16 de septiembre de 2024

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De Crónicas

"LA HERMOSA POBREZA", POEMARIO DE ANTONIO PASCUAL PAREJA

Jesús Mª Sanchidrián Gallego
  • 13 de Mayo de 2023

“La hermosa pobreza” (Pre-Textos, 2022, 102 págs.)”, es el título del delicado y refinado poemario del abulense Antonio Pascual Pareja (nc. 1976), el cual fue presentado en Ávila el 13 de mayo de 2023 dentro del del ciclo 'El Episcopio presenta' programado por el Ayuntamiento de Ávila, cuyo acto contó en esta ocasión con un animoso y entregado públíco que abarrotaba la sala.  

Antonio Pascual es licenciado en Filología Hispánica y profesor de Instituto, siendo su obra presentada por  Manuel Borrás, políglota, filólogo y fundador de la editorial, una de las más prestigiosas que cuenta en su catálogo con cerca de 2.000 títulos y alrededor de 500 autores publicados en casi medio siglo de trabajo.

Otros títulos de la consolidada trayectoria literaria de Antonio Pascual son el poemario “El viento y la casa” (El Toro de Granito, 2007), la novela azoriniana “Invisible Pablo” (La Veleta, 2017) y el libro de relatos “Historias de la pequeña ciudad” (Pre-Textos, 2019).  

Para el reciente poemario «La hermosa pobreza», el título elegido de sugerente hondura emplea el oxímoron como figura retórica, donde mezcla en un solo concepto belleza y desdicha, igual que se dice en los versos finales: «¡Qué bella voluntad de no ser nada/ sino la simple claridad que hospeda/ la hermosa pobreza de este mundo!»

Sobre el libro, Antonio Pascual  es así de lacónico: «lo mejor del libro es la portada y la dedicatoria». Una portada que sigue el original diseño de la “Colección La Cruz del Sur” de Andrés Trapiello y Alfonso Meléndez y que en esta ocasión reproduce un dibujo del hermano del autor, Fernando Pascual.

La destinataria de la dedicatoria es la madre del poeta, Paloma Pareja, quien lo escucha embelesada. De la misma manera, su anterior libro de poesía de 2007 ya se lo había dedicado a su padre José Antonio Pascual,médico fallecido en 2006, cerrando así el entrañable circulo familiar de sus progenitores de los que tanto se enorgullece. «Con un hijo así da gusto ser padre», digo yo.    

El libro se estructura en cuatro partes (I. El corazón gira. II. La nueva tierra. III. De arcilla. IV. La hermosa pobreza), las cuales corresponden a otros tantos espacios temporales de su composición que duró doce años, de 2004 a 2016.

De este periodo se han reunido en el libro un total de setenta y seis poemas breves y verso libre, algunos de los cuales se encabezan con textos de otros poetas como la rusa Ann Ajmátova (‘La muerte de un poeta, 1968), el profesor Fermín Herrero Redondo (‘El dilema del podador’, en «Endecha del consuelo», 2006) y el suizo Robert Walser (‘Atardecer’, «Poemas», ed. 1997).

Entre las páginas del libro, Antonio Pascual desgrana naturaleza por doquier:  «Junto al rayo, la lluvia o la flor,/ otra flor, otra lluvia, otro rayo», a modo de cuanto también escribió Ranier María Rilke.

Y si para Juan Ramón Jiménez lo mejor de la naturaleza es “la mujer, la estrella y la rosa”, nuestro poeta, gran observador de los fenómenos naturales, da fe de que por encima de todo está el río, su lenta corriente que lame la roca hasta lo inconmensurable.

De ello recuerda con Antonio Machado aquellas vaciones en Lebeña (Cantabria), junto a la iglesia de Santa María, entre las risas de sus sobrinos, el rumor de la corriente y la luz dorada: «A orilla del río juegan niños./ ignoran que el pasar de las corriente/ es imagen del tiempo que no vuelve».

Sin olvidar su evocadora niñez junto a su padre al que retiene: «No abandones, padre, mi memoria». Igual que hace con el paisaje que lo extasía: «Esta es la nueva tierra. En ella quedan los viejos lugares, / los queridos caminos conocidos». Más aún, recita el poeta: «¿Qué puedo darte ahora, padre? El tiempo/ se marchitó y es muro del Amor».

            Sobre estos poemas del periodo 2006-2007 rezuman sentimientos, nostalgia, anhelos y esperanza, valores sentimentales que hacen doblete por su siempre duplo significado implícito.

Entonces, Antonio Pascual confiesa que su padre siempre llevaba tres citas en la cartera: una del médico Gregorio Marañón, otra del personaje Julio César del drama de Sakespeare, y otra de Jorge Manrique, a quien rememora en la última de sus coplas mientras lee un poema más de esta segunda parte del poemario: «La memoria es más noble y atesopra/ los bienes que el presente no comprende»

La tercera parte del libro sueña así de la boca de Antonio Pascual: «La voz cedia, el corazón prestado:/ tu canto no es tu canto, sólo eco/ del sueño que soñaron los poetas/ que tus ojos abrieron a la vida». Es la voz de la tradición cuya evidencia defiende, lo que surge de la vida en compañía, apuntando aquí a la poestisa americana Emile Dickinson.

No olvida Antonio Pascual a sus maestros, Jacinto Herrero Esteban y José Jiménez Lozano, quienes son continua referencia en su obra. Ahí está esa predilección hacia los pájaros que tenia su profesor Jacinto Herrro en el Colegio Diocesano Jacinto, lo que le lleva a poema que nos lee: 

«Gorrión, no envido ahora/ tu azul corazón libre, sino que hayas volado -consentido/ espía- cerca de ella y que pudieras/ con tus alas rozar su corazón».

La última del libro abarca los años 2014-2015, en los que Antonio Pascual se instala en Ayllón (Segovia), donde se entusiasma con el cielo inmenso y el paisaje circundante de la sierra y la llanura. De esta época cuenta la atracción que siente por el poeta Claudio Rodríguez, quien componía versos mientras caminaba, lo mismo que practica él de forma reveladora. Nuevas referencias a la poesía romántica de John Keats y Emily Dickinson, y al poeta ruso Boris Pasternak.

Finalmente, Antonio Pascual termina la lectura de poemas con versos inspirados en la Odisea de Homero, de quien toma el título de  «Nadie» rememorando al Cíclope: «Umbral de la alegría es la renuncia:/ por no ser Nadie, le dio el mar/ a Odiseo su inmesa soledad».

Por último, Antonio Pascual cuenta algo de su largo proceso creativo. En él defiende la claridad y la transparencia de cuanto escribe, sin prisas, dejando reposar las palabras escritas en una libreta, marcando un ritmo lento y pausado en el que los poemas duermen esperando ser despertados y recuperados, a veces, del olvido, como decía Jacinto Herrero y Boris Pasternak.

Mientras tanto uno lee y se empapa de otros libros y escrituras, pues «la lectura y escritura es esencial como manera de estar en el mundo», y se refiere al último libro leido, “El licenciado vidriera” de Azorín.

 En su obra, Antonio Pacual marca un estilo de claridad ética y estética, sin retóricas, recuperando la tradición y sin palabras ocupas que mientan y engañen, lo que le sirve para hablar de los temas de siempre, al tiempo que concluye: «el arte es necesario en tiempos de oscuridad».