18 de diciembre de 2024

Inicio / Blogs / De Crónicas / ÁVILA DESDE EL MIRADOR DE LOS CUATRO POSTES (y VI). Recorrido por la historia de la fotorafía abulense plasmada desde su principal atalaya y entorno

De Crónicas

ÁVILA DESDE EL MIRADOR DE LOS CUATRO POSTES (y VI). Recorrido por la historia de la fotorafía abulense plasmada desde su principal atalaya y entorno

ÁVILA DESDE EL MIRADOR DE LOS CUATRO POSTES (y VI). Recorrido por la historia de la fotorafía abulense plasmada desde su principal atalaya y  entorno
ÁVILA DESDE EL MIRADOR DE LOS CUATRO POSTES (y VI). Recorrido por la historia de la fotorafía abulense plasmada desde su principal atalaya y  entorno
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
  • 08 de Diciembre de 2024

48. ESPONTANEIDAD.

El fotógrafo alemán Otto Wunderlich (Stuttgart, Alemania,1886-1975) llegó a España en 1917, año en el que comenzó a viajar con la cámara  por encargo de anticuarios, empresas constructoras e industrias. Al mismo tiempo, Wunderlich  también documentó Ávila y los pueblos de Gredos, así como la España del momento, en fotografías espontáneas e intuitivas las cuales se publicaron en las revistas Blanco y Negro, Nuevo Mundo, La Esfera y Estampa, y sirvieron para ilustrar libros de geografía, y los folletos turísticos de Ávila y otras provincias editados durante la segunda república por el Patronato Nacional de Turismo.

La visión de Ávila que muestra Wunderlich en la revista La Esfera se encierra en una gran fotografía del sepulcro del Tostado tomada en la catedral, además de extraordinarias vistas de Arenas de San Pedro y Mombeltrán, entre otros pueblos del Valle del Tiétar que se conservan en la Fototeca delpatrimonio Histórico del Ministerio de Cultura.

La imagen de las murallas vistas desde la lejanía constituye  las señas de identidad de Ávila, y así, la revista Estampa encabeza en 1928 el artículo ilustrado por Wunderlich con esta vista con el siguiente título: “Las Murallas de Teresa”, añadiendo “que son de oro durante el día y de plata alumbradas de noche por la luz lunar”, recias y fuertes son estas graciosas murallas medievales.

Finalmente, las fotografías de Wunderlich se comercializaron en una colección de fototipias sueltas titulada Paisajes y Monumentos de España, formada por veinte carpetas con diez vistas distintas cada una, donde Ávila aparece representada cobrando especial protagonismo en la contemplación de la ciudad desde los Cuatro Postes y las murallas, imágenes éstas que se reproducen en el libro  que nos ocupa.

Siguiendo los pasos de Wunderlich, comprobamos que los pueblos de la provincia fueron, igualmente, un excelente campo de trabajo y estudio para otros hispanistas alemanes que mostraron igual interés etnográfico, como fue el caso del musicólogo Kurt Schindler, quien recorrió Ávila y España fotografiando y rescatando canciones en los pueblos, (“Folk music and poetry of Spain and Portugal”, 1941).

En el mismo año de 1932, el investigador Albert Klemm se asienta en la Sierra de Gredos y recorre 22 localidades para documentar su Tesis doctoral que abarca todos los aspectos de la vida campesina de la provincia, Fruto del trabajo de Klemm fue la obra titulada “La Cultura popular de la provincia de Ávila” (Universidad de Mendoza de Argentina, 1962; y CSIC, 2008). Por último, destacamos el nombre de Erika Groht-Schmachtenberger que sintió especial atracción por España, también por Ávila dejandonos en la década de 1950 hermosas vistas de Ávila.

49. DOCUMENTACIÓN Y TURISMO.

La Hispanic Society of America, una institución fundada en 1904 en Nueva York  por A.M. Huntington como biblioteca, museo y centro docente para fomentar el conocimiento de la cultura española, guarda un interesante fondo fotográfico de imágenes de España, y también de Ávila, creado por su fundador para documentar el arte y las costumbres españolas, el cual se nutrió con fotos de Clifford, Laurent, Alguacil, Hielscher y Ortiz Echagüe, y otras tomadas por los expedicionarios A. Byne y Ruth  M. Anderson. Deteniéndonos ahora en estos últimos fotógrafos viajeros conviene destacar que Arthur Byne (1884-1935) y su esposa Mildred Sapley Byne (1879-1941), ambos arquitectos, recorrieron España  durante 1915-1918, captando en Ávila diversas vistas de sus monumentos y de los vendedores del Mercado Grande. Lo mismo hizo la historiadora Ruth Matilda Anderson (1893-1983), auténtica artífice de fondo fotográfico de la Hispanic Society, en los viajes que hizo  entre 1923 y 1930, captando la verdadera esencia de la España rural.

El también fotógrafo estadounidense Eliot Elisofón visitó y fotografió Ávila en 1962, como bien ha reseñado su acompañante de entonces el cronista de Ávila Aurelio Sánchez Tadeo. La imagen de la ciudad que seleccionó Elisofon, con la que obtuvo el Premio Mundial de Fotografía “Ciudad de Nueva York”   fue la que se ofrece desde el cerro de San Mateo, una corona  que se eleva sobre el entorno de los Cuatro Postes, a cuyos pies pastan pacientemente unas ovejas negras de raza karakul, la cual fue portada de la famosa revista americana LIFE Magazine, lo que sirvió para acrecentar en Ávila el turismo americano.

Entre los viajeros franceses ya hemos reseñado a Henri Guerlin, a quien hay que añadir el hispanista Maurice Legendre, quien llegó a ser director de la Casa Velázquez, y quien en 1928 ya había realizado  dos mil placas sobre Las Hurdes, seleccionando de sus largo recorrido fotográfico por España las imágenes que publicó en el libro  de  fotografías titulado En España, donde Ávila figura entre las ciudades representadas como ciudad monumental y a la vez pintoresca. También eran franceses los fotógrafos especializados en la edición de tarjetas postales José Lacoste y Lucien Roisin, quienes se prodigaron en la comercialización de vistas de Ávila.

Finalmente, entre los ilustres viajeros reseñamos a la austríaca Inghe Morath (1923-2002), quien  estuvo casada con  el dramaturgo Arthur Miller y fue conocida como la dama de la fotografía, trabajó para la agencia Magnun y las revistas Vogue, Life y París Mach, colaboró en rodajes cinematográficos, y recorrió España entre 1953-1957 de la mano de Robert Capa, seleccionando como imagen más representativa de Ávila el retrato de una niña leyendo en el Mercado Grande junto al burro del lechero, es esta la imagen de la quietud de una ciudad callada y centenaria.

50. ILUSTRACIÓN POSTAL.

Como ya hemos dicho, la divulgación gráfica de la ciudad encontró en las tarjetas postales ilustradas uno de los medios más idóneos y extraordinarios para darse a conocer entre el gran público y trascender al mundo. En otros apartados anteriores nos hemos referido a las postales abulenses que editaron Laurent, Hauser y Menet, Lacoste, Lévy, Thomas, Püger & Co München, J. Roig, Lucas Martín, Medrano, Pedro Jiménez,  y Mayoral, cuyas imágenes reflejan la ciudad de las primeras décadas del siglo XX. Continuando entonces con el recorrido visual ya definido, nos detenemos ahora en las vistas que hizo Lucien Roisin, de quien se conservan más de cuarenta mil negativos, que en su mayoría luego comercializó como postales.

Lucien Roisin Besnard (1876-1943) era un fotógrafo francés que se estableció en Barcelona después de recorrer Ávila y España tomando imágenes. Se especializó en la edición de postales, y también en la realización de fotografías para las Guías de España  que editaba el Patronato Nacional de Turismo entre 1930 y 1936. Las postales de Ávila que hizo Roisin tienen todas su firma personal y constituyen una amplia visión de la ciudad monumental, entre las cuales destacamos en esta ocasión las vistas que nos ofrece la ciudad amurallada desde los Cuatro Postes y detalles de sus puentes majestuosos.

Continuando con la riqueza plástica que ofrecen las tarjetas postales antiguas, se han seleccionado para este libro otras que hicieron Loty, de quien nos ocuparemos en el apartado siguiente, Abascal, Alsina, Arribas, Aisa, Artigot, Manipel y Fournier, además de otras en las que no se ha podido identifica el autor, ni el editor y ni el impresor. Completan dichas imágenes varias fotografías anónimas que también se positivaron en soporte de cartón con el rótulo al dorso de tarjeta postal. Estas últimas vistas, reproducidas en tarjeta o fotografía,  se suceden en el tiempo abarcando el segundo tercio del siglo XX, enriqueciendo con ello la perspectiva de la ciudad que se aprecia desde los Cuatro Postes y su entorno, el motivo central de este libro.

En ellas observamos el trasiego de campesinos con sus caballerías, quienes pasan frente a los Cuatro Postes, atravesando el puente nuevo del Adaja o ante las murallas inmutables que apenas se transforman con pequeñas reparaciones en el almenado de sus cubos. Las figuras diminutas de los labradores y ganaderos que se acercan a la fábrica de harinas, o acuden a la ciudad en día de mercado, o pastorean sus ovejas, son  las que nos hablan de una ciudad que todavía sigue viva y resistiéndose al paso del tiempo, y que se permite recrear en 1956 la historia para el cine en esas imágenes del rodaje de la película “Orgullo y Pasión”.

51. LA DIFUSIÓN DE LA IMAGEN.

La difusión y divulgación de la imagen fotográfica es una de las características intrínsecas a la propia fotografía. Es decir, la fotografía se concibe para ser mostrada y expuesta, y a través suyo se quiere enseñar y se procura aprender  en un diálogo siempre buscado por el fotógrafo.

Las guías artísticas e históricas pronto utilizaron la fotografía como un elemento sustancial de su contenido, a pesar de su escasa calidad. Los deseos de promoción turística de Ávila propiciaron la aparición de diversas publicaciones y  guías que incluían imágenes y vistas de una ciudad monumental y pintoresca. La fotografía parecía haber tomado asiento en la quietud de las páginas de los libros de José Mª Quadrado (1884), con grabados sobre fotografías de Laurent; de Emilio Valverde (1896), también con fotograbados de Laurent; de Antonio Blázquez (1896), con fotografías de Isidro Benito, Isidoro Jiménez y otros;  de Fabriciano Romanillos y Fernando Cid (1900), con “fotograbados” de Ángel Redondo de Zúñiga; de Albert  F. Calvert (1908 y 1924), con fotos de Laurent, Alguacil y Lévy; de Henri Guerlin (1914), con fotos propias y de Hauser y Menet; de José Mayoral Fernández (1916), con fotografías de Julián Fuentetaja;  del Marqués de San Andrés (1922), con fotografías de Hauser y Menet y otros; de Rafael Gómez Montero y Luis Belmonte (1946), con  fotografías sin identificar autor; de Ignacio Herrero de Collantes, Marqués de Aledo (1947), con fotografías propias.

Y a estas guías habría que sumar otros títulos donde aparece la ciudad retratada, como el “Estudio Histórico” de Enrique Ballesteros (1896);  Recuerdos (1913) de José M. Ruiz de Salazar; el “Manual del turista peregrino” (1922) y  Los viejos cosos” (1927) de José Mayoral; La vida gráfica de Santa Teresa  (1929-1935) de Fr. Gabriel de Jesús; Ávila. Arte y Turismo (h. 1933) con texto de Diego Sánchez Roses, y la Monografía Histórica de la Academia de Intendencia (1936) de Rafael Fuertes Arias; entre otros libros y guías que van apareciendo hasta la segunda mitad del siglo XX. 

En todas las obras citadas, la panorámica que se dibuja Ávila desde los Cuatro Postes constituye una visión identificativa de su historia y de su paisaje arquitectónico, así como de la propia configuración urbana de la ciudad, donde la mezcla del arte con lo pintoresco  resulta enormemente atractivo para los viajeros y turistas. La fotografía se convierte entonces en el fiel testimonio que da credibilidad  al texto literario.

52. ÁVILA ATRAYENTE.

En 1913, Ávila era una de las ciudades más atrayentes para el turismo, y en estos términos,  pues ya se ya se hablaba de turismo como idea globalizadora de la historia y el arte de un lugar que debe visitarse, y así se recoge en las publicaciones especializadas de la época. Con la misma intención, hace más de 100 años, un banquero francés llamado Albert Kahn llevó a cabo un proyecto de fotografía masiva que llegó a conocerse como el “Archivo del Planeta”. El objetivo era obtener instantáneas de color de todos los rincones de la Tierra enviando fotógrafos de todos los continentes, utilizando una nueva tecnología conocida como la placa autocroma. Más de 72.000 imágenes en color fueron tomadas durante el transcurso del proyecto, y hasta Ávila llegó Georges Chevalier  dejándonos atractivas vistas de la ciudad y sus gentes.

Ávila también fue pionera en la organización de la actividad turística, uno de los sectores más relevantes de la economía provincial, cuando en 1918 se constituyó la primera Federación de Entidades Turísticas que presidió Salvador García Decarrete, donde también destacó el periodista Vega-Alberche fundador del Semanario ilustrado Ávila, quien promovió decididamente desde sus páginas el turismo abulense.

Con la institucionalización de los Patronatos de Turismo en España en 1930 se empezó a promocionar la ciudad a través de publicaciones y folletos, donde la literatura dejaba paso al lenguaje visual. A esta idea contribuyeron enormemente las fotografías de Ávila que hicieron Antonio Prast, el Marqués de Santa María del Villar, Otto Wunderlich, José Mayoral Encinar, Pelayo Mas, Loty, Josep María Lladó, Mariano Moreno, Rodríguez, Marín, A. Verdugo, Joaquín del Palacio “Kindel”, José Mª Velayos y Santos Delgado, así como los libros de fotografías de Ignacio Herrero de Collantes (Marqués de Aledo) y de Emmanuel Sougez, y las guías de Ávila  de Santiago Alcolea (1952) con fotografías del archivo Mas, de Camilo José Cela con fotos de Eugen Haas (1957), y de  Luis Belmonte con fotografías de Antonio de la Cruz Vaquero (1965), entre otras.

Por otro lado, también llaman la atención las fotografía de Ángel Guerras Garrido que se concservan en el Archivo Históricó Provincial deÁvila. Nacido en Ávila (falleció en Madrid, en 1964), Ángel Gerras se graduó en la Academia Intendencia y participó en la guerra de África. En 1927 obtuvo la  medalla de la Paz de Marruecos y en 1940 se incorporó como profesor del Cuerpo de Intendencia de Ávila. Por antigüedad, llegó a Teniente Coronel en 1946  y Coronel Honorífico de Intendencia en 1959. Como fotógrafo colaboró con El Diario de Ávila y El Norte de Castilla de 1930.

53. ÁVILA EN EXPOSICIÓN.

Uno de los atractivos que ofreció la Exposición Universal de Barcelona de 1929 fue la excelente colección fotográfica que había recopilado el Arxiu Mas “de todos los monumentos, lugares históricos y riquezas artísticas existentes en la provincia de Ávila”. La adquisición de dicha colección de 1.158 fotografías fue realizada por el presidente de la Diputación, el coronel Ángel de Diego y Capdevilla, con destino a esa institución, demostrando así una especial sensibilidad por el patrimonio cultural de Ávila, lo que le valió el cargo de Presidente de la Comisión Provincial de Monumentos.  

Las fotografías de Ávila del Arxiu Mas que adquirió la Diputación Provincial fueron realizadas en la campaña de 1928 por Pelayo Mas Castañeda (1891-1954), hijo del fotógrafo Adolfo Mas,  fundador del archivo que lleva su nombre y cuyo fondo había empezado a formarse a partir de 1900. Pelayo Mas reunió en más de un millar de fotografías encuadernadas en doce volúmenes casi todo el patrimonio cultural de Ávila. Estas imágenes son de una extraordinaria calidad, y como buena muestra de ello se han seleccionado en esta ocasión dos vistas, una de los Cuatro Postes, y otra de la Puerta del Adaja. A través de ellas vemos la ciudad amurallada proyectada desde la atalaya en la que nos situamos en este libro, pues este es el tema elegido para esta ocasión.

La utilización de  imágenes del archivo Mas ha sido fundamental en la ilustración y edición del Catálogo monumental  de Ávila (1900) de Manuel Gómez Moreno, publicado en 1983, como también lo fue en la ilustración del libro Ávila monumental (1952) de Santiago Alcolea, entre otras obras. Como vemos, las fotografías del archivo Mas sirvieron para documentar y estudiar el patrimonio histórico artístico de Ávila, y también como medio de promoción turística de la ciudad, por lo que no en vano fueron incluidas en los folletos que editó con tal fin el Patronato Nacional de Turismo.  

54. ÁVILA RETRATATADA PARA EL TURISMO.

Loty, Lladó y Kindel, son tres de los fotógrafos de renombre que desarrollaron una importante actividad de promoción turística de Ávila y España, lo que hicieron trabajando para el Patronato Nacional de Turismo o la Dirección General de Turismo durante el periodo 1930-1960. Todos ellos dejaron importantes fondos fotográficos que testimonian a la historia monumental de Ávila, la cual se divulgó en guías y folletos, incluso en postales, donde la imagen que venimos reproduciendo de la ciudad vista desde los Cuatro Postes cobra especial protagonismo.

Loty, acróstico de Charles López Alberty, (1897-1936), fue un fotógrafo francés  que viajó por España en 1918 estableciéndose después en Madrid, donde formó un interesante archivo de documentación fotográfica.  La fotografía de Loty es conocida en Ávila a través las vistas que el mismo tomó de la ciudad hacia 1929, las cuales fueron comercializadas como tarjetas postales impresas en papel fotográfico con una excelente  calidad y presentación. Dichas postales fueron editadas con el anagrama de “Colecciones Loty”, si bien  alguna de ellas llevaban el sello de la madrileña casa Palomeque. 

En las fotografías de Loty debemos destacar su originalidad y las nuevas perspectivas y composiciones que se ofrecen de los monumentos y calles de la ciudad, lo que la hacen todavía más atractiva, como se aprecia en las imágenes seleccionadas sobre el puente Adaja, la ermita de San Segundo, y su entorno con las murallas al fondo.

También trabajó Loty para el Patronato Nacional de Turismo, y fruto de esta actividad fueron los folletos turísticos de Ávila editados a partir de 1930 donde se incluyen reproducciones fotográficas en huecograbado.  Las fotografías turísticas de Loty  utilizadas en la edición de dichos  folletos se encuentran en el Archivo General de la Administración, y de allí proceden algunas de las que se publican ahora, si bien todavía hoy  pueden adquirirse copias originales en tiendas especializadas. 

La promoción turística de Ávila, con su imagen imperecedera de ciudad mística, artesana y militar, encontró en la fotografía de Josep María Lladó (1903-1956) uno de sus mejores exponentes. Lladó fue un fotógrafo que destacó como activista amateur y militante en corrientes estéticas y vanguardistas, con mezcla de rasgos pictorialistas experimentales, y su fotografía fue utilizada por el Patronato Nacional de Turismo para mostrar y enseñar Ávila en  folletos turísticos durante la década de 1930. De estas imágenes hemos seleccionado una vista general de la ciudad que pretende así mostrar su aspecto cautivador.

Por otra parte, Lladó también formó un interesante archivo fotográfico de carácter artístico que es de gran utilidad para documentar el patrimonio histórico y cultural de Ávila.

Ávila fue retratada también por la cámara de Kindel, quien captó hacia 1930 la vieja imagen de la Posada del Rastro y otros lugares de hospedaje  de viajeros y caminantes, entre otras vistas de la ciudad. Kindel fue el nombre artístico de Joaquín del Palacio Juncosa (1905-1989), un fotógrafo madrileño cuya producción es puente entre el espíritu de las primeras vanguardias y la generación posterior. Después de la guerra civil trabajó  para el organismo de “Regiones Devastadas”  haciendo reportaje social, y para la Dirección General de Turismo, Coros y Danzas de la Sección Femenina, y la revista del Colegio de Arquitectos.

55. NOTAS DE ARTE Y  CASTILLO DE DIOS.

Entre los libros de Ávila, donde la fotografía de autor constituye el motivo principal de la publicación, mientras que el texto es un documento complementario, destacan sobremanera los ya citados anteriormente de Ignacio Herrero de Collantes, Marqués de Aledo, y de Emmanuel Sougez. De ambos fotógrafos se incluyen en este libro varias fotografías, donde se muestra la ciudad en toda su amplitud en perspectivas desde los Cuatro Postes y vistas del puente sobre el Adaja o del entorno de la ermita de San Segundo, con lo que se completa la percepción de Ávila que reflejan los ojos de la fotografía.

Ignacio Herrero de Collantes, conocido como Marqués de Aledo, escribió e ilustró en 1947 un hermoso libro titulado Ávila. Notas de Arte  donde se incluyen 52 láminas a toda página de otras tantas vistas de la ciudad y su monumentos, con prólogo  de Gregorio Marañón quien dice: “Esto es Ávila: Caballería y Misticismo”. Este  libro de Ávila forma parte de una colección del Marqués de Aledo iniciada en 1929 con Santillana del Mar y que continuó después con los títulos dedicados a Sevilla (1932) y Salamanca (1944).

Ciertamente, las fotografías de Ignacio Herrero, rubricadas con el nombre de Aledo,  ofrecen una merecida visión de Ávila, “elegidas con finísima intuición y aderezadas con y un breve y exacto comentario descriptivo e histórico”, apunta Gregorio Marañón.

En el mismo año de la publicación de las fotografías del Marqués de Aledo, Ávila se convierte en un escenario privilegiado para la literatura de la mano del ganador del premio Nadal de novela de 1947, Miguel Delibes, con La sombra del ciprés es alargada, donde se incluye la emotiva visión que ofrece Ávila desde Los Cuatro Postes: “La ciudad amurallada, quieta en aquella tarde de noviembre, ofrecía desde allí un aspecto misterioso. Caía por sus extremos como si estuviese colocada a horcajadas de alguna gigantesca cabalgadura. La catedral y otros edificios altos se empinaban, destacando sobre las casas vecinas…

La ciudad ebria de luna, era un bello producto de contrastes. Brotaba de la tierra dibujada en claroscuros ofensivos. Era un espectáculo fosforescente y pálido, con algo de endeble, de exinanido y de nostálgico. La torre de la catedral sobresalía al fondo como un capitán de un ejército de tierra. En su derredor las moles, en blanco y negro, de la torre de Velasco, del torreón  de los Guzmanes, de Mosén Rubí…,

Ávila emergía de la nieve mística y escandalosamente blanca, como una monja o una niña vestida de primera comunión. Tenía un sello antiguo, hermético, de maciza solidez patriarcal.  La villa centrada en plena y opulencia civilización, era como una armadura detonando en una reunión de fraques. Imaginé  que no otra, en todo el mundo, podía ser la cuna de Santa Teresa. Porque su espíritu impregnaba, una por una, cada una de sus piedras y sus torres”.

La visión literaria de Delibes se materializará pocos años después en las fotografías de Emmanuel Soguez (1889-1972), quien ilustró magistralmente el libro  de Ernesto La Orden con el título, Ávila, el Castillo de Dios (1954), donde la fotografía se apodera de la ciudad, y la imagen engrandecida con extraordinaria calidad, ciertamente, convierte el recinto amurallado en un lugar sagrado que bien puede ser un castillo celeste capaz de albergar al mismo Dios.

Emmanuel Sougez nos descubre a través de sus fotografías impresas en huecograbado una ciudad pétrea y luminosa que quiere ser permanentemente descubierta, y a ello nos invita  desde la distancia que marca el humilladero de los Cuatro Postes en una de las imágenes que hemos seleccionado para ser contagiados. La fotografía creativa, la ilustración de libros de arte, y la elaboración de textos teóricos e históricos sobre técnica fotográfica son algunas de las manifestaciones  que destacan en el interesante trabajo de este fotógrafo.

 56. ÁVILA PARA EL VIAJERO.

La representación gráfica de la ciudad encuentra en las guías turísticas un extraordinario escenario gracias a la fotografía de autor, y uno de los mejores ejemplos de proyección  de la imagen de Ávila puede verse en la guía de Ávila de 1957 que escribió Camilo José Cela con fotografías de Eugen Haas, y en la guía de 1965 de Luis Belmonte con fotografías del abulense  Antonio de la Cruz Vaquero.

La guía que escribió Camilo José Cela sobre Ávila ha sido objeto de numerosas ediciones, pero es la primera de 1957, con  unas cincuenta fotografías de Eugen Hass, y la tercera de 1960, con otro medio centenar de  imágenes tomadas por Antoni Campañá y Andreu Puig, Tormo, Catalá Roca y Eugen Haas,  cuando la fotografía impresa en huecograbado recobra especiales connotaciones pictorialistas de gran belleza, y de nuevo el paraje de los Cuatro Postes, las murallas, la ermita de San Segundo, el puente Adaja y nuevas vistas sobre la ciudad aparecen con un merecido protagonismo, y es que “Ávila rezuma Castilla en el aire que respira y que la circunda, en la límpida atmósfera  que la envuelve en un algo indefinible y alado”, señala Dionisio Ridruejo en su guía de Castilla.

Antonio de la Cruz Vaquero es un fotógrafo abulense que destacó por las ilustraciones de la Guía de Ávila (1965) escrita por Luis Belmonte Díaz, aunque antes ya había colaborado en el libro El Alma de Larreta se llama Ávila (1949) de Rafael Gómez Montero. La fotografía de Antonio de la Cruz sobresale por su técnica avanzada que pone al servicio de nuevas perspectivas y ambientes que presentan el cielo y la luz de Ávila. Las originales vistas y panorámicas desde los Cuatro Postes responden al texto con el que se abre esta guía:

“Asentada en un elevado risco, Ávila alza su corona de granito, como una página roqueña de la historia de Castilla. En la amplia meseta castellana, abrupta y difícil, Ávila es un romance heroico y legendario, un cantar de gesta. Sobre su caserío se alzan torres y espadañas, aunándose lo místico y lo bélico”.

57. EL ESCENARIO DE LOS CUATRO POSTES.

Concluye esta serie de reportajes con imágenes de Santos Delgado San Román, un inquieto aficionado a la fotografía que también regentaba la más antigua librería de la ciudad, la Librería Católica, la cual todavía sigue abierta en la calle Don Gerónimo. Las imágenes  de Santos Delgado son la escenificación de una pasaje de la vida de Teresa de Jesús en el que los Cuatro Postes son el escenario natural de aquella anécdota de su niñez que cuenta el intento de la Santa de ir a tierra de moros para ser martirizada junto con su hermano, si bien el encuentro con su tío en el lugar de los Cuatro Postes hizo que volvieran a su casa.

Santos Delgado  colaboró en la ilustración de folletos turísticos y algunos libros, además de hacerlo especialmente para el gabinete de prensa del Gobierno Civil, para el que retrató varios acontecimientos sociales celebrados en la ciudad. Entre los libros ilustrados por Santos Delgado cabe citar Ávila en las Letras (1958), donde también se incluyen fotografías de Verdugo, y Ávila. España en Paz (1964).

El primero de ellos recoge un texto de Marcial José Bayo Fernández, quien dice en la introducción “Ávila me conmueve más que nunca”, y el segundo es una exposición triunfalista de las bondades del régimen de entonces redactado por el gabinete de prensa del Gobierno Civil. En ambos casos, la fotografía de Santos Delgado es una fotografía testimonial, fiel al espíritu que respira la ciudad de aquellos años.

Llegados a este punto damos por terminado nuestro  particular recorrido por la historia de la fotografía abulense del periodo 1860-1960 con la mirada puesta en una sola imagen: Ávila vista desde los Cuatro Postes y su entorno. Las páginas que siguen recogen las fotografías que ilustran el viaje literario que hemos trazado hasta aquí, y a través de ellas uno se ve transportado en el tiempo y se contagia de antiguas tradiciones y leyendas, y descubre renovados valores artísticos.