Los días de la primavera siempre se escriben con la luz del silencio, con la voz de la claridad y con el sabor áspero de las cosas que se van escapando entre los dedos del tiempo.
Abril va avanzando, y yo en esu regazo, escribo en este domingo de Resurreción. ¿Seré capaz de asistir al origen de la raíz del horizonte que este día nos regala? Porque se clavan las cosas en la tierra fecundada por este momento,nada se escapa ya a la curiosidad que me dejan las cosas elegidas por este día tan claro y tan estricto en mi mirada.
Sean la música, la palabra y el retorno del color del atardecer en mi ventana, una vez más, el preludio de lo que se espera con los brazos abiertos y lo que nos va dejando ese secreto deleite de vivir, siempre viir. Siempre.
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