Hace unos días nos despedimos en Ávila del profesor Francisco Ruiz de Pablos (Iznalloz, Granada, 3/12/1940 – Salamanca, 19/08/2023), uno de los ilustrados librepensadores más relevantes que hizo de Ávila el centro de sus investigaciones sobre la inquisición y el protestantismo del siglo XVI, así como de su activismo socio cultural y juicio crítico en defensa del patrimonio histórico abulense.
Además, fue un intelectual reconocido y amigo sabio de inquietudes desbordantes, lo que ahora hace que este artículo tenga un carácter más personal de lo habitual. Y es que se da la circunstancia de que en 2021 Ruiz de Pablos fue uno de mis ‘padrinos’ en el nombramiento como Cronista Oficial de la ciudad de Ávila, lo que defendió con generosidad al resaltar el acierto de tal designación atendiendo a la inquietud cultural demostrada en «defensa de los valores de las gentes abulenses de ayer y de hoy».
En la remembranza sobre la agitada biografía de Ruiz de Pablos recordamos que era natural de la localidad granadina de Iznalloz, donde tenía ascendencia paterna, y que cuando contaba seis años se trasladó con la familia al pueblo de Nava de la Asunción (Segovia), de donde era natural su madre. Allí, su padre, que había sido guardia de asalto en Madrid durante la guerra civil, trabajó como carpintero, oficio del que presumía nuestro amigo Paco: «Yo soy hijo de carpintero».
En los años sesenta, al poco tiempo de licenciarse en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid, donde fue alumno del memorable lingüista Sebastián Mariné, padre de quien fuera directora del Museo de Ávila, María Mariné, se asienta en su pueblo segoviano como profesor del Colegio Libre Adoptado, una novedosa modalidad educativa implantada dentro del programa de expansión de las enseñanzas medias en la España rural. Posteriormente, en un cambio radical de escenario, pasa a impartir docencia en África por encomienda de la UNESCO. Más tarde, se traslada a Alemania, seleccionado por el Instituto Nacional de Bachillerato a Distancia para impartir el Bachillerato Unificado Polivalente y el Curso de Orientación Universitaria a alumnos residentes en el extranjero.
En el país germánico permaneció cinco años y medio, lo que le permitió aprender y hablar perfectamente el idioma alemán. A la capital abulense llegó en 1984, y aquí ejerció su magisterio como catedrático de Latín en el Instituto Isabel de Castilla durante casi treinta años, transmitiendo también conocimientos como Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación y aplicando nuevos métodos didácticos en la enseñanza al incorporar la prensa como instrumento pedagógico (Enseñar Latín con la Prensa, Comunidad educativa, 1990).
A los setenta años se jubiló como profesor de secundaria, teniendo su residencia a escasos metros de la muralla y no muy lejos del ‘cuartel general’ del inquisidor Torquemada, adlátere de sus investigaciones. Entonces anotó en el estado de su biografía, profesión: ‘jubilado en jubilado’, sin olvidar reflejar su experiencia académica y su paso por las Universidades de Comillas, Complutense, UNED, UIMP, Universidad de Verano de Baleares y Universidad de Valladolid.
En esta nueva etapa, no cesó en su prolífica actividad editorial traduciendo textos del alemán y del latín, pues no en vano estaba reconocido por el Ministerio de Asuntos Exteriores como Traductor e intérprete jurado. Así mismo, a su acervo comunicador sumó su colaboración mensual en la Cadena Ser Ávila, donde a lo largo de varias temporadas radiofónicas intervenía con ácidos comentarios sobre la actualidad mediante la lectura de originales ripios rimados que tituló «Paradojas, parajodas, parodiejas» durante siete minutos.
Nada de cuanto sucedía en Ávila escapaba a la atención de Paco. Todo quedaba al escudriño de su mente abierta. «Yo me considero, modestia a un lado, persona comprometida con la libertad de expresión y de conciencia», repetía en sus intervenciones públicas, en muchas de las cuales llegamos a coincidir compartiendo espacio e interés por cuantos acontecimientos culturales se daban en la ciudad.
Uno de mis primeros encuentros con Ruiz de Pablos tuvo lugar hace casi treinta años, con motivo del regreso a Ávila desde Roma del profesor y arqueólogo Emilio Rodríguez Almeida y a propósito de las gestiones que, apoyadas también por Jesús López Jiménez y otros colaboradores, facilitaron que el ayuntamiento le proporcionara casa y habitación en la zona de las antiguas covachuelas del barrio de Santiago. Paco y Emilio fueron grandes amigos e ilustres heterodoxos comprometidos con la cultura abulense. En esta querencia mutua, Paco promovió la recogida de firmas para la concesión a Rodríguez Almeida del Premio de las Ciencias Sociales y Humanidades de Castilla y León en 2012, galardón que obtuvo. Al mismo tiempo, Ruiz de Pablos fue un miembro activo en los homenajes que el Colegio de Arquitectos de Ávila rindió a su camarada Rodríguez Almeida y en las distintas efemérides organizadas en su honor, incluida la inauguración en 2016 del paseo que le dedicó el Ayuntamiento entre el arco del Mercado Grande y la Catedral, acompañando en esto a su esposa Juliana Wilhelmsen.
Con igual entusiasmo, Paco también hizo campaña para la concesión del Premio de las Letras de Castilla y León a Jacinto Herrero, aunque sin éxito alguno en esta empresa, lo no impidió que hiciera una permanente aclamación del poeta abulense en cuantos foros participaba.
El teatro fue otro motivo de sucesivos encuentros, y la oportunidad nos la brindó el Certamen de Teatro Infantil de Mingorría del que uno fue coordinador a lo largo de veintiocho ediciones (1993-2021) y donde Paco actuó como disciplinado miembro del jurado durante más de diez años, coincidiendo también aquí con los alumnos de su querido instituto Isabel de Castilla cuyos grupos teatrales dirigía Pilar Rodríguez.
En ello siempre aportó su peculiar sentido del humor y una enorme erudición, además de hacer gala de su preocupación por los temas educativos y defender esta actividad en favor de la escuela rural, tarea que compartió puntualmente con el maestro y dramaturgo Domingo del Prado, los actores Fidel Sáez y Emilio Sáchez, el profesor José María López y el escritor Adolfo Yáñez, entre otros muchos colaboradores y participantes del CRA Miguel Delibes y distintas corporaciones municipales.
En este tiempo publica un magnífico libro titulado Ávila y su provincia en documentos del Santo Oficio de la Inquisición. Homenaje a Isabel de Castilla en su V centenario (UNED, 2005), en cuya dedicatoria leemos: «A Isabel de Pelabravo, mi extraordinaria esposa, fiel e inteligentísima in amorem. A su homónima la gran reina Isabel de Castilla, cointroductora ¿a su pesar? de la Inquisición moderna in memoriam. Al centenar largo de judíos/as, moros/as de Ávila, víctimas inocentes del Santo Oficio, tras relajación, quemadas en el Brasero de la Dehesa….».
Y haciendo gala de su generosidad, añadió a mano en el libro que me dedicó: «A Jesús Mª Sanchidrián, sin cuyas sabias indicaciones este libro hubiera sido diferente. Con mi agradecimiento, 26.05.2005». La importancia de esta obra en la historiografía abulense, e incluso en la general de España, es justamente valorada en el prólogo que escribe el Dr. Cándido Mª Ajo González de Rapariegos, quien califica al autor como brillante profesor y ejemplo de honradez y tesón investigador. La obra, luego fue revisada y aumentada en sucesivos artículos publicados por la Institución Gran Duque de Alba incluidos en Ávila en el tiempo. Homenaje al profesor Ángel Barrios (vol. 2, 2007); Cuadernos Abulenses (36/2007; 37/2008; y 43/2014); Historia de Ávila (Vol. IV, 2009); y 50 años de cultura abulense (vol.2, 2012).
En otra ocasión, también en el marco del certamen teatral de Mingorría, Ruiz de Pablos nos sorprende con el libro Comentario a Eclesiastés de Antonio del Corro (MAD, S. L., 2011), «a las puertas de los ‘CCCCL’ años (sic.), cuando la Inquisición celebró en Sevilla un tercer auto de fe contra los protestantes» en 1562, donde me apunta la siguiente dedicatoria: «A Jesús Mª Sanchidrián Gallego, con quien me une el cariño por las cosas de Ávila y su provincia. Además de, también, el mundo inquietante del teatro, al que algo contribuye como aportación shakespeariana este libro. Con mi mayor aprecio. 2 de mayo de 2011».
En dichas líneas se observa, una vez más, que la traducción de los textos que firma y comenta Francisco Ruiz de Pablos fueron de clara inspiración para el teatro que escribió Shakespeare, tal y como ya advirtió en su tesis doctoral Las Artes de la Inquisición Española de Reynaldo González Montes (1997) y en Un protestante sevillano, fuente esencial de Hamlet (2000). Más aún, ya entonces, nuestro amigo Paco dejó apuntado el ideario que le acompañará siempre como «hombre amante de la libertad, amante de sus compatriotas, y amante, sobre todo, del respeto a las conciencias de las personas», cuya concepción de la historia parte de que «el pasado proporciona enseñanzas para el presente y el futuro».
Al mismo tiempo que Ruiz de Pablos enseña latín, se implica en programas de innovación educativa, se prodiga en investigaciones y publicaciones y hace de crítico teatral en Mingorría con su simpático desparpajo, en 2003 emprende en su pueblo de adopción, Nava de la Asunción, donde fue pregonero festivo en 2002, la reivindicación de la figura del poeta catalán Jaime Gil de Biedma, cuyas cenizas reposan en esta localidad en la que pasaba largas temporadas.
En su honor, Don Francisco promovió e impulsó la creación del 'Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma y Alba', del que fue su coordinador desde entonces hasta la actualidad con algún paréntesis entre medias. Le acompañaron siempre como miembros del jurado los poetas abulenses Rodríguez Almeida, Fernando Romera y David Ferrer. Por todo ello y por su continuada labor al frente de dicho premio, la localidad navera le rindió este año un merecido y entrañable homenaje que, a buen seguro, se repetirá en la próxima edición.
Siguiendo con nuestro periplo de encuentros amigables, Francisco Ruiz de Pablos ingresa en 2005 como miembro colaborador de la Institución Gran Duque de Alba, dependiente de la Diputación de Ávila, haciéndolo luego como miembro de número. En ello también coincidimos, recogiendo ambos el primer título en la Asamblea General celebrada en Piedrahíta, y compartiendo entonces el mismo espacio ceremonial acrecentado por nuestro interés común por la historia de esta tierra y sus gentes.
En otra ocasión, el lunes 31 de enero de 2011, arropamos a Paco en la entrega del ‘Premio Unamuno’, galardón anual que el diario Protestante Digital y la Alianza Evangélica Española concede a personas o entidades que, sin ser de fe evangélica, han destacado por su aportación a la normalización de la presencia social de los cristianos protestantes en España. El acto tuvo lugar en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense y hasta allí fuimos desde Ávila Emilio Rodríguez Almeida, Adolfo Yáñez, Juan Carlos Redondo y uno mismo, entre otros amigos.
Allí supimos más del prestigio académico del Dr. Francisco Ruiz de Pablo en palabras de Juan Antonio Monroy, Pedro Tarquis y Emilio Monjo, y del amplio eco de sus estudios entre numerosos investigadores de universidades españolas y extranjeras, especialmente desde la primera década del siglo XXI, lo que le ha llevado a ser una autoridad en el tema de inquisitología y protestantismo. Al mismo tiempo, en estas fechas también conocimos las últimas traducciones comentadas y con introito que había realizado de libros del siglo XVI: Comentario al Evangelio de Juan. [Prefacio a la ‘Biblia del oso’ y Capítulo 4 de Mateo] de Casiodoro de Reina (2010), obra dedicada a los mártires de Valladolid y Sevilla que, por pensar libremente, ardieron en la hoguera; Comentario dialogado de la carta a los romanos de Ántonio del Corro (2010); y el ya citado Comentario al eclesiastés de Antonio del Corro (2011).
A la pregunta del porqué tanto interés en la inquisición y el protestantismo como materia central de sus investigaciones, Don Francisco respondió que todo empezó hace más de cuarenta años, cuando el Dr. Millán Bravo Lozano, catedrático de Filología de la Universidad de Valladolid le propuso la tesis doctoral e investigación filológica sobre Las Artes de la Santa Inquisición Española, tesis en la que llegó a trabajar durante el periodo 1957-1995 y por la que obtuvo la calificación unánime cum laude por la UNED.
Desde entonces, añadió, que su interés por la reforma española se justifica por la apuesta que hace a favor de la libertad de pensamiento y la razón, frente a la hipocresía y el maquiavelismo, tal y como lo entendió en España el monje jerónimo Antonio del Corro, aparte de que también lo hicieran Martín Lutero o Calvino. Además, hay que sumar, dice Ruiz de Pablos, el valor del propio enriquecimiento cultural y la satisfacción personal (“vanitas”) al colaborar en traducciones ‘intraductas’ que tanto le han aportado.
Con el mismo interés e idea de trabajo, Ruiz de Pablos tradujo del alemán la magna obra Protestantismo Español e Inquisición en el siglo XVI (1902), de Ernst Hermann Johann Schäfer, «un autor multicitado, desconocido ‘supinamente’ y silenciado inconfesablemente, que barrió los archivos de Madrid y Simancas», señaló. La obra fue publicada en varios tomos y volúmenes en Sevilla por el Centro de Investigación y Memoria del Protestantismo Español en 2013-2014 bajo la dirección de Emilio Monjo Bellido, otro de sus grandes amigos, contribuyendo con ello a la concesión del ‘Premio Jorge Borrow de Difusión Bíblica 2020’ a este destacado editor, premio instituido en Salamanca en memoria del propio Borrow, autor de la Biblia en España (1843), traducida en España por Manuel Azaña que incluye ilustrativos pasajes abulenses.
Una particular novedad editorial fue la obra Santa Teresa y la Inquisición [homenaje V centenario] que Ruiz de Pablos dedicó a su esposa Isabel «por su jubilación en docencia alemana» que ejerció durante treinta años en la Escuela Oficial de Idiomas de Ávila.
El libro fue publicado en 2014 con rigurosos y elocuentes prólogos del historiador y teresianista Teófanes Egido López, y del filólogo catedrático de la universidad de Cornell (USA) Ciriaco Morón Arroyo, e ilustrado con alguna fotografía mía.
En la pródiga dedicatoria que me hizo me atribuía ‘exageradamente’ ser un «gran conocedor y difusor de aspectos relevantes de la Historia de Ávila y sus gentes», lo que agradecí profundamente.
El libro es un resumen de varios años de trabajo y documentación de la vida de Santa Teresa, que sufrió persecución por el Santo Oficio, y de su época, en la que convivieron judíos, moros y cristianos. Además, en el desenfadado texto, se cuelan ‘denuncias’ en la defectuosa señalética de calles y monumentos y se vierten en la contraportada juicios críticos sobre polémicas actuaciones ocurridas en la ciudad:
«Ávila ha sido baqueteada a lo largo de la Historia, tanto ayer como hoy: desafortunadas decisiones de nuestros gobernantes aniquilaron la Alhóndiga, la iglesia de santo Domingo, la casa palacio de los Bullón, la Real Fábrica de Algodón, el cementerio islámico, amén de una villa romana en sus entornos… A la desviación del AVE por Segovia súmanse en la actualidad otras desidias perjudiciales, a algunas de las cuales se alude en el opúsculo-homenaje al V centenario de la Santa».
Atendiendo al aspecto histórico de la materia reformista, en 2017, año del «500 Aniversario de la Reforma Protestante» y de las tesis de Lutero, acompañamos a Francisco Ruiz de Pablos, Premio Unamuno 2010 ‘Amigo de los protestantes’, ‘Inquisitólogo’ y Filólogo, se decía en la presentación, en sendas jornadas dedicadas a «La Reforma ayer y hoy en Ávila».
Sorprendente programa para esta ciudad de contrates, cuna teresiana y sede de la inquisición, la cual ahora apuesta por la libertad de pensamiento en la figura de Ruiz de Pablos, sin ánimo proselitista, ni revanchista intelectual frente a tiempos pasados.
En una primera conferencia supimos de diferentes personajes ilustres de la ciudad que tuvieron contacto con luteranos, como fue el caso de Teresa de Ávila, o que aceptaron la fe reformada, como Pedro Núñez Vela. La segunda jornada contó con la participación del pastor Gabino Fernández, quien nos ilustró sobre personajes contemporáneos de la cultura española de fe protestante, y de Juan Carlos del Pozo, quien presentó la película Lutero.
En esta línea, Ruiz de Pablos llegó a ser casi omnipresente en los distintos eventos culturales de todo tipo que se celebraban en Ávila, ya fueran presentación de libros, conferencias, conciertos o exposiciones, por ejemplo.
Yo siempre conté con él en aquellas actividades que uno protagonizaba y que ahora no es necesario reproducir, a la vez que, aparte de intercambiar artículos y noticias varias, él me hacía partícipe de aquellas en las que intervenía.
Simples muestras de algunas de estas últimas, sin voluntad exhaustiva, fueron la inauguración de la Primera edición de Monart (Arte contemporáneo en el Monasterio de Santo Tomás) que organizó Rafael Gómez Benito en 2010; la presentación del libro Marziale e Roma. Un poeta e la sua cittá (2014), de Rodríguez Almeida, en el Colegio de Arquitectos que presidía Ángel Hernández Díaz, gran dinamizador de la obra de este; la lectura pública de El libro de la vida de santa Teresa con motivo de las fiestas patronales (2018); y las publicaciones de Estampas color sepia (2018) de Carlos Sánchez Pinto y el poemario De ayer y de ahora mismo (2021) de este abulense de Salvadiós, ambas obras editadas por Jesús Arribas en Caldeandrín.
Igualmente, su presencia también era habitual en las distintas actividades que organizaban el Museo de Ávila y su Asociación de Amigos, lo que nos trae a la memoria su inestimable aportación a la historia de la arqueología al dar la primera noticia científica de la inscripción latina dedicada al emperador romano Nerón.
Esta había aparecido en uno de los muros de la ermita abulense de la Virgen de las Vacas, lo que publica en El Diario de Ávila el 21 de octubre de 1992 proponiendo su justa lectura, lo que se convirtió desde entonces en fuente de los distintos registros y estudios epigráficos realizados, como bien reseña la que fue directora del Museo abulense María Mariné.
Tal fue la relevancia de este hallazgo, que Ruiz de Pablos lo incluyó en las reseñas biográficas de sus publicaciones. Nunca le agradeceremos bastante su disponibilidad colaborativa a cuantos le pedíamos revisara nuestros escritos y textos o inscripciones antiguas, tanto en latín como en castellano viejo.
En 2019, coincidí de nuevo con Francisco Ruiz de Pablos como galardonados ambos, junto a Juan Mayorga, por la Asociación de novelistas de Ávila ‘La Sombra del Ciprés’ que presidía el escritor Cristóbal Medina. Paco fue entonces merecedor del premio ‘Pegar la hebra’, por su trayectoria comunicadora y divulgadora, aparte del reconocimiento como profesor, latinista, traductor y especialista investigador sobre la Inquisición y la reforma protestante moderna.
Entonces, Paco, muy agradecido, sacó del bolsillo de la chaqueta un apunte que casi no leyó y comentó su faceta de traductor jurado, autodefiniéndose como un “transportista” de palabras en distintas lenguas, igual que lo hacía como comentarista radiofónico de la actualidad política en elaborados versos de graciosa rima, sarcásticos y mordaces.
Y en su intervención no se olvidó de su amigo Emilio Rodríguez Almeida, con quien había compartido el premio de los Amigos de Madrigal de las Altas Torres 2012, junto al historiador del arte José Luis Gutiérrez Robledo, y tampoco quiso dejar pasar la ocasión para referirse a Jacinto Herrero, el “mejor poeta abulense”, apuntilló.
La última vez que hablamos fue hace poco más de un mes. Entonces, Paco se interesó por el último número de la revista “El Cobaya” (33/2023) que edita el Ayuntamiento de Ávila, cuyas páginas dedicadas a San Juan de la Cruz y Tomás Luis de Victoria y otras literaturas no tuvo tiempo de cerrar, pues se quedaron abiertas sin recoger en mi despacho del Mercado Chico, donde tantas veces departíamos a la vez que saludaba a antiguas alumnas.
Poco antes, el 29 de junio, coincidimos en el homenaje brindado por la Institución Gran Duque de Alba a José Luis Gutiérrez Robledo, a quien habíamos acompañado en 1997 en la presentación del facsímil de Repullés dedicado a la basílica de san Vicente.
Más tarde, el motivo fue la presentación del libro La retorica delle puttane, de su alumna Julia De Castro, para el que había traducido ‘De arte rhetorica libri tres’, de Cipriano Suárez (1562).
Finalmente, en su incansable aptitud frente a los retos, hacía unos días que había decidido volver a trabajar sobre la Biblia del oso de Casiodoro de Reina, ajeno por completo a la adversidad que le sobrevino, comenta el profesor de literatura José María López.
Por último, aunque Francisco Ruiz de Pablos ya no está ya con nosotros, conviene recordarle en la figura de su esposa Isabel Martín, Presidenta de la protectora de animales ‘Huellas’, y también de sus hijos. Si bien ya no lo veremos en los foros habituales de debate y otras apuestas culturales, ni escucharemos su amena e ilustrada elocuencia, su memoria y el compromiso de su fuerte personalidad, seguirán vivos en su obra.
Y ahí están, para constancia y reconocimiento público, esa quincena de libros que escribió, los archivos sonoros de la radio, las hemerotecas del Diario de Ávila y otros medios y los abundantes artículos que publicó en prestigiosas revistas. Entre estos últimos escritos cabe citar los titulados «Priscinialistas» (Hispania sacra, 107/2001; «Carlos V y su persecución del protestantismo» (Cuadernos de Historia moderna, 2/2018); «Errores antiguos y actuales sobre González Montes, debelador de la Inquisición Española» (HispaniaSacra, 111/2003).
También fue supervisor de traduciones del Corpus Scriptorum Abulensium Opera Ominia del Instituto Universitario M.º Alfonso de Madrigal, El Tostado. Igualmente, dirigió tesis doctorales y participó en congresos nacionales e internaciones con ponencias y comunicaciones de su especialidad, así como en una serie videográfica sobre protestantismo español del siglo XVI presentada en el Westminster Seminary de Filadelfia (2014), de lo que presumía en su currículum.