16 de septiembre de 2024

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De Crónicas

EL UNIVERSO BERCIAL

EL UNIVERSO BERCIAL
EL UNIVERSO BERCIAL
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
  • 27 de Agosto de 2023

 Han sido 279 los relatos presentados al IV Concurso de Relato Breve que lleva por título genérico “Horizontes”, organizado por el Centro de Estudios Bercialeños “El Calvache” de Bercial de Zapardiel (Ávila). Los concursantes proceden de Latinoamérica (130), Francia, Reino Unido, Estados Unidos, Italia, Canadá y Taiwán y, prácticamente, de la totalidad de las provincias españolas, principalmente de Madrid Barcelona, Sevilla o Valencia, sin olvidar a canarios, asturianos, gallegos, castellano-manchegos, catalanes o vascos. También es destacable la participación de Castilla y León y, particularmente, de la provincia de Ávila (Ávila, Arévalo, Mingorría, Cantiveros y Bercial).

Por nuestra parte, vistos los textos presentados en su conjunto, sin conocer a sus autores, ni a los posibles ganadores del concurso, y sin hacer valoración literaria alguna de contenidos, hemos descubierto un sorprendente universo de palabras y nombres con los que componer un rico imaginario de personajes, autores ideales de lecturas inspiradoras, lugares vivenciales de habitantes de fábula, plasticidades, películas y músicas. Todo un microcosmos formado por vocablos viajeros que se acomodan en los relatos, los cuales nos transportan a un mundo de fantasía en el que se agolpan voces que surgen a borbotones en una multiplicidad y dispar narrativa.

A partir de aquí, y con estas mimbres, construimos el Universo Bercial. En él se incluyen las poblaciones convertidas en escenarios discursivos y espacios novelescos, y se confecciona un padrón con el nombre de pila de un vecindario que quiere salir del anonimato entre libros, historias de película, músicas y recuerdos.

LUGARES: Como si se tratara de una galaxia, los “cartógrafos” participantes en el concurso literario han trazado la topografía imaginaria con el nombre de numerosos lugares en los que transcurre la acción de los relatos, los cuales salpican como tropezones su inmensidad interplanetaria, con la siguiente nomenclatura, tomada tal y como aparece aleatoriamente en las distintas páginas:

Almería, Al-Qadir, Ámsterdam, Arbeteta, Argentina, Arrecife, Asunción Avellaneda, Aldehuela, Ávila, Barcelona, Barromán, Beardsley, Belfast, Bercial, Béjar, Bolonia, Burkina Faso, Cancún, Casbas de Jaca, Castellón, Ceuta, Cisjordanía, Ciudad Juárez, Chihuahua, Colorado, Coruña, Costa Teguise, Cuba, Distrito de La Victoria, Domingo García, EE.UU, Etiopía, Iguña, India, Honolulú, Judea, Kiev, Lanzarote, Londres, Madorra, Madrid, Mamblas, Marruecos, Mecio, Melilla, Miguelañez, Mijares, Misiones, Moraña, Murcia, Nueva York, Ojinaga, Ortigosa de Pestaño, París, Piedrahíta, Port Bou, Puebla de Sierra, Radda in Chianti, Roma, Rusia, Santa María la Real, Santa María de la Roca, Serranillos, Siberia, Sigüenza, Sitges, Tamulipas, Teruel, Tijuana, Ubrique, Valencia, Yaiza y Zaragoza.

En los lugares reseñados, las experiencias narrativas toman asiento en bosques, casonas, cementerios, cuartos, cuevas, dormitorios, estaciones, galaxias, geriátricos, hospitales, la luna, mares, montes,  playas, pueblos, residencias, restaurantes, trigales, trenes, el universo, velatorios y en el imprevisible mundo de las redes sociales (Tic-Toc, Facebook, Google, Twitter, Instagram y WhatsApp).

PADRÓN DE HABITANTES. Robamos vocablos y lenguajes para construir con ellos el que hemos dado en llamar Universo Bercial. Las gentes que lo pueblan forman un singular padrón de habitantes, cuyos nombres se deslizan por las páginas de las historias relatadas. Pensar en ellos y pronunciarlos supone un acercamiento a la existencia de los nombrados y de sus circunstancias. En esto, rescatamos las siguientes identidades nominativas:

Abdel Alim,  Abdón, Adán, Adela, Afrodisio, Agustín, Alberto, Alejandro, Alejo, Alex, Alexandro, Alfredo, Alicia, Amambái, Amanda, Ana, Andrea, Ángela, Anselmo, Antonio, Araceli, Artemisa, Audrey, Basilio, Beatriz, Beto, Bruno, Bruño, Carla, Carlota, Carlos, Carmen, Caro, Carolina, Celestino, Clara, Clare, Claudia, Concepción, Conrada, Cosme, Cristina, Damián, Daniela, Deborah, Delfina, Dionisio, Dolores, Dulcinea, Edelmiro, Eduardo, Edgar, Efraín, Elena, Eleonora, Eligia, Eloisa, Elsa, Engelberto, Enma, Enrique, Esperanza, Estrella, Eufrasio, Eustaquio, Eva, Evan, Ezequiel, Federico, Felicitas, Félix, Fermina, Francesca, Frida, Gabriela, Genaro, Germán, Gisela, Gloria, Gregorio, Holdem, Humbert, Ignacia, Iryna, Jacinto, Jaime, Javier, Jonás, Joaquín, José, José Félix, Francisco, Josefina, Juan, Leandro, Leire, Lena, Lidia, Lincoln, Loreley, Luana, Lucía, Luciano, Luis, Lupe, Manuel, Marce, Marcela María, María Luisa, Margarita, Mari Berta, Mario, Martín, Mateo, Matías, Maruja, Mary, Melanie, Miguel, Mindi, Moncho, Mauricio, Natali, Nicolás, Ofelia, Olga, Oscar, Pamela, Patricia, Pattie, Pedro, Pepe, Pepa, Peter, Pietro, Raimundo, Ramiro, Ramón, Raúl, Restituto, Roberto, Rodolfo, Rosa, Rosana, Rossy, Remigio, Rubén, Samanta, Sandra, Santa, Selene, Silvina, Sofía, Sonia, Susana, Tatiana, Tato, Teófilo, Trinidad, Uliana, Víctor y Yolanda.

Detrás de los nombres relacionados están todas las edades del hombre y estadios vitales de la persona. Así, los personajes y tipos que afloran son niños y niñas, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, abuelos y abuelas, padres y madres, hijos e hijas, hermanos y hermanas. Todos ellos son la expresión dinámica de la evolución humana por la que transita la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, amores y desamores, ilusiones y angustias, engaños y fantasías, sueños y recuerdos, deseos y remordimientos, utopías y distopías, ficciones y realidades, salud y enfermedad, y premios y castigos.

Entre las pasiones de los actores que protagonizan cada relato, son destacables los amoríos que se cruzan en su existencia, los cuales  se describen, según las situaciones que se narran, como verdaderos, eternos, aletargados, furtivos, fantasiosos y platónicos. Lo mismo que son llamativos algunos aspectos de la condición sexual de los intérpretes, de quienes se recrean relaciones heterosexuales o de LGTBI en escenas llenas de erotismo y, por el contra, de violencia.

La salud es otra de las preocupaciones de los habitantes del universo conformado en los relatos de Bercial, siendo por ello que en algunos de ellos se trata sobre la antigua epidemia de cólera, el cáncer, el alzhéimer, el síndrome postraumático, el covid 19, la demencia, la depresión, el aborto y la bulimia. Dicha circunstancia impregna historias sobre las que giran emotivos recuerdos y ansias de superación.

Y como el hombre no vive solo, sino rodeado de un extraordinario mundo animal, proliferan los cuentos por los que pululan mascotas (perros y gatos), animales domésticos (burros, ovejas, vacas y caballos), aves que pueblan la campiña literaria (pájaros, gorriones, periquitos y urracas), piezas de caza (codornices y patos), toros de lidia, animales salvajes (ardillas, águilas, lobos, ciervos y osos), toda la fauna africana, y algunas plagas, causa de pesadillas (ratas, cucarachas y hormigas). En otro lugar aparecen mariposas, que significan amor, libertad, y buenas noticias, y libélulas, símbolo de buena suerte.

Si tuviéramos que hablar de civilizaciones, razas, pueblos, religiones, o ideologías, por las escrituras presentadas, además de los paisanos con nombre propio también desfilan hombres de cromañón y neandertales, romanos, chinos, árabes, indígenas, guaraníes, africanos, libertadores de nazis y fascistas, e, incluso, alienígenas y androides. Sobre las creencias religiosas, entre los personajes hay católicos, seguidores del buda Siddhartha, Testigos de Jehová, judíos, protestantes, musulmanes y agnósticos.

En ocasiones, los protagonistas de las narraciones se reencarnan en pintores consagrados como Joaquín Sorolla y Maruja Mallo, así como en admiradores y atentos observadores de la obra de Diego Velázquez (El triunfo de Baco, Los borrachos), Caravaggio, Leonardo da Vinci (“La pintura es una cosa mental”), El Bosco y Élisabeth Vigée Le Brun (María Antonieta), citándose también a la pintora alemana Sibylle Szaggars a propósito de su relación marital con Robert Redford.

A la pléyade de nombres enunciada en el padrón cabe añadir la ocupación y oficio de algunos de ellos, lo que extraemos, igualmente, de las tareas que tienen encomendadas en el relato. Según los quehaceres y actividades que se les asignan, sabemos de las profesiones de los habitantes del Universo Bercial por su militancia en los gremios de abogados, anacoretas, asesinos, asesores, astronautas, bailarines, camareros, campesinos, cantantes, cazadores, ciclistas, comerciantes, comisarios, cuentacuentos, detectives, emigrantes, estudiantes, limpiadoras, economistas, enfermeros, enterradores, ermitaños, fotógrafos, funcionarios, futbolistas, gánsteres, inspectores policiales, labradores, maestros, médicos, monjes, muecines, músicos, notarios, parapsicólogos, fantasmas, pastores, predicadores, profesores, prostitutas, recaudadores, sacristanes, sepultureros, sacerdotes, soldados, taxistas, terroristas, toreros, traficantes, trovadores, vagabundos, veterinarios y voluntarios de ONG.

Finalmente, retomamos los contenidos que constituyen el fondo de las tramas en los que se desenvuelven los personajes, los cuales tratan sobre temas tan dispares, y a la vez tan conectados, como los abusos, acosos, alertas galácticas, amistad, amor, amoríos, ansiedades, añoranzas, arte, asesinatos, cantos, caza, deporte, depresiones, deshonra, desventuras, devaneos, diversidad, emociones, enamoramientos, encuentros, enfermedades, engaños, entrega, equívocos, espacio, exilio, familia, fantasmas, fiestas, fobias, fugacidades, guerra, ilusiones, infancia, juegos, leyendas, magia, memoria, miedos, migraciones, músicas, muerte, naturaleza, obsesiones, pesadillas, rebeldía, recuerdos, reencarnaciones, reflexiones, robótica, sentimientos, sexo, síndromes, sueños, suicidio, tauromaquia, tiempo, trastornos, vejez, viajes, voluntariado, etc.

BIBLIOTECA. La literatura que los veedores aprendices de escritores escurren entre líneas, a modo de doctos ilustrados, constituye una incipiente colección de títulos y autores cuya nombradía acompaña a los textos del concurso. Son citas, menciones y referencias que destilan personajes novelescos, aventuras, poemas, cuentos, fantasías, etc. de los concursantes. Con ello formamos la biblioteca borgiana de Babel y el cervantino “donoso escrutinio” de Bercial.

De Platón es la frase enigmática: “Con el toque de amor, todo el mundo se convierte en poeta” (El banquete). Algunos personajes tienen en la Biblia su libro devocionario siendo Moisés su guía. La comedia pacifista Lisístrata (Aristófanes) se representa frente a la guerra. Para viajar por la Edad Media se ofrece como guía el libro de caballería Tirant lo Blanch (Joanot Martorell). La maravillosa Dulcinea del Toboso aparece como ilusión amorosa, lo mismo que el conversador Sancho en la obra de Cervantes (Don Quijote), quien también menciona el río Zapardiel famoso por su pesca (Viaje del Parnaso).

Borges es referente de maestría narrativa (Juan Muraña). La poesía musicada de Pablo Neruda es una dedicatoria de enamorado. Las dulzainas segregan azúcar de viento adictiva para nuestros pies, felicidad sonora que bien captaron Rubén Darío (Cantos de esperanza) y José Lezama Lima (La fijeza). Como flor de fuego aparecen los cuentos de Philip Roth (Goodbye, Columbus). Las palabras se rebelan en La Isla del Tesoro (Louis Stevenson) y El Conde Montecristo (Alejandro Dumas), lo mismo que las aventuras se suceden de la mano de Julio Verne (El rayo verde y El capitán Nemo), mientras que las tramas bélicas son cosa de Sven Hassel. El llamado síndrome de Stendhal que el escritor describió en su diario (Roma, Nápoles y Florencia) es aquí sorpresa atribulada más que reacción romántica.

Las lágrimas de cristal son como los animalitos de Tenesse Williams (El zoo de cristal). La admiración y protagonismo femenino se canta en los versos de Calderón (Los tres afectos de amor), Gustavo Adolfo Bécquer (Rimas) y José Martí (Versos sencillos). En otro lugar, algunas novelas envuelven la atmósfera del relato con los títulos Madame Bobary (Gustave Flaubert), Ana Karenina (León Tolstói), Cien años de soledad (García Márquez) y Pedro Páramo (Juan Rulfo).

Camino del exilio brotan la poesía de Antonio Machado (Campos de Castilla) y la filosofía poética de María Zambrano (Claros del bosque). La autoayuda y fantasía están en El caballero de la armadura oxidada (Bobert Fischer), Alicia en el país de las maravillas (Lewis Carroll) y Peter Pan (James Matthew Barrie). El horizonte se abre con el libro de Richard Bach (Ilusiones) y, por el contrario, se plantea si la soledad puede abocar a elegir a Nietzsche, alcohol o demencia. Lo que nos quedó por decir es la novela protagonizada en el concurso por Sandra, un título convertido aquí en reencuentro de identidades familiares que también tomaron Sofie Cramer  (Heidi Goch) y Cristina Peri Rossi.

De la literatura infantil son los cuentos Hansel y Gretel, Blancanieves, El Lobo feroz, Caperucita roja, y Los tres cerditos, con nuevas lecturas y versiones. Lo mismo que son testimoniales de la infancia el cuento El soldadito de plomo (Cristian Andersen), los versos de Gloria Fuertes (Poemas de la oca; Un globo, dos globos, tres globos...) y las series del brasileño Monteiro Lobato (El reinado de Naricita).

 

Finalmente, entre los epígrafes y las lecturas se mencionan también al Marqués de Sade, al rebelde Fernando Vallejo, y al novelista educador Herman Hesse (Demian), así como las poesías de Teresa de Calcuta (Enseñarás a volar), César Vallejo, Javier Heraud, Juan José Vélez Otero y, por todos, la dedicatoria a Clarice Lispector (Felicidad clandestina).

DE PELÍCULA. El cine es el espejo en el que se reflejan algunos escritos, en los cuales se proyectan imágenes y situaciones que ilustran el discurso narrativo de los concursantes. Así, la cartelera diseñada en el conjunto de relatos ofrece una entretenida sesión continua de títulos que fluyen en la imaginación de los personajes.

La ventana indiscreta (Alfred J. Hitchcock), con James  Sterwart y Grace Kelly, es la ventana al mundo entre cuatro paredes. La frase “juro que no volveré a pasar hambre” de Lo que el viento se llevó (George Cukor, V. Feming, S. Wood), retumba en boca de una mujer “apaleada”. El rodaje de Orgullo y pasión (Stanley Kramer), con Gary Grant, Sofía Loren y Frank Sinatra, es el recuerdo de la actuación de las gentes de Ávila como extras e improvisados actores. Desayuno con diamantes (Blake Edwards), con Paul Varjak -George Peppard- y Audrey Hepburn, es la metáfora de que “somos un par de seres que no se pertenecen”. La tensión de El último tango en París (Bertoluchi), con Marlon Brando y María Schneider, también se siente entre jóvenes. A hard day’s night (“La media noche de un agitado día”) es el título protagonizado por Los Beatles en un alarde de sintonía pop.

Luis Buñuel es el referente en este caso del ambientes tenebrosos de cielo negro y espesa niebla, mientras que Bambi (Walt Disney) lo es de un comienzo de desasosiego y desazón. Las simpáticas figuras orondas de la esperpéntica Amarcord de Federico Fellini nos deslumbran comiendo en Italia. “Qué difícil olvidar a quien apenas conocemos”, es una máxima de la directora Isabel Coixet (Cosas que nunca dije) que hemos podido comprobar su acierto. El comic de El caballero oscuro (Frank Miller) es el héroe aventurero de las historietas de Batman que se mezcla en sueños de enamorado. Lo mismo que  sobresalen las actrices Marilyn Monroe y Zalma Hayek a las que se suma el icónico Robert Redford. Finalmente, resulta paradógico que la telenovela mexicana Lazos de amor (Televisa) tenga efectos liberadores.

AMBIENTE MUSICAL. La música esparce notas que atemperan el espíritu de los personajes. La gran variedad de géneros musicales que se cuelan entre líneas ambientan originales historias y situaciones, a la vez que nos contagian de emotivos sentimientos. Todo se envuelve entre orquestaciones clásicas, músicas de jazz, evasión, protesta, rock, pop, verbena, infantil, sacra, navideña, etc. Es un desfile de canciones y melodías de los más diversos géneros que nos hablan de tipos variopintos y sus especiales estados de ánimo, al tiempo que se crea una singular atmósferas a su alrededor.

Embebidos de sonidos musicales, tomamos los relatos como partituras en las que, mentalmente, se pueden escuchar piezas clásicas como Preludio en do mayor, de Juan Sebastián Bach; sinfonías de Beethoven; óperas de Wagner; Un Bel di Vedremo, Burerfly, de Giacomo Puccini; y La niña [moza] de los cabellos de lino y Claro de luna, de Claude Debussy.  En otros relatos, el jazz se disfruta en las melodías de Eric Dolphy (Left Alon) y en el saxofón de John Coltrane. Como contrapunto, repica el rock an roll de Elvis Presley y el sonido country de Johnny Cash, a lo que contribuye la memoria de Pattie Boyd que trae el rasgueo de las guitarras del beatle George Harrison (Tears in Heaven y Something), del compositor Eric Clapton (Layla) y del stone Keith Richars (o de Ronnie Wood). Y a ellos se suma la banda británica The KVB y el activismo de Sinéad O’Connor (Nothing Compares 2U), canción de Prince que aquí respira sentimiento de tristeza.

Todo un contraste con música española de los años sesenta, algunos de cuyos intérpretes que se citan en los relatos son los grupos “Fórmula Quinta”, “Los Bravos”, “Los Payos” y el “Dúo Dinámico” (Esos ojitos negros; Te perdí). A estos siguen los éxitos eurovisivos de Massiel (La, la, la) y Cliff Richard (Congratulations), así como Nino Bravo, Julio Iglesias y Mocedades. Y en este clima de nostalgia inspirador de algunos textos no podían faltar los tangos de Carlos Gardel (Volver) y los boleros de “Los Panchos” (Aquellos ojos verdes) y de Antonio Machín (Dos gardenias). A ellos se añaden las conocidísimas canciones No me quieras matar corazón; Aquellos ojos verdes; y Oh Reina de mis amores de mirada serena, las cuales tuvieron numerosos intérpretes y diversas versiones, así como ¡Qué será!, de José Feliciano.

El pop encuentra un enriquecedor contraste generacional en las canciones de Los Secretos (La calle del olvido), Miguel Bosé (Amante Bandido) y Rafa Pons (Hambre de balón). Y entre medias, el reguetón de Luis Fonsi (Despacito) que se cuela en el amplio repertorio de las  últimas músicas.

Cambiando de registro, el “mártir” chileno, héroe de la canción de autor, Víctor Jara, es la inquietante memoria del pueblo (Duerme, duerme, negrito -“tu mamá está en el campo”). Y siguen los canta-autores de renombrada e inquieta trayectoria que tañen con voces inconfundibles en la mente de nuestros relatantes, tales como Luis Eduardo Aute (Vailina), Joaquín Sabina (Calle Melancolía), Ismael Serrano (Papá cuéntame otra vez), Ana Belén (Peces de ciudad) y, por supuesto, Joan Manuel Serrat.

Por otro lado, la música popular de tradición oral está protagonizada en esta ocasión por una versión anónima del Romance de Gerineldo, todo un poema amoroso de caballería del que también se ocupó Federico García Lorca, el cual suena aquí como un original testimonio poético de creación literaria.

Por último, no se olvidan en algunos escritos la música que se respira en fiestas con charangas y en verbenas con orquestas de veladas, ni las tonadas relajantes de blues, los toques taurinos y procesionales, el susurro de las dulzainas castellanas con el acompañamiento de tamboriles y redoblantes, y algunas melodías infantiles.

Fuera aparte, sobre el universo reseñado, un jurado compuesto por el escritor Cristóbal Medina Montero, el Profesor de Literatura José María López García y uno mismo, decidirá, al tiempo de este artículo, sobre las historias mejor contadas y mejor armadas con los pertrechos descritos y la creatividad de los autores.

El fallo del concurso puede verse en:

https://www.facebook.com/groups/1388761388066733/permalink/3478093005800217/