Jesús Mª Sanchidrián Gallego
De cuanto hemos escrito en entregas pasadas, retomamos los testimonios sobre la herencia familiar de Francisco Barnés en Ávila, en la que sus hijos, fueron el mejor testimonio de una saga comprometida con el estudio y la investigación, sobresaliendo sus cuatro hijas como muestra del éxito de la mujer en los campos de las ciencias médicas y humanidades, cuyas prometedoras carreras se truncaron en España a raíz de la guerra civil.
Así, de nuestros relatos anteriores ahondamos ahora en algunos de los detalles de aquellas vidas que tuvieron en Ávila el lugar de crianza, infancia y juventud, luego destino vacacional y, finalmente, distanciamiento trágico a causa de la guerra. Fueron más de treinta años durante los que se sucedieron noticias y acontecimientos varios que dan cuenta de la entrañable relación de la saga de los Barnés con la capital abulense, lo que ampliamos acercándonos su rica trayectoria vital añadiendo algunos aspectos de la misma.
18. ÁVILA, HOGAR Y ESCUELA.
Ciertamente, los hijos del matrimonio Francisco Barnés Salinas (1877-1947) y Dorotea González de la Calle (1877-1966) representan un extraordinario ejemplo del éxito educativo del ideario de la Institución Libre de Enseñanza, puesto en práctica por sus padres y profesores, tanto en el ámbito familiar como en el académico. En ello, Ávila fue durante trece años la ciudad, el hogar, la escuela y el centro de enseñanza de infancia y juventud, y por tanto el lugar y el espacio primero donde se fraguaron incipientemente las futuras y brillantes carreras de saga de los Barnés.
Fue en 1907 cuando en la calle Duque de Alba (calle Pi y Margal durante la república), nº 10, 1º dcha., se asentó en Ávila la familia Barnés-González con los niños Francisco (nac. 1902), Urbano (1903), Dorotea (1904) y Domingo (1906). Más tarde nacieron Adela (1908), Petra (1910), Ángela (1914), Juan (1915) y Pedro (1920 †). Entre ellos, especial relevancia alcanzaron las cuatro hijas, conocidas como las hermanas Barnés, que fueron el mejor testimonio femenino de una saga familiar comprometida con el estudio, la investigación y la ciencia.
Aparte de la notoriedad de Francisco Barnés, como político republicano, catedrático del instituto de Ávila (1907-1920), diputado por la provincia y vicepresidente de las Cortes (1931-1933), y ministro de Instrucción Pública (1933 y 1936), toda la familia es noticia habitual en los ecos de sociedad abulense, donde se anuncian sus idas y venidas a Madrid o sus viajes vacacionales, la salud de sus miembros, la marcha de sus estudios, la participación y colaboración en eventos y convocatorias diversas, etc.
Como ejemplo noticioso, y por curiosidad, diremos que Dorotea, la hija mayor, figura entre los donantes para regalar la bandera de gala a los «Los exploradores de Ávila», Asociación infantil y juvenil católica, fundada inspirada en los «boy scouts» de Baden-Powell, cuyo objetivo era la educación física, moral, cívica y patriótica (DAV, 2/04/1914). En otra ocasión, Dorotea y Adela, que cursaban estudios en el conservatorio, ofrecen un concierto notable en la fiesta musical organizada por el profesor Manuel Peñalva (DAV, 18/06/1919).
Coincidiendo con la apertura del curso de 1920-1921 del Instituto General y Técnico, El Diario de Ávila publica la relación de alumnos que durante el curso anterior de 1919-1920 obtuvieron Matrícula de Honor. En ella figuran, entre los buenos estudiantes, los hijos mayores de Barnés, quienes se habían examinado por libre obteniendo la máxima calificación: Dorotea y Domingo Barnés González, en Historia de España; y Francisco y Urbano, en Ética y Rudimentos de Derecho (DAV, 1/10/1920).
Por otro lado, la desgracia se ceba en la familia con la muerte de dos de los hijos. El joven estudiante Domingo Barnés falleció con trece años a finales de 1919 (DAV, 9/01/1920). Meses después muere en Madrid «el niño Pedro Barnés, hijo de nuestro querido amigo el Catedrático de este Instituto, D. Francisco, a quien, como igualmente a toda su distinguida familia, enviamos la expresión de nuestro sentimiento», reseña el periódico (DAV, 7/05/1920).
19. DE ÁVILA A MADRID Y VUELTA.
Con el traslado a Madrid de la familia en 1920, al ser nombrado profesor del innovador Instituto-Escuela, se abre una nueva etapa para los Barnés, quienes siempre permanecerán vinculados a Ávila, participando de sus eventos y veraneando aquí, aparte de ser la circunscripción por la que Francisco Barnés fue elegido diputado a Cortes en 1931 merced a las excelentes relaciones establecidas en la capital y pueblos de la provincia.
Aunque Ávila seguía siendo el hogar al que solían volver con frecuencia los Barnés, el nuevo puesto de Don Francisco en el Instituto-Escuela de Madrid hizo que la familia se instalara allí, ocupando entonces el piso 4º izda. del nº 5 de la Calle Luchana, en el barrio de Chamberí, por un alquiler anual de 1200 pesetas, según se recoge en la hoja del padrón de diciembre de 1920, donde figuran inscritos Francisco Barnés Salinas (Algeciras, 11/06/1877), su esposa Dorotea González de la Calle (Madrid, 9/02/1877), y los hijos de ambos Francisco José (Madrid, 22/02/1902), Urbano (Pamplona, 23/08/1903), Dorotea (Pamplona, 21/12/1904), Adela (Ávila, 9/04/1908), Petra (Madrid, 14/01/1910), Ángela (Ávila, 28/10/1912) y Juan José (Madrid, 24/05/1915). Faltan los hijos fallecidos Domingo (1903-1920) y Pedro (†1920). Todos ellos criados y educados en Ávila hasta 1920, año en el que prosiguieron sus estudios en el Instituto Escuela de Madrid, y en otros centros.
20. RECUERDOS DE VACACIONES.
Llegado el verano, la familia Barnés regresa de Madrid a Ávila para pasar los meses estivales, anuncia El Diario en la sección de ecos de sociedad (DAV, 27/06/1922; 6/06/1923). También se reseña que «su bella hija [Dorotea], ha obtenido previos brillantes exámenes en la Normal de Maestras, las notas de sobresaliente y matrículas de honor» (DAV, 9/06/1923). Dada su notoriedad, los Barnés se tienen como parte «de la flor y nata de nuestra sociedad y de la colonia veraniega», y participan en el cotillón del casino abulense en la fiesta admirable que tuvo lugar en el verano de 1924 y al que asistieron los hermanos Francisco y Urbano (DAV, 14.08.1924).
Un buen testimonio de estas estancias veraniegas nos las cuenta la escritora y filósofa Carmen Zulueta: «El lugar elegido fue Ávila. Allí los paseos con mi padre [Luis de Zulueta, futuro ministro de Estado] se convirtieron en rutas organizadas en grupo con toda la familia y con los Barnés, que también veraneaban allí. Lentamente, los niños delante, después los adultos jóvenes (recuerdo a Adela Barnés y su novio, Germán García), detrás los padres (Doña Dorotea y Don Francisco), mis padres [Luis Z. y Amparo Cebrián], mi abuela y tal vez alguien más que se había sumado... Caminábamos a la Peña de la Cruz [en el paseo de San Roque], una roca que tenía en lo alto una cruz. Allí Angelita Barnés, la atrevida, que aunque andaba con alpargatas como los demás niños se subía por las rocas como una cabra de monte, trepaba hasta lo más alto de la Peña y tocaba con las manos la cruz» (Caminos de España y América, 2004). «Paseábamos con los Barnés por los polvorientos caminos de las afueras, nos sentábamos en un banco mirando el sol poniente desde paseo del Rastro… Llegamos a conocer Ávila como nuestras manos y, junto con Angelita Barnés o con mi hermano Biti, recorríamos todos los barrios antiguos, subíamos a la muralla y charlábamos sin parar de todo» (Mi vida en España, 1916-1936, 2011).
21. PRESENCIA EN ÁVILA.
Por otra parte, no falta la presencia de los Barnés en Ávila en distintos eventos que tienen lugar, como fue el homenaje que la ciudad le brindó a Claudio Sánchez Albornoz con motivo de su nombramiento como hijo Adoptivo (DAV, 26/08,1924). Asistieron al acto Francisco Barnés, padre, y sus hijos, los hermanos Dorotea, Francisco y Urbano (DAV, 26/08/1924). En agradecimiento al homenaje tributado, don Claudio invita en su casa a autoridades, familiares y amigos y, sobre todo, estudiantes universitarios, entre los que figuran: Francisco Barnés Salina y señora, y los hijos y hermanos Dorotea, Francisco, Urbano y Adela dada la estrecha relación que existía entre ambas familias (DAV, 2/09/1924).
Nuevas rnotas de sociedad anuncian que con el objeto de pasar el verano en Ávila se encuentran entre nosotros las señoritas de Barnés (DAV, 6/07/1925), igual que el nombre de Dorotea Barnés figura entre las acertantes de los pasatiempos que publica el periódico (DAV, 8/09/1926).
Llamativa es la reseña dedicada a Dorotea Barnés: «Procedente de Nueva York, llegará uno de estos días a Cádiz, después de terminados con el mayor aprovechamiento los estudios de ampliación de primero y segundo curso en las Universidades Americanas de Smith Collage y de Yale (New Haven), la cultísima señorita Dorotea Barnés, doctora en Ciencias Químicas, hija del eminente catedrático del Instituto Escuela de Madrid, D. Francisco Barnes, actual diputado a Cortes por nuestra provincia, quien, por tal motivo, se encuentra en la capital gaditana con su distinguida señora. Al dar la bienvenida a tan estudiosa señorita, con efusiva felicitación por los brillantes resultados de su carrera, hacemos presente a los señores de Barnés nuestra cordial enhorabuena por el feliz regreso de su querida hija al hogar paterno» (DAV. 9/07/1931).
En 1929, el hijo mayor, Francisco Barnés González, ejerce en Madrid como tocólogo asistiendo al nacimiento feliz de un niño, (DAV; 2/11/1929). Lo mismo que Urbano, médico y ginecólogo, da clases en la Facultad de Medicina (La Época, 7/07/1932).
«Mis hijos que se casen y mis hijas que estudien», decía Francisco Barnés, lo que facilitó el hecho de que todas y cada una de las hermanas obtuvieran un título universitario. Dorotea y Adela hicieron Químicas, Petra se licenció en Farmacia y Ángela se especializó en Filología Árabe por consejo de Ortega y Gasset, obteniendo cada una de ellas el premio extraordinario de sus respectivas carreras (El Heraldo de Madrid, 1/10/1932).
En 1933, Juan y Francisco Barnés acompañan a su padre a la inauguración del grupo escolar de Diego Álvaro, junto con el amigo de la familia Claudio Sánchez Albornoz (DAV, 28/06/1933). En las mismas fechas, el escultor Juan Luis Vassallo Parody, profesor y delegado gubernativo de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Ávila en el periodo 1933-1936, obsequia con tres figurillas de mujer en madera de caoba a las hermanas Barnés como regalo de boda.
22. GUERRA CIVIL.
Al comienzo de la guerra civil, Francisco José Barnés González, hijo del ministro, es detenido en Ávila, su hermana Ángela cuenta así la detención:
«– Mi padre nos propuso a mi esposo [Francisco Bozzano Prieto], y a mí, el 16 de julio de 1936, que nos reuniéramos en Ávila con mi madre [Dorotea] y mi abuela paterna [Adela] para pasar el verano, como solíamos hacer. Estando allí, hicieron rehén a uno de mis hermanos [Francisco], exigiendo para su liberación 25.000 pesetas para comparar un avión destinado al ejército de Franco. Con la venta de unas pocas joyas mías y de mi madre, y gracias a la solidaridad de muchas familias, reunimos 19.000 pesetas, una cantidad que fue suficiente. Mi madre tuvo que quedarse refugiada en un convento de clausura [Las Gordillas] en Ávila, hasta que a finales de 1938 o principios del 39, con una nevada terrible, la permitieron tomar un tren con dirección a Hendaya. Mis padres se reunieron en Carcasson (Francia) y se exiliaron a México sin que yo volviera a ver vivo a mi padre, que falleció en 1947» (Revista 60 y más, 281/2009).
Décadas después, la nieta, Ángela Giral Barnés, relata aquellos sucesos en Caminando fronteras (2019): Francisco Barnés Salinas, mi abuelo, «creyó que la familia estaría a salvo fuera de Madrid y mandó a su mujer, Dorotea, con su madre, Adela, y su hija menor, Ángela, acompañadas por el marido de esta, Francisco Bozzano, al apartamento que la familia conservaba en Ávila, donde había sido catedrático de instituto y donde por entonces residía su hijo mayor, Francisco Barnés González, ejerciendo como médico. Mi tía Ángela me contó cómo a los pocos días de llegar ellos, Ávila cayó en manos de los rebeldes y enseguida vinieron a arrestar a su hermano mayor, hijo del ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes». Bozzano hizo gestiones para obtener salvoconductos, y a la madre y la esposa del ministro les fueron negados. Acudió para ello al obispo, y lo único que este pudo conseguirle fue que las señoras entraran como huéspedes de pago en el convento de las Gordillas, que era de clausura, en el que permanecieron presas hasta que se consiguió un canje de prisioneros en marzo de 1938».
Sobre el episodio de dicho canje, José Giral escribió en Año y medio de gestiones de canje (1938), en palabras de su nieta Ángela Giral Barnés: «Dorotea González de Barnés, junto con Teresa Marcos Sánchez, que residían en Ávila, fueron canjeadas contra Rosa Aranda Mata y Luisa Mata Robles, detenidas en la prisión de Alacuas, en el mes de marzo de 1938. Este canje fue aprobado por el gobierno de la República el 19 de febrero de 1938. Teresa Marcos Sánchez no era de la familia, pero Adela Salinas de Barnés, la madre del ministro, había muerto de una pulmonía y los policías que iban a buscarlas simplemente se llevaron a una pobre señora que no tenía que ver con la guerra para poder entregar a dos mujeres, como indicaban los documentos de canje». Mi madre, Petra, prosigue Ángela Giral Barnés, salió de Barcelona y se reunió con su hermana Adela en Hendaya para recoger a su madre. Al darse cuenta de lo sucedido, le dieron dinero a Teresa Marcos para que volviera a Ávila.
Sobre dichas circunstancias, la Comandancia Militar de Ávila publica el rescate pagado para la liberación de Francisco Barnés con el eufemismo de «contribución voluntaria. suscripción pro fuerzas combatientes», por importe de 25.000 ptas., cantidad a la que se suman otras 4.000 ptas. de «Suscripción para la fuerza pública» (DAV, 12 y 19/08/1936). Más aún, también se anuncia la incautación de bienes por responsabilidad civil contra el antiguo ministro (DAV, 4/03/1937).
Una nueva desgracia se cierne sobre los Barnés en 1937. En ese año muere en el campo de batalla, en el frente de la Casa de Campo en 1937, el hijo menor, Juan Barnés González, quien había decidido enrolarse en el ejército republicano junto con su primo Antonio Giral González. Nacido en Madrid en 1915, vivió en Ávila con sus padres hasta los cinco años, después estudió en el Instituto Escuela de Madrid, donde entabló gran amistad con el antropólogo Julio Caro Baroja (Los Baroja, 1978). Tenía grandes cualidades de inteligencia y carácter, pero la guerra le impidió licenciarse en derecho.
En 1938 contraen matrimonio Petra Barnés (hija del ex ministro Francisco Barnés), y Francisco Giral (hijo del ex ministro y ex presidente de gobierno José Giral). Hecho este que sirve al Diario de excusa para una dura crítica contra los contrayentes: «los niños de los dirigentes rojos constituyen una fauna muy curiosa»; y contra los progenitores, dando datos, se dice, «sirvan para desenmascarar y conocer a fondo a esos personajes marxistas, de espíritu atrozmente corrompido» (DAV, 21/03/1938).
23. CAMINO DEL EXILIO.
Terminada la guerra, ya nada había que hacer en España, así que los Barnés toman el camino del exilio. En enero de 1939 la familia se instala en la ciudad francesa de Carcasona hasta su traslado a México. De las gestiones necesarias para viajar a América se ocupa José Giral, quien además de los miembros de su propia familia también tramita las autorizaciones de los Barnés: «Francisco Barnés, de 64 años, ex ministro; Dorotea González de la Calle, de 64 años, su esposa; Urbano Barnés González, de 35 años, médico e hijo de ambos; María Luisa Castro de Barnés, de 28 años, su esposa; María Luisa Dorotea Barnés Castro, de 3 años, la hija de ambos; Germán García, médico de 33 años, su yerno, y Adela Barnés González de García, de 32 años, su esposa». Sin embargo, Francisco Barnés partió tiempo después en 1942 en el viejo vapor portugués y antes alemán ‘Nyassa’ (Euzko Deya, 10/06/1942).
A partir de entonces, el camino que siguió la prole sobreviviente de los Barnés pasó por el exilio, la depuración y el olvido, de ahí que recuperemos su memoria desde la ciudad que les vio crecer y despuntar en sus carreras académicas y científicas, lo que hacemos reseñando su trayectoria. Años después, a los padres, Francisco Barnés y Dorotea González, les sorprendió la muerte en México en 1947 y 1966, lejos de la casa abulense que abandonaron con sus enseres confiscados. Así, continuamos con nuestros apuntes memorialista de los hermanos Barnés, y siguiendo el orden por edad de mayor a menor de los mismos.
Francisco Barnés González (Madrid, 1902 – México, 1954), el mayor de los hermanos, fue un buen estudiante en el Instituto de Ávila y en la Universidad Central donde se licenció en medicina. Ejerció como tocólogo en Madrid y en Baeza (Jaén), así como inspector médico escolar en el distrito madrileño Hospital. Fue miembro de la UGT y afiliado a la Agrupación Sindical de Madrid desde 1923. En Ávila solía acompañar a su padre en campañas y eventos varios por la provincia. Aquí fue hecho prisionero en 1936, hasta que en 1938 fue liberado en un canje de prisioneros. En 1939, se exilió con el resto de la familia, primero en Francia y luego en México, donde ejerció como pediatra privado con éxito. Allí se alojó en casa de sus tíos, José Giral y María Luisa González, donde murió a los 52 años.
El otro hijo varón, Urbano Barnés González (Pamplona, 1903 – México, 1993) también fue un alumno brillante en el instituto de Ávila, se licenció en medicina en la universidad madrileña. Amplió estudios en Alemania y trabajó como ayudante de obstetricia y ginecología en Madrid, y como Jefe de la maternidad provincial de Toledo y tocólogo municipal de la capital toledana. Se doctoró en 1934 y dio clases como profesor clínico de la Facultad de Medicina de Madrid. En la guerra civil fue Jefe de equipo quirúrgico del ejército republicano. Se casó con la química y farmacéutica María Luisa Castro Bravo. En 1939 se exilió con la familia en México, donde alcanzó prestigio y fama como obstetra y ginecólogo, llegando a ser uno de los médicos que más niños trajo al mundo. Falleció a los 80 años. Uno de sus nietos, Francisco Barnés de Castro, ingeniero químico, fue rector de la Universidad Autónoma de México.
23. LA SAGA DE LAS BARNÉS.
Un capítulo aparte merecen las hermanas Barnés. Sobre su trayectoria es interesante el artículo de Paloma Alcalá y Capi Corrales titulado «La saga de las Barnés» (Ni tontas, ni locas, 2009), así como el blog de Agustina Pérez «Nos queda la palabra», en el que se incluyen varios posts dedicados a «Las hermanas Barnés: Fruto de la educación de la mujer». A ello añadimos que en los últimos años han sido varios los actos de reconocimiento y publicaciones dedicados no solo a la figura de Francisco Barnés, sino también a los méritos intelectuales y científicos de sus hijas, que sufrieron las consecuencias de la guerra, tal y como se recoge también en Depurar y castigar (2018); Ciencia e innovación en las aulas. Centenario del Instituto-Escuela (2018); Caminos del exilio (2019); Personajes para la memoria. Trayectoria de ilustres profesores de enseñanza secundaria (exposición, 2021), etc. Con todo, destacamos los siguientes datos de las hermanas Barnés, Dorotea, Adela, Petra y Ángela procedentes de dichas publicaciones.
Dorotea Barnés González (Pamplona, 1904- Fuengirola, 2003). Durante trece años, igual que sus hermanos, estudió el bachillerato en el instituto abulense en el que daba clases su padre desde 1907. Sus hermanas, tras asistir al colegio, recibían clases particulares de la hija del lechero que llegó a ser una magnífica profesora (60 y más, 281/2009). Ya en Madrid, Dorotea se licenció y doctoró en Químicas con premio extraordinario en 1931.
Siendo estudiante, Dorotea completa su formación asistiendo a los cursos organizados por miss Foster en la Residencia de Señoritas que dirigía María de Maeztu. Desde 1928, antes incluso de acabar sus estudios, era socia de la Sociedad Española de Física y Química. En 1929, obtiene una beca del Smith College y una pensión de la Junta para la Ampliación de Estudios, viajando a Estados Unidos para iniciarse en las técnicas del análisis espectral. Se especializó en el uso de la Espectroscopía para el análisis químico, una técnica que en esa época exigía una sólida formación en el campo de la óptica. En colaboración con las científicas, Mary Louise Foster y Gladys Anslow publicó Algunas características químicas y el espectro de absorción de la cistina, lo que le valió el Máster Degree of Science por Smith College en junio de 1930.
En septiembre de ese mismo año, le fue concedida una beca para la Universidad de Yale, donde realizó un estudio comparativo de los ácidos nucléicos en ciertas bacterias patógenas. Durante sus dos años de permanencia en Estados Unidos visitó, además, las universidades de Harvard y Columbia. En 1932, Dorotea Barnés regresó a España. Hasta 1934 trabajó en la sección de Espectroscopía del Instituto Nacional de Física y Química, también conocido como el Instituto Rockefeller. En Graz (Austria) aprendió en el laboratorio del profesor K.W. Fritz Kohlrausch las nuevas técnicas de la Espectroscopía Raman, técnicas que ella introdujo en España y que permiten identificar las moléculas de sustancias químicas. A su regreso publicó el primer trabajo sobre esta técnica en los Anales de la Sociedad Española de Física y Química (1932).
En 1933 consiguió la cátedra de Física y Química del Instituto Lope de Vega de Madrid. Ese mismo año contrajo matrimonio con Vicente Delgado de la Iglesia, que por entonces era profesor del mismo Instituto. El estallido de la guerra civil la obligó a exiliarse, con su hija Pilar y su marido, a Carcasonne (Francia). Dorotea Barnés regresó con su familia a España en 1940, donde había sido depurada como profesora, y a partir de ese momento también abandonó el trabajo científico, este por culpa de su marido, dijo. Murió en Fuengirola en 2003 pero su funeral tuvo lugar en Madrid en la iglesia de San Fermín de los Navarros.
En 2018, Dorotea Barnés González fue incluida en la Tabla Periódica de las Científicas, junto a científicas de todo el mundo, y coincidiendo con el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, el 11 de febrero de 2021, el ayuntamiento de Pamplona reconoció sus méritos de como pionera en el campo de la Química dedicándola una calle.
Adela Barnés González (Ávila, 1908 – México, 2011) estudió primero en Ávila y luego en el Instituto-Escuela, donde se graduó en 1926 y fue profesora de Física y Química, carrera en la que se licenció en 1932 con Premio Extraordinario. Entre 1931 y 1936, trabajó como investigadora del Instituto Nacional de Física y Química y fue nombrada profesora ayudante en la cátedra de Química Inorgánica en la Universidad de Madrid. Durante la visita de Marie Curie a Madrid, Adela fue su cicerone.
Adela se casó con el médico Germán García, prestigioso oncólogo, compañero del premio nobel Severo Ochoa. Al estallar la Guerra Civil, se encontraba en París asistiendo a un congreso. No pudo volver a Madrid ni acabar la tesis. Fue depurada por el franquismo y se exilió en México, donde fue acogida por su tío, José Giral, quien la reclamó como ayudante de Química Inorgánica y Análisis Químico en la Escuela de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional, donde trabajó hasta la jubilación. Falleció a los 103 años.
Petra Barnés González (Madrid, 1910- México, 1992). También fue al colegio en Ávila y luego en el Instituto-Escuela de Madrid. Estudió Farmacia y se licenció en 1931. Al acabar la carrera el padre no dejó que ella y su hermana Ángela hiciesen los cursillos que las capacitaban para ejercer la enseñanza en secundaria. Francisco Barnés temía que sus hijas pequeñas, tan listas como las mayores, sacasen, como habían hecho sus hermanas, los primeros puestos. Siendo él ministro, la posibilidad le incomodaba. Trabajó en la Universidad Central y en el Rockefeller. En 1932 se casó con Francisco Giral, hijo del entonces Ministro de la Guerra y compañero suyo en el Instituto-Escuela. Ese mismo año Paco Giral sacó una plaza de profesor de Química Orgánica aplicada a la Farmacia en la Universidad de Santiago de Compostela, ganando la cátedra por oposición en 1936, y la pareja se trasladó a Galicia. La Guerra Civil les sorprendió en Madrid, donde trabajaba Francisco. En 1937 se trasladaron a Cocentaina (Alicante) donde él fue director de la fábrica de pólvoras y nació su primera hija. Salieron de España por el puerto de Alicante, y se reunieron con la familia Giral en París y de aquí a México, donde ambos entraron a trabajar en el mismo laboratorio del Centro Politécnico Nacional. Allí descubrieron juntos la fórmula de la giralgenina (los Giral tienen un pin con la molécula). Petra trabajó en diversos laboratorios hasta su jubilación, murió con 82 años.
Ángela Barnés González (Ávila, 1912 - Madrid, 2010). Era la hermana pequeña, primero fue al colegio en Ávila y después al instituto en Madrid. Le gustaba la historia del arte. Con diez y seis años ingresó en la Escuela de Estudios Árabes por consejo de Ortega y Gasset, y se especializó en lingüística árabe. En 1935 se casó con Francisco Bozzano Prieto, Técnico comercial y economista del Estado, quien había estudiado el Bachillerato también en el Instituto-Escuela. Fue profesora en el Instituto Lope de Vega en el curso 1934-1935. En 1936 obtuvo una beca para trabajar en la Escuela de Estudios Árabes como ayudante de Asins Palacios, quien dirigió su tesis doctoral sobre la Alquimia árabe. Pasó la Guerra Civil en Sanlúcar de Barrameda con su familia política, donde tuvo su primera hija. Regresó a Madrid y, al igual que su hermana Dorotea, que también vivió durante el franquismo en España, nunca retomó su actividad profesional. Falleció con 98 años.
Finalmente, concluida la publicación de cuatro reportajes dedicados a los Barnés, cuya saga fueron abulenses de criazón, como Jorge Santayana, sirvan los mismos como reconocimiento a los hombres y mujeres que sufrieron el drama del exilio, la depuración y el olvido, y particularmente de aquellos que tuvieron Ávila como su “locus estandi”, lugar desde donde mirar el mundo, como fue el caso de la famila de Francisco Barnés Salinas.