Entre los grandes poetas que el pasado siglo surgieron en Europa, Rilke ocupa uno de los espacios fundamentales en la búsqueda de un nuevo sentido del fenómeno poético, desde la posición personal que constituye un ejemplo de vivir en poesía, de ser poeta frente a todo, hasta la amplitud que su obra nos regala en cada uno de sus libros y de sus momentos líricos.
Leer a Rilke es como sumergirse en un universo de sorprendente abismo al que nos acercamos con decisión y con entrega, buscando en su obra el itinerario de su sendero y el sedimento de sus logros, poeta que acoge en su destino la irrenunciable sensación de reconocer la belleza. Poeta de los ángeles y los arcanos de la memoria, de la mirada fértil y de la búsqueda sin límites.
Viajero y conocedor de los ámbitos de la nobleza y los espacios de la nostalgia. Las elgías de Duino ocupan un lugar irremplazable en la concepción de la mirada poética. Los sonetos de Orfeo y El libro de horas, entre otros , han iluminado la mirada de las generaciones posteriores, creado el ámbito de la razón de lo esencial en el itinerario de la palabra y sus horizontes más altos.
Cartas a un joven poeta constituye un aprendizaje necesario e imprescindible para quien quiera iniciarse en la escritura y busque un sentido de responsabilidad y de sabiduría.
A ti, oscuridad de la que vengo,
te amo más que a la llama
que limita el mundo
y brilla sólo
para algún círculo
fuera del cual ningún ser sabe de ella.
Pero la oscuridad lo retiene todo:
formas y llamas, animales y a mí,
tal como los atrapa,
personas y poderes...
Y puede ser que una gran fuerza
cerca de mí se agite.
Creo en las noches.
(El libro de horas)