25 de noviembre de 2024

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La sanidad que queremos o la sanidad que merecemos

La sanidad que queremos o la sanidad que merecemos
La sanidad que queremos o la sanidad que merecemos
Dr. Omar G. Guillermo Henríquez
  • 09 de Noviembre de 2022

Este sistema de salud les hace creer que por atenderles en menor tiempo están llevándose el servicio que se merecen, cambiando calidad por tiempo, o incluso le hacen creer que por poner una amplia disponibilidad en recursos técnicos eso hace que sea mejor la medicina, cuando la calidad está en el profesional y no solo en las máquinas.

Soy de una generación de médicos jóvenes, una generación a la que autodenomino transicional, probablemente una de las últimas generaciones que vivió en las aulas de facultad de medicina el sueño de lo que era la verdadera medicina. Deseábamos ser médicos, soñábamos convertirnos en ese ejemplo que transmitían nuestros maestros catedráticos. Vivíamos con todas ansías de poder hacer, en el más amplio y sentido de la palabra, queríamos poder hacer. Nos apasionaba esa medicina que estaba centrada en las personas, y en la excelencia de su ejército, rodeada de una gran gloria de ética, principios, valores y códigos que la hacían aún más honorable de lo que ya era. Queríamos convertirnos en esos médicos que veíamos. Pero ya todo eso queda como anécdota, hemos cruzado, y ahora las cosas pintan de otra manera.

Mi generación le tocó pasar por una transición y transformación de un sistema de salud que aparentemente se iba deshumanizando, que exigía más la cantidad que la calidad, más la rapidez que el resultado, un sistema que llegaba pidiendo que dejaras de ser cualitativo y fueras más cuantitativo. Un sistema que llegaba lleno de prisas y repleto de la mal llamada "productividad". Lograron arrebatarnos la figura del paciente y su esencia de enfermo, un ser humano en situación vulnerable que espera la atención y ayuda de su médico, y fueron capaces de convertirlos en usuarios y clientes.

Exactamente igual al fenómeno de las empresas que nos dan un regalito para que nos demos de alta o nos quedemos con ellos, del mismo modo este sistema de salud les hace creer que por atenderles en menor tiempo están llevándose el servicio que se merecen, cambiando calidad por tiempo, o incluso le hacen creer que por poner una amplia disponibilidad en recursos técnicos eso hace que sea mejor la medicina, cuando la calidad está en el profesional y no solo en las máquinas. Las personas se van ilusionadas con el regalito otorgado, y dejan de percibir otras cosas que si son las valiosas, el sistema ha dado tantos regalitos que ya la gente no ve lo que ha perdido.

La relación médico paciente es uno de los pilares de la práctica médica, y son muchos los factores dentro de la industrialización de la consulta médica que han hecho que ese pilar se tambaleé, incluso en muchos casos transformándolo con enfrentamiento médico-paciente, dado que solo buscan los regalitos prometidos (una radiografía, una analítica, etc.), y no meramente la salud.

La medicina precisa de un tiempo en su ejercicio que permita mantener el hilo de lo humano, pero si se altera ese tiempo perdemos ese hilo y caemos en esta medicina, la medicina industrial, la medicina deshumanizada. La medicina en si misma es humana y no puede comprenderse de otra manera, la medicina es de humanos, está hecha por humanos y es para humanos, se necesita que se desarrolle en un clima humanizado, pero si contrario a esto se deshumaniza y se industrializa, aunque les ofrezcan aparentemente muchísimos servicios, si no son servicios humanizados ya no es la verdadera medicina.

¿Cómo pude inspirar un médico industrial a futuras generaciones? Escasean los médicos que inspiren, los médicos más mayores ya no están, y los más jóvenes ya han nacido y crecido en esta deshumanización de la salud. ¿Qué hay de mágico en ejercer una medicina de esa manera? o incluso ¿qué hay de buen en recibir una medicina con esas carencias?

El médico centrado y concentrado en su consulta eran más fiable, certeros y efectivos en sus diagnósticos, eran tiempos en los que no se hablaban de demandas, por lo que el médico no ejercía una medicina defensiva, poco implicativa, tiempos en el que se respetaban los tiempos de atención por lo que los márgenes de errar eran menores. La verdad de todo esto es que lo que tenemos es una medicina exprés, con falta de tiempo para el paciente, distante, telefónica, virtual, descafeinada, deshumanizada, industrializada. Todo esto duele, pero lo peor de todo es que el mismísimo paciente, de manera voluntaria o involuntaria ha colaborado para que todo esto suceda, y a veces llego a pensar que incluso aunque el paciente haya contribuido a la estructuración de la medicina industrializada, es probable que no se haya dado cuenta de lo que ha hecho, de lo que ha perdido.