16 de septiembre de 2024

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De Crónicas

REFERENCIAS DEL PATRIMONIO INDUSTRIAL ABULENSE DESPARECIDO EN MARTINETES, ESQUILEOS Y MANUFACTURAS REALES DE SEGOVIA VISITADOS POR LOS AMIGOS DEL MUSEO DE ÁVILA

REFERENCIAS DEL PATRIMONIO INDUSTRIAL ABULENSE DESPARECIDO EN MARTINETES, ESQUILEOS Y MANUFACTURAS REALES DE SEGOVIA VISITADOS POR LOS AMIGOS DEL MUSEO DE ÁVILA
REFERENCIAS DEL PATRIMONIO INDUSTRIAL ABULENSE DESPARECIDO EN MARTINETES, ESQUILEOS Y MANUFACTURAS REALES DE SEGOVIA VISITADOS POR LOS AMIGOS DEL MUSEO DE ÁVILA
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
  • 25 de Junio de 2023

          La Asociación de Amigos del Museo de Ávila viajó el pasado 17 de junio, fecha de constitución de los nuevos ayuntamientos, a la vecina provincia de Segovia.

          Allí encocontró interesantes referencias con el patrimonio industrial abulense desaparecido, el cual todavía conserva inestimables testimonios históricos en la tierra segoviana que son de gran utilidad para documentar similares actividades y economías propias de nuestra tierra.

         En este viaje hallamos extraordinarios modelos de arquitecturas y antiguos procesos fabriles relacionados con la metalurgia del cobre y la mecánica hidráulica, con la ganadería y la producción lanera, y con las manufacturas reales.

            Son estas destacadas demostraciones de la actividad industrial con las que Ávila comparte viejas tradiciones, hoy casi huérfanas de elementos constructivos y espejos materiales en los que mirarse, y que ahora nos sirven de patrón para seguir las huellas de parecidas manifestaciones que aquí florecieron.

           Los ejemplos segovianos del patrimonio industrial que visitamos en esta ocasión también tuvieron réplicas en Ávila, aunque hoy desaparecidas, siendo aquellos el martinete de la fundición de cobre de Navafría, ingenio hidráulico que en Ávila tuvo aposento en Mombeltrán, La Adrada, Arenas de San Pedro y Piedrahíta; el rancho o casa del esquileo de Cabanillas del Monte, actividad lanera que en Ávila destacó en el monasterio de El Risco (Amavida), las dehesas de Aldealgordo (Tolbaños) y las Gordillas (Maello), Bonilla de la Sierra, Piedrahita y Navalperal; y la Real Fábrica de Cristales de la Granja, exponente de las instalaciones industriales denominadas manufacturas reales, las cuales tuvieron en Ávila su implante en la Real Fábrica de Hilados y Tejidos de Algodón.

       En este contexto conviene precisar que según el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE) del Ministerio de Cultura y Deporte,

 «se entiende por patrimonio industrial el conjunto de los bienes muebles, inmuebles y sistemas de sociabilidad relacionados con la cultura del trabajo que han sido generados por las actividades de extracción, de transformación, de transporte, de distribución y gestión generadas por el sistema económico surgido de la revolución industrial. Estos bienes se deben entender como un todo integral compuesto por el paisaje en el que se insertan, las relaciones industriales en que se estructuran, las arquitecturas que los caracteriza, las técnicas utilizadas en sus procedimientos, los archivos generados durante su actividad y sus prácticas de carácter simbólico». 

             Así mismo, en parecidos términos se ha expresado el Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial, organismo consultor de la UNESCO.

          Respecto a los tres inmuebles segovianos visitados, éstos han sido declarados Bienes de Interés Cultural (BIC) con categoría de monumento por la Junta de Castilla y León, como parte del patrimonio histórico industrial.

          En la provincia de Ávila, aunque no existe ningún bien industrial con tal declaración, excepción hecha del antiguo matadero (BOCyL 25/07/2022), sí que son numerosos los vestigios que se conservan de aquellas antiguas actividades, tal y como recoge el Inventario del patrimonio histórico industrial de la provincia elaborado por Mª Victoria Sánchez e Inés Pérez (Junta de Castilla y León, 2008), donde con desigual estado de conservación figuran, entre otros, molinos, batanes, serrerías, potros de herrar, fraguas, norias, tejares, almazaras, harineras, secaderos, fábricas de paños, lejías, hielo, papel, aceite, jabón, luz, chocolate y embutidos.

          Por otro lado, en el Catálogo básico de bienes industriales elaborado por la Comisión Delegada del Consejo de Patrimonio Histórico Español para el Patrimonio Industrial, del Ministerio de Cultura y Deporte, para «acometer su protección, conservación y proyección social e instrumentar las medidas que lo hicieran posible, incluyendo el futuro uso de los conjuntos edificatorios o elementos industriales», también se incluye el martinete de Navafría, la Real Fábrica de Cristales de la Granja y el viejo matadero de Ávila.

          MARTINETES. Retomando la ruta monumental, la primera parada se produce en el Museo Etnográfico “El Martinete” de Navafría. El Museo se encuentra incluido en la red de museos vivos, al posibilitar la recreación de tiempos pasados y «brindar a los visitantes una interpretación experimental de la historia», habiendo sido declarado BIC con categoría de monumento en 1998 (BOCyL 21/12/1998). En dicha declaración se dice:

             «El Martinete, situado en el pie del monte de la vertiente norte de la Sierra de Guadarrama, junto al río Cega, constituye un singular ejemplo de establecimiento preindustrial para batido y modelado de cobre; se ha venido utilizando desde el siglo XIX, hasta la actualidad».

 Se trata de un conjunto museístico que forman el edificio, situado en un entorno envidiable y bien conservado, la maquinaria que pone en funcionamiento el martinete o mazo con cabeza de hierro, la fragua de fundición y el sistema de captación de agua.                El mazo o martillo pilón, movido por una rueda hidráulica de madera de eje horizontal de tres metros de diámetro, golpea sobre el yunque batiendo o estirando el cobre fundido con el que se manufacturaban calderos, calientacamas y braseros, entre otros utensilios.

 La fundición del cobre se realiza en la fragua, en un crisol de barro y arena, donde se deposita la chatarra junto con el carbón. El sistema hidráulico está formado por un azud que embalsa y facilita el desvío de parte del curso del río Cega por el caz que conduce el agua a una pequeña balsa, la cual se abre dese el interior dejando pasar el caudal que golpea la rueda que hace funcionar el mazo.

         Para contemplar la puesta en funcionamiento de esta original obra de ingeniería surgida en el medievo, la cual es un ejemplo único en el tratamiento y forja del cobre que se conserva en España y Europa, como puede leerse en el cartel de presentación, es necesario asegurarse de ello en la oficina de turismo de Navafría, pues no siempre, como en esta ocasión, el martinete se pone en marcha a pleno rendimiento.

El martinete de Navafría nos sirve entonces como referencia para saber algo más de  los vestigios que se conservan en la provincia de Ávila. Buenos ejemplos de ello son los restos que todavía existen del martinete de Mombeltrán, donde se contaban incluso dos aguas abajo del río Ramacastañas junto a la Cañada Real Leonesa Occidental (Madoz, 1845).

         En La Adrada se conservan restos de otro martinete, luego transformado en molino harinero, junto al puente del mismo nombre sobre la garganta de santa María o “río de los Molinos”.

        En Arenas de San Pedro, tocante al puente medieval de la localidad se encuentra la captación del canal del antiguo martinete, cuyo nombre se mantiene en el callejero. Y en el siglo XVIII, también existía en Piedrahíta un martinete ubicado cerca del puente de Barrionuevo sobre el río Pozas, tributario del Corneja.

         ESQUILEOS. La Casa-Esquileo de Cabanillas del Monte (Torrecaballeros) fue la siguiente parada de la comitiva abulense, la cual fue declarada BIC con categoría de monumento en 1997 (BOCyL 17/02/1997), puesto que «el conjunto arquitectónico constituye un singular ejemplo de las instalaciones ganaderas construidas en el siglo XVIII a lo largo de las Cañadas Reales, para el esquileo del ganado merino trashumante, que conserva intacta su estructura y disposición primitivas». Aquí se esquilaban unas quince o veinte mil ovejas y carneros durante los meses de mayo y junio, en periodo de la trashumancia.

Después, la lana se distribuía hacia las fábricas textiles de Segovia y otras ciudades castellanas.

         Según el catastro de Ensenada (1752), este esquileo lo forman «una [casa] con todas sus officinas, como son quartos altos, vajos, lonjas, rancho, esquiladero, encerradero, bache, corral, empegadero y mathadero. Tiene de frente sesenta y dos varas y de fondo diez y seis y dos tercias». Igualmente, en el expediente de declaración de BIC, y así lo pudimos contemplar, consta que se trata de un conjunto circundado perimetralmente por un muro de mampostería que ocupa tres mil metros cuadrados. Está compuesto por cuatro cuerpos de edificación:

        La casa principal o casa de los señores de dos plantas, la cual actualmente es residencia del propietario Alfonso de Ceballos Escalera y Gila, marqués de la Floresta; el esquileo; la casa de los pastores y la casa de los guardas, adosados entre sí, que se articulan alrededor de varios patios que sirvieron de acceso y distribución, encerraderos y corrales.

         El equileo tiene planta rectangular dividida en dos zonas: La nave del bache o sudadero: Dependencia angosta, donde se introducían las reses para que el sudor facilitase la labor de corte. La nave del esquileo, con grandes ventanales, en su día acristalados con plomo, está formada por una cubierta de cerchas de madera del tipo cuchillo español, con pendolón y tornapuntas de 10 m. de luz, que apoyan en muros de mampostería. Sobre esta nave se abre un oratorio, integrado en la vivienda. Bajo el oratorio se sitúan las lonjas para almacenamiento del vellón esquilado. En frente, está la casa de pastores y esquiladores ubicada que es una nave de planta rectangular.

         Actualmente, este esquileo mantiene su tipología y estado original con pintadas de antiguos esquiladores incluidas. Sus espacios (patios, jardines y naves) se utilizan hoy para la celebración de bodas de famosos (aquí se casaron Borja Thyssen y Blanca Cuesta, e Inés Sastre). También se hacen exhibiciones del esquileo de ovejas a la antigua usanza. Al mismo tiempo, la casa señorial se utiliza como residencia de su propietario, quien aquí guarda una rica biblioteca de unos veinte mil volúmenes, y una valiosa colección de pinturas y grabados.

        Finalmente, en Cabanillas, la excursión se completó con la visita a su iglesia románica, donde se conserva un retablo anónimo de estio hispano-flamenco, dedicado a San Miguel, y otro manierista obra de Nicolás Greco, dedicado a San Gregorrio.

         En la provincia de Ávila no quedan arquitecturas como la de Cabanillas, ni tampoco en Castilla, sin embargo, un buen ejemplo de rancho o esquileo es el documentado en el siglo XVIII en el convento agustino de Amavida por Dámaso Barranco (El Risco, 2022), quien también hizo de guía improvisado en la visita a Cabanillas.

        Otros esquileos, los cuales destacaron también como lavaderos de lana en la provincia de Ávila, fueron “el Lavadero del Rosario” que explotaron los monjes franciscanos del desparecido convento de San Matías en Bonilla de las Sierra (hoy centro de turismo rural “El lavadero”); el “Lavadero de San Benito del Congosto” o “Lavadero del herrén”, en la localidad de Puente Congosto, en el Tormes, municipio que en el siglo XVIII pertenecía a la provincia de Ávila; y los lavaderos de Piedrahíta, en el cruce de la Carretera AV-102 con el río Corneja, y en El Barco de Ávila, el de lanas “Cañada de Retuerta”, en la finca denominada “El Lavadero”, donde hoy se levanta el hotel “Izan Puerta de Gredos”. 

 También existían esquileos en Navarredonda de Gredos y en Navalperal de Pinares, del que el Catastro de Ensenada (1751) reseña que se encuentra en ruinas, cuyo estado de abandono se produjo cuando su propietario, el Marqués de las Navas y duque de Medinaceli, prefirió esquilar sus rebaños en el Palacio del esquileo del marqués de Perales en El Espinar (Segovia).

           A dichos esquileos sumamos los de las dehesas de Las Gordillas (Maello) y Aldealgordo (Tolbaños). Sobre las instalaciones de esta última escribió Madoz en 1845:

         «Tiene la dehesa dos esquileos de ganado lanar con sus lonjas correspondientes, llamadas rancho de arriba y rancho de abajo, cuatro encerraderos, un sudadero, un comedor para los pastores con su despensa, un lavadero de nueve varas de frente y 48 de fondo y con su cocina. Tiene un prado que sirve de tendedero de lana, dentro del cual hay una lonja para apartar las lanas y ensacarlas después de lavadas. El río Voltoya sirve para el lavadero de las lanas».

 MANUFACTURAS REALES. La Real Fábrica de Cristales de La Granja constituye uno de los más interesantes ejemplos de arquitectura industrial europea del siglo XVIII, y fue declarada BIC con categoría de monumento en 1997 (BOCyL 23/06/1997). Según tal declaración, el edificio fue encargado en tiempos de Felipe V a José Díaz Gamones, maestro aparejador real, quien lo trazó en estilo neoclásico, ampliándose después un ala Este atribuido a Juan de Villanueva.

 El conjunto, que alberga toda la actividad y sectores de producción con una rigurosa organización del espacio, responde al modelo de industria suntuaria. En la actualidad, después de su cierre en 1963 y tras un proceso de restauración y puesta en valor en 1982, acoge el museo, la escuela y el Centro de Investigación y Documentación histórica del Vidrio.  

         En la visita pudimos conocer las instalaciones de la fábrica y una demostración de las técnicas de realización del “cristal”, y de cómo se trabaja el vidrio, donde varios sopladores reproducen de forma artesanal técnicas ancestrales dando vida a originales y variadas piezas, muchas de las cuales pueden adquirirse allí mismo.

 La Real Fábrica de Cristales fue uno de los proyectos mercantilistas borbónicos del antiguo régimen que en el siglo XVIII propició la creación de una serie de instalaciones industriales conocidas como Reales Fábricas o Manufacturas Reales, muchas de ellas dedicadas a la fabricación de objetos de lujo, para el consumo, en primer lugar, de los propios palacios reales. Así, repartidas por península, se crearon unas sesenta y seis fábricas dedicadas a la producción de tapices, paños, sedas, mantelerías, naipes, tabaco, relojes, armas, municiones, pólvora, cerámica, mosaicos, porcelana, papeles pintados, cera, hojalata, bronces, y aguardiente.

             Fruto de aquella política, en Ávila, a orillas del río Adaja, se creó la Real Fábrica de Hilados y Tejidos de Algodón en 1787, la cual pasado el tiempo se transformó en fábrica de lanas (1817-1830) y luego en fábrica de lino (1830-1851).  Posteriormente, funcionó como fábrica de harinas, hasta que, en 1984, se arruinó por un incendio, poco antes de que el inmueble fuera declarado BIC. 

            Finalmente, en 1994 y 1996 la construcción fue demolida, así que nos quedamos sin un valioso testimonio del patrimonio industrial abulense.