La publicación del libro la "Historia reciente del teatro en Castilla y León, 1965-2021" (Universidad de Valladolid, 2022), en el que uno ha sido un modesto informante, nos sirve ahora para detenernos en el teatro para niños y niñas y la apuesta por una escuela abierta que hizo del Certamen de Teatro Infantil de Mingorría y su particular universo, capítulo del que se ocupa el periodista cultural Isaac Macho Blanco. De modo introductorio, la aparición de dicha obra nos brinda la oportunidad de aproximarnos a algunos aspectos puntuales de la tradición cómica en Ávila, con los que principiamos este artículo antes de adentrarnos en la esencia de aquella aventura escolar.
Cuando la ciudad se convierte en personaje de comedia, cuando sus monumentos históricos son el escenario natural de recreaciones legendarias, cuando la muralla se teatraliza, cuando sus palacios, jardines y barrios antiguos son el decorado natural de entretenidas comedias, dramas heroicos o dramas imposibles, parece que los habitantes de tan noble territorio se transforman, por un instante, deseando descubrir la identidad cultural que tanto le une. Todo pasa hoy por rondas de leyendas, mercados medievales y espectáculos escénicos y circenses.
Ávila fue el territorio elegido para representar La Farsa de Ávila en 1465 donde quedó entronado el efímero rey que debió ser Alfonso XII, hermano de Isabel la Católica tristemente fallecido en la vecina localidad de Cardeñosa. La extravagante representación teatral de aquel suceso, significó que la ciudad se convirtió en un soberbio escenario con el que ha pasado a la historia. Igualmente, la ciudad se convirtió en tablado del primer auto de fe inquisitorial que promovió Fray Tomás de Torquemada en 1491, que luego pintó Berruguete con suma maestría y sobre cuyo proceso Lope de Vega escribió un siglo después la obra El niño de la Guardia.
También fue Ávila el lugar escénico del descubrimiento del varón apostólico San Segundo, primer obispo de Ávila, sobre quien Lope de Vega escribió La Comedia de San Segundo, obra escenificada en 1594 dentro del programa teatral elaborado con motivo de la Traslación del santo y patrón de la ciudad, de la que el cronista Antonio de Cianca reseñó: «Representado el auto del bienauenturado san Segundo públicamente a la ciudad en el patio del hospital de la Madalena de Áuila, donde se representan las comedias que en ella públicamente se hazen».
Las calles y plazas de Ávila han sido históricamente espacios teatrales abiertos al espectáculo callejero donde tenían lugar exhibiciones de comparsas, gigantones, tarascas y otros animales alegóricos. Sabemos que el 18 de diciembre de 1474 «los moros con sus danzas de espadas y ‘momos’ o representaciones» en el Mercado Grande actuaron en los festejos organizados con motivo de la proclamación en Ávila de los Reyes Católicos.
Ávila tiene tradición cómica y gusto por el teatro, y ello ha sido siempre una constante entre las aficiones de los abulenses, pues no en vano contó desde finales del siglo XVI con una casa de comedias: el patio del Hospital de la Magdalena, colindante por el norte con el Mercado Grande. Fueron muchas las representaciones celebradas en la Magdalena hasta el cierre del teatro en 1801, contándose por centenares las funciones, danzas, títeres y volatines. Desaparecida esta casa de comedias, el teatro que se representa en el Mercado Grande es al aire libre, o en barracones instalados durante las fiestas y ferias.
Años después, el característico ambiente teatral de la plaza del Mercado Grande se propaga de nuevo gracias a las funciones que se realizan en el café Pepillo, inaugurado en 1873, y en el Coliseo Abulense, abierto en 1906 en la cercana calle Estrada. Durante los siglos XIX y XX el escenario de Ávila es la antigua iglesia de San Joaquín, reformada luego como Teatro Principal,
Ávila reivindica en 1881 el teatro en la figura de Pedro Calderón de la Barca, a quien homenajea en el segundo centenario de su muerte y puso su nombre al jardín del Rastro. La celebración de la efeméride de Calderón se prolongó durante tres días con la construcción de un arco, el engalanamiento de calles, actividades culturales, una representación teatral, la inauguración de un busto del escritor, procesiones cívicas, funciones religiosas, actuaciones musicales y fuegos artificiales.
En 1933 Ávila se vuelca con el teatro en la figura de Eduardo Marquina por su obra Teresa de Jesús y toman su nombre para una de sus calles, lo mismo que hizo después con otros dramaturgos como Jacinto Benavente en 1964 y José M.ª Pemán en 1969, para acabar concediendo el Premio Nacional de las Letras “Teresa de Ávila” al autor teatral Fernando Arrabal en el año 2000, y al dramturgo Juan Mayorga en 2016.
La mayoría de los autores teatrales reseñados nominan hoy el callejero abulense, en el que también destacan otros literatos y escritores, como Garcilaso de la Vega, Cervantes, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Bécquer, Gabriel y Galán, Carlos Luís de Cuenca, Jorge Santayana o Enrique Larreta.
Y toda nuestra historia teatral, y la de autores decimonónicos como Eugenio de Tapia o Juan Sedeño, ha sido investigada, estudiada y contada por José Antonio Bernaldo de Quirós en diversas publicaciones de sumo interés. También Alba Gómez García se ha ocupado del teatro en Ávila durante la posguerra.
Ávila hoy no tiene corrales de comedias, ni uno de esos coquetos teatros de provincias, aunque sí los atractivos espacios escénicos del Lienzo Norte y de la antigua Caja de Ahorros renovado como Teatro Santo Tomás, aparte de otros espacios multifuncionales donde tienen lugar representaciones de forma puntual y espectáculos diversos en fechas festivas.
Desde que desaparecieron las compañías de cómicos que recorrían pueblos y aldeas, también la capital, las gentes del medio rural se quedaron huérfanas de tan emocionante actividad que quedó relegada a actuaciones esporádicas en época veraniega y programaciones ocasionales, hueco que quiere cubrir en una pequeña parte el Espacio Adventium dedicado a las artes y el pensamiento en el cercano pueblo de Aveinte.
Entonces, y más ahora, son los actores amateurs y aficionados los que se ocupan de llenar un vacío que precisa especial dedicación por el gran interés que despierta entre un público ávido de atenciones artísticas. Y entre las últimas compañías abulenses, sucesoras de otras tantas que proliferaron en los años 70-90, suenan en la actualidad los nombres de grupos de aficionados como el veterano Jufran, Bululú Teatro, Nueva Escena, Escabel, Tercera Frontera o la Agrupación Abulenses de Amigos del Teatro, verdaderos herederos de aquellos cómicos de la legua que recorrían pueblos y ciudades repartiendo cultura.
Al mismo tiempo, los escolares abulenses encontraron el mejor ambiente teatral en los centros de Ávila el IES Isabel de Castilla y el CEIP Santa Teresa, y en el CRA Miguel Delibes de Mingorría, sin olvidar otras convocatorias y muestras de aficionados, las cuales tenían otros protagonistas y estaban dirigidos a públicos más generalistas, como los de El Barco de Ávila y de Arévalo, también eventualmente Candelada, verdaderos yacimientos culturales. De estas manifestaciones lúdicas y educativas extraemos la experiencia del certamen mingorriano por su originalidad en el marco de la escuela rural, como testimonio de comunicación de vida con la idea puesta en la formación cultural y humana de niños y niñas.
TEATRO EN LA ESCUELA RURAL. Ocurrió hace más de treinta años, cuando, siguiendo el rastro que trajo Isaac Muñoz Quirós del veterano certamen del colegio de Santa Teresa de la capital, el Ayuntamiento de Mingorría y el Colegio Rural Agrupado ‘Miguel Delibes’ [que integraba las localidades de Mingorría, Velayos, Vega de Santa María y Santo Domingo de las Posadas], con la colaboración de la Asociación Cultural ‘Piedra Caballera’, decidieron promocionar el teatro de forma estable en el seno la comunidad escolar para disfrute de los alumnos y del público en general que habitaba estos pueblos. En aquella ocasión, en el curso 1992/1993, se instauró la actividad dramática entre los escolares como parte de su formación, complementándose así la educación académica que reciben en el colegio con una actividad que tenía su colofón con la celebración del Certamen de Teatro Infantil.
Así, durante XXVII cursos, el CRA Miguel Delibes incluyó en su programación didáctica la actividad teatral de los alumnos, la cual concluía cada periodo lectivo con la celebración festiva del Certamen que cada año tenía lugar en el mes del mes de mayo, y a cuya llamada también acudían otros tantos centros educativos igualmente interesados por la labor educativa del teatro.
En las distintas ediciones del Certamen se contó con el patrocinio decidido del Ayuntamiento de Mingorría, la ayuda y apoyo de la Diputación Provincial de Ávila, y la colaboración de la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León, y de la antigua Caja de Salamanca y Soria, integrada después en Caja Duero y luego en Caja España-Caja Duero.
En todo este tiempo, el arte dramático contribuyó desde la escuela rural a despertar en los alumnos cualidades artísticas y, a la vez, a fomentar su capacidad creativa, que tan útil es para la sociedad, y enriquecer con ello la vida cultural de nuestros pueblos. Además de llenar de ilusión, risas y cantos la sala de ‘Las Pozas’, unos antiguos lavaderos rehabilitados para la comedia y el drama donde las mujeres lavanderas, nuestras madres y abuelas, dejaron paso al divertimento y la oratoria de sus hijos y nietos.
A lo largo de los años, el Certamen de Teatro Infantil ha permitido la escenificación de unas trescientas cincuenta representaciones, las cuales componen un extraordinario abanico de obras divertidas, didácticas, emotivas, disparatadas, entretenidas, alegres, reflexivas, inventadas, adaptadas, cómicas, tristes, serias, satíricas, austeras, esplendorosas, etc. y es que de todo ha habido. Y en ello han participado unos cinco mil niños y jóvenes actores, los cuales pasaron por el escenario de ‘Las Pozas’ con ilusión y entusiasmo, y allí corrieron y bailaron, rieron y lloraron, lucieron trajes y disfraces, y se multiplicaron en personajes fantásticos.
En el periplo de los comediantes infantes de la escuela rural destaca el grupo teatral Miguel Delibes, el anfitrión que participó ininterrumpidamente en el certamen teatral durante todas las convocatorias, dando así continuidad a los talleres de teatro que venían celebrándose desde 1987 en época estival, sin olvidar una larga tradición cómica arraigada en la localidad heredada de generación en generación. Esta experiencia y buen hacer de “chicos de pueblo” se trasladó a otros certámenes, como los ya consagrados de de Santa Teresa en Ávila o de San Viator en Valladolid, donde obtuvieron merecidos premios y galardones.
A mayores, el teatro se convirtió en la excusa de intercambio y convivencia de alumnos venidos de numerosos colegios que participaron en el Certamen llegados de más de setenta centros distintos de los pueblos y capitales de las provincias de Ávila, Cádiz, León, Palencia, Salamanca, Segovia, Soria, Valencia y Valladolid, todos ellos procedentes de centros públicos o privados, y escuelas rurales o urbanas. Entre ellos, los colegios y centros de la capital abulense nombrados Alonso de Madrigal, Arturo Duperier, Miguel de Cervantes, Comuneros de Castilla, Isabel de Castilla, Juan de Yepes, Jufrantil (Asociación Cultural), El Pradillo, Reina Fabiola de Bélgica, San Pedro Bautista, Santa Ana, Santa Teresa, Santísimo Rosario y Santo Tomás.
Así mismo, el escenario de Mingorría lo fue también de los grupos teatrales de las escuelas rurales provenientes de la provincia de Ávila llegados desde los Valles Amblés, Tiétar y Alberche, de la llanura morañega y de tierra de pinares, entre los que se cuentan los pueblos teatreros de La Adrada, El Arenal, Arévalo, El Barraco, Burgohondo, Candeleda, Cantiveros, Casavieja, Cebreros, El Hornillo, Hoyo de Pinares, Mingorría, Muñana, Navalmoral de la Sierra, Navaluenga, Las Navas del Marqués, Sanchidrián, Solosancho, Sotillo de la Adrada, El Tiemblo, Vega de Santa María y Velayos.
Igualmente, entre los participantes en el Certamen figuran los grupos vallisoletanos procedentes de los colegios Antonio Allúe Morer, Colegio Internacional (grupos Chiquilandia y Bambalinas), Centro Cultural Vallisoletano (Maristas), Fénix (Asociación Cultural), Jesús y María (Carmelitas), Juan José Fernández Zumel, Ponce de León (grupo Forillo), San Viator, San Francisco de Asís y Virgen Niña (grupo colorines). Por su parte, Valladolid, a través de la Asociación de Amigos de Teatro, premió la trayectoria del Certamen de Mingorría en el año 2006 entregando un trofeo de la figura del conde Pedro Ansúrez, el repoblador y fundador de la capital vallisoletana.
De la misma manera, participaron los grupos segovianos Acuario y Castañuelas, que vinieron de los colegios de la capital CEIP Eresma y CEIP Elena Fortún; así como del CRA El Olmar, de Olombrada y Fuentesaúco de Fuentidueña (grupo El Sobrado); del CEIP El Arcipreste de Hita de El Espinar; del CRA Campos de Castilla de Martín Muñoz de las Posadas; y del CRA San Rafael de San Rafael (grupo Los Miniactores).
Por otro lado, los grupos de Salamanca que trajeron sus comedias fueron el CEIP Beatriz Galindo de la capital; de Béjar, el grupo Volvoreta del colegio Filiberto Villalobos, y otro del colegio Marqués de Valero; del colegio Miguel de Cervantes y la Asociación Amanecer, de Guijuelo, el grupo Los Vilanos; del colegio Santa Teresa, de Alba de Tormes, el grupo Arco Iris; otro grupo del colegio Miguel Hernández (Titiriteros) de Santa Marta de Tormes; otro del colegio La Inmaculada de Armenteros; y otro del CEIP Piedra del Arte de Villamayor.
De León llegaron los grupos escolares del colegio La Palomera de la capital, y el grupo Los Peregrinos, que también es Asociación Cultural, de Trobajo del Camino; y a ellos sumamos los traídos desde La Bañeza por la Asociación Cultural “Cimbalaria” dirigidos por Pilar Asensio cuyos alumnos proceden de los colegios bañezanos de San José de Calasanz, Ntra. Sra. del Carmen y Teleno. Por último, como cómicos escolares ambulantes, otros grupos venidos de lejos fueron los del CEIP Baesippo de Barbate (Cádiz), y del IES Rey Don Jaime de Alzira (Valencia), sin olvidar a “Los Gálatas” del CEIP Infantes de Lara de la capital soriana, y a “Bojiganga de la Vega” del IES Condes de Saldaña, de Saldaña (Palencia).
Pasado el tiempo, observamos la evolución artística de los jóvenes actores cuando se hacen mayores y vuelven al Certamen, esta vez procedentes de los institutos abulenses de Isabel de Castilla y Alonso de Madrigal, de la mano de Pilar Rodríguez con obras juveniles de extraordinaria factura y gran actualidad en actuaciones fuera de concurso casi siempre reivindicativas con la historia y la cultura. Entre ellos, Nacho Sánchez sobresale hoy como consagrado intérprete y otros siguen su misma estela, como Pablo Piera y Juan Hernández.
Cada una de las celebraciones dramáticas desembocaron en otros tantos actos de clausura y entrega de premios del Certamen con cita multitudinaria de los niños y jóvenes actores en un día festivo en que también tuvieron lugar representaciones estelares de los grupos triunfadores del certamen o de otros profesionales como “Mutis”, “Jesús Puebla”, “Garufa” y “Zarabanda”.
Con todo, se consolidaron multitud de nombres de los grupos participantes en el Certamen, bien tomados de los colegios de procedencia de los escolares o bien de la imaginación de los propios grupos, como son Alclatrés, Acuario, Almanzor, Alonso de Madrigal, Allúe Morer, Amanecer, El Arcipreste, Arco Iris, Arévacos, Armenteros, Arturo Duperier, Atlas, Bambalinas, Baesippo, Beatriz Galindo, Bojiganga de la Vega, Boogle, Camilo José Cela, Campos de Castilla, El Capitán Calzoncillos, Carmelitas, El Carrusel, Castañuelas, Cervantes, Cheroleros, Chiquilandia, Cimbalaria, Colorines, Comediantes, Comuneros, Criaturas, Fabiola, Fantásticos Teatreros, Los Figurantes, Los Gálatas, Los Grillos, Guinotillas, Imperdibles, Isabel de Castilla, Juan de Yepes, Juan Luis Vives, Jufrantil, Machucanitos, Medianos Titiriteros, Miguel Delibes de Mingorría, Miguel Delibes de Vega de Santa María, Miguel Delibes de Velayos, Los Miniactores, Moraña Baja, Navalmoral, Normales y Corrientes, El Olmar, La Palomera, Los Panzas de Juan de Yepes, Pequeños Titiriteros, Los Peques de San Viator, Los Peques de Santa Teresa, Peregrinos, Piedra de Arte, Pinceladas, Pizquillas, Los Raneros, Rey Don Jaime, Las Rubieras, San Francisco de Asís, San Pedro Bautista, Santafereños, Santa Ana, Santa Teresa, San Viator, Simpatía, El Sobrado, Sol y Medio, Tarando, Teatrillos, Teclado, Titiriteros, Titiriteros de Isabel, La Tiza Mágica, Toros de Guisando, La Truhana, Vetona, Los Vilanos, Virgen Niña, Volvoreta, El Zaire, Zarandajas y Zumel.
El resumen de las XXVII ediciones del Certamen arroja los siguientes números: 340 son las representaciones totales que han tenido lugar. 272 son las obras escenificadas en fase de concurso. 68 son las obras vistas fuera de concurso. 4.700, aproximadamente, son los alumnos que han pasado por el escenario como jóvenes actores. 71 en total son los centros que han participado. 22 son los colegios rurales de los pueblos de la provincia de Ávila que han actuado. 14 son los centros de la capital abulense que han participado. 11 son los grupos de Valladolid capital y provincia que han concursado. 8 son los colegios que vinieron de Salamanca capital y provincia. 7 son los colegios de Segovia capital y provincia que han actuado. 5 son los centros de donde vinieron alumnos de León capital y provincia. Por úlitmo, llegaron como avanzadilla de sus provincias un grupo de Soria capital, de Saldaña (Palencia), de Barbate (Cádiz) y de Alzira (Valencia).
En todo este tiempo fueron numerosos los monitores y directores teatrales, que también hacen de educadores, que han mostrado sus habilidades y enseñanzas a través de coreografías y puestas en escena que requieren arduos ensayos y algunos sacrificios. Todos ellos se merecen un reconocimiento especial por su trabajo, entre quienes están Alberto Fernández, Alejandra García, Antonio Hidalgo, Antonio Burgos, Asunción Camacho, Clara Sastre, Cristina Moretón, Cristina de Soto, Emilio Sánchez, Félix Hernández, Ignacio Revilla, Javier Sánchez, José Antonio Jiménez, José Luis Mayo, Juan José Severo, Pilar Rodríguez, Maite García, María Velasco, María del Carmen Carpio, María del Mar Aldea, Marta Rodríguez Caballero, Natividad Jiménez, Nuria Galisteo, Pilar Asensio, Purificación Pozo, Raquel Suárez, Rosa María Arranz, Susan Martín, Thor Hidalgo y Yolanda Prieto, entre otros que se quedan en el tintero.
Igualmente, las distintas ediciones del Certamen han permitido el descubrimiento de autores y creadores clásicos y noveles, populares y vanguardistas, que escribieron las obras representadas, momento éste en que las historias y cuentos cobraban vida el escenario. Así mismo, ello ha servido para aprender y exhibir historias y leyendas, así como para escuchar viejos y nuevos o renovados cuentos infantiles, tararear nanas y canciones, bailar todo tipo de músicas, hablar con acentos extranjeros y hacer parlamentar a animales y plantas, recorrer el espacio y explorar tierras exóticas, viajar en el tiempo por el pasado y el futuro, e incluso despertar compromisos reveladores en defensa de causas nobles a favor de la naturaleza, la paz, la igualdad, la solidaridad y la libertad. En definitiva, se produce una comunicación constante entre mundos fantásticos y realidades cotidianas, entre pasado y futuro, entre querencias y deseos, entre colectivos urbanos y grupos rurales, y todo, mediante una forma de expresión extraordinaria y desinhibida que nos hace sentir vivos.
Más aún, el Certamen ha permitido la aparición de payasos, demonios, brujas, dragones, piratas, fantasmas, monstruos, indios, caballeros, princesas, extraterrestres, duendes, policías, ladrones, animales que hablan y plantas parlanchinas, y todos cobran vida por un instante que se fija para siempre en la memoria de los niños y niñas como recuerdos y añoranzas retenidos para siempre. Además, las dramaturgias nos transportaron a situaciones y mundos imaginarios mediante decorados coloristas, telas y forillos, donde sus habitantes son personajes ilusorios que lucen originales vestimentas y ropajes de épocas y situaciones evocativas.
Incluso, las representaciones han hecho realidad o transformado y actualizado a multitud de héroes personajes fantásticos y emblemáticos de los cuentos infantiles traídos a la modernidad de los tiempos que corren, y así ocurrió con los personajes de Caperucita Roja, Blancanieves, La Bella durmiente, Alíbabá, El Gato con botas, El Mago de Oz, Peter Pan, Cenicienta y El Principito, entre otros.
A mayores, el teatro ha ejercido una fuerza atractiva tal que han conseguido implicar en el Certamen a alumnos (niños y jóvenes actores y actrices), profesores y maestros (verdaderos impulsores), padres y madres, autoridades locales, aficionados y público en general en un convencido compromiso cultural. Destacamos entonces la ayuda de madres y abuelas afanadas en confeccionar y coser trajes, disfraces y otros atuendos, mientras que los padres se afanan en la elaboración de decorados y atrezos, y todos intervienen en el montaje de la obra presentada al Certamen. De igual modo, el desarrollo del Certamen ha requerido un apoyo importante de las asociaciones de padres y madres de alumnos que han confiado en los valores educativos de la actividad teatral, lo mismo que ha sido necesaria su colaboración para que los grupos pudieran desplazarse y participar en la exhibición dramática.
Y no olvidamos la participación de más de un centenar de “sesudos” miembros que formaron los veintisiete jurados oficiales que asumieron la ardua tarea de seleccionar y valorar a los grupos que merecían ser premiados. Entre ellos se cuentan maestros y profesores; autores, directores y actores y críticos teatrales; narradores y poetas; y aficionados y voluntarios entusiastas (Domingo del Prado, José M.ª López, Francisco Ruiz de Pablo, Adolfo Yáñez, José M.ª Muñoz Quirós, Clara Muñoz, Juan Carlos del Pozo, Maite Garcías, etc.). Los miembros del jurado infantil son antiguos alumnos del CRA Miguel Delibes que también fueron antiguos actores y que ahora valoran las representaciones de los que les han sucedido.
Por último, al cierre de cada obra se cosechan fervorosos aplausos y atronadoras ovaciones de un público entusiasta que se cuenta por miles al nombrar y homenajear a los protagonistas de la escena a quienes se llama individualmente por su nombre y personaje. Los niños aplauden las representaciones que les divierten, se inquietan y remueven en el asiento si no les llaman la atención o no les entretienen, y no tardaran en mostrar sus dotes interpretativas subiéndose al escenario para adentrarse en un mundo fantástico. Entre el público, llama la atención la expectación de niños y niñas procedentes de los centros participantes y del Colegio Rural Agrupado Miguel Delibes, así como de las escuelas de los pueblos cercanos invitados pertenecientes al CRA Tomás Luis de Victoria [integrado por Sanchidrián, Adanero, Maello, Pajares de Adaja y Blascosancho] y del CRA Las Cogotas [integrado por Cardeñosa, Las Berlanas, Gotarrendura, Hernansancho y Villanueva de Gómez].
La puesta en escena de cada obra exige trepidantes ensayos y nerviosas vísperas de estrenos que generan inquietudes y desasosiegos ampliamente compensados el día del estreno con el calor y los aplausos de un público entregado que pronto olvida posibles olvidos o carencias. Al final, el teatro brilla con luz propia en cada convocatoria cuando, antes de cada representación, la obra a escenificar es presentada por alumnos y compañeros de los jóvenes actores, lo que hacen actuando como anfitriones y maestros de ceremonias convirtiendo cada día de función en una gala festiva. Y prueba de ello es la muestra de miles de niños felices agachándose haciendo el saludo al terminar cada función, cuando los actores saludan en el escenario al público inclinando sus cuerpos o cabeza hacia delante con una amplia sonrisa mientras escuchan los aplausos encendidos del público.
En todo este tiempo, los escolares, año tras año, plasmaron sus impresiones sobre el Certamen en bellos dibujos que luego se premian y se exponen en la sala de teatro, y también sirven para ilustrar programas y carteles. Ellos trajeron el jolgorio al patio escolar y las calles solitarias del pueblo que rodean las escuelas y los viejos lavaderos convertidos en sala de comedias, y es que durante la celebración del Certamen el silencio diario se transforma en un animado festival inundado del bullicio de los niños que todo lo llenan. Los participantes recibían obsequios y recuerdos de su paso por el escenario, además de premios y galardones, con los que se pretendía compensar la ilusión infantil y fomentar el amor al teatro, al tiempo que en la clausura todos los asistentes son invitados a confraternizar en un ameno convite de celebración.
El arte dramático escolar se convirtió así en una luz luminosa de la animación y la acción cultural que tanto necesita nuestra sociedad, nuestros pueblos y el medio rural en general. El divertimento y la imaginación es un derroche de vida cuando los escolares se suben al escenario o acuden como espectadores, lo que tanto ha hermanado a pequeños y mayores, niños y niñas, profesores y alumnos, padres e hijos, actores y público, vecinos y visitantes. Así se ha configurado una comunidad unida por el vínculo teatral, contribuyendo con ello a una educación plena de la persona en la búsqueda de nuevos valores y cualidades artísticas de los alumnos a través de la desinhibición, la fantasía y la diversión, y haciendo partícipes de ello a toda la sociedad.
Finalmente, una parte de la crónica teatral descrita se recoge en el libro Comediantes (Piedra Caballera, 2002), igual que todo el teatro escolar que ha quedado reseñado fue profusamente divulgado a través de los medios de comunicación en multitud de reseñas que recogieron la prensa digital y de papel al hacerse eco de las veintisiete ediciones del Certamen que nos cautivaron. Lo mismo que cuanto ocurría en el escenario fue retratado en imágenes y fotografías de enorme plasticidad como fiel reflejo de un instante quieto de cada obra representada, y como testimonio gráfico de gran interés para la promoción y divulgación de la actividad cultural llevada a cabo. Dichas estampas ilustraron numerosos carteles, folletos y programas ilustrados con momentos estelares de los cientos de representaciones exhibidas. Hoy, es de lamentar que a raíz de la pandemia del COVID declarada en 2020, se dio por clausurada la singular experiencia teatral que hemos narrado. Entonces se cerró el telón y así permanece, ‘esperando la madrugada'.