Los Amigos del Museo de Ávila visitaron Madrid el pasado fin de semana siguiendo una singular ruta cultural con trazas abulenses. En este peculiar peregrinaje, la comitiva formada por una treintena de viajeros pudo descubrir el mundo mágico de la producción de las mujeres artistas en la España de finales del siglo XIX y principios del XX en el Museo Nacional de Artes Decorativas (MNAD), siendo esta la primera parada. La exposición aquí contemplada lleva por título «Al bies. Las artistas y el diseño en la vanguardia española», la cual está abierta hasta el 31 de marzo.
Por el título de la exposición del MNAD sabemos que el corte de la tela al bies, es decir, en diagonal con respecto al hilo, sirve como metáfora a las comisarias de la exposición, Idoia Murga Castro y Carmen Gaitán Salinas, para hilar un relato que reivindica las aportaciones artísticas de las mujeres en la España de finales del siglo XIX y principios del XX. Se trata de obras enmarcadas en un momento en que su papel en la sociedad estaba empezando a cambiar consideradas “artes menores” en el ámbito del diseño y de las artes decorativas. El avance de las mujeres se reflejó en la creación de sus propios talleres, instituciones y organizaciones, que contribuyeron a su independencia y a la apertura de espacios en la sociedad española de la época. Entre esas figuras destacan, entre otras, Victorina Durán, Matilde Calvo Rodero, Delhy Tejero y Maruja Mallo, profesora de dibujo que fue en el instituto de Arévalo, quien, junto con otras compañeras, participó en la Exposición Internacional de Artes Decorativas de París en 1925. A dicho nombre sumamos a Zenobia Camprubí, esposa del poeta Juan Ramón Jiménez, quien se encargó de la decoración de Parador de Gredos en 1928, del que se exhibe un cartel promocional obra de Roberto Domingo, y también Teodoro Zuloaga que trabajó en el taller de su padre Daniel Zuloaga de donde Salió en 1920 una interesante pieza de cerámica cedida para la exposición por el Museo de Ávila que es un tibor japonés con tapa (B/70/01/17289)
A continuación, el séquito abulense se adentró en el cercano parque de El Retiro, donde se encuentran las esculturas de Victorio Macho dedicadas a Ramón y Cajal, Jacinto Benavente y Galdós, así como las ruinas de la antigua iglesia románica llamada de San Pelayo, luego de San Isidoro y, finalmente, ermita de San Isidro, cuyo emplazamiento original se encontraba en Ávila, frente al arco de la Malaventura. El monumento arruinado fue adquirido en subasta por José I. Miró y Aguilera, quien se lo vendió a Emilio Rotondo Nicolau, y a quien se lo adquirió Ministerio de Fomento al para adornar los jardines del Museo Arqueológico Nacional (Gaceta de Madrid,9/09/1894). A este proyecto al que se opuso el arquitecto Repullés y la Academia de Bellas Artes de San Fernando, por lo que los restos fueron cedidos al Ayuntamiento de Madrid, quien los luce en El Retiro sin referencia alguna a su origen abulense y sin atender sucesivas peticiones de devolución hechas desde el Ayuntamiento abulense a las que ahora se suman los Amigos del Museo.
La última parada tuvo lugar en la Galería de las Colecciones Reales inaugurada el año pasado en un nuevo edificio de 40.000m2 de los arquitectos Emilio Tuñón Álvarez y Luis Moreno Mansilla, situado en los jardines del Campo del Moro, junto a la Catedral de la Almudena y al Palacio Real. Aquí, se exhiben objetos suntuarios, bordado, monedas, armas, fotografías, abanicos, ropajes de época, mobiliario, escultura, elementos arquitectónicos, pinturas, libros, documentos, tapices, armaduras, relicarios, carruajes y otras piezas de arte que los distintos reyes de España fueron atesorando a lo largo de su historia. Algunos de sus autores son Velázquez, Caravaggio, Goya, Tiziano, El Greco, Bernini y la Roldana. Ante tanta tanta riqueza, para los abulenses cobra especial relevancia de paisanaje la figura de Isabel La Católica en el retrato que pintó Juan de Flandes, y el conocido “Políptico de Isabel la Católica” (ca. 1496-1504) formado por quince tablas de pequeños formato con escenas de la vida de Cristo atribuido a los pintores Juan de Flandes y Michael Sittow, destinadas al uso devocional de la reina.