25 de noviembre de 2024

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De Crónicas

Encuentros en Ávila con María Lejárraga, la dama invisible de la literatura y el feminismo

Encuentros en Ávila con María Lejárraga, la dama invisible de la literatura y el feminismo
Encuentros en Ávila con María Lejárraga, la dama invisible de la literatura y el feminismo
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
  • 17 de Diciembre de 2023

Con la Fantasía Bætica de Manuel de Falla (1876-1947), la cual pudo escucharse en el Museo de Ávila a cargo del pianista argentino Eric Libertun (Buenos Aires, 1998), coincidiendo con la festividad de Santa Cecilia (22 nov.), patrona de los músicos y Día Internacional del Músico, nos reencontramos con el músico granadino paseando por la ciudad monumental de Ávila en una carta de María Lejárraga, nuestra protagonista en este artículo.

En aquella ocasión, miércoles 10 de septiembre de 1919, en un pliego con membrete de la Compañía Cómico-Dramática Gregorio Martínez Sierra, María Lejárraga escribe a Falla:

«No me sorprende la impresión que te ha causado Ávila: a mí es una de las ciudades que más emoción me han producido: no he pasado en ella más que dos días y no se me puede olvidar, verdad es que santa Teresa es uno de mis héroes favoritos. Me gustaría volver. ¡Aquél silencio, aquellas calles donde crece la hierba, las murallas, el río que apenas se ve sobre el campo! ¿Has visto el tamboril de Santa Teresa? Veo que estás hecho un turista. Haces bien» (Epistolario, EUG, 2019, p. 194; Archivo M. de Falla, 7251/2.037).

Y en esto sabemos que hubo un tiempo en el que Ávila fue el escenario de la dramaturgia de una mujer excepcional, y a la vez invisible, que tomó la escritura y la palabra como arma del feminismo, el compromiso social y el activismo político.

Estamos hablando de María de la O Lejárraga García (San Millán de la Cogolla, 1874 – Buenos Aires, 1974), cuya trayectoria vital, literaria y política, así como su rica biografía ha sido objeto de especial atención por destacados autores, como Antonina Rodrigo (Cº Lectores, 1992 y Alcaba ediciones, 2005), Julio Enrique Checa Puerta (Los teatros de Gregorio Martínez Sierra, 1998) y Alda Blanco (Ed. Orto, 1999), también por Patricia O’Connor, Pedro González, Juan Aguilera y Isabel Lizárraga, entre otros.

Por ellos sabemos que nació en la Rioja y que a los cuatro años se trasladó con su familia a Carabanchel Bajo (Madrid), donde su padre ejercía la medicina.

Estudió en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer y luego en la Escuela de Comercio. En esta Escuela de la Mujer y en la Escuela de Institutrices ejerció como profesora de inglés.

Dichos centros educativos ligados a la Institución Libre de Enseñanza fueron fundados con el ideario de Fernando de Castro (1814-1874), un destacado pedagogo comprometido con la enseñanza de la mujer y la universitaria de los pobres, así como con la abolición de la esclavitud, que contó para ello con la colaboración de Concepción Arenal, y que en su biografía Ávila aparece como lugar donde realiza los estudios de Filosofía de su carrera eclesiástica en el convento de San Antonio durante 1830-1833.

La vinculación de María Lejárraga con Ávila la encontramos en los libros firmados con el nombre de su marido, Gregorio Martínez Sierra (1881-1947), con quien contrajo matrimonio en 1900 y emprendió numerosas empresas culturales, tales como la fundación de revistas literarias, la creación de editoriales y la producción teatral y cinematográfica.

Algunas de dichas obras, novelas y comedias, fueron reseñadas en El Diario de Ávila, además de representadas en los teatros Coliseo Abulense y el Teatro Principal.

La escritora también dejó su rastro en los paseos por la ciudad que recuerda a su amigo Manuel de Falla, ejerciendo de propagandista republicana socialista en la capital y en sus recuerdos memorialistas.

En ello se convierte en referente de esta tierra de la mano de Santa Teresa y de importantes escritores, músicos, pintores y destacadas feministas que relacionamos con Ávila.

Todo lo encontramos en el teatro; en las revistas modernistas Helios y Renacimiento, y en el trabajo editorial de esta revista y en la editorial Estrella donde se dieron cita, entre otros, Emilia Pardo Bazán, Valera, Clarín, Galdós, Antonio Machado, Azorín, Unamuno, Benavente Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Pérez de Ayala y Rusiñol; en las traducciones de Shakespeare, Ionesco, Sthendal, Sartre, Ibsen y Maeterlink; en la literatura artística y de viajes; en las letras musicales de Falla y Turina; en las conferencias y mítines; y en sus libros autobiográficos.

Al contrario de lo que hizo en su actividad literaria, María Lejárraga abandonó su anonimato, pero no el apellido marital, cuando se convirtió en una luchadora propagandista por los derechos de la mujer y en una ferviente defensora de la república, lo que propició se integrara en la vida política como militante y diputada socialista.

UNA DAMA EN LA SOMBRA.

Ciertamente, María Lejárraga fue una fecunda escritora, y traductora que en 1908 abandonó la enseñanza para dededicarse de lleno a la literatura. Cultivó los más variados géneros: teatro, libretos musicales, novelas, cuentos, ensayos, artículos y crítica literaria, los cuales suman casi un centenar de títulos firmados por su marido Gregorio Martínez Sierra, con quien compartía el arduo proceso creativo bajo una única marca comercial o razón social, lo que no hizo justicia a su trayectoria. Así, su larga carrera intelectual se desarrolló como la de una dama errante y vagabunda, desde el anonimato, y a la sombra de un marido a quien entregó su identidad literaria por abnegación, cariño y complejo de modestia, dijo, aparte de por motivos que aquel invocaba sobre incompatibilidad con el ejercicio del magisterio y con los intereses comerciales del matrimonio.

En consecuencia, María Lejárraga no figura como autora en ninguna de las comedias, traducciones, reseñas literarias, guías o ediciones atribuidas a su marido, quien es el único que las firma, publicita y recibe premios, honores, aplausos y las mieles del éxito. Su nombre ni siquiera llegó a figurar en las abundantes crónicas gráficas, noticias de prensa, programas y carteles que reseñan otros tantos eventos literarios en los que participó, excepción hecha en los estrenos en teatros norteamericanos en 1928.

Y ello, a pesar de que dicha suplantación era pública y notoria entre la profesión y la intelectualidad de su época, y así se había divulgado en La Correspondencia de España del 5 de agosto de 1917 y escribió el viajero por Ávila Alberto Insúa, por ejemplo.

Ella tampoco quiso resarcirse de los continuos desengaños amorosos que sufrió, ni de su separación matrimonial en 1922 cuando su marido iba a ser padre con la actriz Catalina Bárcena, tardando décadas en reivindicarse para cobrar los derechos de autor en su viudez. En ese momento, hizo valer la siguiente carta:

«Declaro para todos los efectos legales que todas mis obras están escritas en colaboración con mi mujer, Doña María de la O Lejárraga y García. Y para que conste, firmo ésta en Madrid a catorce de abril de mil novecientos treinta. Fdo. Gregorio Martínez Sierra» (Gregorio y yo. Medio siglo de colaboración, 1953).

La idea de sumisión, ocultamiento, borrado y renuncia a cualquier protagonismo literario de María Lejárraga en favor de su marido, algo contradictorio con su ideal feminista, subyace en la lucha interior de la mujer, lo se adivina en la controversia que mantienen los personajes de la obra modernista titulada Granada. Guía sentimental (1911), donde se cita el verso de Teresa de Ávila «Vivo sin vivir en mí» como revulsivo de la joven Carmela que opina: «no hay vida que merezca nombre de tal, si no está fundida, deshecha, anegada, inefablemente perdida en otra».

En frente, la inglesa Maud afirma: «España no es país de feministas» y califica la postura de Carmela de injusta y humillante, como anota Laura Lozano (Revista Philobiblion 8/2018), quien añade que en ese tiempo Santa Teresa representa la figura de una mujer escritora consagrada recuperada estética e ideológicamente como ideal artístico de plenitud espiritual.

TEATRO EN ÁVÍLA. En el primer tercio del siglo XX, Ávila disfrutó con el teatro de María Lejárraga y de Gregorio Martínez Sierra. Un teatro en la órbita de Jacinto Benavente con rasgos costumbristas y un fondo psicológico y sentimental. De todo ello, novelas y comedias, dio buena cuenta El Diario Ávila. Algunos ejemplos son la novela Pascua florida (DAV 4.04.1902) y la comedia Talismán de amor (DAV 7.02.1903), que se publicaron en la revista Hojas selectas (1/1902 y ss; y 1/1903).

También fue noticia la representación de La sombra del padre, estrenada en 1909 en el teatro Lara, la cual se vio en el Teatro Principal de Ávila en varias sesiones (DAV 7-13.01.1911 y 1.08.1911).

Otros títulos anunciados fueron El ama de casa, estrenada de Madrid en 1910 que en Ávila se representó al año siguiente en el Coliseo Abulense (DAV 8.05.1911). Lirio entre espinas es otra obra cuyo estreno se anuncia por El Diario en el Teatro Apolo (DAV 29.11.1911), protagonizada por la monja Sor Teresa (llamada igual que la Santa de Ávila), quien se refugia en un casa de mala reputación y logra salvar a todas las chicas de su pasado.

El mayor éxito llegó con la Canción de cuna, estrenada en Madrid en el Teatro Lara en 1911, y premio de la Real Academia de la Lengua a la mejor comedia del Año. Ese mismo año, la obra se representó en el Coliseo Abulense (DAV 28.04.1911), y dos años más tarde en Arévalo (DAV 26.04.1913) y en el Teatro Principal de Ávila a beneficio de las Siervas de María (DAV 5.05.1913). También se puso en escena en Madrigal de las Altas Torres promovida por la sociedad “Casino de Madrigal” (DAV 4.06.1915), en el Teatro Principal a cargo de jóvenes de Juventud Católica (DAV 16.02.1925), en una velada literaria en Piedrahíta (DAV 13.02.1930), y en una función caritativa en el Teatro Principal (DAV 2.01.1934). La obra también se representó en Nueva York (1927), Buenos Aires (1928), Ginebra (1928), París (1936) y en el Apollo Theatre Londres en 1944, donde intervino como escenógrafo Gregorio Prieto, el pintor vanguardista de la Generación del 27 y amigo de Eduardo Chicharro Briones y de Edmundo de Ory, con quienes lanzó en 1945 el movimiento del Postismo gestado en Ávila, y quien pintó Por tierras de Isabel la Católica (1951) pasando por los toros de Guisando.

Sobre el texto teatral de Canción de cuna, María Lejárraga hizo una primera versión cinematográfica para Hollywood en 1931 que no llegó a filmarse.

Posteriormente, se rodaron cinco versiones más dirigidas, respectivamente, por Mitchell Leisen (1933); por Gregorio Martínez Sierra (1941); por Fernando de Fuentes (1953), proyectada esta en Ávila en el Teatro Principal al año siguiente de su estreno (DAV 27.09.1954); por José María Elorrieta (1961), proyectada en el Gran Cinema el 27.11.1962; y por José Luis Garci (1994). La versión de Garci protagonizada por Fiorella Faltoyano, Maribel Verdú, Amparo Larrañaga, María Luisa Ponte, Alfredo Landa y Carmelo Gómez fue premiada en Montreal, nominada a los Óscar y galardonada con cinco Goyas (DAV 23.01.1995), siendo emitida en TVE2 el 24 de diciembre de 1999. Por otra parte, la obra también influyó en la película Esa mujer (1969), de Mario Camús con guión de Antonio Gala y protagonismo de Sara Montiel.

El argumento cuenta que a finales del siglo XIX una niña es abandonada a las puertas de un convento de monjas dominicas en tierras de Castilla. La niña, a la que ponen por nombre Teresa [otra vez Teresa de Ávila], es educada por las hermanas. Al cumplir los 18 años se enamora y emigra a América con su marido. Un extraordinario melodrama de valores universales y atemporales, de gran tensión estética y dramática rozando el sentimentalismo.

El pobrecito Juan, obra que había sido estrenada en Madrid un año antes que en Ávila, se representó en el Teatro Principal en una función organizada por el Orfeón Teresiano Abulense a beneficio de la Liga Antituberculosa (DAV 24.11.1913). En 1914, en Madrid se estrena Florilegio de navidad, una zarzuela con música de Joaquín Turina, del que se hace eco El Diario (DAV17.12.1914).

Igualmente, Las golondrinas se anuncia al año de haber sido estrenada (DAV 25.11.1914). La representación de Madame Pepita tiene que repetirse ante su éxito en el Coliseo Abulense (DAV 24.03.1915). Mamá es el título de la obra protagonizada por María Guerrero, cuya actualidad rescata El Diario once años después de su estreno (DAV 14.08.1924), la cual fue llevada al cine en Hollywod en 1931, y reestrenada en 1950 y en 1970 en TVE con un argumento sobre la condición de la mujer como madre y esposa. Una novela vivida es el juguete cómico convencional estrenado en Madrid con Catalina Bárcena del que se hace eco El Diario (DAV 21.11.1925). Y coincidiendo con la festividad de San Juan de la Cruz, en Fontiveros se representa El ama de la casa con un clamoroso éxito (DAV, 9.12.1925), igual que lo fue en Ávila años antes (DAV, 9.051911).

Finalmente, El Diario del 3 de octubre de 1947 da a conocer la muerte de Gregorio Martínez Sierra, destacando que «su producción literaria [la cual fue escrita en exclusiva o en colaboración por su esposa María Lejárraga] ha sido abundandísima, habiendo escrito en prosa y en verso. Su obra cumbre fue Canción de Cuna, traducida a varios idiomas. Cultivó con éxito los libros de la zarzuela titulada Las Golondrinas, a las que puso música Usandizaga, y la Tirana, otra de sus más famosas obras líricas».

Fuera del teatro comercial que se representaba en provincias, debe destacarse que los Martínez Sierra revolucionaron la escena de su época con la creación en el Teatro Eslava el llamado Teatro de arte (1916-1926) en el que participaron los dramaturgos más importantes del momento (Benavente, Marquina, Concha Espina, Lorca, Insúa, etc.), compositores (Falla, Turina, etc.), escenógrafos (Penagos, Zuloaga y otros) y famosos actores y actrices, como Catalina Bárcena.

LETRISTA MUSICAL.

En esta faceta, resulta especial la relación de Gregorio y María Martínez Sierra con el compositor Manuel de Falla, como demuestra la intensa comunicación epistolar entre ellos. Fruto de su estrecha amistad es la participación de María Lejárraga como libretista de El amor brujo (1915), dedicado a la bailaora Pastora Imperio; las canciones Oración de las madres que tienen a sus hijos en brazos (1914) y El pan de Ronda que sabe a verdad (1915), que Falla compuso para voz y piano que se escuchó en el concierto de la Sociedad Nacional de Música celebrado en el Hotel Ritz el 8 de Febrero de 1915; El sombrero de tres picos (1919); y la ópera cómica inacabada Fuego fatuo (1918), basada en música de Frédéric Chopin.

El pasado 24 de noviembre de 2023, Falla y Chopin volvieron a sonar en el Museo de Ávila con el pianista Eric Libertun festejando a Santa Cecilia. Ese día, gracias a María Lejárraga, Alfonso de Vicente  Delgado recordó la visita de Falla a Ávila en 1919, lo que hizo extensivo a su seguro anfitrión y antiguo compañero de estudios, Eliso Martín Arribas, (1873-1962), organista de la catedral de Ávila. Este era hijo del músico Robustiano Martín Mayoral (1844-1926), propietario del cuadro dedicado a Santa Cecilia cedido al Museo por Alfonso de Vicente, el cual había pintado Manuel Sánchez Ramos (1855-1940), quien tocaba el violonchelo, era médico y ejercía de profesor en la escuela municipal de Dibujo. Recuerdo de entonces que también que se hizo extensivo al pintor Ignacio Zuloaga y al escritor Enrique Larreta, con quienes Falla proyectaba componer una ópera sobre la novela La Gloria de Don Ramiro.

En el mismo año de 1919, María Lejarraga presenta e introduce la obra de Zuloaga en una elegante edición de la editorial Estrella que firma Gregorio Martínez Sierra en vez de María Lejárrga, donde la imagen de Ávila se desliza en el retrato de Larreta, en la estampa del Gregorio el botero, y en el Cristo de la sangre. Años más tarde, la exiliada María Lejárraga contacta con Larreta, y desde el hotel Lancaster de Buenos Aires, el 28 de abril de 1952, escribe a Magda Donato:

«Yo también trabajo todos los días, pero hasta ahora sin fruto. Soy buena productora, pero malísima colaboradora de mis productos. Mi ‘manager’ desapareció y me he quedado colgada. Además, aquí todo el mundo cree o finge creer que yo no soy yo: hace unos días llamé por teléfono a Larreta -el autor de La gloria de Don Ramiro-, a quien conocí en la juventud, y al decirle: -¡Soy la viuda de Martínez Sierra!, respondió muy afectuosamente: -Ah, Catalina Bárcena¡ Por lo visto mi amado esposo había hecho correr, en sus ocho años de estancia en la Argentina, la noticia de que había muerto, y ahora no consigo resucitar. ¡Es tragicómico!» (María Lejárraga. Un mujer en la sombra, A. Rodrigo, Algaba ed., 2005: 336).

Otras obras musicales fueron Las golondrinas (1914), con música de José Mª Usandizaga; Amanecer (1915), El Reino de Dios (1916) y El corregidor y la molinera (1917), con música de Manuel de Falla; y Navidad (1916) con música de Joaquín Turina (1882-1949). Turina, amigo de los Martínez Sierra, también fue viajero por Ávila a principios del siglo XX y en su archivo, que guarda la Fundación Juan March, se conservan hermosas vistas de la ciudad monumental. Sobre Turina nos viene a la memoria aquel viaje en barco a Nueva York que hizo en 1929, en cuya travesía se proyectaban películas. Entonces, el 29 de abril, Turina anotó en su diario: «empieza a refrescar, fotos en cubierta, por la noche conferencia del Padre Bermejo [José Mª Sánchez Bermejo] con cine sobre Ávila [Ávila y América era el título de la película]».

TRAYECTORIA FEMINISTA.

A partir de la Primera Guerra Mundial, María Lejárraga que destacó como promotora del asociacionismo feminista español. Así, fue secretaria española de la Alianza Internacional del Sufragio de la Mujer (IWSA) y directora de la Unión de Mujeres Españolas (UME). En 1926 promovió el Lyceum Club Femenino dirigido por María de Maeztu junto con Victoria Kent, visitante de Ávila en 1931, Isabel Oyarzabal, autora del libro sobre el traje regional con especial dedicación a Ávila, y Zenobia Cammprubí, decoradora del Parador de Gredos, entre otra mujeres. En 1931 lideró la Asociación Femenina de Educación Cívica (AFEC), y presidió el Patronato para la Protección de la Mujer, que se ocupaba del problema de la trata de blancas, a través de la Sociedad Española de Abolicionismo. Finalmente, también participó en el Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, presidido por Dolores Ibárruri.

Sobre feminismo, María Lejárraga escribió artículos (ABC y Blanco y Negro, 1915-1916 y 1932) y ensayos bajo el nombre de Gregorio Martínez Sierra, los cuales fueron publicados en cinco volúmenes por la editorial Estrella que dirigían con el título Cartas a las mujeres de España (1916): «libro interesantísimo que deben leer todas las mujeres, porque trata con sinceridad, emoción y amenidad de sus derechos y de sus deberes»; Feminismo, feminidad, españolismo (1917); La mujer moderna (1920); Nuevas cartas a las mujeres (1932); y Cartas a las mujeres de América (1941). Sólo apareció con su firma un sexto título, que recogía las conferencias impartidas previamente por ella en el Ateneo de Madrid: La mujer española ante la República (1931).

Estos escritos han sido catalogados por Alda Blanco Instituto Estudios Riojanos, 2003), y a ellos se suman otros recopilados por Juan Aguilera (Berceo, 147/2004) publicados en La Región, Mundo Femenino, El Socialista, Democracia y ¡Ayuda! En la misma línea, llama la atención el discurso de honda reivindicación feminista de María Lejárraga que leyó su marido antes del estreno en el Teatro Apolo de la obra La mujer del héroe, dentro del programa de la Fiesta del Sainete, donde también se incluía la obra Las cartas de la monja, de Eduardo Marquina, sobre la vida de Santa Teresa (El Heraldo de Madrid, 29/04/1914).

PROPAGANDISTA Y DIPUTADA SOCIALISTA.

En 1905. María Lejárraga obtuvo una beca para estudiar el funcionamiento pedagógico de los centros docentes europeos en Bélgica, donde entró en contacto con la ideología socialista. En 1931 ingresó en el PSOE, tomando como ejemplo en su propaganda a Teresa de Jesús: «es indudable; de haber vivido en nuestro tiempo, la santa de Ávila hubiese venido con nosotros a fundar Casas del Pueblo en vez de ir a fundar conventos» (Una mujer por caminos de España, Renacimiento, 2022:154). Una vertiente teresiana que ha sido estudiada por María A. Ezama en La razón es Aurora (Inst. Fdo el Católico, 2017).

En análoga sintonía, décadas antes, la escritora Gabriella Cunninghame, biógrafa de Teresa de Ávila y protagonista en el mitin del 1º de mayo de 1891, declaró que la Santa «era muy inteligente, tenía mucho sentido: de haber sido nuestra contemporánea, sería socialista» (El Heraldo de Madrid, 30/04/1891).

De idéntica manera, Ávila encuentra acomodo también en los textos de Pardo Bazán, amiga de Gabriela Cunninghame, cuando se apoya en Teresa de Jesús en su reivindicación feminista y defensa del acceso de la mujer a la Academia de la Lengua (“La España Moderna”, 01/02/1889).

Es la misma imagen que citó Manuel Azaña en un mitin en Valladolid, cuando tomó el espíritu de Santa Teresa como ejemplo para servir al Estado» (El Sol, 15/11/1932). Y paradojas sobre el ‘republicanismo teresiano’, un grupo de mujeres se manifiesta en la plaza del Mercado Chico frente al palacio consistorial protestando por la sustitución del nombre de la plaza de Santa Teresa por el de la República acordado por el Ayuntamiento de Ávila el 6 de agosto de 1931.

Una nueva cita con la Santa de Ávila se produce en Ávila durante la campaña de las primeras elecciones generales. Entonces, María Lejárraga de Martínez Sierra participa como “propagandista” socialista por media España, interviniendo en un centenar de conferencias y mítines (1931-1936), haciéndolo en Ávila en 1932 según reseña El Diario de Ávila:

«Mitin de afirmación republicana en Ávila.- Ayer [22/05/1932] se celebró en el Teatro Principal un mitin de afirmación republicana femenina. Hizo la presentación de los oradores la secretaria de la agrupación señorita [Manolita] Martínez Conde [hija del abogado de Piedrahíta y ex juez de primera instancia Manuel Martínez Conde], ocupando después la tribuna doña Matilde de la Torre, socialista de Santander… Habla después el doctor [César] Juarros… [Finalmente] Doña María Martínez Sierra, socialista, dice que no hay por qué privar a la mujer de colaborar en la vida pública, califica de fábula el acto de arrojar a nuestros primeros padres del paraíso, y después de hacer una calurosa defensa de las ideas socialistas finaliza manifestando que si Santa Teresa viviese hoy sería republicana» (DAV, 23/05/1932).

Sobre el mitin en Ávila de María Martínez Sierra, otros medios añadieron que «defendió la tesis de que la mujer es mucho menos soñadora y egoísta que el hombre, a quien está reservada la misión de poner contrapeso en los impulsos y excesos del varón. El teatro estaba completamente lleno y entre el público predominaban las señoras. Antes del mitin se celebró un banquete, y al terminar los oradores fueron también obsequiados con un té. Por la noche emprendieron el regreso a Madrid» (La Voz, 23/05/1932, La Hoja del Lunes, 23/05/1932; El Heraldo de Madrid, 23/05/1932; La Libertad, 24/05/1932).

En las elecciones de1933, María Lejárraga fue una de las primeras diputadas a Cortes, elegida por Granada, escaño que abandonó un año después en protesta por la dura represión en la Revolución de Asturias. Colaboró en la organización del Comité Pro-presos del PSOE, la Unión General de Trabajadores (UGT) y las Juventudes Socialistas, para organizar la solidaridad con los presos asturianos. De nuevo hizo campaña en las elecciones de 1936 con el Frente Popular y, poco antes del comienzo de la Guerra Civil, fue nombrada agregada comercial del Ministerio de Agricultura, Industria y Comercio en Suiza. En 1938 se encargó de la acogida de los niños españoles evacuados a Bélgica.

Posteriormente, exiliada después de la guerra, residió en Niza (Francia) y en 1950 se trasladó a América. Vivió en Estados Unidos, donde entregó a Walt Disney el guión de la película que luego fue “plagiada” sin reconocimiento alguno con el título La dama y el vagabundo. Después se trasladó a México, y en 1953 se estableció en Argentina, donde vivió de la escritura de cuentos y artículos para la prensa, así como de su trabajo como traductora (Jean Anouilh, Eugène Ionesco, Thornton Wilder, etc.). Finalmetne, sus experiencias vitales (literarias y políticas) aparecen plasmadas en dos libros autobiográficos ya citados publicados en el exilio americano: Una mujer por caminos de España (1952) y Gregorio y yo. Medio siglo de colaboración (1953). Su muerte se produjo en 1974, con casi cien años de edad.

Por último, la figura de María Lejárraga, cuyo nombre se propuso sin éxito por el grupo municipal socialista en 2002 para que se incluyera en el callejero abulense, ha sido recuperada en la obra teatral de Vanessa Montfort (2019) y en una película documental de Laura Hojman (2022), a la vez que se prepara una exposición conmemorativa en la Biblioteca Nacional para el próximo año.

Jesús Mª Sanchidrián Gallego