08 de septiembre de 2024

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De Crónicas

ÁVILA EN EL ANECDOTARIO DE CLAUDIO SÁNCHEZ-ALBORNOZ (SEGUNDA PARTE). ACTIVISMO POLÍTICO E INTELECTUAL, 1931-1936

ÁVILA EN EL ANECDOTARIO DE CLAUDIO SÁNCHEZ-ALBORNOZ (SEGUNDA PARTE).  ACTIVISMO POLÍTICO E INTELECTUAL, 1931-1936
ÁVILA EN EL ANECDOTARIO DE CLAUDIO SÁNCHEZ-ALBORNOZ (SEGUNDA PARTE).  ACTIVISMO POLÍTICO E INTELECTUAL, 1931-1936
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
  • 28 de Abril de 2024

A partir de la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931 y hasta 1936, se abre una nueva e intensa etapa en la trayectoria profesional de Claudio Sánchez Albornoz, en la que va desarrollar una ingente actividad política e intelectual de la que nos ocupamos en su vertiente abulense. En un primer momento, el Gobierno Provisional lo nombró Consejero de Instrucción pública (1931-1933), al tiempo que es designado Decano de la Universidad de Filosofía y Letras (1931).

En las elecciones generales del 28 de junio de 1931 es elegido Diputado a Cortes Generales por la provincia de Ávila en la listas de Acción Republicana de Manuel Azaña, nominación que se repite en 1933 y en 1936. Además, en este periodo ocupará los cargos de rector de la Universidad Central de Madrid (1932-1934), ministro de Estado (1933), vicepresidente de las Cortes (1936) y embajador de España en Lisboa (1936).

En las Cortes, Sánchez Albornoz ocupa la portavocía de Acción Republicana en temas relativos al Proyecto de Constitución, cuya Comisión preside el criminalista Luis Jiménez de Asúa, asiduo veraneante en Barco de Ávila,  y la Ley de Reforma Agraria. Sobre sus nuevas ocupaciones la revista que fundó, Anuario de Historia del Derecho, augura que

«Su intervención ha de ser, seguramente, fecunda para los problemas educativos y el desarrollo de la investigación científica, ya que su vocación y sus estudios le llevan forzosamente a un continua preocupación por la necesidad de transformar en España, hasta darle todo el relieve e importancia en la vida del país, cuanto concierne al desarrollo ele nuestro movimiento cultural».

Aquí, no olvidamos que Sánchez-Albornoz fue un historiador formado en la metodología de la escuela histórico-jurídica alemana, y que reconstruyó la historia medieval española desde la Baja Antigüedad hasta el siglo XIII, con particular atención a los reinos y territorios hispano-occidentales (Asturias, Galicia, León, Castilla) y a Navarra. El testimonio de su inmensa obra está en numerosos, libros, monografías, artículos y recopilaciones.

En el comienzo de la actividad política de Claudio Sánchez Albornoz nos situamos en la campaña electoral a las Cortes constituyentes. En Ávila, un momento álgido de aquellas fechas lo encontramos en el mitin programado para el domingo 21 de junio de 1931 por la Conjunción republicano-socialista en la vieja plaza de toros, pero que la lluvia hizo que se celebrara en el Teatro Principal.

Los oradores del mencionado mitin fueron presentados por Ruperto Fontanilla García, presidente de la Diputación y catedrático de matemáticas del instituto.

Tomaron la palabra Luis Sierra Bermejo, notario dueño de la dehesa de La Serna y republicano liberal; Felipe J. García Muro, oficial del cuerpo de correos y candidato socialista; Francisco Agustín, inspector de escuelas y candidato independiente de la Conjunción, quien dice pensar como Azaña, Unamuno y Lerroux; Francisco Barnés, antiguo catedrático del Instituto abulense y candidato de la Conjunción por el Partido radical socialista; y Claudio Sánchez Albornoz, candidato de la Conjunción por Acción republicana.

Azaña, recibido con una enorme ovación mientras sonaba el himno de Riego,

«Se congratuló por el hecho de hablar en Ávila, donde hace cuatro siglos se reunieron los representantes de las Comunidades para dar el grito de rebeldía contra el rey», dijo.

En su alocución se dirigió a los abulenses pidiendo su voto en favor de la República y la libertad para acabar con el régimen monárquico corrompido depurando responsabilidades, y acometer la reforma agraria socializando la tierra, sin omitir que el pueblo debe estar por encima de todos (La Voz, 23/06/1931). 

Después de pasear las calles de la ciudad, Azaña partió en automóvil hacia Gredos y Barco de Ávila recorriendo casi media provincia. «Allí todos son republicanos, escribió» (La Correspondencia militar, 22/06/1931).

De esta campaña electoral, Sánchez Albornoz dedica un recuerdo especial a Paco Barnés, con quien recorre los pueblos abulenses donde en algunos sus adversarios gritan ¡Viva la Monarquía! Y para monárquico, el Marqués de Benavites, Bernardino Melgar, recuerda, de quien cuenta su afición a los toros que trajo a Ávila a Sánchez Mejías, y el encuentro que tuvo en Roma con el rey exiliado Alfonso XIII, donde este dijo en tono burlón que la dictadura había hecho entre sus bondades los firmes especiales (carreteras) y la República.

Celebradas las elecciones, resultaron elegidos diputados por la provincia de Ávila:

Claudio Sánchez-Albornoz (historiador, de Acción Republicana), Ángel Torres Alonso (médico, independiente de la Agrupación Republicana Provincial), Francisco Barnés Salinas (catedrático, del Partido Radical-Socialista), Nicasio Velayos y Velayos (abogado, independiente de la Agrupación Republicana Provincial), y Francisco Agustín Rodríguez (inspector de educación, del Partido Republicano Radical).

A los dos días de las elecciones, Azaña, presidente de gobierno, rubrica el Decreto por el que se suprime la Academia de Intendencia de Ávila, la cual se unifica con las demás academias militares y se traslada a Toledo (Gaceta, 1/07/1931).

La noticia cae en Ávila como una bomba, se pide la intervención del diputado Sánchez-Albornoz (DAV, 6/07/1931) y pronto se organiza una marcha reivindicativa a Madrid, no sin antes pedir también la mediación a la Directora General de Prisiones Victoria Kent que estaba de visita en Ávila.

Del resultado de la reunión con Azaña, este anota en su diario del 7 de julio de 1931:

Numerosa comisión de Ávila, que viene a protestar contra la supresión de la Academia. Preside el gobernador [García Ibáñez], y dos diputados [Claudio Sánchez Albornoz y Francisco Barnés], el alcalde [José Martínez Linares] y otros personajes [comerciantes e industriales]. Vienen más de cien. Uno se pone a discutir conmigo, o pretende discutir, el porqué y el cómo de la reforma. Corto el diálogo. Buenas palabras de los otros; pesadez de todos, saliva gastada sin objeto. Se van, creo que descontentos, pero allá ellos».

Como se temía, todos los esfuerzos fueron inútiles, a pesar también de la campaña mediática de El Diario de Ávila y de La Voz del Pueblo (3/07/1931 y ss.). Al final, los intendentes abandonaron Ávila en un convoy ferroviario de 38 vagones, mientras que el Director de la extinguida Academia, después de despedirse del Alcalde, marchó en soledad a la estación sin que nadie hiciera acto de presencia (DAV, 26/08/1931).

Por otro lado, una Comisión de católicos de Ávila se reúne con Azaña para manifestarle su oposición al proyecto constitucional que limitaba los derechos religiosos y demandar protección frente a los atentados que sufren iglesias y conventos, tal y como había denunciado El Diario de Ávila (7/07/1931), periódico que no tardó en sufrir el cierre temporal, lo mismo que le ocurrió al rotativo La Voz del Pueblo de Nicasio Velayos, por “vulnerar” la Ley de la defensa de la República.

También en estas fechas, un grupo de mujeres se manifiesta frente al Ayuntamiento protestando por la sustitución del nombre de la plaza de santa Teresa por el de la República. A la contra, se censura la campaña que realiza contra el Ayuntamiento El Diario de Ávila, cuyo rótulo ha sido roto por la multitud.

Simultáneamente, Sánchez-Albornoz se hace eco de las dificultades de los vecinos de Urraca Miguel que no disponen de medios para pagar las tierras de señorío que compraron años antes, tal y como recoge el Diario de sesiones de las Cortes del 4 de agosto de 1931.

En este contexto, Albornoz pretendía atajar el problema de los señoríos, para lo que la Ley de Reforma Agraria juzgaba clave en la renovación pacífica de España. Es por ello, también, que se dirigió al ministro Francisco Largo Caballero abogando por la expropiación del pinar de las Navas del Marqués, lo mismo que debería hacerse con el pinar de Villanueva de Gómez (República, 29/08/1932).

Otras expropiaciones propuestas por Sánchez-Albornoz en una enmienda a la Ley de Reforma Agraria se refieren a

«las fincas que ocupen más de la quinta parte del término municipal, y en este caso se encuentran los pueblos de Cisla, Villanueva de Gómez, Blascosancho, Bularros, La Hija de Dios, Narros del Puerto, Navarredonda y San Martín del Pimpollar. Pronto esos pueblos cambiarán su régimen actual por otro más en armonía con la época en que vivimos, pasando a depender del Estado al que satisfarán un canon moderado, encontrándose asistidos por el Banco Agrario en proyecto que les librará de la plaga de la usura» (República, 2/10/1932).

En sentido contrario, otra enmienda aprobada, también defendida por Sánchez Albornoz,  «proponía excluir de la expropiación a las dehesa de pasto llevadas en arrendamiento por colectividades de pequeños ganaderos de Serrota, antiguo señorío de Villatoro, Pradosegar, Muñotello, Menga y Cepeda de la Mora» (República, 26/09/1932).

Eran pueblos de tierra pobre, casi constantemente cubierta por la nieve, que pagaban unas rentas elevadas bajo la amenaza de un posible desahucio.

Por su parte, el diputado Nicasio Velayos también se dirigió en las Cortes al ministro de Trabajo Largo Caballero pidiendo ayuda para los colonos que pagaban rentas excesivas, a la vez que desde su periódico, La Voz del Pueblo, hace campañas solidarias y por el empleo, apunta Álvaro Mateos. Anotamos aquí que Largo Caballero había trabajado como estuquista en Ávila en la calle Reyes Católicos, un oficio del ministro a quien Josefina Carabias le dedicó un amable reportaje (Crónica, 18/02/1934).

Meses después de su intervención en el Congreso defendiendo a los vecinos de Urraca Miguel, tiene lugar en el Teatro Principal un mitin de Acción Republicana el 13 de noviembre de 1931. Presidió la mesa el Sr. Cepas, contando con la asistencia del Alcalde, el Sr. Gobernador y los oradores  Mirasol, Ruiz Funes, Serrano Batanero, Luis Bello y Sánchez-Albornoz, quien dice respetar la libertad de las conciencias y los pensamientos, a la vez que lanza

«Duros ataques a los revisionistas a los que acusa de monárquicos disfrazados, de no creer en Dios y de no perseguir otra cosa que sus intereses económicos».

Por su parte, El Diario resume así el acto: «consideramos pobre y desacertado el tono del acto de ayer, mucho más cuando a las palabras de cordialidad y tolerancia se mezclaron insultos que se avienen muy mal con aquellos conceptos y los desmienten» (DAV, 14/11/1931).

Unos meses después, mediante Decreto del 12 de enero de 1932 (Gaceta, 15/01/1932), D. Claudio Sánchez-Albornoz es nombrado Rector de la Universidad Central de Madrid a propuesta del ministro de Instrucción pública y Bellas Artes Fernando de los Ríos, lo que publica El Diario en la sección de ecos de sociedad (DAV, 12/01/1932).

En la toma de posesión, Albornoz proclama: «Hay que cambiar métodos y pruebas de enseñanza. Hay que cambiar ese viejo caserón jesuítico, en el que yo no puedo entrar sin sonrojo, como hay que cambiar también hasta los fines de la Universidad. Hay que hacer una Universidad nueva» (DAV, 27/01/1932).

Dicho discurso fue el anuncio anticipado de la orden de Azaña de disolución en territorio español de la Compañía de Jesús (Gaceta, 24/01/1932), la tercera a lo largo de su historia. Con ello, se anticipaba cuanto quedaba regulado en la Ley relativa a Confesiones y Congregaciones religiosas (Gaceta, 2/06/1933), y se culminaba lo dispuesto en la Constitución republicana de 1931, que en su artículo 26 declaraba disueltas aquellas órdenes religiosas que impusieran el voto especial de obediencia a una autoridad distinta a la legítima del Estado.

La medida y las palabras de Albornoz fueron criticadas por El Diario de Ávila ante el odio de unos y el sonrojo de otros, quienes para crear una nueva Universidad quitaban de en medio a los jesuitas. A este respecto, y ya en la vejez, Sánchez-Albornoz recuerda el ejemplo de la valía del jesuita el Padre Zacarías García Villada, académico, historiador, y compañero suyo en el Centro de Estudios Históricos, junto con Gómez Moreno, Elías Tormo y Menéndez Pidal.

 «Todos le estimábamos y le admirábamos allí. ¿Por qué nos ha dejado?»,

le preguntaba don Claudio por la renuncia a su puesto en el Centro de Estudios, como si fuera cosa de las rarezas de la propia orden y no del clima sociopolítico de la época (Anecdotario,  1976).

Finalmente, el P. Villada fue fusilado en Madrid en 1936.

Paralelamente a la actividad política, Sánchez-Albornoz continúa con su labor académica y participa en el Primer cursillo de perfeccionamiento organizado por la Asociación Magisterio Abulense -UNITAS (DAV, 11/05/1932), así como en la entrega de premios Certamen Pedagógico desarrollado por dicha Asociación celebrada en el Teatro Principal. A este acto envió una cariñosa salutatión al no poder asistir, ya que tuvo que conferenciar en la Universidad de Granada en el IV Centenario de su fundación, lo que hizo con el título La sensibilidad política del pueblo castellano en la edad media (República, 10/10/932), lo mismo que hizo después en Roma (República, 12/11/1932).

Por otro lado, Ávila no olvida la decadencia provocada por la supresión de la Academia de Intendencia y emprende una nueva campaña para que se compense su cierre. Así pues, solicita la instalación de la Academia de artillería si se esta se trasladara de Segovia (La Época, 21/04/1932), y organiza una nueva marcha a Madrid el 22 de julio de 1932, de la que Azaña anota:

«Volví al ministerio cerca de las tres. A las cuatro y media estaba en las Cortes. Me asaltó una comisión de Ávila con su eterna pretensión de que les den algo en compensación de la suprimida Academia».

Tampoco en esta ocasión se produjo una respuesta favorable, y hubo que esperar a la salida de Azaña del gobierno, para que, siendo Claudio Sánchez Albornoz ministro de Estado, Vicente Iranzo ministro de la Guerra y Diego Martínez Barrio presidente del Consejo de ministros, para que se creara el Colegio Preparatorio Militar de Ávila (Gaceta, 11/11/1933), lo que se celebró en la ciudad con diversos festejos (República, 13/11/1933).

Un año después del aplaudido discurso de Azaña en Ávila, un mitin de su ministro de Justicia, Álvaro de Albornoz, desencadenó enérgicas protestas de los militares. El mitin radical socialista tuvo lugar el 19 de junio de 1932 en el teatro Principal seguido de un banquete al que también asistieron el alcalde José Martínez Linares y los diputados Francisco Barnés y Claudio Sánchez Albornoz, quien hablará a los postres (La Luz, 20/06/1932). 

Mejor impresión causó en Arenas de San Pedro la visita que habían hecho quince días antes el Presidente de las Cortes Julián Besteiro y el ministro de Estado Luis de Zulueta, quienes fueron recibidos con entusiasta hospitalidad (DAV, 8/06/1932), localidad en la que Claudio Sánchez-Albornoz asiste unos meses después a una corrida de toros sobre la que ejerce de crítico taurino (La República, 5/09/1932).

Poco después, la agrupación local de Acción de Republicana movilizó a sus seguidores para asistir a un mitin en Valladolid (República, 7/11/1932). Entonces, el 14 de noviembre de 1932, Azaña pronunció un memorable discurso en el teatro Calderón, en cuyos palcos ondeaban las banderas de los republicanos abulenses. En sus mensajes reivindicó el espíritu y genio de la revolución castellana del siglo XVI, así como la democracia rural y civilización urbana. Democracia rural que había nacido en Castilla a fines del siglo XII según Sánchez-Albornoz (La Vanguardia, 26/04/1981).

En este mitin, entre aplausos, Azaña arengó:

«Una escritora castellana [Santa Teresa de Jesús] ha dicho: ‘Hasta entre los pucheros anda el Señor’, y esta expresión, que es magnífica, lo que expresa es que en las cosas más humildes, en los menesteres más humildes, caben los pensamientos eternos y los propósitos imperecederos e inmortales. Esto es lo que quiere decir la escritora de Ávila, y éste es el espíritu con que se sirve al Estado. Si a mí, en vez de tocarme ser ministro de la Guerra, me hubiera tocado ser portero, yo habría barrido el portal del ministerio con la misma abnegación y la misma fe con que gobierno el Ejército. Esta es la única manera de entender el servicio público, la única manera de ponerse en dependencia con el Estado» (El Sol, 15/11/1932).

Aparte de la actividad política, Sánchez-Albornoz se centra en las tareas universitarias y académicas más propias de su puesto como Rector de la Central de Madrid y retoma los temas más característicos de sus investigaciones históricas. En el desempeño de estas actividades imparte en Buenos Aires un curso con los siguientes enunciados:

«La vida de la Córdoba califal; Estampa de la vida monacal en León y Castilla durante la temprana Edad Media; Los árabe o los orígenes del feudalismo. La tolerancia religiosa en la España Medieval. El derecho islámico de guerra. La mujer en España hace mil años. La Edad Media, clave de nuestra historia. ¿Qué debe el mundo a la España medieval? Sensibilidad política del pueblo castellano en la Edad Media. Los árabes en Asturias y Galicia» (República, 18/09/1933).

Al mismo tiempo, Azaña se reencuentra con sus correligionarios de Ávila el 14 de septiembre de 1933, cuando el jefe de Acción Republicana visita la sede del partido sita en la plaza de Castelar nº 6, en el entorno de la iglesia de Santo Tomé. Ello se produce el mismo día en el que en Ávila se anuncia el nombramiento de Sánchez-Albornoz como Ministro de Estado (Relaciones exteriores) en el gobierno de Alejandro Lerroux  (DAV, 12/09/1933 y La República, 18/09/1933). Años después, en 1935, en el salón conferencias de La Prensa dio una conferencia con el título «La República española vista por un historiador» (La Vanguardia, 20/06/1978).

No duró mucho Sánchez-Albornoz en el cargo de Ministro, ya que se convocan elecciones para los días 19 de noviembre (primera vuelta) y  3 de diciembre de 1933 (segunda vuelta), presentándose en Ávila las siguientes candidaturas: Derecha agraria, centristas, radicales socialistas, socialistas, independientes y comunistas (DAV, 13/11/1933).

En la campaña electoral el periódico abulense apuesta por la  candidatura de derechas (DAV, 7 y 10/11/1933), y no escatima críticas a la Candidatura de Unión Republicana de Centro que encabeza Claudio Sánchez-Albornoz, quien también es recriminado por no seguir los pasos de sus familiares católicos y monárquicos, acusado de sectario y antipatriota, y por aprovecharse de su cargo como ministro para hacer campaña en la que utiliza papel con membrete del ministerio y coche oficial seguido de escoltas (DAV, 7/11/1933).

Por el contrario, el Órgano de Acción Republicana da los siguientes titulares:

«Abulenses: ¿Creéis alguno de buena fe que de no haber sido Ministro Sánchez-Albornoz hubiera venido la Academia de Clases a Ávila? A buen seguro que de no mediar esta circunstancia, se la lleva Guadalajara. Electores: Al emitir vuestro sufragio, tened presente que si dais vuestro voto a las candidaturas de derecha, fomentáis la Guerra Civil. Labradores os engañan quienes pretenden convenceros del triunfo de los agrarios. Están en minoría en la provincia. Triunfaremos y no olvidaremos a los enemigos de la república. Mujeres abulenses, en Ávila ha reinado la paz religiosa hasta ahora; no imposibilitéis con vuestras propagandas. Las ruinas de San Francisco, de San Jerónimo, y de Sancti Spíritus son un ejemplo de otras épocas que puede repetirse» (República, 13/11/1933).

Celebradas la elecciones, la lista Derecha Agraria obtiene los 4 diputados de las mayorías, siendo elegidos Nicasio Velayos (abogado, Bloque agrario), Benito Dávila y Sánchez Monge (agricultor, CEDA), Salvador Represa Marazuela (abogado, CEDA) y Robustiano Pérez Arroyo (sacerdote, CEDA); mientras que por las minorías fue elegido Claudio Sánchez-Albornoz Menduiña (Acción Republicana). A partir de entonces, se inicia el segundo bienio radical-cedista (1933-1936) caracterizado por el gobierno de los partidos de centro-derecha republicana.

En esta nueva etapa republicana Sánchez-Albornoz dimite como Ministro de Estado (Gaceta, 17/12/1933), también lo hace como Rector de la Universidad de Madrid (Gaceta, 12/01/1934), y se limita a sus investigaciones y el ejercicio del cargo de diputado por Ávila. 

De este periodo son sus Notas para el estudio de la los historiadores hispo-árabes de los siglos XVIII y IX (1933), Una vía romana en Asturias. La vía de la Mesa y Lutos (1935), sobre el itinerario de las conquistas musulmanas, y La repoblación del reino asturleonés (1936).

Como diputado destaca su intervención en las Cortes el 25 de octubre de 1935, tal y como recoge el diario de sesiones, donde defiende a los campesinos de Mombeltrán que están a punto de perder la mayor parte del monte concejil en favor de un particular (DAV, 13/11/1935).

Un cambio radical se produce en España en 1936 con las terceras y últimas elecciones generales de la Segunda República Española, las cuales se celebran los días 16 de febrero y 1 de marzo. A la convocatoria electoral se presentan las siguientes candidaturas por Ávila: Bloque contrarrevolucionario de derechas, Coalición del Frente Popular de izquierdas, Candidatura gubernamental de centro, y Candidatura monárquica independiente (DAV, 10/02/1936).

Una vez más, arrecian las críticas en El Diario de Ávila hacia el señor Sánchez Albornoz, lo que hace extensivo a sus votantes a los que tilda de ‘idiotas’ que apoyan a los enemigos de la Religión, de la Patria, de la Familia, de la Agricultura, de Castilla y de Ávila. Y ello, a la vez que hace burla y sorna del mitin dado por Albornoz en la localidad de Sanchidrián (DAV, 4/02/1936).

         Celebradas la elecciones,  resultan elegidos diputados  por Ávila, los candidatos siguientes: por la candidatura de derechas: Salvador Represa Marazuela (CEDA), Benito Dávila Sánchez Monge (CEDA), Nicasio Velayos y Velayos (Agrario) y José Picón Meilhón (Partido Radical); y por la candidatura del Frente Popular es designado Claudio Sánchez-Albornoz (Izquierda Republicana). Tres meses después de las elecciones ganadas en España por el Frente Popular, Manuel Azaña es elegido presidente de la República, y el  9 de abril de 1936, Claudio Sánchez-Albornoz es nombrado Embajador de España en Portugal (Gaceta, 14/04/1936), cargo en el cesa unos meses después al estallar la guerra civil.

         El 18 de julio de 1936 se produjo el denominado “Alzamiento Nacional”, o golpe de Estado contra el gobierno de la Segundo República, que dio paso a la guerra civil, durante la cual los republicanos del Frente Popular abulense tienen que exiliarse, sufrir presidio o morir.

En Ávila, entre los republicanos que fueron fusilados a manos de los sublevados figuran Manuel Ciges Aparicio, gobernador civil y escritor amigo de Azaña; José Martínez Linares, Director de la Normal y presidente de la Diputación; Francisco Agustín Rodríguez, antiguo diputado republicano e inspector de educación; Felipe Muro, jefe de correos y candidato socialista; Ramón Lafarga Crespo, ex magistrado y antiguo Presidente de la Audiencia; y Manuel Alonso Zapata, diputado socialista que veraneaba en Ávila.

A los nombres anteriores sumamos el más de medio centenar que relacionan Carlos Sánchez Reyes y María del Mar González, sin contar los muertos por sus ideas en el bando contrario de la contienda. Los que no murieron, o fallecieron poco después, como el alcalde Eustasio Meneses, o tuvieron que exiliarse, como Sánchez Albornoz y Francisco Barnés, o fueron procesados y encarcelados. Al final, ninguno de los candidatos de la antigua conjunción republicano-socialista o del Frente Popular quedó libre.

En estos terribles días, Sánchez-Albornoz teme por su vida:

«En 1936, estuve a punto de ser nombrado gobernador del Banco de España. Me habría hallado en Ávila el 18 de julio y me habrían fusilado con música en el Mercado Grande en medio del ludibrio de mis enemigos» (La Vanguardia, 2/11/1977).

 En este clima, abandona la embajada portuguesa bajo la amenaza falangista con raptar a sus hijas, no sin antes salvar a cientos de republicanos que huían.

REPRESALIAS.

El domingo 14 de febrero de 1937, procedente de Salamanca, llegó a nuestra ciudad el Generalísimo Francisco Franco. Aquí fue recibido en honor de multitudes por el general Mola. Al día siguiente, el Ayuntamiento de Ávila acordó por unanimidad retirar el título de hijo adoptivo al “ex ministro rojo”, Claudio Sánchez Albornoz, y en su lugar

«Nombrar hijo adoptivo al heroico general Ricardo Serrador Santés por su brillante actuación al frente del Gobierno Militar de esta provincia», de quien la imprenta Sigirano Díaz (Ávila, 1937) publica una monografía dentro de la serie Héroes de España dedicada a las «figuras más destacadas del movimiento salvador».

Los motivos para despojar de honores al preclaro historiador e intelectual político se expresaban así en la moción presentada al efecto en un ejercicio sistemático de depuración cultural:

«No debe seguir ostentando aquél que por naturaleza o por adopción, no sienta la llama divina del patriotismo. Este es el caso de don Claudio Sánchez Albornoz Menduiña; figura destacada del Frente Popular y actualmente señaladísima del contubernio judaizante-moscovita, que ha pretendido destrozar el solar patrio con las monstruosidades cometidas en todos los lugares en que ha puesto su huella infamante... Fundado en estas razones, los Gestores que suscriben opinan que no puede seguir llamándose hijo de la ciudad de Ávila el que de manera tan destacada y activamente ha contribuido a la barbarie roja que ha azotado nuestro suelo; y en consecuencia se atreve a proponer acordar que le sea retirado a don Claudio Sánchez-Albornoz Menduiña el título de hijo adoptivo de la ciudad de Ávila, y que este acuerdo se haga público por la prensa, ya que huido al extranjero, no puede serie notificado al interesado».

La noticia fue publicada en El Diario de Ávila (15/02/1937), periódico donde antes se había anunciado que Sánchez-Albornoz había huido a Londres (DAV, 31.07/1936), y donde se recogía, además, la propuesta de declararlo «hijo indeseable» (DAV, 16/01/1937).

Así mismo, el diario también se hace eco del Decreto de la Junta de Defensa Nacional (BOE, 11/01/1937) por el que se instruyen expedientes de responsabilidad civil y embargo de bienes de los inculpados y otros tantos republicanos que habían huido, tales como el propio Sánchez-Albornoz, el antiguo diputado y ministro Francisco Barnés, el último gobernador de Salamanca Antonio Cepas y el fiscal José Luis Galve de los Huertos (DAV, 4/03/1937). Expedientes que se activan por responsabilidades políticas (BOE, 13/12/1939).

Finalmente, El Diario publica la lista de catedráticos suspendidos definitivamente del servicio, donde Sánchez-Albornoz figura junto a Américo Castro, Alcalá Zamora, Pedro Salinas, Francisco Barnés y un largo etcétera (DAV, 22/08/1939).

Antes tales afrentas, pasado los años y casi al final de su vida, Sánchez-Albornoz se muestra conciliador:

«He tenido en Ávila enemigos, quizás muchos enemigos y acaso los tenga todavía. Les perdono. Todos tendrán que reconocer un día, quizás algunos lo ha reconocido ya, la injusticia de sus saña contra mí que he honrado a Ávila con mi labor histórica y literaria de más de medio siglo, en España y fuera de España, y que jamás, jamás, jamás he predicado el odio ni siquiera la animosidad entre abulense ni entre españoles» (Carta al Alcalde de Ávila, 27.05.1980).