25 de noviembre de 2024

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De Crónicas

ÁVILA EN LA TARJETA POSTAL ILUSTRADA (1897-1950). TERCERA PARTE Y ÚLTIMA

ÁVILA EN LA TARJETA POSTAL ILUSTRADA (1897-1950).  TERCERA PARTE Y ÚLTIMA
ÁVILA EN LA TARJETA POSTAL ILUSTRADA (1897-1950).  TERCERA PARTE Y ÚLTIMA
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
  • 25 de Agosto de 2024
LA IMAGEN POSTAL EN LIBROS Y REVISTAS ILUSTRADAS. De la misma manera que la imagen de Ávila se multiplicaba a través de la tarjeta postal, también ocurría lo mismo a través de los libros y revistas ilustradas de la época, que utilizaban en muchos de los casos la misma postal fotográfica.

Causaron especial eco los reportajes fotográficos con vistas de la ciudad publicados en Nuevo Mundo (1902 y 1904), con fotografías de Narciso Clavería, Redondo de Zúñiga, y de Campúa; en La Esfera (1914-1931), donde sobresalen las fotografías de Ávila realizadas por Laurent, Hielscher, Wunderlich, el Conde de la Ventosa, Hernández Briz, Antonio Bonilla, Mayoral, Olmedo y Ortega, y Rueda; en Mundo Gráfico (1919), con fotografía de Luís R. Alonso; en Blanco y Negro (1926 y 1928), con textos de José Mayoral Fernández y fotos de Fernando López Beaubé y Mayoral; y en la revista gráfica Estampa (1928-1936) con fotos de Mayoral.
La prensa local tardó muchos años en incorporar la fotografía a sus páginas de una forma definitiva, lo que no se produjo hasta 1940, aunque lo hacía puntualmente coincidiendo con las fiestas de Santa Teresa, tal es el caso de los periódicos La República Española (1895), Heraldo de Ávila (1896), El Eco de la Verdad (1896), El Eco de Castilla (1904) y El Diario de Ávila (1904 y 1905).

Entre las revistas locales ilustradas sobresalieron las tituladas La Ilustración Abulense (1899), Para todos…Revista Semanal (1914-1915), y Ávila. Semanario Ilustrado (1921-1922), donde se publicaron fotos con regularidad de Julián Fuentetaja, Vidal, Duque y Mayoral.

La difusión y divulgación de la imagen fotográfica es una de las características intrínsecas a la propia fotografía. Es decir, la fotografía se concibe para ser mostrada y expuesta, y a través suyo se quiere enseñar y se procura aprender en un diálogo siempre buscado por el fotógrafo y amplificado por el comunicador de la tarjeta postal.

Las guías artísticas e históricas pronto utilizaron la fotografía como un elemento sustancial de su contenido, lo mismo que ocurría con las tarjetas postales, a pesar, a a veces, de su escasa calidad. Los deseos de promoción turística de Ávila propiciaron la aparición de diversas publicaciones y guías que incluían imágenes y vistas de una ciudad monumental y pintoresca.

En estas publicaciones, la panorámica que dibujan Ávila, su muralla y su rico patrimonio monumental, constituyen una visión identificativa de su historia y de su paisaje arquitectónico, así como de la propia configuración urbana de la ciudad, donde la mezcla del arte con lo pintoresco resulta enormemente atractivo para los viajeros y turistas.

La fotografía se convierte entonces en el fiel testimonio que da credibilidad al texto literario, y a través de ella se visualiza la historia de la ciudad, igual que sucede con las tarjetas postales ilustradas frecuentemente reproducidas en las publicaciones reseñadas.

Con todo, la fotografía de la ciudad monumental parecía haber tomado asiento en la quietud de las páginas de los libros de José Mª Quadrado (1884), con grabados sobre fotografías de Laurent; de Emilio Valverde (1896), también con fotograbados de Laurent; de Antonio Blázquez (1896), con fotografías de Isidro Benito, Isidoro Jiménez y otros; de Fabriciano Romanillos y Fernando Cid (1900), con “fotograbados” de Ángel Redondo de Zúñiga; de Albert F. Calvert (1908 y 1924), con fotos de Laurent, Alguacil y Lévy; de Henri Guerlin (1914), con fotos propias y de Hauser y Menet; de José Mayoral Fernández (1916), con fotografías de Julián Fuentetaja; del Marqués de San Andrés (1922), con fotografías de Hauser y Menet y otros; de Rafael Gómez Montero y Luís Belmote (1946), con fotografías sin identificar autor; de Ignacio Herrero de Collantes, Marqués de Aledo (1947), con fotografías propias. Y a estas guías habría que sumar otros títulos donde aparece ciudad retratada, como el Estudio Histórico de Enrique Ballesteros (1896); Recuerdos (1913) de José M. Ruiz de Salazar; el Manual del turista peregrino (1922) y Los viejos cosos (1927) de José Mayoral; La vida gráfica de Santa Teresa (1929-1935) de Fr. Gabriel de Jesús; Ávila. Arte y Turismo (h. 1933) con texto de Diego Sánchez Roses, y la Monografía Histórica de la Academia de Intendencia (1936) de Rafael Fuertes Arias; entre otros libros y guías que van apareciendo hasta la segunda mitad del siglo XX.

En el marco de la actividad divulgativa y promocional de la ciudad observamos que en los albores del siglo XX, Ávila recibe la visita de un viajero ilustre que recorre la ciudad a medio día y a pleno sol cargado con su equipo fotográfico.

Este singular personaje que retrata los monumentos y las gentes de Ávila en 1900 era Alois Beer, un fotógrafo austriaco autodidacta premiado en exposiciones internacionales, que trabaja para la corte real del imperio y viaje por el mundo para recoger imágenes de tipos y costumbres con los que ilustrar libros de arte y viaje como una guía de Ávila que en 1913 publicó Augusto L. Mayer, ilustrada también con postales de Hauser y Menet.

Por su parte, el escritor León Roch (seudónimo de Federico Pérez Mateos) captó en 1912 unas interesantes impresiones de Ávila en su recorrido por la ciudad. Le acompañaba en este viaje el fotógrafo Carlos Boronat, con cuyos ojos esperaba admirar mejor la ciudad amurallada, y fruto de la visita fue el libro profusamente ilustrado también con tarjetas postales de Hauser y Menet que tituló Por tierras de Ávila.

En 1914 la representación gráfica de Ávila cobra especial relevancia en la obra de Henri Guerlin, autor de libros de viajes que ilustra con sus propias fotografías. En este año, Guerlin publica en Francia las guías de arte tituladas Impresions de Voyage et d’Art y Les Villes d’Art Célèbres: Ségovie, Ávila et Salamanque con 38 fotografías y postales de Ávila, de las cuales veinte son realizadas por el propio Henri Guerlin, y el resto pertenecen a Laurent, Hauser y Menet, y Ramón González Nieto, y alguna postal editada por Lucas Martín.

A la vista de la afluencia de fotógrafos transeúntes que llegan de Madrid, e incluso de otros países, como hemos podido observar hasta ahora, sorprende que a los fotógrafos locales no les interesara la fotografía monumental o de reportaje, ni tampoco el de tarjeta postal.

Por esto mismo, es digno destacar la colaboración artística del fotógrafo abulense Julián Fuentetaja “Jaulat” en el interesante monográfico de José Mayoral Fernández titulado sugerentemente Ávila. Sta. Teresa. Postales en verso (h. 1909), donde en colaboración con Mayoral Encinar y a lo largo de cuarenta páginas reproduce otras tantas fotografías de vistas y establecimientos abulenses. La misma experiencia se repite en los libros de José Mayoral titulados La ciudad de Ávila.

Museo de arte antiguo. Relicario de fe y Santidad. Estación veraniega de primer orden. Fuente y riqueza comercial e industria publicado (1916) y en Los viejos cosos de Ávila (1927) de José Mayoral. Medio centenar de fotografías de Ávila atribuidas a Julián Fuentetaja ilustran dichas publicaciones, si bien alguna de ellas son reproducciones a partir de originales de otros autores.

Julián Fuentetaja, quien firmaba con el seudónimo de “Jautlat”, tenía su lujoso estudio cerca del Coliseo Abulense sito en la calle Estrada, donde también anunciaba la venta de postales, extendiéndose y su actividad fotográfica a colaboraciones editoriales y periodísticas.

Entre dichas actividades cabe citar su participación como reportero gráfico del diario ABC y de las publicaciones La Unión Ilustrada (1915), Para todos… Revista Semanal. Todo por Ávila y su Provincia (1915), y la revista Ávila. Semanario ilustrado (1922). Las fotografías de Fuentetaja no solían ser comercializadas como tarjetas postales, por lo que no figuran en las selecciones de este libro, sin embargo, las cartulinas sobre las que revelaba sus fotos llevaban al dorso impresa la leyenda “Tarjeta Postal”, lo que posibilitaba su circulación postal en una modalidad muy extendida entre todos los fotógrafos.

EL COSTUMBRISMO EN LA TARJETA POSTAL.

Frente a la temática monumental de la mayoría de las postales de Ávila, en el primer tercio del siglo XX cobra relevancia la corriente estética en la que predominan las fotografías costumbristas y del paisaje rural. Ávila ofrece escenas especialmente queridas con esta temática por lo que se convierte para el movimiento pictorialista español en uno de sus mejores escenarios. Esta corriente fotográfica tenía como objetivo la búsqueda de la belleza con intención de reivindicar los valores artísticos. Los pictorialistas conciben las fotografías como cuadros, donde las imágenes adquieren valores plásticos y texturas propios a través de procesos pigmentarios con retoques del autor, lo cual no tiene demasiado arraigo entre los editores de postales.

Los fotógrafos pictorialistas que acudieron en masa a Ávila, con la idea de retratar su paisaje monumental y las escenas campesinas que ofrecían sus plazas en días de mercado, eran en su mayoría miembros de la Real Sociedad Fotográfica de Madrid, y entre sus nombres estaban Ángel Redondo de Zúñiga, Antonio Cánovas del Castillo, Baltasar Hernández Briz, Narciso Clavería, Antonio Prast, el Marqués de Santa María del Villar, José Ortiz Echagüe, el Conde de la Ventosa y Antonio Calvache, a los que añadimos también el nombre del Doctor Arturo Cerdá y Rico, amigo del pintor López Mezquita.

Buen ejemplo del gusto pictorialista son entonces las postales de Redondo de Zúñiga y de Antonio Cánovas, las más divulgadas, y las de Wunderlich dedicadas a los pueblos del Valle del Tiétar.

RETRATISTAS EXTRANJEROS.

La estela de imágenes de los fotógrafos extranjeros Clifford, Laurent y Lévy, fue seguida a en el siglo XX por otros viajeros que apreciaban en Ávila la panorámica medieval que dibuja su fabulosa muralla, donde se guardaban atractivas formas de vida tradicionales y antiguas costumbres, y así fue retratada por los Srs. Garret, un matrimonio inglés que recorrió la ciudad hacia 1906.

El mismo sentimiento romántico atrajo también a Kurt Hielscher (1881-1948), quien en 1915 visita la ciudad y publica varias fotografías la revista La Esfera bajo el título “Ávila, monumental y artística”, y otras en el libro titulado La España Incógnita (1921).

La imagen de las murallas vistas desde la lejanía constituye las señas de identidad de Ávila, y así, la revista Estampa del 28 de febrero de 1928 encabeza el artículo ilustrado por Wunderlich con esta vista bajo el título “Las Murallas de Teresa”, el cual encabeza un texto de José Sánchez Rojas. El fotógrafo alemán Otto Wunderlich (1886-1975) llegó a España en 1917, año en el que comenzó a viajar con la cámara por encargo de anticuarios, empresas constructoras e industrias. Al mismo tiempo, Wunderlich también documentó Ávila y los pueblos de Gredos de donde editó un bloc de postales de veinte vistas, así como la España del momento, en fotografías espontáneas e intuitivas las cuales se publicaron en las revistas Blanco y Negro, Nuevo Mundo, La Esfera y Estampa, y sirvieron para ilustrar libros de geografía, y los folletos turísticos de Ávila y otras provincias editados durante la segunda república por el Patronato Nacional de Turismo.

Las fotografías de Wunderlich se comercializaron en una colección de fototipias sueltas titulada Paisajes y Monumentos de España, formada por veinte carpetas con diez vistas distintas cada una, donde Ávila aparece representada en una de ellas cobrando especial protagonismo en la contemplación de la muralla y en una perspectiva de la ciudad desde los Cuatro Postes.

Con similar afán a la del viajero Wunderlich, la “Hispanic Society of América” se ocupó de retratar España, y entre sus fondos Ávila ocupa un lugar destacado. La “Hispanic” es una institución fundada en 1904 en Nueva York por A.M. Huntington como biblioteca, museo y centro docente para fomentar el conocimiento de la cultura española, guarda un interesante fondo fotográfico de imágenes de España, y también de Ávila, creado por su fundador para documentar el arte y las costumbres españolas, el cual se nutrió con fotos de Clifford, Laurent, Alguacil, Hielscher y Ortiz Echagüe, y otras tomadas por los expedicionarios americanos A. Byne y Ruth Matlda Anderson.

Deteniéndonos ahora en estos últimos fotógrafos, conviene destacar que Arthur Byne y su esposa Mildred Sapley Byne, ambos arquitectos, recorrieron España durante 1915-1918, captando en Ávila diversas vistas de sus monumentos y gentes. Lo mismo hizo la historiadora Ruth Matilda Anderson, auténtica artífice de fondo fotográfico de la Hispanic Society que reunió en los viajes que hizo entre 1923 y 1930 la verdadera esencia de Ávila y la España rural.

De su rica colección, la Hispanic editó hacia 1928 una serie de postales de toda España con vistas de pueblos y ciudades, así como copias de pinturas de Sorolla y otros artistas, donde Ávila aparece representada en su catedral, el convento de santo Tomás, la puerta del Alcázar y en sus murallas, así como en el cuadro de Sorolla “La fiesta del pan”.

Con igual interés llaman la atención las fotografías que publicaron los americanos Arnold Genthe (1922), Alice Van Leer Carric (1930), Charles I. Freesto (1930), Henry Albert Phillips (1930), George H. Pound, el arquitecto Kidder Smith (1957), y Eliot Elisofón (1962), aunque en estos casos sus vistas no se reprodujeran en tarjetas postales.

Entre los viajeros franceses que retrataron Ávila ya ahora las imgenes que tomaron el matrimonio Marcel y Jane Dieulafoy (1890-1913), el hispanista Maurice Legendre y el fotógrafo M. E. Boudot-Lamotte. (1928-1936), así como las citadas postales de José Lacoste y Lucien Roisin, las fotos del inventor de artilugios estereoscópicos Jules Richard, las de Ivonne Chevalier (1950), y las de Jean Dieuzaide -Yan de Toulouse (1954).
Finalmente, otros ilustres viajeros que retrataron la ciudad fueron el alemán Kart Meter Karfeld para el libro Spanien. Ein Farbbildwerk (1939) que prologó Francisco de Cossio, el holandés Cas Oorthuys (1950) y a la austriaca Inghe Morath (1953). Y todo, aunque de tan extenso elenco de fotógrafos, en la divulgación de imágenes entre el gran público sólo sobresalieron en su época las postales de Wunderlich y la Hispanic.

A SANTA TERESA DE JESÚS.

A Santa Teresa de Jesús, con esta dedicatoria se publicó el 15 de octubre de 1905 por El Diario de Ávila un número especial dedicado a Santa Teresa. La importancia de este número radica precisamente en la publicación en el mismo de varias fotografías, igual que ya había ocurrido en el extraordinario editado el año anterior, lo que seguía siendo algo excepcional.

Así, se incluye una imagen de las murallas vistas desde el otro lado del río Adaja, en el poniente de la ciudad, firmada por Rajal; una segunda vista de Juan Fournier también recoge las murallas, esta vez desde el lado sudoeste; y una tercera fotografía, también de Juan Fournier, muestra los puentes nuevo y viejo sobre el Adaja.

Además de estas fotografías se incluyó otra de la imagen de Santa Teresa en la primera página, y una última firmada por Juan Aguirre de las enseñas históricas y llaves la ciudad que se conservan en el Ayuntamiento.

Homenaje a Santa Teresa es el título de la publicación editada con motivo el tercer centenario de la beatificación de Teresa de Jesús (1614-1914), donde se incluyen numerosas ilustraciones, fotografías y postales ilustrando el texto de Blanca de los Ríos. Al mismo tiempo.

Los acontecimientos que habitualmente se sucedían en la ciudad no eran tan extraordinarios como para atraer a los intrépidos reporteros gráficos madrileños, por eso resultó sorprendente su presencia en marzo de 1922 para cubrir los actos del Centenario de la canonización de Santa Teresa, pues ello demostraba la importancia de la conmemoración. Dichos actos fueron retratados por Julio Duque y José Vidal, miembros del llamado grupo de los héroes del reportaje fotográfico, en el que se aglutinaban jóvenes que sorprendían por su intuición y su buen hacer, además de por el fotógrafo abulense José Mayoral Encinar.

El reportaje de Ávila, siempre identificada con su muralla, que hicieron Vidal y Duque, y también Mayoral, fue publicado en el semanario ilustrado Ávila, dando cuenta así del importante acontecimiento que por esos días hizo de Ávila y Santa Teresa el centro de atención de la prensa gráfica. Con tal motivo, La Esfera publicó sendos reportajes a doble página de Sánchez Rojas con fotografías de Ávila tomadas de Laurent, y Mayoral.

Como ya hemos visto, el III Centenario de la Canonización de Santa Teresa fue el motivo por el que la fotografía cobró un protagonismo insospechado. Así, en abril de 1922 había quedado impreso en Salamanca el Álbum Gráfico de tan importante conmemoración, donde se incluyen multitud de fotográficas de Santa Teresa, de vistas de la Academia de Intendencia y de monumentos de Ávila, siguiendo en este aspecto la misma línea que en libro Homenaje a Santa Teresa, editado coincidiendo con el centenario de beatificación (1614-1914).

En el mismo año de la Canonización, el Marqués de San Andrés, D. José Nicolás de Melgar y Álvarez de Abreu, publica el 28 de mayo de 1922 una guía titulada Ávila y sus monumentos, con prólogo de su hermano, y promotor del Centenario, el Marqués de Piedras Albas, dibujos de Antonio Veredas, y varias postales fotográficas de Hauser y Menet y de Redondo de Zúñiga, hecho curioso si sabemos que el propio Marqués de San Andrés era un fotógrafo aficionado premiado en el concurso organizado en Ávila en 1907.
Siguiendo con el protagonismo de la Santa y su atracción para la fotografía, descubrimos que toda la historia gráfica de Ávila está recogida en más de mil fotografías que se incluyen en la obra del Padre Fr. Gabriel de Jesús titulada “Vida gráfica de Santa Teresa de Jesús” (1515-1582), publicada en cuatro tomos en los años 1929 y 1935.

Recrearse con estas imágenes es viajar por la ciudad amurallada retratada en el primer tercio del siglo XX con la imaginación puesta en la época de Teresa de Jesús. Entre los fotógrafos que aparecen reseñados en dicha obra encontramos los nombres de E. Bilbao, Cacho, Alfonso Ciarán, Dubois, Franguli, F. Géser, Ramón González Nieto, Huertas, López Beaubé, J. Lunas, Llopis, Mayoral, Montoro Plaza, Moreno, Ceferino Núñez, Otón, Parra, Redondo de Zúñiga, Rodríguez, Torrente, L. Uruñuela y Ángel Villar, además de las típicas postales de la época.

Finalmente, las postales de la Santa tuvieron también enorme éxito, especialmente las de José Mayoral Encinar, las de los dibujos de Antonio Veredas y los blocs de veinte o diez tarjetas cada uno titulados “Ávila Teresiana” (h. 1915) y “Recuerdo de Santa Teresa de Jesús. Ávila” (h.1950), en los que incluían, además de retratos de su imagen, vistas de los monumentos más importantes de la ciudad.

IMÁGENES PARA ARTE Y EL TURISMO.

Ya en 1913, Ávila era una de las ciudades más atrayentes para el turismo a lo que contribuyen las postales fotográficas que circulan continuamente, y en estos términos se hablaba de turismo como idea globalizadora de la historia y el arte de un lugar que debe visitarse, tal y como se recoge en las publicaciones especializadas de la época. Ávila fue pionera en la organización de la actividad turística, uno de los sectores más relevantes de la economía provincial, cuando en 1918 se constituyó la primera Federación de Entidades Turísticas que presidió Salvador García Dacarrete, donde también destacó el periodista Vega-Alberche fundador del semanario ilustrado Ávila, quien promovió decididamente desde sus páginas el turismo abulense.

En 1929 se celebra la Exposición Universal de Barcelona, y allí se presenta una excelente colección fotográfica que había recopilado el Arxiu Mas de todos los monumentos, lugares históricos y riquezas artísticas existentes en la provincia de Ávila.

La adquisición de dicha colección de 1.158 fotografías fue realizada por la Diputación Provincial que presidía el coronel Ángel de Diego y Capdevilla, con destino a esa institución, demostrando así una especial sensibilidad por el patrimonio cultural de Ávila, lo que le valió el cargo de Presidente de la Comisión Provincial de Monumentos.

Las fotografías de Ávila del Arxiu Mas que adquirió la Diputación Provincial fueron realizadas en la campaña de 1928 por Pelayo Mas Castañeda (1891-1954), hijo del fotógrafo Adolfo Mas, fundador del archivo que lleva su nombre y cuyo fondo había empezado a formarse a partir de 1900.

Estas imágenes son de una extraordinaria calidad y su utilización ha sido fundamental en la ilustración y edición del Catálogo monumental de Ávila (1900) de Manuel Gómez Moreno, publicado en 1983, como también lo fue en la ilustración del libro Ávila monumental (1952) de Santiago Alcolea, entre otras obras.

Como vemos, las fotografías del archivo Mas sirvieron para documentar y estudiar el patrimonio histórico artístico de Ávila, y también como medio de promoción turística de la ciudad amurallada, por lo que no en vano fueron incluidas en los folletos que editó con tal fin el Patronato Nacional de Turismo en 1930.

Finalmente, algunas fotos de Pelayo Mas de la provincia de Ávila se comercializaron como cromos coloreados de gran atractivo.
Con la institucionalización de los Patronatos de Turismo en España en 1930 se empezó a promocionar la ciudad y su muralla a través de publicaciones y folletos, donde la literatura dejaba paso al lenguaje visual. A esta idea, propia de las tarjetas postales, contribuyeron enormemente las fotografías de Ávila que hicieron Antonio Prast, el Marqués de Santa María del Villar, Otto Wunderlich, José Mayoral Encinar, Pelayo Mas, Loty, Josep María Lladó, Mariano Moreno, Rodríguez, Marín, A. Verdugo, Joaquín del Palacio “Kindel”, José Mª Velayos y Santos Delgado, así como los libros de fotografías de Ignacio Herrero de Collantes (Marqués de Aledo) y de Emmanuel Sougez, y las guías de Ávila de Santiago Alcolea (1952) con fotografías del archivo Mas, de Camilo José Cela con fotos de Eugen Haas (1957), y de Luis Belmonte con fotografías de Antonio de la Cruz Vaquero (1965), entre otras. Todos ellos dejaron importantes fondos fotográficos que testimonian la historia monumental de Ávila, la cual se divulgó en guías y folletos, incluso en postales.

La guerra civil supuso la paralización de la intensa y progresiva actividad fotográfica del primer tercio de siglo, cerrando numerosos talleres y estudios, no reanudándose la producción de postales, por ejemplo, hasta la década de los cincuenta. Y así ocurrió con la empresa Loty que cerró en 1936, siendo vendidos sus fondos a la Casa Arribas de Zaragoza. Lógicamente, en tiempos de guerra no circulaban muchas postales y las materias primas como el papel y los carretes eran bastante escasos, por ello llaman la atención las fotografías que hicieron los miembros de la Legión Cóndor asentados en Ávila. Entre estas imágenes encontramos escenas de desfiles en el Mercado Grande, vistas aéreas alrededor de la ciudad amurallada o escenas de soldados motorizados con la muralla al fondo, en las que se respira la frialdad y soledad de los tiempos de guerra.

Paul Charavel, Hernández Nájera, Antonio Veredas y J. Rovira Mestre son algunos de los pintores que retrataron la ciudad cuyas obras sirvieron para ilustrar tarjetas postales, con lo que el dibujo y la pintura sustituyeron la tradicional imagen fotográfica. Este ejemplo fue muy extendido en la reproducción de cuadros de los museos más importantes como el Prado, como prueban las ediciones De Hauser y Menet, Lacoste y J. Roig. Con igual acierto, la Hispanic Society of América reprodujo sus fondos pictóricos.