25 de noviembre de 2024

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De Crónicas

ENCUENTROS EN ÁVILA CON LAS DAMAS DEL FEMINISMO A TRAVÉS DE LA MODERNIDAD DE CARMEN DE BURGOS «COLOMBINE» Y LA VOZ INVISIBLE DE MARÍA LEJÁRRAGA.

ENCUENTROS EN ÁVILA CON LAS DAMAS DEL FEMINISMO A TRAVÉS DE LA MODERNIDAD DE CARMEN DE BURGOS «COLOMBINE» Y LA VOZ INVISIBLE DE MARÍA LEJÁRRAGA.
ENCUENTROS EN ÁVILA CON LAS DAMAS DEL FEMINISMO A TRAVÉS DE LA MODERNIDAD DE CARMEN DE BURGOS «COLOMBINE» Y LA VOZ INVISIBLE DE MARÍA LEJÁRRAGA.
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
  • 27 de Octubre de 2024

En la exposición de la Biblioteca Nacional

La reivindicación en estas páginas del legado cultural que para la historia dejaron mujeres extraordinarias con las que desde Ávila encontramos especiales lazos de armonía y concordia, nos lleva hasta las exposiciones «Carmen de Burgos, Colombine (1867-1932). La modernización de España» y «María Lejárraga: una voz en la sombra (1874-1974)», abiertas en la Biblioteca Nacional desde el 26 de septiembre de 2024 al 5 de enero de 2025, con las que se pretende recuperar el legado de dos mujeres hasta ahora poco conocidas que fueron trascendentales en el ámbito literario, intelectual, político y cultural del primer tercio del siglo XX.

Carmen de Burgos «Colombine» fue una escritora pionera del periodismo y de la lucha por la igualdad; mientras que a María Lejárraga la descubrimos como maestra, dramaturga, novelista, política, articulista, autora de libretos para óperas y comedias musicales. Ambas mujeres, al decir de los promotores de las muestras expositivas, «coinciden en sus apasionantes biografías: grandes escritoras, maestras, polifacéticas y pioneras en diversos géneros, feministas activas, fundadoras de colectivos, tertulias y publicaciones, defensoras del divorcio, implicadas en movimientos de interés político, luchadoras por los valores democráticos, defensoras del voto femenino y de la igualdad social, triunfadoras bajo pseudónimo y relacionadas con las figuras más relevantes del mundo artístico, literario, musical e intelectual de su época, siendo ellas mismas auténticos referentes a nivel nacional e internacional».

Al mismo tiempo, por nuestra parte, desde Ávila, buscamos en su rica trayectoria elementos y aspectos con los que acercarnos a la destacada personalidad tanto de Carmen de Burgos y como de María Lejárraga. Lo que hacemos buscando puntos de encuentro a través de sus obras y de personajes que transitaron por biografías y lugares comunes.

A este respecto, en este Diario ya dedicamos un amplio reportaje a la figura de María Lejárraga, de quien conferenciamos en los “Desayunos de UGT” de Ávila (DAV, 17/12/2023), y  con la que ahora nos volvemos encontrar en la magnífica exposición de la Biblioteca Nacional. De Carmen Burgos “Colombine” también escribimos en su día, aunque de pasada, cuando la citamos por haber sido pareja del escritor Ramón Gómez de la Serna (DAV, 3/05/2021), y también cuando lo hicimos sobre el universo intelectual de Emilia Pardo Bazán, donde Ávila ocupa un lugar significativo que merece formar parte de la historiografía abulense, siempre por redescubrir (DAV, 11/10/2021).

De igual manera, en ocasiones anteriores y en estas mismas páginas, tratamos sobre otras mujeres ejemplares, cada una en su estilo y compromiso, no siempre coincidentes en su ideario, de las cuales nos ocupamos monográficamente por su excepcionalidad en un mundo de hombres.

Así, a la reveladora nómina femenina que relacionamos con Ávila hemos traído a los titulares de esta sección del Diario los nombres de María Pilar Losada, abulense natural de Mingorría y primera mujer aviadora militar (DAV, 1/10/2018); María Dolores de la Puente y Soto, marquesa de Castañiza, revitalizadora del Monasterio Gerónimo de Guisando y de los toros vettones juraderos de Isabel la Católica (DAV, 25/11/2019); Sara Bernarhd, actriz francesa que llegó a ser un icono escénico y “libertario” de Teresa de Ávila en la Comedia Francesa (DAV, 1/04/2019); Luisa María Narváez, duquesa de Valencia, mujer inclasificable, aguerrida y beligerante de particulares causas monárquicas rebeldes en tiempos de Franco (DAV, 7, 14 y 21/02/2021; 13/11/2022); Emilia Pardo Bazán, escritora feminista que fue un reto de la modernidad (DAV, 10 y 11/10/2021); Concepción Arenal, escritora, pensadora Humanista y activista de la justicia social (DAV, 3/05/2020 y 23/04/2023); Erika Groth, mujer pionera en el oficio fotográfico de posguerras (DAV, 29/06/2020); Teresa de Jesús, la santa de Ávila como protagonista teatral de la recreación de su vida y de sus obras (DAV, 22/10/2023); y Kate O´Brien, escritora irlandesa, feminista, y declarada “teresianista” y amante de esta tierra (DAV, 7/04/2024).

Coinciden ahora Carmen de Burgos y de María Lejárraga en su condición de mujeres unidas por la guerra, el exilio, los cambios políticos, la desigualdad de géneros o el tiempo. Entonces, su legado quedó en silencio y desdibujado, por lo que las exposiciones «pretenden contribuir a recuperarlo con el reconocimiento que merecen, a través de un recorrido por sus logros más significativos, episodios determinantes de su vida, ámbitos en los que abrieron camino y aquellos en los que fueron más prolíficas, así como rasgos y acontecimientos que definen su trayectoria y su figura».

Las exposiciones han sido promovidas por la Biblioteca Nacional de España, el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática, Acción Cultural Española y el Gobierno de La Rioja, comparten fechas y espacios, y podrán verse del 27 de septiembre de 2024 al 5 de enero de 2025 en la Sala Recoletos de Madrid. No obstante, cada muestra goza de un relato y discurso expositivo independiente. Así, la historiadora e investigadora Concepción Núñez Rey es la comisaria de la exposición dedicada a Carmen de Burgos. Y la exposición sobre María Lejárraga tiene como comisaria a la escritora Carmen Domingo y cuenta con la asesoría científica de Antonio González Lejárraga, investigador y responsable del denominado «Archivo María Lejárraga».

CARMEN DE BURGOS.

La comisaria Concepción Núñez Rey, experta en la biografía de Carmen de Burgos (Almería, 10 de diciembre de 1867-Madrid, 9 de octubre de 1932), considera que la autora «es la mayor figura femenina de la vida literaria española del primer tercio del siglo XX» y subraya que esta exposición «culmina el largo proceso de recuperación de la gran polígrafa para devolverle el alto lugar que le corresponde en las letras españolas». A su juicio, la vida y obra de Carmen de Burgos, Colombine, «alcanzaron una proporción descomunal, lo que reviste de mayor gravedad y dramatismo el denso silencio con que se cubrió su nombre y la prohibición de todos sus libros tras la Guerra Civil».

Pionera del periodismo – en 1903 se convierte en la primera redactora de un periódico con columna diaria, que firmaba con el seudónimo de Colombine -, Carmen de Burgos es considerada la primera corresponsal de guerra española, con la cobertura de la Guerra de Melilla en 1909. A lo largo de su carrera publicó millares de artículos en las principales publicaciones españolas y en muchas otras europeas y americanas (de Nueva York a Buenos Aires) y también brilló como conferenciante en las tribunas españolas, europeas y americanas más prestigiosas. Simboliza el pensamiento libre, modernizador y europeísta, que contemplaba la existencia humana a través de los ideales ilustrados de progreso, igualdad y justicia del Regeneracionismo español.

Como escritora, Carmen de Burgos «nació a la literatura con un impulso noventayochista y evolucionó en contacto con todas las corrientes que se sucedieron a lo largo del primer tercio del siglo, desde sus vínculos con el Modernismo, hasta su participación en las corrientes vanguardistas. Desde la segunda década del siglo, su defensa del racionalismo, su labor erudita y su creciente preocupación estética la acercaron al Novecentismo y al grupo de intelectuales que protagonizaron la llegada de la Segunda República. El tiempo en que Carmen de Burgos desplegó toda su labor de escritora coincide con el brillante periodo de la historia literaria llamada Edad de Plata».

Estructurada cronológicamente en 20 áreas temáticas, la exposición recorre a través de 165 obras la vida y la obra de esta prolífica autora, cuya obra literaria, con cerca de tres centenares de títulos, abarca novelas cortas y largas, cuentos, ensayos, libros de viaje, biografías, estudios literarios, decenas de traducciones, prólogos, semblanzas, manuales prácticos… Entre las obras expuestas figuran títulos como ‘La mujer moderna y sus derechos’ - obra enciclopédica y trascendental sobre la evolución social de la mujer, que publicó en 1927- ‘Peregrinaciones. Mis viajes por Europa’, ‘Los inadaptados’, ‘Los anticuarios’ o ‘Fígaro’, biografía de Larra, fruto del estudio y de los materiales proporcionados por los descendientes del autor, quien fue diputado porÁvila, obra ampliamente elogiada por la prensa. Asimismo, se exhibe un retrato de la autora pintado por Julio Romero de Torres, con un profundo simbolismo.

De igual modo, cabe destacar «su importancia histórica para recordar la trayectoria del feminismo español, con sus pioneras campañas en la prensa por el divorcio, el voto femenino, la educación y la plena igualdad de la mujer», señala la comisaria.

Por otro lado, a Carmen de Burgos «Colombine» la encontramos en Ávila a través de las figuras de Teresa de Jesús, Catulle Méndez, Emilia Pardo Bazán y Ramón Gómez de la Serna, a los que citamos de nuevo por su querencia hacia Ávila, tal y como ya expusimos en artículos anteriores, y que ahora retomamos para emparentarlos con nuestra heroína, autores a los que podríamos sumar otros que mencionamos en sus viajes por Ávila, como Benito Pérez Galdós, Unamuno y Juan Ramón Jiménez.

Así, la agitación del alma de Teresa de Ávila y la emoción sublime y el escalofrío que le causa a esta al leer el nombre de Jesús, igual que le ocurre al creyente con el nombre de Dios,  es comparada por «Colombine» con lo que ella siente al pronunciar el nombre de su adorado poeta Henri Heine: «Gigante, dios humano, su pensamiento ha cautivado mi espíritu desde que aprendí a  comprenderlo; es decir, desde que supe lo que era amar y lo que era sufrir; su belleza dominó mi corazón desde que supe admirar el encanto de una puesta de sol y el ritmo del canto de los aires; su dulce ironía y su amable amargura llegaron á mi alma cuando con el desprecio de las miserias humanas sentí la bondad del perdón, y la necesidad de sus latigazos poderosos llegó á mí con el convencimiento de la injusticia y la ruindad. Heine es mi dios, es el dios más divinamente humano, es el dios de las mujeres tristes» (Al balcón, ed. Sempere, 1914).

Se da la circunstancia de que la hermana menor de Heine se llamaba Teresa, y que el traductor del alemán de sus versos fue el poeta arevalense Eulogio Florentino Sanz, cuyas traducciones tuvieron el reconocimiento unánime y una gran influencia y éxito entre los poetas de la época, y autores como Galdós y Pardo Bazán.

En otro ensayo incluido en el citado libro Al balcón, Carmen de Burgos nos recuerda la figura de Teresa de Ávila, protagonista del drama de Catulle Mendès, autor a quien cantó Rubén Darío, el poeta que se enamoró de Ávila en Navalsáuz por Francisca Sánchez. La obra se había estrenado en París en 1906 La Vierge d'Avila, Sainte Thérèse, protagonizada por Sarah Bernhardt, quien declama en boca de la Santa: «No vengo a poner el suelo/ con lo celestial en guerra, / sino a cultivar la tierra/ como un arrabal del cielo». En el texto, «Colombine» entrevista en 1914 a la viuda de Catulle trayendo a colación aquella función: «Conocemos los españoles que nos interesamos en cuestiones literarias la extensa obra de Jean Catulle Mendès [hija del escritor Théophile Gautier], sus libros de poesía, sus trabajos en revistas y rotativos franceses; decir que la viuda del cantor de Santa Teresa es una gran poetisa y una notable escritora sería repetir lo que todos saben».

En Ávila, el Diario centenario da cuenta de la novedosa corriente modernista surgida en torno a la escritura de Carmen de Burgos y frente a autores como Blasco Ibáñez, Pardo Bazán, Campoamor, Valera Echegaray y otros (DAV, 23/03/1907). En otra oportunidad, el Diario comenta jocosamente el artículo de «Colombine» sobre los caprichos de las modas inglesas que adornan los sombreros con flores y frutas (DAV, 4/04/1919). Por último, también por el mismo periódico, los abulenses supieron de la muerte repentina de  de Carmen de Burgos cuando disertaba sobre la educación sexual en el Círculo Radical Socialista de Madrid el 9 de octubre de 1932 (DAV, 10/10/1932), partido este en el que militaban Francisco Barnés, vicepresidente de las Cortes y diputado por Ávila y José Martínez Linares, quien fue alcalde de de la capital entre 1931 y 1933.

Carmen de Burgos coincide con Emilia Pardo Bazán en el ateneo madrileño cuando esta era abanderada del activismo feminista, y entusiasta polemista en las denominadas “cuestión palpitante” y “cuestión académica”, siendo en el universo intelectual de Emilia Pardo Bazán donde Ávila ocupa un lugar significativo a través de la ciudad histórica recreada en novelas, cuentos y artículos; en las provechosas estancias, visitas y paseos por sus calles de la peregrina gallega; en el ejemplo de santidad de Teresa de Jesús que tanto le atraía; y en las relaciones de amistad con personajes, escritores, pintores, fotógrafos y aristócratas que por aquí transitaron y con quienes coincidió en la querencia e influencia de esta tierra en sus obras. Y cuando doña Emilia falleció en 1921, Carmen de Burgos tomó su relevo en la escena literaria, y «por la extensa obra narrativa, periodística y erudita que habían creado, ambas venían siendo aludidas en los ámbitos culturales hispanos como las dos grandes polígrafas española», escribió Concepción Núñez.

También Ávila llega a Carmen Burgos cuando esta mantenía relaciones con Ramón Gómez de la Serna durante el periodo 1908-1929. En este tiempo , Gómez de la Serna se interesa por la abrumadora escritura de El Tostado; el misticismo de Teresa de Ávila iluminadora del café Pombo; los toros de Guisando coloreados por Gregorio Prieto; las yemas teresianas y las truchas del Barco; la devoción popular retratada por Chicharro; el paisaje pintado por Diego Rivera; los bustos de hombres y mujeres avilesa del escultor de Pombo, Julio Antonio; la calle de la Vida y la Muerte, que es de la Muerte y la Vida, y la noble sociedad de tiempos de Felipe II que novela Larreta; en “Una hora de España” que discursa Azorín retratado por Echevarría; en los restos románicos de la ermita de San Isidro de El Retiro madrileño; en la excursión por la Paramera y La Hija de Dios con Ortega y Gasset; en el Heraldo de Arévalo animado por Hernández Luquero y el recuerdo de Maruja Mallo; en las procesiones penitenciales de Ávila que ilustró Solana, el pintor de Pombo; en los homenajes y banquetes de intelectuales entregados a la escritura en Ávila; y en los retratos “ramonianos” de Rivera, Gregorio y Vázquez Díaz, quienes también pintaron Ávila.

MARÍA LEJÁRRAGA.

Maestra, dramaturga, novelista, política, articulista, autora de libretos para óperas y comedias musicales, la vida de María de la O Lejárraga (San Millán de la Cogolla, La Rioja, 28 de diciembre de 1874 - Buenos Aires, 28 de junio de 1974) estuvo marcada por su situación personal y las limitaciones impuestas a las mujeres de su época. A pesar de su indudable talento, ocultó su nombre tras el de su marido, Gregorio Martínez Sierra, en la firma de gran parte de sus obras. A través de una cuidada selección de manuscritos, fotografías, objetos personales y testimonios - un total de 256 obras-, esta exposición nos descubrirá diversas facetas de su vida y su prolífica obra.

«¿Está de actualidad María Lejárraga? Yo tengo claro que sí, en lo político, en su defensa del feminismo, e incluso en la temática de muchas de sus obras, y de ahí la necesidad de esta exposición, donde por fin podremos entender, en toda la amplitud, la figura de esta riojana», se contesta Carmen Domingo, comisaria de la muestra y autora especializada en temas de mujer.

Una de las piezas destacadas de la muestra, prestada por el Archivo María Lejárraga, es el documento original en el que Gregorio Martínez Sierra reconoce que todas sus obras han sido escritas en colaboración con su esposa, María Lejárraga, fechado el 14 de abril de 1930 y suscrito por Eusebio de Gorbea y Enrique Ucelay como testigos. También se expone el libreto – junto a la partitura - de El amor brujo, fruto de la colaboración del matrimonio Lejárraga con Manuel de Falla, con quien habían contactado en París a instancias de Joaquín Turina. Otro ejemplar destacado es la primera edición de Cuentos breves, primera obra publicada en la que María Lejárraga firma con su nombre. El ejemplar que se expone presenta la singularidad de estar rubricado por la autora, se nos cuenta en el programa de la exposición.

Retomando cuanto escribimos y conferenciamos con anterioridad (DAV, 17/12/2023), anotamos que hubo un tiempo en el que Ávila fue el escenario de la dramaturgia de una mujer excepcional, y a la vez invisible, que tomó la escritura y la palabra como arma del feminismo, el compromiso social y el activismo político. La vinculación de María Lejárraga con Ávila la encontramos en los libros firmados con el nombre de su marido, Gregorio Martínez Sierra (1881-1947), como se ha dicho. Algunas de dichas obras, novelas y comedias, fueron reseñadas en El Diario de Ávila, además de representadas en los teatros Coliseo Abulense y el Teatro Principal.

La escritora también dejó su rastro en los paseos por la ciudad que recuerda a su amigo Manuel de Falla, ejerciendo de propagandista republicana socialista en la capital y en sus recuerdos memorialistas.

El miércoles 10 de septiembre de 1919, en un pliego con membrete de la Compañía Cómico-Dramática Gregorio Martínez Sierra, María Lejárraga escribe a Falla: «No me sorprende la impresión que te ha causado Ávila: a mí es una de las ciudades que más emoción me han producido: no he pasado en ella más que dos días y no se me puede olvidar, verdad es que santa Teresa es uno de mis héroes favoritos. Me gustaría volver. ¡Aquél silencio, aquellas calles donde crece la hierba, las murallas, el río que apenas se ve sobre el campo! ¿Has visto el tamboril de Santa Teresa? Veo que estás hecho un turista. Haces bien» (Archivo M. de Falla, 7251/2.037).

Al contrario de lo que hizo en su actividad literaria, María Lejárraga abandonó su anonimato, pero no el apellido marital, cuando se convirtió en una luchadora propagandista por los derechos de la mujer y en una ferviente defensora de la república, lo que propició se integrara en la vida política como militante y diputada socialista.

Ciertamente, María Lejárraga fue una fecunda escritora, y traductora que en 1908 abandonó la enseñanza para dedicarse de lleno a la literatura. Cultivó los más variados géneros: teatro, libretos musicales, novelas, cuentos, ensayos, artículos y crítica literaria, los cuales suman casi un centenar de títulos firmados por su marido Gregorio Martínez Sierra, con quien compartía el arduo proceso creativo bajo una única marca comercial o razón social, lo que no hizo justicia a su trayectoria. Así, su larga carrera intelectual se desarrolló como la de una dama errante y vagabunda, desde el anonimato, y a la sombra de un marido a quien entregó su identidad literaria por abnegación, cariño y complejo de modestia, dijo, aparte de por motivos que aquel invocaba sobre incompatibilidad con el ejercicio del magisterio y los intereses comerciales del matrimonio.

En consecuencia, María Lejárraga no figura como autora en ninguna de las comedias, traducciones, reseñas literarias, guías o ediciones atribuidas a su marido, quien es el único que las firma, publicita y recibe premios, honores, aplausos y las mieles del éxito. Su nombre ni siquiera llegó a figurar en las abundantes crónicas gráficas, noticias de prensa, programas y carteles que reseñan otros tantos eventos literarios en los que participó, excepción hecha de los estrenos en teatros norteamericanos en 1928.

En el primer tercio del siglo XX, Ávila disfrutó con el teatro de María Lejárraga y de Gregorio Martínez Sierra. El mayor éxito llegó con la Canción de cuna, representó en el Coliseo Abulense, y dos años más tarde en Arévalo y en el Teatro Principal de Ávila a beneficio de las Siervas de María. También se puso en escena en Madrigal de las Altas Torres promovida por la sociedad “Casino de Madrigal”, en el Teatro Principal a cargo de jóvenes de Juventud Católica, en una velada literaria en Piedrahíta, y en una función caritativa en el Teatro Principal.

A partir de la Primera Guerra Mundial, María Lejárraga que destacó como promotora del asociacionismo feminista español. En 1931 ingresó en el PSOE, tomando como ejemplo en su propaganda a Teresa de Jesús: «es indudable; de haber vivido en nuestro tiempo, la Santa de Ávila hubiese venido con nosotros a fundar Casas del Pueblo en vez de ir a fundar conventos».

Una nueva cita con la Santa de Ávila se produce en Ávila durante la campaña de las primeras elecciones generales. Entonces, María Lejárraga de Martínez Sierra participa como “propagandista” socialista por media España, interviniendo en un centenar de conferencias y mítines (1931-1936), haciéndolo en Ávila en 1932 según reseña El Diario de Ávila:

«Mitin de afirmación republicana en Ávila.- Ayer [22/05/1932] se celebró en el Teatro Principal un mitin de afirmación republicana femenina. Hizo la presentación de los oradores la secretaria de la agrupación señorita [Manolita] Martínez Conde [hija del abogado de Piedrahíta y ex juez de primera instancia Manuel Martínez Conde], ocupando después la tribuna doña Matilde de la Torre, socialista de Santander. Habla después el doctor [César] Juarros. [Finalmente] Doña María Martínez Sierra, socialista, dice que no hay por qué privar a la mujer de colaborar en la vida pública, califica de fábula el acto de arrojar a nuestros primeros padres del paraíso, y después de hacer una calurosa defensa de las ideas socialistas finaliza manifestando que si Santa Teresa viviese hoy sería republicana» (DAV, 23/05/1932).

Sobre el mitin en Ávila de María Martínez Sierra, otros medios añadieron que «defendió la tesis de que la mujer es mucho menos soñadora y egoísta que el hombre, a quien está reservada la misión de poner contrapeso en los impulsos y excesos del varón. El teatro estaba completamente lleno y entre el público predominaban las señoras. Antes del mitin se celebró un banquete, y al terminar los oradores fueron también obsequiados con un té. Por la noche emprendieron el regreso a Madrid».

En las elecciones de 1933, María Lejárraga fue una de las primeras diputadas a Cortes, elegida por Granada, escaño que abandonó un año después en protesta por la dura represión en la Revolución de Asturias. Colaboró en la organización del Comité Pro-presos del PSOE, la Unión General de Trabajadores (UGT) y las Juventudes Socialistas, para organizar la solidaridad con los presos asturianos. De nuevo hizo campaña en las elecciones de 1936 con el Frente Popular y, poco antes del comienzo de la Guerra Civil, fue nombrada agregada comercial del Ministerio de Agricultura, Industria y Comercio en Suiza. En 1938 se encargó de la acogida de los niños españoles evacuados a Bélgica.

Posteriormente, exiliada después de la guerra, residió en Niza (Francia) y en 1950 se trasladó a América. Vivió en Estados Unidos, donde entregó a Walt Disney el guión de la película que luego fue “plagiada” sin reconocimiento alguno con el título La dama y el vagabundo. Después se trasladó a México, y en 1953 se estableció en Argentina, donde vivió de la escritura de cuentos y artículos para la prensa, así como de su trabajo como traductora (Jean Anouilh, Eugène Ionesco, Thornton Wilder, etc.). Finalmente, sus experiencias vitales (literarias y políticas) aparecen plasmadas en dos libros autobiográficos ya citados publicados en el exilio americano: Una mujer por caminos de España (1952) y Gregorio y yo. Medio siglo de colaboración (1953). Su muerte se produjo en 1974, con casi cien años de edad.