de Caprotti, y así dice el afamado crítico de arte de la revista José Francés: La labor pictórica de Guido Caproti (1887-1966) «ha sido realizada en Ávila, penetrado por entero del encanto brujo que se respira con el ambiente de la ciudad única. Llegó a ella Caprotti después de dos grandes pintores españoles López Mezquita y Chicharro», y el escenario de la ciudad amurallada visto desde los Cuatro Postes se multiplicó entre los motivos de su pintura.
Guido Caprotti da Monza, un pintor abulense nacido en Italia, redescubrió la ciudad en un frío invierno de 1916 donde la nieve retuvo el tren en el que viajaba desde París hacia Madrid. Desde entonces, Ávila se convirtió en su ciudad adoptiva, tanto que nada más llegar solicitó del Ayuntamiento un lugar para pintar, y éste le ofreció un local del desaparecido Alcázar. Allí instaló su estudio, donde antes lo habían hecho Sorolla, Zuloaga, López Mezquita y Chicharro, y el primer gran cuadro que pintó fue “Los ojos de la noche”, donde la ciudad amurallada aparece al fondo, tras un grupo de serenos con farolillos enmarcados por el arco de San Vicente. A éste siguieron otros cuadros pintados desde Los Cuatro Postes como los titulados: Dominicos antes Ávila, Aixa, La procesión de la Santa, La fuente, La ciudad duerme y Autorretrato.
44. VISIONES DRAMÁTICAS Y LÍRICAS.
La pinacoteca fotográfica de la revista ilustrada La Esfera incluye también importantes obras de José Gutiérrez Solana (1886-1945) y Joaquín Sorolla (1863-1923), en las cuales enseguida se agolpan los recuerdos del paso de estos pintores por la ciudad de Ávila. El tremendismo de Regoyos (1857-1913) y de Solana (1886-1945), autores ambos de sendos libros titulados igual, “La España Negra”, pretendieron una visión dramática y de hermosa tristeza de España, de sus gentes y de sus costumbres. Solana, que llegó a Ávila acompañado de arrieros y labradores con los que se sentía a gusto, pintó dos atormentados cuadros de Ávila titulados “Disciplinantes” (1912) y “Los disciplinantes” (1932). Ambos de un extraordinario parecido representan un trágico paso de Semana Santa junto a Los Cuatro Postes con la ciudad amurallada al fondo, protagonizado por un Cristo agonizante rodeado de hombres con capirote azotándose el torso desnudo y ensangrentado.
Joaquín Sorolla no pudo sustraerse a la mágica y atractiva visión de las murallas y pintó también la vista de Ávila desde el paraje de Los Cuatro Postes, y tomó los apuntes que dieron lugar a su obra grandiosa "Castilla. La fiesta del pan" (1912-1913) entre otros títulos ya reseñados anteriormente cuando hablamos del retrato del pintor ante las murallas.
Todo es color y luz. Igualmente, Aureliano de Beruete (1845-1912) pintó con gran lirismo la ciudad de Ávila en una toma general que hizo en 1909 desde el horizonte donde recogió el espíritu y el alma del paisaje. La vista recoge todo el lienzo norte de la muralla, a cuyo extremo parece querer asomarse la silueta de Los cuatro Postes. Es la percepción de la ciudad hecha desde el camino de Mingorría también dibujó Van Halen en 1842, y que describió Bécquer en 1864 desde el ferrocarril.
45. RELIEVE, COLOR Y MOVIMIENTO.
Nuevas portadas de la revista La Esfera reproducen en 1923 fotografías de pinturas de Enrique Brañez y de Ángeles López Roberts, donde Ávila y sus gentes aparecen engrandecidos de una forma extraordinaria, como también ocurrió con la obra abulense de Francisco Sancha, con los dibujos de Echea de las murallas, y con la pintura de Francisco Soria Aedo, cuya «obra tiene el relieve, el color, y el movimiento de la vida y el ambiente mismos», donde la ciudad de Ávila vista desde los Cuatro Postes y sus gentes lo impregna todo.
De la misma manera, la ciudad incorporada a los retratos de importantes personajes toma cuerpo en el cuadro que Juan Echevarría (1875-1931) pinta de Azorín, el cual se reproduce igualmente en la revista La Esfera siguiendo en la línea promocional de Ávila. El pintor escribió entonces: «Todo me habla (en Ávila) de espíritu y procuraré no enturbiar éste, prescindiendo en lo posible de lo pintoresco y de las armonías brillantes de color, es decir, que tiendo a una emoción más concentrada y pura». Para este cuadro de Echevarría, escribió Azorín, «posé - no hay vocablo castellano adecuado –unas ochenta veces, en varias tandas. La obra está sólidamente construida; al fondo aparece. Ávila con sus murallas; la tonalidad es severa».
46. ARTE Y FOTOGRAFÍA.
Las fotografías más difundidas de la ciudad monumental y artística que es Ávila fueron realizadas por Fernando López Beaubé y publicadas en la revista semanal ilustrada La Esfera durante los años 1914-1929, en cuyo periodo aparecieron nada menos que cincuenta imágenes dedicadas a la capital abulense, lo que constituyó una eclosión en la divulgación gráfica de la ciudad. Así, en menos de tres meses, entre el 6 de noviembre de 1915 y el 19 de enero de 1916, se publicaron dos fotografías a media página y ocho a toda página en la sección titulada «La Riqueza Artística de España», donde se incluyeron vistas y detalles de la Basílica de San Vicente, la Catedral y el Monasterio de Santo Tomás, siendo portada además en tres números posteriores.
Tanto interés por Ávila no pasó desapercibido para los abulenses, y El Diario de Ávila publicó la noticia que recogía el esfuerzo editorial que el «importante periódico semanal ilustrado La Esfera viene realizando al publicar magníficas reproducciones fotográficas de los principales monumentos de Ávila, obtenidas por el ilustrado y bizarro oficial del Ejército y queridísimo amigo nuestro D. Fernando (López) Beaubé. La labor informativa de tan entusiasta y competente artista, merece la gratitud más sincera de nuestros paisanos pues el Sr. Beaubé es otro nuevo admirador y publicista del Ávila Artística, que con (el pintor) Chicharro y otros muchos están contribuyendo a dar a conocer al mundo, lo grande y monumental de nuestra capital».
Además de las colaboraciones en La Esfera, López Beaubé también había publicado sus fotografías en la revista Mundo Gráfico en 1913, donde destacó por su actividad creativa en la sección «El Arte y la Fotografía» con una composición de estilo pictorialista a toda página titulada “Leñadora asturiana”.
En la revista La Esfera López Beaubé empezó publicando fotografías artísticas de un retablo de la catedral de Sigüenza y una vista del Alcázar de Segovia, iniciando después la larga serie dedicada a los monumentos abulenses, y otros lugares como Asturias. También sabemos que perteneció a la agrupación fotográfica Sociedad Alpina Peñalara, y que participó en el primer salón Internacional de Fotografía celebrado en Madrid en 1921, y así mismo que sus fotografías sirvieron para ilustrar libros de José Mayoral como Los viejos Cosos de Ávila (1927) y Entre cumbres y torres (1950), y la voluminosa obra del Padre Fr. Gabriel de Jesús titulada La vida gráfica de Santa Teresa (1929-1935).
Igualmente, López Beaubé fue colaborador de la revista gráfica Estampa y del semanario Blanco y Negro, donde sus fotografías de Ávila, que sumaron casi medio centenar, fueron portada en sucesivas ocasiones en 1928, como también lo fue en el diario ABC en 1931, donde se reproducía el antiguo acueducto que cruzaba por la plaza de Santa Ana.
Con todo, la fotografía de López Beaubé ha sido la de mayor relevancia pública en la historia gráfica de la ciudad, pues hay que tener en cuenta que la tirada media de la revista La Esfera era de sesenta mil ejemplares, y la de Blanco y Negro de cien mil, con el añadido de su gran prestigio en los ambientes socioculturales y políticos de la época. No obstante, a pesar de la interesante carrera fotográfica de López Beaubé y su estrecha vinculación con Ávila, su obra todavía está por descubrir.
Uno de los parajes más significativos que se divisan desde los Cuatro Postes es la ermita románica de San Segundo, lugar que López Beaubé fotografió en varias ocasiones, según publicó La Esfera el 1 de noviembre de 1924 con el siguiente texto: «Ávila es bella a las todas horas y en todos los días. Es una ciudad eternamente nueva, que guarda una emoción desconocida para cada momento y una belleza inédita para cada visitante. Difícilmente podrá olvidar nadie el magnífico espectáculo que Ávila, ceñida por sus murallas, ofrece al atardecer, vista desde lejos». Buena selección entonces, para contemplar la ciudad a través de esta vista y apreciar el trabajo de López Beaubé.
47. ÁVILA ATRAYENTE.
Ya en 1913, Ávila era una de las ciudades más atrayentes para el turismo, y en estos términos, pues ya se ya se hablaba de turismo como idea globalizadora de la historia y el arte de un lugar que debe visitarse, y así se recoge en las publicaciones especializadas de la época. Ávila fue pionera en la organización de la actividad turística, uno de los sectores más relevantes de la economía provincial, cuando en 1918 se constituyó la primera Federación de Entidades Turísticas que presidió Salvador García Decarrete, donde también destacó el periodista Vega-Alberche fundador del semanario ilustrado Ávila, quien promovió decididamente desde sus páginas el turismo abulense.
Con la institucionalización de los Patronatos de Turismo en España en 1930 se empezó a promocionar la ciudad a través de publicaciones y folletos, donde la literatura dejaba paso al lenguaje visual. A esta idea contribuyeron enormemente las fotografías de Ávila que hicieron Antonio Prast, el Marqués de Santa María del Villar, Otto Wunderlich, José Mayoral Encinar, Pelayo Mas, Loty, Josep María Lladó, Mariano Moreno, Rodríguez, Marín, A. Verdugo, Joaquín del Palacio “Kindel”, José Mª Velayos y Santos Delgado, así como los libros de fotografías de Ignacio Herrero de Collantes (Marqués de Aledo) y de Emmanuel Sougez, y las guías de Ávila de Santiago Alcolea (1952) con fotografías del archivo Mas, de Camilo José Cela con fotos de Eugen Haas (1957), y de Luis Belmonte con fotografías de Antonio de la Cruz Vaquero (1965), entre otras.