25 de noviembre de 2024

Inicio / Blogs / De Crónicas / ÁVILA EN EL BICENTENARIO DE FRANCISCO COELLO, PIONERO DE LA CARTOGRAFÍA MODERNA Y DIBUJANTE DEL MAPA DE LA PROVINCIA DE 1864.

De Crónicas

ÁVILA EN EL BICENTENARIO DE FRANCISCO COELLO, PIONERO DE LA CARTOGRAFÍA MODERNA Y DIBUJANTE DEL MAPA DE LA PROVINCIA DE 1864.

ÁVILA EN EL BICENTENARIO DE FRANCISCO COELLO, PIONERO DE LA CARTOGRAFÍA MODERNA Y DIBUJANTE DEL MAPA DE LA PROVINCIA DE 1864.
ÁVILA EN EL BICENTENARIO DE FRANCISCO COELLO, PIONERO DE LA CARTOGRAFÍA MODERNA Y DIBUJANTE DEL MAPA DE LA PROVINCIA DE 1864.
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
  • 25 de Febrero de 2023

«Hoy las nubes me trajeron volando, / volando, el mapa de España», escribió Rafael Alberti desde el exilio en 1954.

Versos que recordamos a propósito del bicentenario del nacimiento del cartógrafo jienense Francisco Coello de Portugal y Quesada (Jaén, 1822- Madrid, 1898) que se ha celebrado durante el pasado año.

Y es que en 1864 Francisco Coello, el geógrafo más eminente de España de su época y pionero de la cartografía moderna, fue quien nos envió, también “volando”, el mapa de Ávila y su provincia.

Ávila es la hoja 37 del «Atlas de España y sus posesiones de Ultramar», un ambicioso proyecto editorial y científico iniciado en 1847 (El Eco del Comercio, 1/08/1847) que cartografía las provincias españolas y planimetría los centros urbanos de las principales poblaciones.

Una empresa que complementa al «Diccionario geográfico, estadístico e histórico de España» (1845-1850), que acababa de publicar Pascual Madoz.

Tal hazaña de su creador, el coronel de ingenieros Francisco Coello, bien merece desde aquí este reconocimiento en el 200 aniversario de su nacimiento, igual que se ha enseñado en la exposición itinerante aderezada con textos de Fernando Olmedo Granados y Joaquín Cortés José, la cual ha pasado por el Museo Íbero de Jaén, la Casa del mapa del Instituto Geográfico Nacional en Madrid y la Casa de la Ciencia de Sevilla, cerrándose en esta última la muestra viajera el pasado mes de enero.

Según se recoge en la exposición conmemorativa, Francisco Coello hizo una meteórica carrera militar hasta llegar a “coronel, comandante de ingenieros”, la cual inició luchando contra los carlistas en su juventud y más tarde, en Argelia, al lado del ejército francés.

En su faceta investigadora y como cartógrafo, geógrafo, ingeniero, arqueólogo o historiador realizó importantes estudios y comunicaciones; impulsó la cartografía moderna que se materializó en sus trabajos geodésicos y en la construcción del «Mapa Topográfico de España»; y contribuyó a la implantación de una cartografía catastral de rigor geométrico y a la reglamentación de la formación de los topógrafos con la creación de la «Escuela Teórico Práctica de Ayudantes».

Entre sus obras, aparte del Atlas de España, reseñamos el «Proyecto de las líneas generales navegación y de ferrocarriles en la Península española» (1855), donde propone construir canales navegables, y la canalización del río Alberche para regadíos.

En cuanto a la línea férrea de Castilla, Coello indica que «debía estudiarse rectamente por Guadarrama, con ramales a Ávila y Segovia, o bien por Ávila, indicando en este caso el ramal hacia Segovia y otro a Salamanca», lo que hace analizando objetivamente las dos opciones e inclinándose, finalmente, por la línea por Segovia, si bien, la Ley General de los Ferrocarriles de 3 de junio de 1855 aprobó el tramo Madrid-Valladolid por Ávila y Medina del Campo.

En otro estudio titulado «Reseña geográfica de España» (1859), Coello, como buen conocedor de esta tierra, describe la geografía abulense de las cuencas del Duero y del Tajo con detalladas descripciones de su orografía y paisaje.

Por otro lado, llama la atención saber que la ciencia geográfica tuvo en Ávila un especial arraigo, concretamente en la Academia de Administración Militar aquí instalada y en ilustres personajes vinculados a la ciudad, herederos todos del propio Coello, con quien compartieron experiencias y conocimientos en instituciones como la Sociedad Geográfica.

Y ahí están los nombres de Rafael Torres Campos, Martín Donayre, Manuel de Foronda y Aguilera, Antonio Blázquez y Delgado de Aguilera, Abelardo Merino, etc.

Lo mismo que es reseñable también que en Ávila, desde 1991, se cursan estudios de topografía y cartografía implantados por la Universidad de Salamanca, y más tarde también por la Universidad Católica de Ávila.

MAPA DE ÁVILA.

En cuanto al mapa provincial de Ávila que firma Francisco Coello, que incluía planos urbanos de la capital, Arenas de San Pedro, Arévalo, El Barco de Ávila, Cebreros, Madrigal de las Altas Torres y Piedrahíta, vino en forma de un gran pliego de 73x101,5 cms. a modo de un didáctico mapa escolar a escala 1:400.000.

Llegó por suscripción del consistorio abulense, sirviéndose también forrado sobre una tela de lienzo con dobleces que se guardaba en un estuche de 21x15 cms. (La Iberia, 15/10/1864).

La hoja de Ávila formaba parte del Atlas de España, del que se publicaron 46 (38 de distintas provincias españolas y 8 de posesiones norteafricanas y colonias de Ultramar), habiendo sido aprobada dicha obra para el estudio de la geografía de España en las escuelas del Reino mediante R.O. de 8 de marzo de 1861.

Desde entonces, el mapa cuelga en la Oficina Técnica Municipal de Ávila, siendo referencia permanente del conjunto histórico y traza medieval de la ciudad y de su desarrollo urbanístico, con prestancia de especial atención por regidores, arquitectos e historiadores.

El interés y vigencia de aquella planimetría se puso de manifiesto, otra vez, hace veinte años, cuando el Ayuntamiento de Ávila publicó en 2003 una edición del plano capitalino (60x44cms.) en conmemoración de la Feria de Libro Antiguo y de Ocasión con introducción histórica de José Luis Gutiérrez Robledo.

Igualmente, la reedición del Diccionario Madoz con prólogo de Serafín de Tapia (Ámbito, 1985 y 2000), nos situó de nuevo en el tiempo y el espacio donde se gestó el trabajo cartográfico de Francisco Coello que había sido ideado para su ilustración.

Ahora, en su bicentenario, la relevancia y proeza editorial de entonces aparece renovada a través de su figura y de su obra.

Ocurre entonces, que los mapas de Coello son la respuesta ansiada a cuanto proclamó Jovellanos, el ilustre escritor y jurista que se graduó en el Monasterio de Santo Tomás de Ávila:

«Mapa, sin cuya luz, la política no formará un cálculo sin error, no concebirá un plan sin desacierto, no dará sin tropiezo un solo paso, sin cuya dirección la economía más prudente no podrá, sin riesgos, desperdiciar sus fondos o malograr sus fines, emprender la navegación de un río, abrir un canal de riego, la construcción de un camino o de un nuevo puerto, ni cualquier otro de aquellos designios que arrienda la fuente de la riqueza pública, hacen florecer las provincias y aumentar el verdadero esplendor de las naciones».

Reconoce Coello en su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia en 1874 «la pericia geográfica de Cervantes, su conocimiento del territorio en que estableció el campo de las hazañas del para siempre famoso Don Quijote».

No en vano, Cervantes, convertido en caballero quijotesco como Alonso Quijano proclama:

«nosotros, los caballeros andantes verdaderos, al sol, al frío, al aire, a las inclemencias del cielo, de noche y de día, a pie y a caballo, medimos toda la tierra con nuestros mismos pies».

Y así fue como Coello recorrió con su equipo la península entera y territorios de ultramar, periplo que ha sido estudiado, entre otros, por José Gómez Pérez (Tesis doctoral, Madrid, 1964), José Martín López (Centro Nacional de Información Geográfica, 1999) y Francisco Quirós Linares (Eria, revista de geografía, 81/2010), con lo que se convirtió en “el hombre que dibujó bien España por primera vez”, como se reseña sobre la exposición del bicentenario (El País, 26/10/2022).

Aventura ésta que también podría predicarse de Ávila, provincia que fue pateada en todas direcciones, visitando todos sus pueblos y recorriendo 400 leguas (2.228 Km.) y levantando planos por tres comisionados de Coello supervisados por Martín Ferreiro y Peralta, quien publicará aparte otra edición del mapa provincial.,

En la capital, todo empezó a partir de las Reales Órdenes de 25 de julio de 1846 y 19 de diciembre de 1859 que obligaban a los ayuntamientos a disponer de planos geométricos a escala 1:1250, así como por la recomendación hecha a los ayuntamientos por R.O. de 16 de febrero de 1861 para que adquirieran los mapas de la empresa Atlas de Coello-Madoz.

En esta época, Ávila crecía en población (6.800 habitantes), se renueva el caserío, la ciudad conventual sufría los efectos de la desamortización, se trabaja en las obras del ferrocarril de la línea del Norte que se inaugura en 1864, se dotan los barrios de fuentes y lavaderos, se acometen nuevas infraestructuras de pavimentación, alcantarillado y alumbrado, se modifican alineaciones de calles y plazas, se construye el nuevo Ayuntamiento que cierra el Mercado Chico y se reforma y ordena la plaza del Mercado Grande.

Actuaciones de renovación urbana que requieren de una cartografía actualizada, para lo que el plano de Coello a escala 1:10.000 servirá, por el momento, como una excepcional referencia representativa de la ciudad.

Habían transcurrido varios siglos desde que en 1570 el flamenco Anton Van den Wyngaerde (Amberes 1520 - Madrid, 1571) realizara la primera estampa gráfica de la ciudad, una vista general de su arquitectura urbana y su geografía monumental que recreaba su imagen más icónica y representativa.

Ávila (13.000 habitantes), la del siglo XVI, había dejado de ser la ciudad medieval, fronteriza y episcopal, transformándose en una rica urbe conventual y moderna, con renovados palacios renacentistas que vive una edad dorada.

Wyngaerde había recibido entonces el encargo del Rey de dibujar los pueblos y ciudades más relevantes del reino, y materializar así gráficamente el poderío de la corona.

Y la documentación geográfica así elaborada debía servir para formar un inventario pictórico o atlas ilustrado con grabados que simbolizaran las posesiones reales más importantes de las Españas, demostrando con ello el gusto por las bellas artes de Felipe II y su interés científico por la cartografía.

Y, sorprendentemente, si extrapoláramos la imagen que proyecta el dibujo de Wyngaerde sobre un plano apenas diferiría de la carta levantada por Francisco Coello, lo que nos da una idea de la escasa evolución urbanística de Ávila durante siglos.

Revisando ahora la evolución cartográfica de la ciudad de Ávila sabemos de un plano de 1819 de B. Luengo levantado por encargo del Intendente y Junta de Jefes de Renta utilizado para hacer patrulla y rondas en 1820, según Gutiérrez Robledo.

Ya en 1837, el ingeniero militar José Jesús de Lallave (1813-1888), titulado después como arquitecto y nombrado el primer director de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, levanta un plano de la ciudad (Biblioteca Virtual de Defensa, sig: Ar.E-T.6-C.3-225) proyectando fortificar las Murallas frente a las patrullas carlistas.

Este plano, aunque un tanto abocetado, sirve para enseñarnos someramente las trazas del recinto amurallado, en el que se aprecian obras en la plaza del Mercado Chico con algunos arcos levantados junto a San Juan, soportales en la calle de san Segundo, iglesias hoy casi desaparecidas como San Isidro, Santo Domingo, Santa escolástica y el Carmen Calzado, y grandes solares destinados a corrales y huertos en la zona Oeste del recinto amurallado.

Posteriormente, en 1858, el equipo de Coello inicia los trabajos del plano de Ávila, para lo que se tienen en cuenta los detalles topográficos del mapa geológico de Madrid, los proyectos de carreteras y ferrocarril, los itinerarios del Estado Mayor y datos propios, así como los planos de Lallave cuya distorsionada traza circular del casco de Madrigal se repite.

DATOS ESTADÍSTICOS.

Tomemos ahora la parte didáctica del Mapa, en la cual se aportan datos estadísticos e históricos recopilados por Madoz. Según ellos, la provincia de Ávila estaba integrada por 296 Ayuntamientos divididos en seis partidos judiciales con categoría de ciudad (1), villas (72) y lugares (326).

La población suma 132.936 habitantes, mientras que en el siglo XVI era de 183.140 h., que por partidos judiciales se cuentan en Ávila (25.547 h), Arenas (17.66 h.), Arévalo (18.566 h.), El Barco (23.124 h.), Cebreros (17.267 h.), y Piedrahíta (22.515 h.).

En cuanto a la estadística electoral de la provincia hay 837 electores repartidos en los partidos de Ávila (166), Arévalo (287), Arenas (222) y Piedrahita (162).

La beneficencia se atiende en 218 establecimientos de toda clase, algunos con penurias, siendo posible que Ávila fuera la provincia española con más centros de este tipo.

La instrucción pública se presta en la escuela rural, ya que no existen establecimientos científicos o literarios, y sí un seminario conciliar y una escuela normal en la capital.

En cuanto a la estadística criminal, la provincia cuenta con 6 juzgados de 1ª Instancia, y según el censo de 1843 hubo 502 encausados.

Por lo que se refiere al estado eclesiástico, dependen de la diócesis de Ávila 381 pueblos, contándose 243 parroquias matrices, 65 anejas, 5 iglesias de ex conventos de frailes, y 156 santuarios o ermitas que suman 330 templos parroquiales que atienden 377 eclesiásticos.

Respecto al carácter y costumbres de los abulenses se dice que son castellanos viejos, honrados, sencillos, ingenuos, amantes del trabajo en terrenos poco fértiles.

La agricultura produce trigo, cebada, centeno, aceite, garbanzos, judías y otras legumbres, patatas, nabos, hortalizas, frutas de hueso y de pepita, nueces, castañas, lino, vino y algarrobas; y los montes maderas y carbón.

La caza mayor es de ciervos, gamos, venados y jabalíes, y la caza menor de conejos, liebres, perdices, palomas torcaces y aves acuáticas.

También hay lobos y raposas. La pesca es de truchas en el Barco.

Y abunda el ganado de buena calidad, habiendo desaparecido la ganadería lanar y manteniéndose piaras de todas especies.

La industria es escasa, y hay manufacturas de cobre, yeso, cal, alfares, cucharas de pino, peines de asta y hueso, sombreros, paños y lienzos ordinarios, papel, jabón blando y duro, aperos de labranza y otros artefactos de primera necesidad.

En Ávila funciona una fábrica de paños, telas de lana y algodón, y tejidos de lino, y en toda la provincia se cuenta 443 molinos harineros.

La industria minera, aunque es de escaso rendimiento, cuenta con 4 minas de plata en Sanchidrián, 4 de cobre en Ávila, 2 en Los Patos, 1 de plomo en Cebreros y 2 en Sta Cruz de Pinares (1 de plomo y otra de cobre), aparte de extracciones de granito, pizarra y arenisca en la formaciones rocosas.

Las ferias reseñables son las que tiene lugar en Fontiveros el 2 de junio, en Ávila 29 de junio y 3 de septiembre, en Piedrahíta el 24 de agosto, en Arenas el 31 de agosto, en el Barco el 4 de octubre, y en la Adrada el 1 de noviembre.

Además de mercados semanales en casi todos los pueblos.

Se trafica en ferias y mercaos con ganados, géneros delpaís, tejidos y otros artículos.

El comercio es escaso, limitándose a la compraventa de ganados y artículos del país en las ferias, y siendo insignificante el movimiento mercantil dificultado por las malas comunicaciones.

En las transacciones comerciales, los pesos y medidas utilizados son la obrada, el estadal, el palmo y la peonada, añadiendo que en el antiguo partido de Mombeltrán se utiliza la sisa para medir líquidos, igual a 36 y medio cuartillos por cántara, la aceituna y castaña se cuenta por cubos de 3 celemines, y por cubo raido que hace una cuartilla colmada.

Y no olvidemos que se conserva el marco o pote de Ávila “que face doce celemines” o media fanega, equivalía a cincuenta y cinco litros y medio, conformaba la medida legal para el grano.

En el aspecto económico se concluye que Ávila es una provincia pobre, mientras que la historia se cuenta siguiendo al padre Ariz (Historia de las grandezas de la ciudad de Ávila, 1607) apuntando datos someros y poco rigurosos sobre el origen romano, las leyendas de Ximena Blázquez y el rey Niño, y las figuras de Santa Teresa, Gil González Dávila, Juan Arias Dávila obispo de Segovia y autor de una historia de Enrique IV, entre otros varones ilustres.

En el directorio que acompaña a cada plano de las poblaciones cabeza de partido se reseñan iglesias, fuentes, casa ayuntamiento, cárcel, escuelas, hospitales, conventos y otros edificios singulares, además, de recogerse la rica onomástica geográfica o toponimia de calles, plazas, y parajes.

PLANO URBANO.

Deteniéndonos en el plano urbano de Ávila para ver su evolución, observamos que, aparte del recinto amurallado, la ciudad solo se ha extendido por el Este en torno al Mercado Grande hasta la plaza de Santa Ana; hacia el Sur alrededor de las Vacas y Santiago, y en el Norte junto a San Andrés y San Francisco, mientras al Oeste sobresalen la fábrica de Harinas, la ermita de San Segundo y algunos molinos.

Las calles y plazas dibujadas muestran su estado anterior a posteriores modificaciones como ocurre en la calle de la Maldegollada o Toriles, la zona de Santo Domingo y Huerta de la Santa, en el recorrido de las Ronda, la plaza de Sofraga, el corralón del Palacio Viejo, el patio del Alcázar, la Alhóndiga, la plaza de Santa Ana, la plazuela de las Gordillas, la calle de San Segundo, la plaza de Fuente el Sol y la plaza de San Vicente.

Entre los conventos destacan Santo Tomás, Las Gordillas, Santa Ana, San Francisco, el ex convento de San Jerónimo, el ex convento de Dominicas de Santa Catalina en ruinas colindante con el Seminario, los conventos de la Antigua y el ex hospital de la Magdalena convertido en convento de concepcionistas, el convento del Carmen Calzado transformado en Cárcel que hoy es Archivo Histórico Provincial, y el convento de la Santa.

Otros edificios desaparecidos que se identifican en el plano son el Alcázar, la iglesia de Santo Domingo, la ermita de San Isidro, el Cementerio Viejo, el Palacio Episcopal, la Alhóndiga, el Viejo Ayuntamiento, el Matadero, algunas fuentes y la Calleja de la Fábrica.

GEOGRÁFOS Y CARTÓGRAFOS.

Con el objetivo de «difundir el conocimiento geográfico, así como la investigación y el estudio del mismo», en 1876 se funda la Sociedad Geográfica de Madrid (denominada actualmente Real Sociedad Geográfica) siguiendo la estela de otras sociedades europeas.

Entre sus fundadores figuran Francisco Coello, quien pronto será elegido presidente; Martín Ferreiro, comisionado en la elaboración del mapa abulense; José Jesús de Lallave, autor del plano de casco histórico de 1837; y Abelardo Merino, cadete y profesor de la Academia de Administración Militar de Ávila, Cronista oficial de la ciudad entre 1922 y 1939, y autor de "La Sociedad Abulense durante el siglo XVI, La Nobleza" (1926). Igualmente, fueron figuras importantes de la Sociedad Manuel Torres Campos, profesor de la Academia militar abulense; y Manuel de Foronda, a quien el escritor abulense José Zahonero llamó el “docto historiador de la ciudad, su cronista e ilustrísimo”, quien fue miembro activo de la Sociedad desde su creación y de la que será Presidente Honorario como reconocido geógrafo, además un conferenciante habitual.

Otros cartógrafos que se ocuparon de dibujar la provincia de Ávila para otros tantos Atlas geográficos de España fueron Tomás López de Vargas (1769); José Antonio Elías (1850), Ed. Bachiller (1852); Martín Ferreiro (1864); J. Reinoso (1868); Ed. F. Rubio y Cía (1870), Emilio Valverde (1880); Diccionario Riera (1881) y Benito Chías Carbó (1902).

También son destacables los nombres de José Aguado, ingeniero militar que hizo un croquis de los caminos usados por los franceses en la Sierra de Ávila (1811); el geólogo Martín Donayre, que hizo el mapa de Ávila en 1879; Luis Ceballos Fernández de Córdoba, ingeniero de montes en el Distrito Forestal de Ávila, que redactó un Plan General de Repoblación de España (1935); y José Loeches Martínez delineante cartográfico especializado en el dibujo de perspectivas urbanas dibujó Ávila en 1964.

Entre los cartógrafos y geógrafos vinculados a Ávila destacables citamos a Antonio Ximénez, que hizo el plano del término de Diego Álvaro (1646); Gil González Dávila, cronista de Ávila, que elaboró el mapa del obispado de Michoacán, con escala gráfica (1649); Félix de Tejada, marino natural de Arévalo, que participó en la organización previa a la creación del Depósito Hidrográfico y el Atlas marítimo español (1783); Gonzalo O’Farril y Herrera, que fue cadete y luego profesor de matemáticas en Academia Militar de Ávila, y autor de planos del Alto Ampurdán (1785); Casiano del Prado y Vallo, ingeniero de minas, geólogo y escritor, que formó el Mapa Geológico de la Provincia Ávila (1854); y Juan Antonio Blázquez y Delgado, que fue cadete y profesor de la Academia de Administración Militar de Ávila e hizo de numerosos trabajos sobre la España Romana y sobre historia de la Cartografía medieval.

Por otra parte, aunque con fines turísticos y destinado a viajeros y con excaso rigor técnico, pero siguiendo la plantilla de Coello, de ahí su trascendencia histórica, dibujaron el plano de Ávila Emilio Valverde (Guía del viajero en Ávila, 1886), J. F. Hye Hoys (La España Teresiana, 1893), Antonio Blázquez y Delgado Aguilera (Guía de Ávila, 1896), Karl Baedeker (Sapien und Portugal, 1897-1908), Enciclopedia Seguí (1917), Elías Tormo (1917), (Enciclopedia Espasa (1928), Benito Chías Carbó (Guía, 1932), Cardillo Coca (Guía de Ávila, 1946), J. Herrero (Ruta teresiana, 1960), y Pedro Haro Sirvent (Vista aérea, 1973).

Para termina, traemos a colación las figuras que testimonian la especial atención que se prestaba a la geografía y la cartografía en la Academia de Administración Militar de Ávila. Entres sus nombres están entonces los profesores Rafael Torres Campos (1853-1904), José Valero Belenguer (1854-1853), Juan Antonio Blázquez y Delgado Aguilera (1859-1950), y Abelardo Merino Álvarez (1878-1939), a los que sumamos otro militar, Emilio Valverde Ávarez (1848-1894), Comadante graduado Capitán de infantería, además de cartógrafo, geógrafo y escritor, que dibujó un plano urbano de Ávila, si bien éste no estuvo en la Academia.

Una parte de la trayectoria de estos personajes y de la relevancia que tuvieron como geógrafos se recoge en la «Monografía Histórica de la Academia de Intendencia del Ejército, Ávila 1875-1931», de Rafael Fuertes Arias (1936), donde se da cuenta de la paticipación de Francisco de Coello en el homenaje al explorador africanista y Comisario de Guerra José Valero en la Sociedad Geográfica en 1893, con participación de Torres Campos y Juan Antonio Blázquez.

De la misma manera, Fuertes Arias recoge el enardecido homenaje de la Academia al Comisario de Guerra Rafael Torres Campos, padre del arquitecto Leopoldo Torres Balbás, de quien Aniceto Marinas hizo entrega de un busto de bronce, y siendo su memoralista el poeta Carlos Luis de Cuenca (La iIustración española y americana, 28/02/1898).

Finalmente, con Torres Campos vuelve a Ávila Francisco Coello en la obra de aquél titulada «Estudios geográficos» (1895), donde la provincia abulense ocupa un destacado lugar en el capítulo titulado «Nuestros ríos», sobre el que Coello escribe en el prólogo introductorio:

«Nuestros ríos es el título de un estudio geográfico de gran mérito e interés, donde se explican las circunstancias geológicas que han contribuido a determinar la formación y el curso de los ríos de la Península, estudiando los hechos físicos en relación con los históricos».

-Publicado en Diario de Ávila, domingo 12 de febrero de 2023.
- Ídem en Ávilared
https://avilared.com/art/67716/fotos-mapas-y-planos-de-avila-del-cartografo-francisco-coello