Existe la inocencia
como un fruto dorado de la infancia,
como la luz
que se emprende
viva en ti
cuando has mrado
las cosas
que de frente
son como secretos
habitando tu espacio
sin saberlo.
Inocente en la búsqueda
del primer instante
despierto frente al sueño
de vivir en la noche
con las sombras
que más contienen tus palabras.
Inocente en los ojos
que al seducir
el color de las sílabas del alma
están abriendo territorios
de fertilidad y de agua.
Inocentes seremos
cuando en el amanecer
veamos a lo lejos
el preámbulo
de un horizonte cristalino
que nos muestra la lejanía
misteriosa del mundo.