«Las estaciones de ferrocarril» se han hecho literatura en el II Concurso de relato breve de la Asociación de vecinos «La Tusa» de Mingorría (Ávila), convocado «con el propósito de fomentar el interés por la lectura y la creación literaria», tal y como ya anunciamos en estas mismas páginas,
https://avilared.com/art/76882/las-estaciones-de-ferrocarril-se-hacen-literatura-en-el-concurso-de-relatos-de-mingorria
y al que se han presentado 140 relatos de toda España y Latinoamérica. Una vez fallado el concurso, el pasado viernes 6 de diciembre tuvo lugar la entrega de premios en el Ayuntamiento de Mingorría, entidad colaboradora, con asistencia de los primeros galardonados, de miembros de la organización, del jurado evaluador y de público en general. https://avilared.com/art/80752/victor-valdesueiro-gana-el-concurso-de-relatos-la-tusa-de-mingorria-entre-mas-de-130-obras
PREMIOS.
En esta modesta fiesta de la literatura dirigida por Ana Pose, presidenta de la asociación convocante, se dio cuenta del fallo del Jurado compuesto por Nieves Álvarez Martín (Escritora, poeta y artista plástica), Eduardo Pindado García (profesor), Cristóbal Medina Montero (escritor), quien suscribe (cronista) y Emilio Sánchez Álvarez, que actuó como secretario. Como resultado, se concedió el primer premio (150€ y diploma) al relato «Escaleras mecánicas», de Víctor Valdesuéiro Bernabé, por un tratamiento singular de uno de los siniestros que tristemente han tenido lugar en las estaciones, el 11M, que acaba así: «El mismo frío que sentí aquel fatídico día, volvió a meterse en mis entrañas al recordar todas las almas que; resignadas, silenciosas y somnolientas, subieron al cielo en las mismas escaleras mecánicas por las que yo les había precedido».
El segundo premio (100€ y diploma) fue para el relato «Guerras sin cuartel», de Agustín García Aguado, por el ameno relato bien narrado sobre la infancia y la niñez de muchos que vivieron en una de nuestras estaciones: «Y yo no dije nada. Acababa de ver el reloj de la estación con el rabillo del ojo, las siete y veinte de la tarde, y de pronto me di cuenta de que empezaba a ser adulto, que ese niño soñador que cazaba ranas en el río y construía castillos en el aire, solo tenía un deseo, convertirse en trovador y rondar la casa de cierta princesa vikinga».
El tercer premio (50€ y diploma) fue para el relato «Mujer en la estación», de Alberto de Frutos Dávalos, por la descripción descarnada del drama de la muerte de un ser querido y la tragedia familiar, sin olvidar el atisbo de recuerdos felices: «Fue corriendo a la taquilla y compró un billete para el tren que se aproximaba con calculado desdén a la estación. Con cuidado de no molestar a los demás pasajeros, se arrellanó en un asiento de ventanilla. Corrió las cortinas, miró afuera. Apenas quedaba nadie ya en el formidable templo del ferrocarril, y no supo si era el tren el que, al arrancar, se alejaba de la ciudad, o la misma ciudad la que se distanciaba de sus ojos y se perdía en la noche. Hasta la mañana siguiente».
También fueron galardonados, por orden de presentación, con una mención especial y diploma, los siguientes relatos finalistas. «Nadie lo esperaba en la estación», de Luis Sanchidrián Velayos, por contar la peripecia vital de un personaje desencantado de la vida rural que busca en la ciudad un futuro mejor y al final de sus días regresa a su pueblo. Otra mención fue para el relato «Un triunfo pírrico» de Jesús Jiménez Reinado, por la narrativa de un viaje desgarrador de los más desfavorecidos como una insignificante victoria de los marginados. Y la otra mención fue para el relato «La grieta» de Evangelina Gutiérrez Fernández, por la singularidad del relato que cuenta la historia negra y turbulenta de lo que sucede en nuestra sociedad que testimonia la propia estación.
Durante el acto se leyeron los relatos premiados con felicitaciones a la organización, el jurado y demás colaboradores, así como a todos los participantes. También hubo una atención especial al relato presentado por Rosa Amparo García Almela: «Unos jóvenes enamorados juegan, se arrullan, se besan, se tocan, se acompañan, se despiden. A la mañana siguiente él aparece muerto en la estación, es el relato de una mujer argentina sorda y ciega que dejó conmocionados a los asistentes.
Al final, hubo un sencillo refresco para los asistentes y se anunció la publicación a la demanda de los relatos presentados, al mismo tiempo que ya se prepara una tercera convocatoria del certamen literario.
CONVOCATORIA LITERARIA.
La oportunidad y originalidad de dicha convocatoria literaria coincidió en esta edición con el funesto hecho de la demolición de la centenaria estación del pueblo de la asociación convocante,
https://avilared.com/art/74618/video-demolicion-polemica-la-estacion-de-mingorria-ya-es-historia
lo que bien sirvió para reivindicar su identidad cultural y su memoria histórica ligada a lo que durante 160 años fue un soplo de vida y alma de sus gentes, estrechándose su vinculación a acontecimientos y recuerdos del pasado, tradiciones populares, actividades culturales, aspectos etnológicos y valores del patrimonio industrial.
Dichas circunstancias hicieron más emotiva la temática de la convocatoria. Y no han defraudado los relatos presentados, pues comparten historias, experiencias, ilusiones y sentimientos en torno a las antiguas arquitecturas y paisajes ferroviarios de numerosas estaciones y lugares que también fueron centros de asentamientos poblacionales y verdaderos testimonios de vida de empleados y familiares, a la vez que impregnaron de tradiciones y costumbres varias generaciones y dejaron entrañables recuerdos en la memoria de usuarios y viajeros.
No se trataba de reproducir los acontecimientos que se sucedieron a propósito del desmantelamiento de aquella vieja estación,
https://avilared.com/art/74941/mingorria-desaparece-del-mapa-ferroviario-con-la-demolicion-de-su-estacion-de-tren-merece-la-declaracion-de-bien-interes-cultural
sino de rescatar para la literatura el encanto o la desgracia que despiertan las arquitecturas y lugares en los que se detienen los trenes, y suben, bajan o pasan viajeros, turistas, trabajadores, estudiantes, emigrantes, exiliados, hijos pródigos, indigentes sin billete, etc.
No obstante, y aunque la desaparecida estación de Mingorría no es el motivo temático del concurso literario, el pueblo y los convocantes son el escenario y los protagonistas de la reivindicación de su legado patrimonial y cultural, lo que nos permite ahora recordar, una vez más, parte de su memoria histórica.
Ciertamente, a lo largo de más de un siglo y medio, hubo un tiempo en el que la estación de Mingorría era un hervidero de viajeros y de mercancías. Por ferrocarril llegaban productos de ultramarinos, el cacao para las fábricas de chocolate que había en la localidad, los abonos con los que se preparaban los campos, el hierro que se utilizaba en la fabricación de ruedas de carro, las ruedas de hormigón con anillos férreos para los abundantes molinos harineros del río Adaja y la gasolina cuando estos y los de chocolate se accionaban con un motor, etc. Incluso por tren llegaban las compañías ambulantes de teatro, los loteros, el pescado que recogía la tía María, y un tren economato estacionaba periódicamente en la estación con gran variedad de artículos para las familias de los empleados.
La convocatoria, abierta a la creación literaria, como propuesta libre y universal y sin olvidar las profundas raíces en la localidad de sus promotores, se unió en esta ocasión, aunque con menos pretensiones, a otros concursos más o menos oficiales. Como puede observarse, el ferrocarril ocupa un protagonismo excepcional en nuestra cultura, y una forma de testimoniar su atractivo y promover la creatividad retórica es hacerlo juntando palabras y compartiendo pensamientos, recuerdos y anécdotas, o recreando situaciones o aventuras imaginarias.
Es entonces en el microcosmos de los trenes y trasiego de pasajeros y mercancías, donde las estaciones han sido verdaderos centros de paso, acogida, intercambio, depósito, estancia y espera, incluso de habitación y alterne, en algunas de ellas. Además, las infraestructuras y el paisaje configuran los espacios surgidos como lugares interseccionales de tránsito de la población. Los usuarios se cruzan y entremezclan con maquinistas, fogoneros, jefes de estación, factores, guardagujas, guardafreneros, obreros y otros empleados de oficios que ya desaparecieron, igual que se esfumaron por la piqueta apeaderos, viviendas, refugios, aseos, muelles, cantinas, pasos, arcenes, vías muertas, etc.
ESCRITURA FERROVIARIA.
En el concurso de relatos que nos ocupa, cuya fórmula creativa cobra especial interés entre lectores, aficionados escritores y público en general, tuvieron cabida todas las estaciones de trenes del mundo, símbolos de una época que ya pasó, y de otras en continua transformación y evolución, con lo cual, de alguna manera, a través de la escritura se ha querido rendir un especial tributo a su carácter histórico y cultural.
El concurso ha estado abierto a una ilimitada pluralidad de situaciones y experiencias que pudieran derivarse, tantas como participantes han acudió a la convocatoria del mismo. Para ello, es alentador que el mapa ferroviario de cuantas líneas y estaciones hay en la tierra se ha prestado a la originalidad de múltiples relatos.
El ejercicio literario propuesto en el concurso de relatos, tal y como ha resultado, es entonces el mismo que han practicado distintos autores emocionados con el tren, las estaciones, el viaje, el traqueteo, el paisaje, el gentío y la diversidad social, el crimen y el arte, etc. tal y como hicieron en el tránsito de los ferrocarriles del Norte, Ávila, Mingorría y los pueblos cercanos de la línea que nos es más cercana. Como ya citamos en otra ocasión, nos vuelven a la memoria de nuevo las pequeñas aventuras ferroviarias de los escritores Hans Cristian Andersen (Viaje por España, 1862), Gustavo Adolfo Bécquer (Caso ablativo, 1864), Luis Teste (Viaje por España (1872), Azorín (Los vascos de Mingorría (1936) y Jorge Santayana (Personas y lugares, 1944).
A ellos unimos otra vez la premonición de Théophile Gautier (Viaje por España, 1840) que ya predijo que las estaciones son «los palacios de la industria moderna, donde se desarrolla la religión del siglo: la de los ferrocarriles». En nuestro caso añadimos los versos de Antonio Machado viajero en vagón de tercera ligero de equipaje, el nombre que Unamuno prestó su nombre al tren Salamanca-Barcelona. La fantasía de Galdós imaginó una línea desde Medina del Campo por campos morañegos de trigales salpicados de amapolas y atravesados por arroyuelos humildes.
De la misma manera, no están demás los versos del poeta abulense Jacinto Herrero, que recogen el sonido del tren que surca las tierras desde Monsalupe. A ellos sumamos los de Gerardo Diego, «En la estación de alba / Ahorcaron el reloj y la campaña»; de Jorge Guillén, «Un tren: silbido, ráfaga; Alberti «La luna, / presidenta de los trenes»; de Vicente Huidobro, «entre la hierba / silba la locomotora en celo», de Pablo Neruda canta: «Oh tren / explorador / de soledades». Joan Margarit (Estació de França, 1999); y de Agustín García Calvo tituló (Del tren. 40 notas o canciones, 1976). Ramón Gómez de la Serna escribió: «Una estación es lo más lleno de fantasmas y lo más tétrico que hay» (Disparates, 1921); y por último, Rosa Chacel apuntó: «La estación, antesala destartalada donde criados heterogéneos no acaban nunca de hacer la limpieza, le desconcierta y siente el (Las ciudades, 1922).
Como puede apreciarse, el tren y las estaciones son un campo abonado para una multiplicidad de pensamientos y sensaciones, recuerdos y añoranzas, que, unas veces, se reafirman o se desvanecen, mientras otras se transforman en desengaños, y todo esto es precisamente los que hemos encontrado en la miscelánea narrativa de hombres y mujeres que han querido compartir entrañables aventuras, tristes acontecimientos o truculentos sucesos. Estudios sociológicos darían buena cuenta de todo cuanto pasa en las estaciones, esos templos impersonales de la modernidad.
Con más ambición, el tren y las estaciones son excelentes escenarios novelescos y cinematográficos, destacando aquí con especial atractivo, el cual sobrepasa la desilusión que provoca la ruina y destrucción de las viejas estaciones de pueblo. Entre los abundantes títulos que recrean la fugacidad y a la vez presencia permanente del tren sobresalen aquellos que fueron llevados al cine para mayor gloria y vistosidad, de los cuales citamos algunos. Así, el tren fue el protagonista cinematográfico de filmaciones emblemáticas como El tren (1895), de los hermanos Lumiére; de El maquinista de la General (1927), de Buster Keaton; de Alarma en el expreso (1938) y Extraños en un tren (1951) de Alfred Hitchocock; Sólo ante el peligro (1952), de Fred Zinnemann; y Estación Termini (1954), de Vittorio de Sica. Otros títulos conocidos son Ana Karenina, Asesinato en el Orient Express, Harry Potter, La invención de Hugo y La chica del tren. Finalmente, José Jiménez Lozano, contemplando la pintura de estaciones de Ricardo Sánchez, escribió: «las estaciones, los trenes, las locomotoras pueden ser sorprendidas en su soledad, pero que son paisajes habitados, y cosas, ahora mismo en relación de vida y memoria con los hombres.
CAMINOS DE HIERRO.
En el conjunto de relatos aparecen un gran número de estaciones que nos sirven para trazar un mapa ferroviario imaginario formado por los nombres que extraemos por orden alfabético, a vuela pluma, de los textos presentados al concurso. Aparte de las estaciones que se citan se suman otras tantas innombradas que configuran un curioso enjambre de raíles que traspasa fronteras y tejido por la fantasía de hombres y mujeres que cobran realidad en la escritura. Pensemos entonces en la estación que recordamos como un símbolo de transeúnte. Aquí tenemos algunas en las que hombres y mujeres quisieron localizar sus experiencias o, simplemente, dejar su nombre fugaz en su relato de vida, espera o muerte:
Ávila, Ágreda, Aranjuez, Arévalo, Alcázar de San Juan, Badajoz, Banfield,Barcelona (Sants), Bilbao (Abando), Bucarest, Buin (Chile), Canfranc, Casas del Campillo (apeadero Almansa), Chicago Union Station (EE.UU), Chisináu (Moldavia), Constitución, Gerli, Grajal de Campos, Granados, Guadalajara, Guimorcondo, Hendaya, Lanús, Linares-Baeza, Lomas de Zamora, Lyon, Madrid (Príncipe Pío-Norte, Delicias, Chamartín y Atocha), Medina del Campo, Manzanares, Medinaceli, Mingorría, Monzón, Moscú, Navarra (Irati), París, Puerto Real, Rancagua (Chile), Remedios de escalada, Sahagún, San Clemente de las Aguas, Sangüesa, San Hilario, San Román, Soria, Temperley,Valcárcel, Valdepeñas (línea: La Loma, San Pedro del Arroyo, La Loma, Las Torres), Valladolid, Villaclara, Villa Cinca, Villa Nueva, Villanueva de Sauces, Villarta del Rubio, Viyuelos y Zaragoza.
Los lugares de procedencia de los concursantes también aportan datos y recuerdos del viaje en tren, sobre todo, porque nos dan una idea universal del medio de transporte ferroviario o, por lo menos, de gran parte de la geografía nacional y de América latina. Así, por lugares de procedencia y número de los concursantes, estos llegaron de la capital y provincia de Madrid (31), Asturias (8) Ávila (8), incluidos tres de Mingorría, Tenerife (4), Sevilla (4), Zaragoza (4) Ciudad Real (4), Alicante (3), Barcelona (3), León (3), Palencia (3), Salamanca (3), Toledo (3), Valladolid (3), Badajoz (2), Burgos (2), Cádiz (2), Castellón (2) Murcia (2), Segovia (2), Valencia (2), y Vizcaya. Además, en número de uno de cada llegaron de Álava, Almería, Cantabria, Córdoba, Gran Canarias, Granada, Guadalajara, Guipúzcoa, Huesca, Málaga, Navarra, Orense, Pontevedra, Soria, y Tarragona. De Latinoamérica también han participado en el concurso escritores de Argentina (8), Colombia (5), Chile (4) y México (2), y de forma individual de Venezuela, Perú y Cuba.
CONVOY DE AUTORES:
Repasando la nómina de autores atraídos por el mundo ferroviario, la fantasía de las estaciones y el viaje en tren en las que se prolongan, hacemos justicia relacionando sus nombres por orden de presentación: 1) José Ramón Ramos Martínez. 2) Juan Carlos Flores. 3) Vilma Elena Hernández de Rivas. 4) Francisco Settembrino. 5) Agustín García Aguado (segundo premio). 6) José Luis Vásquez Silva. 7) Luis Uriarte Montero. 8) Javier Pérez-Rubín Cuadra. 9) Fernando Salcedo Alfayate. 10) José Luis Álvarez Sahagún. 11) Ana Fernández Magdaleno. 12) Moisés Martínez Quintana. 13) Noelia Sánchez-Barroso Cano.14) Luis Uriarte Montero. 15) Juan Carlos Pérez López. 16) José Luis Méndez Fernández. 17) Jhon Fredy Jiménez Usme. 18) José Antonio Gago Martín. 19) Sonsoles Alonso Alcaide. 20) Alba Díaz López. 21) Isabel García Viñao. 22) Alain Martín Molina. 23) Alba Díaz López. 24) Sonsoles Alonso Alcaide. 25) Maximiliano Sacristán Bullo. 26) Rodrigo Guillermo Torres Quezada. 27) Ariel Alberto Díaz. 28) Oscar Pérez Pérez. 29) Juan Ignacio Ferrándiz Avellano. 30) Antonio Arteaga Pérez. 31) Mª Mercedes Díaz Herráez. 32) Mari José Olite Merino. 33) Deepam Reyero Rodríguez. 34) Herminia Dionis Piquero. 35) Laura Jiménez Cantalapiedra. 36) José Luis Méndez Fernández. 37) Lucía Alcázar Lara. 38) Manuel Jesús Linares Jordán. 39) Alberto de Frutos Dávalos (tercer premio). 40) Luis Sanchidrián Velayos (mención especial). 41) Aída Romero Inglada. 42) Yolanda Fernández Benito. 43) Eloy Calvo Pérez. 44) Teresa Cañas Cañas. 45) Antonio Olmos Belmonte. 46) Luis Miguel Gómez Ferrero. 47) Miguel Ángel Moreno Cañizares. 48) Javier Fernández Bravo. 49) Rodrigo Yáñez García. 50) David Eduardo Madero Ruiz.
Suma y sigue: 51) Ramón González Reverter. 52) Sandra Sanz Gálvez. 53) María de las Mercedes Lucio Morillas. 54) Raúl Castañón del Río. 55) Isabel María Lobato Jiménez. 56) Alfonso Cantador Alias. 57) Elena Navarro Asensio. 58) Jesús Jiménez Reinaldo (mención especial). 59) Pedro Navazo Gómez. 60) Marta Vidal del Palacio. 61) Vanesa García Hernández. 62) Jorge Barrecheguren Fernández. 63) Miguel Nombela Blázquez. 64) Emilia Briseida Sarmiento Santana. 65) Emilia Briseida Sarmiento Santana. 66) José Luis Baños Vega. 67) Virtudes Torres Losa. 68) Antonio Larrey Lázaro. 69) David Tordáblez Pérez. 70) Víctor Rolando Bellido Aguilera. 71) Pedro Alberto Nieto Reinoso. 72) Alberto Fernández González. 73) Leonardo Martínez Expósito. 74) Luciano Ramiro Difilippo. 75) Fátima Fernández Méndez. 76) Luis Alfredo Aaron Leonis. 77) Juan Pablo Arroyo Vázquez. 78) Francisco Sacristán Romero. 79) Oswaldo López Álvarez. 80) Juan Luis Rincón Arés. 81) Josep Bernat Santacreu Baidal. 82) Alejandro Felipe Trento. 83) Markos Manchado Mateos. 84) Mª Rosario Gómez Fernández. 85) Luis Felipe Vásquez Aldana. 86) José Domínguez González. 87) José Alberto Ruiz Cembranos. 88) Raquel Escaño Castillo. 89) Fernando Chelle. 90) Ángel Rodrigo Sánchez Mateos.
Por último: 91) Nel Sánchez Fernández. 92) Susana Collado Vázquez. 93) Zulma Martínez. 94) Evangelina Gutiérrez Fernández (mención especial). 95) Alberto Sánchez González. 96) Sonia Villero Luque. 97) Francisco Javier Silva. 98) Francisco Araya Pizarro. 99) Estanislao Pan García.100) Luis Sánchez Sánchez. 101) Rosa Amparo García Almela.102) Laura Trejo. 103) Bernardo Martínez Molina.104) Enrique Pérez Badillo.105) Xiomara Alexa Ponce Arévalo.106). Jonatan Penón Franch. 107) Víctor Valdesueiro Bernabé (primer premio). 108) Jorge Torrego Fernández. 109) Mª Perla Díez Arcos. 110) José María Marco Pérez.111) Daniel Guerrero López. 112) Pablo Miguel Argudo. 113) Alfredo Muñoz Sáenz. 114) Juan Miguel Celadilla. 115) Encarna Ruiz Rodríguez. 116) Verónica Inés Velo. 117) Astrid Abele Farfán. 118) José Antonio Sánchez Ramírez. 119) Felipe Claudio Urrutia Ponce. 120) José Stiven Rodríguez Expósito.121) José Carlos Jiménez Pérez.122) Javier Jesús Pérez Carrasco. 123) Nico González Abril. 124) José Antonio López Rastoll. 125) Almudena Serrano Moreno. 126) Pedro Jiménez Serrano. 127) Fernando Hurtado Bruno. 128) Alicia Cabrera Gómez. 129) Miguel Dopico Graña. 130) Ernesto Pérez Esteve. 131) Iván Cerdán Bermúdez. 132) Pilar Guzmán Sopesens. 133) Diego Donato Sánchez. 134) Eva Álvarez Rodero. 135) Juan Coba Campano. 136) Santiago Jiménez de Ory. 137) Myriam Ramírez Martín.138) Víctor Manuel Montes Martín (fuera de plazo). 139) Mª Amparo Herrero Polo (fuera de plazo).
«ESCALERAS MECÁNICAS».
Este es el título ganador del Concurso de relato breve de Mingorría escrito por Víctor Valdesuéiro Bernabé. Un sentido homenaje metafórico a la tragedia del 11M en cuya lectura por el autor escuchamos:
«—El tío está mayor, pero su piso es grande y me ha dicho que no tiene inconveniente en que te quedes en su casa; así, de paso, le haces compañía y le ayudas. Lleva tantos años viviendo solo que se está convirtiendo en un viejo huraño —. Me advirtió mamá aquella madrugada del mes de marzo, al despedirse de mí en el apeadero del pueblo, que no era más que una caseta de color blanco con un reloj, que hacía años que no marcaba las horas. Una estación en la que el sonido predominante era el canto de los pájaros porque, en esta castilla vaciada de la que me siento tan orgullosa, los trenes solo paraban dos días a la semana.
Al llegar a la capital, todavía con un somnoliento sol que comenzaba desperezar los primeros rayos, me recibió la inmensidad de la estación de Atocha con una explosión de luz y de gente.
Cargada de maletas e incertidumbre, tenía que buscar el tren de cercanías que me llevaría hasta aquel barrio de la periferia; pero como iba con tiempo y soy de naturaleza curiosa, subí al piso superior para contemplar con perspectiva aquel enorme hormiguero plagado de luminosos carteles publicitarios, pantallas informativas y andenes, en los que no dejaban de entrar convoyes y bajar hileras de minúsculas personas que, como disciplinadas hormigas, caminaban unas tras otras hasta llegar al embudo que se formaba en la zona de las escaleras y ascensores.
Al ver la fila de gente, de edades y procedencias tan diversas, que con resignación de lunes ascendían por aquellas escaleras mecánicas; vino a mi mente la imagen de un purgatorio y de cientos de almas camino del juicio final, donde un Dios omnisciente que les juzgaría según la virtuosidad de la vida que hubieran llevado, les aguardaba al final de las mismas.
Tal pensamiento hizo que un repentino frío invadiera mi cuerpo. Un frío distinto al gélido y seco de La Moraña abulense, al que estoy acostumbrada; ese que estira la piel y te hace sentir viva. Así que saqué de la mochila el libro que estaba leyendo, en un vano intento de alejar aquella idea de mi cabeza.
Cuando conseguí encontrar la casa del tío de mi madre, al que no había visto jamás, un olor a rancio y cerrado me dio la bienvenida. Desde luego, aquello distaba mucho de las expectativas que me había creado cuando decidí ir a cursar un grado universitario a la capital.
Según me contó, durante la guerra había formado parte de la quinta columna y estaba convencido de que la contrainteligencia del régimen todavía le espiaba; de modo que vivía con las persianas perpetuamente bajadas.
No tenía espejos en casa porque, según me aseguraba, era el lugar idóneo para ocultar cámaras de vigilancia. Y si tenía que decirme algo, ponía en el viejo gramófono música clásica y me susurraba al oído: “compra pan y aceite”.
Durante los cuatro años que pasé con él, nuestra relación se fue forjando y fortaleciendo día a día, hasta sentirlo como el abuelo al que nunca llegué a conocer.
A pesar de su carácter solitario tenía una gran cultura, fruto de su amor por la lectura y de sus vivencias personales en aquella truculenta época.
Nos cuidábamos mutuamente y, a pesar de estar en su casa y ser de costumbre rígidas, respetaba mi espacio. Solo opinaba cuando yo se lo pedía; prudencia que hizo que le consultara mis inquietudes y compartiera cada una de mis nuevas experiencias.
Nunca me juzgó. Ni siquiera cuando me equivocaba al hacer lo contrario a lo que él, con buen criterio, me había recomendado.
Hubo una cosa que no conseguí: convencerle para que saliera conmigo a merendar o dar un paseo por el barrio. Su zona de confort era aquel lúgubre piso y no pensaba abandonarla.
—La última vez que salí de esta casa, supe que sería la última—. Me repetía para dar por zanjado el tema.
El día de la graduación, regresé a casa muy enfadada.
Él estaba sentado en la mesa del salón leyendo un viejo periódico y me preguntó qué me pasaba, aunque algo me hizo intuir que ya lo sabía.
Indignada, le dije que no habían incluido mi foto en la orla y la desplegué frente a él para que comprobara de primera mano, que su querida sobrina nieta no se encontraba entre el grupo de sonrientes jóvenes de banda y birrete.
Entonces colocó encima de la fotografía el periódico que estaba leyendo y me mostró la sección de esquelas. Señaló con su huesuda mano de piel trasparente y azuladas venas, una en la que aparecía su nombre y apellidos.
No entendí nada hasta que, atónita, miré la fecha del óbito que databa de tres años atrás. Comprendí que mi tío estaba muerto, de ahí su color pálido, la falta de espejos en casa y su gusto por la penumbra. Pero... Si era un fantasma… ¿cómo es que yo podía verle y comunicarme con él?
En ese momento sacó otro periódico fechado el once de marzo del año que llegué a estudiar a Madrid. En la portada se hacían eco a doble página de los terribles atentados que tuvieron lugar aquella gélida mañana en la estación que me había recibido con una explosión de luz que, inocentemente, consideré el pistoletazo de salida de una nueva etapa de mi existencia.
El mismo frío que sentí aquel fatídico día, volvió a meterse en mis entrañas al recordar todas las almas que; resignadas, silenciosas y somnolientas, subieron al cielo en las mismas escaleras mecánicas por las que yo les había precedido».
Con esta historia, Mingorría vuelve a reencontrarse con aquellos dramáticos sucesos del atentado del 11 de marzo de 2004, los cuales fueron el motivo de la exposición celebrada en la localidad con el título «Trenes de cercanías» (DAV, 13/04/2005), la cual estuvo compuesta por 22 poemas de Nieves Álvarez y otras tantas ilustraciones de Miguel Ángel García, muestra que también se exhibió en Santander y luego viajó a Chile en 2007 con gran éxito, algunas de cuyas imágenes sirven ahora para ilustrar este artículo.
En una segunda parte de este reportaje compondremos un relato general que aúne las inquietudes, emociones y recuerdos de los 140 relatores que tomaron un tren imaginario con destino a un pueblo de Ávila que se quedó sin estación.
FOTO: Jurado y premiados, entre 140 candidatos, en el Concurso de relato breve sobre “Las estaciones” convocado por la Asociación de vecinos “La Tusa”. De izda a dcha: Eduardo Pindado (jurado), Víctor Valdesuéiro (primer premio), Agustín García (segundo premio), Ana Pose (Presidenta de la Asociación “La Tusa”), Jesús Mª Sanchidrián (jurado) y Cristóbal Medina (jurado). Mingorría, 6/12/2024.