En un primer acercamiento a la imagen dibujada de Ávila ya apuntamos que las constantes de la referencia temática de su representación en el periodo decimonónico eran la religiosidad de sus habitantes, las manifestaciones festivas, el caserío urbano, el tipismo de los lugareños, el misticismo de los santos Teresa de Jesús y Juan de la Cruz y la fidelidad monárquica.
Igualmente, como ya apuntamos, la necesidad de recrear la ciudad en imágenes impresas y ver multiplicada su visión contemplativa encontró en el dibujo y el grabado una valiosa respuesta durante el siglo XIX. Ello que se produjo, generalmente, como forma de vestir los textos literarios, históricos o religiosos a los que suelen acompañar en libros, periódicos o revistas. La ciudad aparece entonces en estampas artísticas que se coleccionan, en láminas que se cuelgan en las paredes y se exhiben en iglesias, en recordatorios de efemérides del santoral, en personificación de reyes y personalidades, y en tarjetas postales con las que se felicitan y recuerdan los lugares de peregrinación.
En esta última serie nos detenemos que la recreación plástica de las figuras más emblemáticas de la historia abulense, cuya imagen trasciende al localismo y el puro paisanaje para convertirse en personajes de la historia universal. Tal es el caso de la reina Isabel de Castilla, Teresa de Ávila y otras tantas personalidades cuya figura dibujada sirvió para ilustrar publicaciones y otros medios impresos y que recogimos, sin ánimo exhaustivo, como simple referencia y testimonio gráfico de su relación con el territorio abulense.
Se trata de composiciones alegóricas y retratos que destacamos con la única pretensión de prestigiar Ávila a través de rostros y nombres que, de alguna manera, glorificaron también el nombre de Ávila en los más variados campos sociales, políticos y culturales. Es la representación decimonónica de personajes con la que se significaba gráficamente una parte de nuestra historia, aún sin ánimo totalitario. Y aunque en esta oportunidad el hilo conductor de nuestro relato es el dibujo y el grabado, hemos querido contextualizar tal aspecto con las tendencias pictóricas de aquella época, cuyo mayor exponente se reflejaba en el género la llamada pintura de historia, un género de enorme atractivo en la Exposiciones Nacionales que se celebraban cada año en Madrid, muchas de cuyas pinturas se reproducían con las técnicas de grabado en la prensa ilustrada.
ISABEL DE CASTILLA.
La multiplicación en imágenes de la figura de Isabel la Católica, como símbolo emblemático de España y de la propia ciudad, y como referencia iconográfica de su historia, alcanzó en la segunda mitad el siglo XIX un singular y destacado esplendor de la mano de la fotografía, el grabado, la escultura y la pintura. Y tal fue la importancia de la representación gráfica del reinado de los Reyes Católicos que el mismo fue reproducido de una manera abrumadora y con una innegable calidad plástica y artística.
Nuestra reina Isabel y su reinado fueron el motivo de inspiración de numerosos artistas que dejaron su impronta durante el siglo XIX en una gran variedad de monumentos, esculturas, pinturas, dibujos, litografías, grabados y fotografías, por lo que el particular recorrido visual que se presenta pretende reconocer y valorar el trabajo que hicieron. No en vano, en este periodo los avances técnicos de las artes gráficas permiten la reproducción de imágenes impresas con cierta facilidad.
El grabado y otras técnicas litográficas sirvieron entonces para reproducir y divulgar la imagen pictórica de la reina Isabel de una forma sobresaliente. Parece como si la España decimonónica sintiera nostalgia del esplendor y las grandezas de aquel pasado lejano. Así, Federico Madrazo inventó y litografió en 1830 La toma de Granada que se incluyó en las Obra de Leandro Fernández Moratín; Ramón Amerigó y Morales litografió La católica reyna guía a su nieta Isabel II al Templo de la Gloria por pintura de López Porteña; el Semanario Pintoresco Español publicó el 8 de julio de 1838 un retrato de Isabel la Católica; Francisco de Paula Van Halen dibujó y litografió la Proclamación de Isabel la Católica en Segovia y el Sepulcro del Príncipe Don Juan existente en el Monasterio de Santo Tomás de Ávila en 1845; también Van Halen pintó en 1850 el cuadro Rendición de Granada a los Reyes Católicos, y repitió la misma temática en 1855 con el título La entrada de Isabel I en campo cristiano; otro dibujo de la figura yacente de Don Juan apareció en La Ilustración Española y Americana en su primer número anual 1875.
En el periodo 1855-1864 Valentín Carderera y Solano, compuso una extraordinadaria obra con el título «Iconoconograf ía española : colección de retratos, estatuas, mausoleos y demás monumentos inéditos de reyes, reinas, grandes capitanes, escritores,etc. desde el siglo XI hasta el XVII», donde figuran Isabel y Fernado con sus hijos, el Duque de Alba, Sancho Dávila y Santa Teresa. Además, Carderera, artista, erudito y coleccionista, en un viaje programado para intervenir en la conservación de su patrimonio hizo una teintena de estampas dibujadas de la ciudad monumental de Ávila, de lo que ya nos ocupamos en otra ocasión con motivo de su exposición en el Museo de Ávila (DAV, 28/05/2018).
Víctor Manzano hizo hacia 1864 el dibujo que litografió Múgica titulado Audiencia de los Reyes Católicos en Madrid; Casado dibujó el retrato que hizo Luis de Madrazo y que luego litografió J. Donón; y Bartolomé Maura grabó al aguafuerte en 1877 el cuadro de Rosales titulado El Testamento de Isabel la Católica.
Otras pinturas fueron grabadas a partir de copias fotográficas y reproducidas en publicaciones ilustradas de la época, como por ejemplo Isabel la Católica cede sus joyas para la empresa de Colón, de Antonio Muñoz Degrain, e Isabel la Católica reconociendo los restos de su padre en la Cartuja de Miraflores, de Luis Álvarez Catalá. Así mismo, cabe añadir que fueron muy populares los grabados incluidos en el libro Historia de España del Padre Mariana publicado en 1854, en los que se reproducen numerosas escenas dibujadas del reinado de Isabel la Católica, igual que destacan los grabados de La farsa de Ávila y de Fray Tomás de Torquemada que se conservan la Biblioteca Nacional.
La representación pictórica de la vida de Isabel de Castilla concluye con El Testamento de Isabel la Católica, un cuadro de historia representativo de la mejor tradición de nuestra pintura evocadora de un arte sereno y sobrio que fue pintado por Eduardo Rosales en 1864 durante su estancia en Roma, y publicado por El Diario de Ávila en el monográfico editado en 1951. El lienzo original, que se conserva en el Museo del Prado en el Casón del Buen Retiro fue presentado a la Exposición Nacional de 1864, y obtuvo merecidamente la primera medalla, igual que ocurrió después en la exposición de 1871 con el cuadro Muerte de Lucrecia. Por ello, y por su intensa trayectoria pictórica, Rosales es considerado por muchos críticos e historiadores como el más importante pintor español de la segunda mitad del siglo XIX.
TERESA DE ÁVILA.
Teresa de Jesús, como motivo de inspiración, cautivó a renombrados artistas decimonónicos, tal y como puede observarse en los grabados de Llanta (1870) y Bartolomé Maura (1881); en los dibujos del flamenco Hye Hoys (1866), Valeriano Bécquer (1867), y Juan Comba (1882); y en la escultura de Elías Martín (1870); asiduos participantes en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, así como en la pintura de Luis de Madrazo (1854), Alfred Dehodencq (1855), Víctor Manzano (1858), Benito Mercadé (1871), Dionisio Fierros (1879), José Alcázar Tejedor (1884), Vicente Cutanda (1890), Ángel Lizcano (1892) y Francisco Laporta (1892). En medio, la fotografía aparece como testigo mudo que capta y multiplica las imágenes de la Santa representada en cuadros y dibujos, y de ella se aprovechan los medios impresos para su estampación y divulgación.
El primer retrato pictórico de Santa Teresa de Jesús del que se tiene noticias fue el realizado por Fray Juan de la Miseria hacia 1576, el cual se conserva en el Ayuntamiento de Ávila compitiendo en originalidad con otro existente en el convento carmelitano de Sevilla. Esta imagen fue dibujada y grabada en sucesivas ediciones de los libros de la Santa, como por ejemplo en la edición de sus obras que preparó Fray Luis de León en 1588, siendo reproducida también en 1855 por el francés Alfred Dehodencq, en 1866 por el flamenco Hye Hoys, y en 1882 por el mallorquín Bartolomé Maura. La duquesa de Montpensier encargó multitud de copias fotográficas de la copia sevillana del cuadro de Dehodencq, las cuales fueron editadas en París por Schulgen y alcanzando gran notoriedad, si bien la autoría de la pintura fue atribuida erróneamente a Bécquer en la edición de la España Teresiana de Hye Hoys. En 1882, los fotógrafos abulenses Hermanos Torrón, por su parte, comercializaron una reproducción fotográfica del cuadro del ayuntamiento abulense haciendo multitud de reproducciones que se vendieron con éxito a modo de postales.
La recreación gráfica de la vida de Santa Teresa como testimonio visual de su existencia y de sus enseñanzas alcanzó especial relevancia en las estampas que se grabaron en Amberes en 1613 por Adrián Collaert y Cornelium Galelleum, así como en los huecograbados hechos en Madrid en 1752 por Joseph Orga. Fueron un total de doce láminas de laborioso trabajo y esmerada técnica donde se escenifican diversos momentos de la vida de santidad de Teresa de Jesús, grabados incluidos en la edición de las obras completas de Santa Teresa realizada en 1882 por Luis Santullano.
La colección más completa de dibujos y grabados sobre la denominada «España Teresiana» es la que realizó en 1866 el peregrino flamenco J.F. Hye Hoys, formada por más de quinientas imágenes de trazo lineal limpio y preciso que representan palacios, conventos, lugares, escenas locales, tipos, personajes, y reliquias relacionados con las Fundaciones de Santa Teresa en Ávila, Medina del Campo, Malagón, Valladolid, Duruelo, Toledo, Pastrana, Salamanca, Alba de Tormes, Segovia, Veas, Sevilla, Caravaca, Villanueva de la Jara, Palencia, Soria, Granada, y Burgos.
Los numerosos motivos iconográficos dibujados por Hye Hoys se hicieron con vocación universal por captar todos los elementos artísticos, arquitectónicos, paisajistas, humanos y costumbristas que rodearon la vida de Santa Teresa, siendo utilizados años después en 1914 en el Homenaje literario a la gloriosa doctora Santa Teresa de Jesús en el III Centenario de su Beatificación, y en 1922 en la revista quincenal del Tercer Centenario de la Canonización de Santa Teresa de Jesús, publicaciones todas ellas que se conservan en la biblioteca de los padres carmelitas de la Santa.
En 1870, Fernando Fulgosio escribe la Crónica de la Provincia de Ávila, una historia ilustrada y descriptiva que se integra en la Crónica General de España. El libro está ilustrado con un dibujo litografiado del busto de Santa Teresa de Jesús firmado por Llanta, junto a otros de “El Tostado” y Sancho Dávila, incluyéndose también varios dibujos de Joaquín Sierra que reproducen imágenes de Ávila y sus monumentos. De la Santa escribió el cronista que su nombre “bien puede decirse forma parte esencial de la existencia de Ávila”.
La imagen de Teresa de Jesús fue objeto de especial atención en la obra del grabador Bartolomeo Maura i Montaner, quien hizo cuatro retratos de la Santa fechados en 1881-1882 a partir de los cuadros que se conservan en los Carmelitas Descalzos de Valladolid, y en el convento de Carmelitas Maravillas de Madrid, entre los que destaca la reproducción del retrato que hizo Fray Juan de la Miseria. Bartolomeu Maura participó en la Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de 1862, 1864, 1871,1876, 1887 y 1901, donde obtuvo importantes premios y galardones. Fue Administrador de la Calcografía Nacional, grabador de la Fábrica Nacional de la Moneda y Timbre y del Banco de España, y Académico de la Real de San Fernando. Entre sus grabados de temática abulense están los retratos citados de Santa Teresa, un retrato de los políticos abulenses Francisco y Manuel Silvela, y “Tipo del Valle Amblés” sobre una pintura de Valeriano D. Bécquer.
La omnipresencia de Santa Teresa en Ávila se deja notar en un gracioso y alegre dibujo de Valeriano Bécquer titulado “Los quintos en Ávila”, el cual apareció publicado en el periódico madrileño El Museo Universal el 16 de noviembre de 1867 reproducido a partir del grabado que hizo Bernardino Rico, con comentario del poeta Gustavo Adolfo, hermano del artista. En la escena de figuras y tipos populares localizada en la plaza del Mercado Chico puede leerse un letrero que dice “Panadería de la Santa”.
La celebración de distintos aniversarios en honor de Santa Teresa, coincidiendo con los centenarios de su muerte (1882), su beatificación (1914), su canonización (1922), y de la reforma carmelitana (1962) supuso la proliferación de multitud de representaciones gráficas de su imagen y de su vida. Así, el Tercer Centenario de la muerte de la Santa es celebrado en 1882 propició la publicación en La Ilustración Española y Americana de varios grabados realizados por Bernardo Rico a partir de las fotografías que hizo Laurent. Entre estas imágenes pueden citarse las del Convento de la Santa, incluida en la sección “Monumentos Teresianos” de la revista, la Portada del antiguo hospital de Santa Escolástica, y la Portada y reja célebres de la casa fuerte de Pedro Dávila, incluida en sección “Ávila, patria de Santa Teresa”.
La escenificación del centenario fue ilustrada por el dibujante Juan Comba García (1852-1924), uno de los primeros reporteros gráficos de la prensa española, quien también destacó como pintor en las Exposiciones Nacionales de 1895 y 1899, y como conferenciante, arqueólogo, historiador, profesor y fotógrafo. Los distintos actos populares celebrados en Ávila, Salamanca y Alba de Tormes fueron representados por Comba en una bella lámina de siete viñetas que luego fue publicada en La Ilustración Española y Americana del 30 de octubre de 1882 bajo el título “Fiestas del Centenario de Santa Teresa de Jesús.
El gran acontecimiento del tercer centenario de la muerte de la Santa propició la edición de un interesante álbum de 18 láminas cromo-litográficas realizadas por M. Fernández de la Torre bajo la dirección de Vicente de la Fuente, el mismo que en 1873 ya había dirigido la edición fototipográfica de La vida de Santa Teresa de Jesús. El álbum se vendía en todas las librerías al considerable precio de 2 pesetas, y en él pueden contemplarse diversas vistas de los monumentos abulense entre los que figuran los conventos de la Santa y de San José.
Igualmente, con motivo del centenario teresiano se editaron libros ilustrados sobre la obra literaria de Santa Teresa, reseñando aquí la obra editada por la Biblioteca Sálvatela de Barcelona, con dibujos de Vilardel. Entre los dibujos sobresale una imagen de la escultura de la Santa de Gregorio Hernández, otra del interior de la Iglesia de San Juan y otra del palacio de los Dávila.
Toda la ciudad histórica de Ávila se identifica con el espacio y el lugar donde nació y vivió Santa Teresa de Jesús, y donde fundó los primeros conventos. En Ávila se venera su imagen y se festeja con honores de grandeza y de patrona. Por ello, los dibujos de la ciudad constituyen la primera colección importante donde se visualiza el paisaje urbano del caserío, las calles, las iglesias y los palacios de la ciudad medieval y renacentista que conoció Teresa. El convento de La Santa se convirtió en la imagen universal con la que se identifica el principal lugar de santidad. El edificio levantado en el antiguo solar donde nació Santa Teresa es el espacio material y arquitectónico que simboliza su paso por la ciudad y por la tierra.
Las imágenes pictóricas o escultóricas de Santa Teresa que se veneran en el convento pronto fueron divulgadas, completándose su estela con los cuadros de Benito Mercadé, Víctor Manzano y Alcázar Tejedor presentados a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes; y con la escultura de Gregorio Fernández existente en el Museo de Valladolid, y otra de Elías Martín perteneciente al Marqués de Portugalete. Además del convento de la Santa, otros lugares teresianos por excelencia son también la Iglesia de San Juan donde se bautizó, el Monasterio de la Encarnación, donde Teresa de Jesús se hizo monja, y el Convento de San José, su primera fundación.
OTROS PERSONAJES.
Después de detenernos en la imagen que proyectaron Isabel la Católica y Santa Teresa de Jesús, figuras ambas representativas de la historia de Ávila, otros dibujos y grabados decimonónicos completan una galería de retratos de personajes y celebridades que tuvieron alguna relación o vínculo con la ciudad, los cuales tomamos a modo anecdótico, pues probablemente la nómina se nos quede demasiado coja. En fín, estos son algunos de los rostros de las letras, la milicia, las artes y la política se aparecieron entre pliegos de libros y revistas y estampaciones varias, de los que ahora solo citamos su nombre, dadas las limitaciones del formato periodístico que seguimos.
Así entre ellos figuran El Tostado, obispo de Ávila; Sancho Dávila valiente militar de Carlos V y grandeza de Ávila; Fray Luis de León, poeta mítico que murió en Madrigal de las Altas Torres y San Juan de la Cruz, dibujante en 1574 de Cristo crucificado en miniatura que se conserva en el monasterio de La Encarnación; Lope de Vega, que escribió la Comedia de San Segundo en honor del patrón de la ciudad; la reina Isabel II y su familia, ya que Ávila siempre ha sido una ciudad monárquica, y en su plaza históricamente se expresan manifestaciones de júbilo por reyes de España, y así fueron recibidos en 1865 y 1866; Don Carlos VII, pues, aunque de forma minoritaria, los carlistas también tuvieron sus seguidores en una parte significativa de la población, y al finalizar la guerra se encontraron retratos del pretendiente borbónico como el seleccionado; la Duquesa de Alba, que representa la grandeza del Duque de Alba para la ciudad y la provincia, así como la importancia su palacio de Piedrahíta convertido en foco cultural de la época.
Por su parte, decíamos al principio de la serie de artículos, Goya, que pintó en Arenas de San Pedro y en Piedrahita; Larra, que fue diputado por Ávila en 1836; el poeta, político y jurista Juan Meléndez Valdés, quien visitó Piedrahita y Ávila, donde trabajó para la unificación de los hospitales de la ciudad; el poeta Manuel José Quintana, íntimo amigo del diputado por Ávila y escritor Eugenio Tapia; los Hermanos Bécquer, que vivieron en la ciudad que retrataron; Manuel Silvela, eminente políticos representantes por Ávila al Senado; George Santayana, importante filósofo y pensador “abulense”, quien supo describir en primera persona la ciudad del último tercio del siglo XIX; los descendientes de Narváez, Presidente de Gobierno, heredaron el título de Duque de Valencia y la casa palacio de los Águila; Laureano Figuerola, Ministro de Hacienda, fue diputado por Ávila en 1869; Sagasta, presidente de Gobierno que veraneaba en Ávila; Bermúdez Reina, Ministro de la Guerra, que tenía casa en Zorita de los Molinos-Mingorría; Francisco Silvela, Presidente de Gobierno, fue repetidas veces diputado por Ávila; Camilo Gª de Polavieja, Ministro de la Guerra, y Alejandro Pidal Ministro de Fomento y Presidente del Congreso, veraneaban en Ávila; y el torero Mazzantini que fue Gobernador de Ávila.
Con todo, se ha pretendido reseñar una recreación visual de la historia gráfica de Ávila vista a través de la representación de monumentos, tipos populares y personajes históricos. Al mismo tiempo, se han recuperado numerosos artistas olvidados que dejaron su impronta en dibujos y grabados de indudable valor.